Un ortodoxo se lleva el aplauso mas largo
del Sínodo
El representante de la
Iglesia rumana pide perdón a los uniatas
CIUDAD DEL VATICANO, 11 oct (ZENIT).- Ha sido la intervención más aplaudida en el Sínodo de los obispos para Europa que se celebra en el Vaticano del 1 al 23 de octubre. Al final de las ponencias de cada uno los obispos se les dio la palabra, como a uno más, a los «delegados fraternos», representantes de otras confesiones cristianas que están participando también en este sínodo. De este modo, tomó la palabra un representante de la Iglesia ortodoxa de Rumanía para pronunciar palabras de reconciliación y perdón «por el sufrimiento padecido por responsabilidad nuestra» a los uniatas --los católicos de rito bizantino que en tiempos del régimen comunista fueron perseguidos por las autoridades de Ucrania y Rumanía y obligados por la fuerza a pasar a la Iglesia ortodoxa--.
El aplauso fue largo y liberador, pues se esperaban esas palabras desde hace diez años. El joven arzobispo Iosif, responsable del Patriarcado de Rumanía para Europa Occidental y del Sur, las pronunció de manera muy clara y neta, como respondiendo a una petición que nunca había sido expuesta, al menos oficialmente.
Iosif, después de haber recordado la reciente visita a Bucarest de Juan Pablo II, subrayó que «la unidad de la Iglesia puede convertir al hombre a una auténtica unión que supera todo tipo de diferencia cultural, lingüística o de otro tipo. En cuanto Iglesia, por parte nuestra, el signo más grande de amor por e hombre de hoy, por la Europa de hoy, por el mundo, sería volver a encontrar la unidad de esta Iglesia. Por ello, todos necesitamos perdonarnos recíprocamente, subir a la cruz del perdón para entrever, con la experiencia, esa esperanza de la que el Señor es el manantial».
Miedo al diálogo
En el Sínodo están participando diez delegados fraternos, las intervenciones generales dejaron amplio espacio para tocar el tema del ecumenismo: el camino hacia la unidad de los cristianos avanza. Pero para el cardenal Edward Idris Cassidy no es suficiente. Por ello, afirmó: «No podemos sentirnos bastante satisfechos por los progresos realizados».
Al intervenir ante la asamblea general, el presidente del Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, recordó que muchos están convencidos del hecho de que la separación debilita el testimonio común de la fe. «Pero el número de los que todavía no están convencidos --añadió-- representa un obstáculo para ulteriores progresos».
Por ello, el cardenal Cassidy pidió que «el diálogo de la verdad sea acompañado en todos los rincones por el diálogo del amor». Ahora bien, este último necesita también del primero, «si quiere ofrecer una contribución verdaderamente positiva a la búsqueda de la unidad y no generar confusión».
No todo es secta
El cardenal pidió también que no se hable genéricamente de sectas, distinguiendo con claridad entre los grupos evangélicos y pentecostales (los cuales, si bien en algunos casos están contra la Iglesia católica, creen en el Señor Jesús y frente a cuestiones éticas y sociales se encuentran con frecuencia junto a los católicos) y los movimientos religiosos heterogéneos que no son de origen cristiano.
Un modelo concreto de ecumenismo fue presentado en el aula sinodal por la madre Tekla Famiglietti, superiora general de las Brigidinas. «Santa Brígida --afirmó -- nos empuja en la dirección de un ecumenismo espiritual y al mismo tiempo operativo».
Entre la presencia de los delegados fraternos, por último, fue interesante registrar la presencia de un representante del Patriarcado de Moscú, institución que en los últimos años no ha tenido relaciones fáciles con Roma.