Los mártires del este revitalizan
la fe en Europa
En el Sínodo
se refleja la aportación de las dos partes del continente
CIUDAD DEL VATICANO, 13 oct (ZENIT).- Mientras siguen los trabajos sinodales con la aprobación de las relaciones de los círculos menores, entre los observadores se comienza a hacer un breve balance de las posiciones expresadas durante el debate.
Ante la constatación de una Europa indiferente, invadida por una «tranquila apostasía», como ha dicho el cardenal de Burdeos Pierre Eyt, muchos obispos han constatado cómo los cristianos de la parte occidental de Europa parecen víctimas de la cultura materista dominante, frecuentan poco la Iglesia, la parroquia y el confesonario. El cardenal López Trujillo ha recordado la «sistemática demolición» de la familia, el «pérfido desafío» de las uniones de hecho, el invierno demográfico y la cultura de la muerte. El exponente de Comunión y Liberación Jesús Carrascosa ha lamentado la brecha creciente entre fe y vida: demasiados europeos separan la fe de los comportamientos cotidianos, construyen un muro entre religión y razón, reducen a Cristo a un simple profeta social o predicador de moral. El cardenal de Utrech Adrianus Simonis, ha proclamado una amarga verdad: «¡Hoy la Iglesia está en minoría! ¡Sólo pocos saben quién es Cristo y como encontrarlo! La Iglesia corre el riesgo de reducir el Evangelio a una repetición de palabras o llamamientos morales».
Ante este cuadro realista y triste, otras tantas han sido las intervenciones en las que se indicaban signos de esperanza poderosos como los movimientos y el renacimiento de la Iglesia del Este de Europa. Mientras que sobre el papel de los movimientos eclesiales, no todos se han mostrado de acuerdo, por el contrario los cardenales Carlo Maria Martini y Godfried Daneels han expresado críticas a los movimientos, sobre la aportación espiritual y de testimonio de la Europa del Este, ninguno ha tenido dudas. Se puede decir que con este Sínodo la Iglesia vuelve a respirar con dos pulmones, por una parte, uno un poco raquítico en la parte occidental y, por otra, uno probado por la persecución pero fuerte en el espíritu y en la acción, en la parte oriental.
En este sentido,
el cardenal Cristoph Schönborn, arzobispo de Viena ha dicho: «El Santo Padre
habla siempre de los dos pulmones de Europa y de la Iglesia: la Iglesia de
Oriente y la de Occidente. La tradición de la Iglesia oriental ha sido, debo
reconocerlo, de gran ayuda en la grave crisis de la Iglesia occidental. El
occidente cristiano tiene
necesidad de la contribución vital de la teología de los padres de la Iglesia,
del monaquismo de la Iglesia oriental, de la solemnidad y de la belleza de la
liturgia divina y de los iconos. Por lo que se refiere a la renovación
eclesial, se debe a la Iglesia de Oriente pero también la Iglesia oriental
tiene necesidad del pulmón occidental para encarnarse mejor en las estructuras
visibles de la sociedad y superar el gran peligro representado por la Iglesia
nacional, por lo que la referencia de Pedro, centro de la Unidad es imprescindible».
La
complementariedad entre las dos partes de Europa se ha notado en la vitalidad
del debate y tendrá reflejo en la composición de las fuerzas. Desde la primera
rueda de prensa de presentación de los trabajos del Sínodo emergió claramente
la presencia de los delegados de los países del Este de Europa. Personajes poco
conocidos, pero dotados
de gran fuerza espiritual. Hombres forjados en la persecución, para nada
temerosos por las discusiones sobre el pensamiento débil, fuertes en la fe y
fieles a Roma. Es cierto que también los países del Este de Europa deberán
ahora afrontar las tentaciones de la sociedad consumista, pero desde el punto
de vista de la Iglesia, su aportación espiritual sigue siendo por ahora
notable.