Ha llegado la hora de la nueva evangelización para Europa

Mensaje final del Sínodo de los Obispos del viejo continente

 

CIUDAD DEL VATICANO, 22 oct (ZENIT).- Cristo es la clave que permite comprender en plenitud la Europa de hoy y la del mañana. Este es el Mensaje central que ha lanzado, a manera de conclusión, el Sínodo de los obispos de Europa, que se clausurará solemnemente mañana.

La esperanza es, por tanto, la «brújula» que los participantes en esta cumbre eclesial proponen a los creyentes europeos para interpretar lo que está sucediendo en estos momentos en el continente. Esperanza que es «debilitada, atacada y destruida cada día por muchas formas de sufrimiento, de angustia y de muerte que atraviesan el corazón de muchos europeos», por muchas esperanzas que han sido «infelizmente defraudadas». Sin embargo, a pesar de tantos apesares, todavía hoy es posible esperar, pues Cristo sigue siendo «la única  esperanza auténtica del hombre y de la historia». Con Él --explica el Mensaje final del Sínodo--, «nuestra existencia tiene un sentido..., la diversidad puede transformarse en riqueza,  el dolor puede salvar» y la vida puede vencer a la muerte.

Signos de esperanza en la Iglesia

La esperanza cristiana se ve estimulada además por signos concretos evidentes en la Europa de nuestros días. El Sínodo señala el ejemplo de tantos mártires contemporáneos de todas las confesiones cristianas; la santidad de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo; la libertad recuperada en el Este europeo; la renovación en la Iglesia que le ha llevado descubrir los nuevos horizontes que le abre la primacía espiritual de su misión; la difusión de los nuevos movimientos eclesiales; el empuje misionero; la creciente presencia y acción de la mujer; los progresos en el camino ecuménico.

Todo esto es al mismo tiempo un don y una responsabilidad que llama a los creyentes a emprender sendas obligadas e ineludibles. Ante todo, esta responsabilidad requiere «un humilde y valiente examen de conciencia» para reconocer nuestros miedos y nuestros errores, para confesar con sinceridad nuestras torpezas, omisiones, infidelidades y culpas. De este modo, se podrán poner los cimientos para esa nueva evangelización, la respuesta de la Iglesia a «la grave situación de indiferencia religiosa de muchos europeos». Una  nueva evangelización de Europa que, según los obispos, pasa necesariamente por la catequesis como respuesta a los desafíos del diálogo entre la razón y la fe, la fe y la ciencia; por el redescubrimiento del sentido del misterio en la liturgia en una sociedad  consumista.

Por lo que se refiere a la vida social, los obispos están convencidos de que «en una Europa atravesada por nuevos muros y por nuevas formas de egoísmo, la caridad activa, por parte de cada persona y de las comunidades, es el único camino que se puede recorrer para devolver la esperanza a quien está sin esperanza. ¡Decidámonos, entonces, por el amor!».  

Signos de esperanza en la nueva Europa

Pero los signos concretos de la presencia del Espíritu no se encuentran sólo en la Iglesia: desde una perspectiva de fe, pueden registrarse también motivos de esperanza a la luz de la historia reciente Europa. La historia de este siglo ha estado plagada de sombras, como el peso enorme de la violencia y del silencio «culpable» de Europa frente a los crímenes
horrendos perpetrados en algunos de sus países. Y, sin embargo, tras este dramático pasado, el viejo continente da prueba de alentadoras promesas, como es la reconciliación entre los gobiernos, la ampliación del proceso de integración europea hacia el Este, la expansión de la democracia, los progresos decisivos en el campo de los derechos humanos. Se trata de actitudes que deberían convertirse en la base para reafirmar «la supremacía de los valores éticos y espirituales» por encima de los egoístas y consumistas.

El mensaje del Sínodo de Europa concluye con una serie de llamamientos conclusivos dirigidos a los cristianos del viejo continente, y en especial a quienes tienen responsabilidades en el campo institucional, político y cultural. Invita a alzar la voz cuando se violan los derechos humanos de los individuos y pueblos, comenzando por el de la libertad religiosa; a prestar gran atención a los que atañe a la vida, a la familia y a la educación; a continuar con valentía el proceso de integración europea; a tratar de resolver con justicia y solidaridad el creciente fenómeno de la inmigración, manteniendo al mismo tiempo a Europa abierta al mundo con formas de cooperación y solidaridad con los países más pobres; y, por último, pide que se garantice a los jóvenes y a las mujeres un futuro más humano a través del trabajo, la cultura y la educación. 

Tras la publicación del Mensaje final del Sínodo de Europa, los participantes han votado en la tarde de hoy las proposiciones definitivas que serán presentadas al Papa como conclusión de esta asamblea que concluirá mañana con una solemne Eucaristía presidida por el Papa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

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