La novedad de este Sínodo de obispos: la presencia de los movimientos

 

CIUDAD DEL VATICANO, 11 oct (ZENIT).- Después de diez días de sesiones del Sínodo de los Obispos de Europa, ha llegado el momento de hacer un balance provisional. Y un «veterano» de los sínodos, el prepósito general de los jesuitas, Hans Kolvenbach, se ha animado a hacerlo hoy a los micrófonos de Radio Vaticano.

«Cuando se compara esta asamblea sinodal, con el primer Sínodo de Europa, se ve ciertamente que hoy el Sínodo está mucho más unido y se constata cómo los obispos comprenden, al mismo tiempo, la gran diversidad de la situación de la Iglesia en Europa y cómo la respetan».

Al hablar de los aspectos más característicos de la cumbre eclesial, el superior general de los jesuitas cita «la gran contribución que están dando los Movimientos al Sínodo. En el primer Sínodo europeo, era bastante difícil para los movimientos decir algo. Sin embargo, en este Sínodo, a pesar  de que en el algunas ocasiones ha habido problemas pastorales, transmiten esta dimensión carismática de la Iglesia como don del Espíritu y como signo de esperanza. Aunque la situación parece que no deja lugar a la esperanza, Cristo es su esperanza. Pero esto no es suficiente, pues Cristo quiere ser nuestra esperanza, también gracias --y a pesar-- de todo lo que se construye en Europa. Yo creo que en la segunda parte de las discusiones los obispos hablarán también de todo lo que ya se está construyendo en Europa, como signo visible de que Cristo es nuestra esperanza».

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