Como vencer los desafíos que la fe debe afrontar en Europa

Reforzar la fe de los bautizados y dar mayor espacio a las mujeres

 

CIUDAD DEL VATICANO, 18 oct (ZENIT).- Reforzar la fe de los bautizados y dar mayor espacio a las mujeres para enriquecer el patrimonio de la espiritualidad cristiana. Esta es en síntesis la propuesta contenida en la relación del Círculo Menor Hispanicus-Lusitanus, de lengua española y portuguesa.

Monseñor Juan María Uriarte, obispo de Zamora (España), relator del Círculo, ha precisado que «la evangelización de la Iglesia se inserta en una situación cultural nueva y potente que presupone un enorme desafío para la fe y para el comportamiento cristiano. Algunos de los elementos que caracterizan a esta cultura europea son: un concepto de libertad que tiende a ser absoluta, privada de su relación esencial con la verdad; una distorsión del concepto de tolerancia que lleva al relativismo moral y al agnosticismo religioso; una supervaloración de la categoría de lo útil que viene antepuesto al bien y una hipertrofia de lo que es placentero, que se superpone a lo que produce una auténtica y profunda alegría; una democracia alimentada esencialmente en este caldo de cultivo revela cada día su propio deterioro».

«Este concepto contiene sin embargo algunos aspectos positivos --ha afirmado monseñor Uriarte-- a través de los cuales el sujeto europeo puede abrirse a la fe y, si es creyente, purificarla de falsas adherencias. Hoy, de todos modos, en algunos sectores de la cultura europea parece que haya un mayor interés por la ética».

El obispo de Zamora ha explicado que, en la base de la crisis de fe hay algunas causas que «derivan de la situación real de muchas de nuestras comunidades eclesiales: niveles de fe más bajos a causa de un número demasiado elevado de creencias de origen y signo diversos; una postura de fe basada más en la costumbre que en la convicción; una práctica religiosa consuetudinaria, la no aceptación de los desafíos culturales del presente... Otras carencias condicionan a los agentes de la evangelización: una supervaloración de los aspectos racionales de la fe, que lleva a descuidar los aspectos prácticos y ligados a la experiencia; un adaptarse a la mentalidad del ambiente en el presentar la persona de Cristo: Dios mismo, en la actividad evangelizadora, viene considerado no tanto el principio y el fin de la misma, sino el acicate útil para incitar a los cristianos al compromiso moral y social».

«Partiendo de una postura de diálogo, el evangelizador deberá plantear interrogantes más que denunciar. Además, el evangelizador es hoy un profeta que, mientras acoge los signos positivos de esta cultura, debe también denunciar y confrontar, partiendo de una postura constante y abnegada de servicio», dice la relación.

El obispo de Zamora ha afrontado luego la cuestión femenina. «Nuestra postura respecto a la mujer --ha aclarado-- lejos de empobrecerse, se enriquece extraordinariamente cuando valoramos a fondo su función de esposa y madre, tan desacreditada hoy. En nuestra tarea educativa debemos también estar atentos a evitar que la complementariedad de los sexos no se traduzca en su antagonismo. Para alcanzar este objetivo, deberemos criticar, partiendo del Evangelio,  la secular postura machista todavía existente».

Monseñor Uriarte ha hablado luego de la mujer en la Iglesia: «Los servicios que la mujer presta en la Iglesia y su disponibilidad a asumirlos son numerosos e innegables. La vida consagrada activa y contemplativa, que atrae a tantas mujeres en Europa, es por sí misma, un servicio eclesial inestimable. Las responsabilidades que la mujer está asumiendo son siempre mayores y se extienden a la catequesis, la colaboración en organismos de corresponsabilidad de la Iglesia, en organizaciones al servicio de los pobres y en las mismas ciencias eclesiásticas. Sería deseable que, como tantas mujeres en la historia de la Iglesia, la mujer cristiana de hoy ofreciese la propia sensibilidad de creyente para mantener y enriquecer el patrimonio de la espiritualidad cristiana».

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