«El Sínodo ha sido una gran experiencia
de fe compartida»
Habla Bruno Forte,
teólogo, que asistido a la asamblea de obispos de Europa
ROMA, 25 oct (ZENIT).- «El Sínodo ha dado la oportunidad de compartir la fe entre participantes muy diferentes entre sí por historia y experiencia cultural. Verdaderamente ha unificado a la Iglesia en sus dos "pulmones" --Oriente y Occidente-- y en la vivacidad de sus respuestas a los desafíos de nuestro tiempo», afirma en un artículo publicado hoy en «Avvenire» el teólogo Bruno Forte que ha asistido al Sínodo para Europa.
Para el teólogo el «signo viviente de esta unidad fecunda» ha sido la presencia del Papa. «No sólo su palabra --añade-- sino también la escucha atenta y constante con la que ha seguido los trabajos han nutrido la comunión de la fe. A todos ha parecido evidente que hay un magisterio de la escucha no menos importante que el de la palabra, con el que el sucesor de Pedro confirma en la fe a sus hermanos. Este magisterio traza un estilo de acción también para la vida de las Iglesias en los diversos contextos del continente europeo: sabrá anunciar a Cristo Resucitado sobre todo una comunidad que se hace acogedora y solidaria con los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, escuchando las alegrías y los dolores, las esperas y los interrogantes abiertos».
Bruno Forte opina que es precisamente de esta comunión experimentada y celebrada de donde nace el mensaje principal de este asamblea episcopal para Europa: «Aún haciendo propios los análisis de la complejidad que caracteriza al continente --explica--, los padres sinodales han señalado la urgencia quizá más grande en la necesidad general --tanto en el Este como en el Oeste-- de esperanza, para dar sentido a la vida y a la historia y caminar juntos».
Aunque, indica el teólogo, «no han faltado visiones pesimistas y valoraciones incluso dramáticas de los procesos actuales, el esfuerzo común ha sido el de "estar siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza". Esta esperanza no es algo sino Alguien: Cristo que vive en su Iglesia».
Esta convicción, según Bruno Forte, «contiene un extraordinario potencial espiritual y ético del que el Sínodo ha desarrollado sólo algunos aspectos. Entre ellos, el valor de la comunión y cooperación entre las Iglesias de Oriente y Occidente al servicio de la unificación espiritual del continente; la relación de reciprocidad entre hombre y mujer a todos los niveles de la vida personal, eclesial y social; el diálogo con los desafíos de la cultura y la nueva demanda de sentido».
El Sínodo, en definitiva, concluye el teólogo, «ha hecho saborear la gravedad de los desafíos y la alegría de la luz que viene de lo alto, aunque no haya podido hacer madurar del todo esta riqueza. Ha tenido en esto su peso la limitación del tiempo que exige procedimientos rápidos, necesitados de decisiones también rápidas» Pero, en este sentido, indica que el discernimiento papal que se expresará en la exhortación apostólica postsinodal ofrecerá una guía para lo que se ha visto en la asamblea sinodal como urgente: «La nueva evangelización del continente europeo, a partir de las raíces que lo han plasmado: las de la fe en Cristo, redentor del hombre, esperanza de la historia».