La relación
introductoria del Cardenal Rouco
Debilidades y signos positivos de la evangelización de
Europa
E1 Relator
general del Sínodo, cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid, señaló
en su Relación introductoria algunas situaciones que debilitan hoy la vida de
la Iglesia en Europa y que no le permiten ofrecer al mundo ese testimonio
nítido de Cristo y de su Evangelio.
"En primer lugar, los mismos cristianos, en particular
en Occidente, se han dejado a veces afectar por el espíritu del humanismo
inmanentista y han privado a la fe de su vigor propio, hasta llegar incluso,
por desgracia en no pocas ocasiones, a abandonarla por completo. No parece que
haya sido todavía superada la moda de interpretar secularistamente la fe
cristiana como una estrategia para organizar mejor las cosas de este
mundo".
Reconoció que la crisis de las vocaciones sacerdotales y, en
particular, de las vocaciones a la vida consagrada no ha sido superada
todavía. "No se pueden esperar vocaciones sacerdotales cuando la imagen
que se ofrece del sacerdote es la de un 'trabajador social' o la de un 'psicoterapeuta',
y no la de quien es antes que nada ministro del único sacerdocio de Cristo y
de sus Misterios de salvación, que liberan al ser humano de la muerte y del
pecado y le abren a los horizontes infinitos de la Vida y del Amor eternos de
Dios. No se pueden esperar vocaciones suficientes y duraderas a la vida
consagrada cuando los religiosos y religiosas aparecen más como 'fieles al
mundo' que como testigos y servidores de 'lo único necesario' a través de una
vida de pobreza, castidad y obediencia cuyo sentido último es ser signo
visible de la Vida eterna. ( ... )
Diálogo sin
relativismo
En segundo lugar, el cardenal Rouco señaló que la
secularización interna de la vida cristiana lleva también a una profunda
"crisis de la conciencia y de la práctica moral cristiana".
"Se ha introducido, también entre algunos católicos, el
prejuicio de que la apelación a valores morales absolutos resulta incompatible
con una antropología que estime en su justa medida el carácter libre y
responsable del ser humano, así como con el respeto debido a la conciencia de
cada uno. Bajo este influjo del relativismo historicista y de una concepción
reductiva de la razón humana, no son pocos quienes, al menos en la práctica,
niegan al Magisterio de la Iglesia una competencia verdaderamente normativa en
las cuestiones morales". "El eclipse de Dios en la conciencia moderna
ha conducido a una comprensión desmesurada de la subjetividad como fuente y fundamento
de la verdad".
La erosión de la verdad de la fe y de la conciencia moral
cristiana produce un "debilitamiento de la capacidad evangelizadora de la
Iglesia". No cabe duda, dijo Rouco, de que la credibilidad de las Iglesias
en la nueva Europa tiene como condición necesaria que se cultive el diálogo
ecuménico y también con los no creyentes. Pero no se puede ocultar que "no
son pocos los asuntos de vital importancia en el debate público de nuestros
días en Europa que resultan con cierta frecuencia, como escribía Pablo VI,
'refractarios a un amistoso coloquio'. Pensemos en los problemas de la
investigación con embriones humanos o de su destrucción sistemática; del aborto
y de la eutanasia; de la recta concepción del matrimonio y de la familia; de
las drogas o del tráfico de armas. En algunos de estos asuntos existen
normativas de los Estados o de los organismos europeos en abierta contradicción
con la visión cristiana del hombre y del mundo. Será necesario no cejar en el
diálogo paciente y constructivo. Pero el presupuesto de un tal diálogo no podrá
ser, como también algunos católicos parecen pensar, el pluralismo relativista,
es decir, la renuncia, incluso teórica, a todo principio en aras de acuerdos
meramente pragmáticos".
Rouco dedicó la segunda parte de la Relación a destacar los
signos positivos en el panorama de la Iglesia en Europa.
Avances y
puntos fuertes
Entre otras cosas, señaló la repercusión de la publicación
del Catecismo de la Iglesia Católica en 1992: "La multitudinaria acogida
que se dispensó al Catecismo, con un sorprendente éxito editorial, pone también
de relieve la demanda de orientación precisa sobre la fe de la Iglesia por
parte de nuestros contemporáneos".
También rindió homenaje a "tantos sacerdotes que, en
medio del vendaval del secularismo que ha azotado a la sociedad y la Iglesia en
Europa, han sabido mantenerse fieles a su vocación de ministros del
Evangelio"; a "los misioneros y misioneras, procedentes en gran número
de nuestras Iglesias de Europa, que siguen dando testimonio de Cristo en todo
el mundo"; a las familias cristianas, que han alimentado en sus hijos los
gérmenes de la fe cuando la escuela e incluso determinados ambientes
eclesiales han dejado de ser cauces de la educación de las nuevas
generaciones. "No se podrá transmitir el testigo de la fe a las nuevas
generaciones si lo que se les entrega son fórmulas de un humanismo más o menos
moderno o postmoderno y más o menos teñido de una vaga religiosidad de
confección heterogénea, en lugar de la única Verdad que nos salva".
Los importantes avances de los últimos años en las relaciones
con las distintas confesiones cristianas en Europa (declaración conjunta sobre
la justificación con los luteranos, un mayor entendimiento con los ortodoxos
manifestado en el viaje del Papa a Rumania y en la visita a Roma del Patriarca
de Constantinopla ... ) son motivos de satisfacción.
Auge de la
religiosidad popular
También mencionó "la revitalización que en los últimos
años han experimentado en algunos lugares la vida de las cofradías, de los
santuarios, las celebraciones patronales y familiares, las peregrinaciones,
las procesiones y otras expresiones del fervor religioso", expresiones de
la religiosidad popular que han servido a no pocos de sostén en su fe
cristiana.
Asimismo, las Jornadas Mundiales de la Juventud, en Santiago
de Compostela (1989), y la última, en París (1997), congregaron muchedumbres de
jóvenes felices de haberse encontrado con Jesucristo.
La presencia de la Iglesia se sigue manifestando también en
el servicio a las necesidades espirituales y materiales del hombre. En este
capítulo, Rouco destacó el redescubrimiento y creciente interés por la doctrina
social de la Iglesia; la defensa de los derechos humanos: en particular, la
Iglesia "está dando un testimonio claro en favor del derecho a la vida de
todos los seres humanos, desde la concepción hasta la muerte natural"; la
atención a las "nuevas pobrezas", aparecidas en medio de las
sociedades del bienestar.
El arzobispo de Madrid saludó también la pujanza de los
nuevos movimientos y comunidades eclesiales, que "son un gran don de Dios
que revitaliza las Iglesias de Europa para la evangelización de nuestros
tiempos".
Caminos para la
nueva evangelización
En el tramo final de su intervención, Mons. Rouco hizo
algunas sugerencias para la nueva evangelización.
Anuncio del Evangelio. "Han
pasado los tiempos del temor y del acomplejamiento. ( ... ) Si el aparente
éxito de las promesas y de las soluciones de las ideologías materialistas del
progreso ejerció durante algún tiempo una cierta fascinación incluso sobre los
llamados a anunciar el Evangelio, hoy, gracias a Dios, todos podemos y debemos
sentirnos libres de tal servidumbre. El fracaso manifiesto de las más
emblemáticas de dichas ideologías ( ... ) nos confirma en la fe recibida de los
Apóstoles: Jesucristo es el único Salvador del hombre".
Hablar de la vida eterna. "El
hedonismo e incluso el cinismo ético que van tomando carta de naturaleza entre
nosotros están sin duda también en relación con la carencia del verdadero
aliento moral que procede de la fe en la Vida eterna". Además, "Frente
a un cierto ecologismo que difícilmente puede ser calificado de humanista, la
esperanza del Cielo evita que esta tierra o la naturaleza sean vistas como el
medio absoluto en el que el ser humano estaría destinado a integrarse e incluso
a disolverse".
Catequesis. Los catecismos
adaptados a las diversas situaciones tienen en el Catecismo de la Iglesia Católica
una guía segura para convertirse en instrumentos aptos de una formación
integral en la fe. Los catequistas, los pastores y, en general, las personas de
mayor formación, harán uso del Catecismo como libro de referencia básico para
su anuncio del Evangelio.
Liturgia. "Es
necesario fomentar la comprensión del verdadero sentido de la liturgia y de los
sacramentos, superando la tentación, a la que es tan proclive nuestra época,
de querer reducir el culto cristiano a pura celebración de la vida humana y
despojarlo de su carácter sagrado".
Revitalizar la confesión. "¿No
estará una de las raíces de la resignación y la desesperanza de hoy en la incapacidad
de reconocerse pecador y de dejarse perdonar? ( ... ) La revitalización del
sacramento de la reconciliación, vivida en la plena integridad de la doctrina
conciliar, que no sólo no hace superflua la confesión sincera y concreta de
los pecados, sino que la postula e incluye necesariamente, urge cada vez más,
si se quiere avanzar en el camino de la evangelización de Europa".
Para inspirar a
la Europa unida
Acción en la vida pública. "Los
cristianos de hoy han de seguir trabajando para que la doctrina social de la
Iglesia sea llevada a la práctica en las estructuras de la Europa unida".
Con palabras de Juan Pablo II, recordó dos asuntos fundamentales: "Se ha
de trabajar todavía para que se reconozca en la práctica de forma completa el
derecho más fundamental, el derecho a la vida de toda persona, y que sea
abolida la pena de muerte. ( ... ) Es asimismo importante no descuidar la
promoción de una política familiar seria, que garantice los derechos de los
matrimonios y de los hijos".
Europa, abierta al mundo. "Hay que
empeñarse para que los países del antiguo bloque comunista puedan incorporarse
progresivamente al concierto europeo y a sus instituciones. ( ... ) Tampoco le
es lícito a Europa encerrarse en sí misma en una suerte de nacionalismo paneuropeo.
( ... ) El universalismo, tan característico de la común herencia humanista
europea, ha de hacerse efectivo en la ayuda generosa a tantos pueblos, con
frecuencia ligados con Europa por lazos históricos y culturales, qué no pueden
ser abandonados a su suerte o utilizados como meros mercados".
Mons. Rouco terminó su relación con tres sugerencias
generales:
1) "La nueva evangelización de Europa ha de hacerse
desde la estrecha comunión de todas la Iglesias locales con Pedro y entre
sí".
2) "El diálogo ecuménico e interreligioso es otra de las
dimensiones que ha de caracterizar la presencia evangelizadora de la Iglesia
en esta hora de Europa".
3) "Hay que tener presente la pastoral vocacional. Sin
vocaciones suficientes para el ministerio ordenado y la vida consagrada no será
viable una evangelización renovada y vigorosa. Y, a la inversa, la
evangelización decidida, apostólicamente comprometida e integral, es el mejor
'programa' para la pastoral vocacional".
Aceprensa, Servicio 139/99
(Texto íntegro en esta misma Pagina)