Ante el vacío consumista de Europa, la Iglesia
responde con el Evangelio
Obispos y cardenales
comentan el Mensaje final del Sínodo
CIUDAD DEL VATICANO, 22 oct (ZENIT).- «Ha sido un Sínodo en el que los problemas se han afrontado con gran realismo y con la convicción compartida de que Jesús es motivo de esperanza». Con estas palabras abrió esta mañana el cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y presidente delegado del Sínodo, la rueda de prensa de presentación del Mensaje final redactado por los participantes en el segundo Sínodo de Europa de la historia.
«El Sínodo --continuó diciendo Poupard-- ha concluido con un llamamiento a difundir sobre todo entre los jóvenes el evangelio de la esperanza, meditado y vivido en la liturgia, cultivado en las comunidades, en las parroquias y en los movimientos. Este Sínodo muestra al mundo una Iglesia llena de esperanza en el hombre».
Consenso inmediato
El cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Génova (Italia), presidente de la Comisión para la redacción del Mensaje sinodal, explicó que el texto «no es la última palabra del Sínodo, sino el inicio de un camino hacia la esperanza, que no es un sueño ni una utopía, sino una realidad». El cardenal Tettamanzi reveló que ya desde su primera redacción el mensaje recibió un apoyo generalizado. Las propuestas de enmiendas y las sugerencias han cambiado muy poco el texto definitivo. La aprobación fue casi unánime.
«En síntesis --comentó el cardenal genovés--, podríamos decir que este mensaje pretende volver a dar esperanza a esta Europa que con frecuencia parece haberla perdido. Los obispos y la Iglesia con ellos creen que pueden ofrecer una contribución significativa en el futuro de Europa, con humildad y claridad, sin avergonzarse del Evangelio que proponen a todos».
Colegialidad y Sínodo
para Europa
Un periodista pidió al cardenal Tettamanzi que comentara la petición presentada ante el Sínodo por el cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo de Milán, de analizar «la posibilidad de establecer nuevas y más amplias experiencias de colegialidad» en el gobierno de la Iglesia. El arzobispo de Génova respondió diciendo que la intervención del cardenal Martini «no ha tenido ningún eco dentro de la Asamblea Sinodal».
En este sentido, monseñor Franc Rodè, arzobispo de Ljubljana (Eslovenia) añadió que la intervención del cardenal Martini «ha suscitado más interés entre los medios de comunicación que entre los obispos».
Monseñor Vincent Nichols, administrador diocesano de Westminster (Gran Bretaña), secretario especial del Sínodo, aclaró que la parte de la intervención del cardenal Martini en la que proponía una mayor integración de los movimientos en la vida de las parroquias generó más interés entre los obispos.
Desafíos sociales
Algunos periodistas preguntaron el motivo por el que el mensaje final hace menos hincapié en los problemas sociales. Tras explicar que un Mensaje de este tipo no es una enciclopedia en la que se encuentran todas las respuestas, el cardenal Tettamanzi recordó que al menos en tres pasajes los obispos afrontan «las dificultades y dramas de tantos hombres y mujeres» de nuestro tiempo.
Monseñor Vincent Nichols, añadió que ya en el documento de trabajo del Sínodo se hace un estudio muy serio del fenómeno de la globalización. Ha sido un tema tratado en repetidas ocasiones por la asamblea.
Examen de conciencia
Por último, se afrontó el argumento del examen de conciencia que está realizando la Iglesia católica de cara a la preparación del gran Jubileo del año 2000. El cardenal Tettamanzi dijo claramente que se trata de un examen que tiene que hacer todo católico y recordó que «el gran reto (de la Iglesia en Europa) está en convertir a los bautizados». Reconoció al mismo tiempo que «el martirio de la Iglesia del Este constituye una auténtica bofetada moral a los cristianos que se han dejado contagiar por opciones de vida contrarias al Evangelio».
En este sentido, monseñor Rodè concluyó la rueda de prensa recordando que en el transcurso de la historia, «la Iglesia ha tenido que afrontar sistemas ideológicos, como el marxismo, inspirados en filosofías ateas, mientras que en la sociedad europea de hoy reina el nihilismo, el escepticismo, el relativismo, es decir, la nada. Un vacío al que la Iglesia responde con la nueva evangelización».