EL PEREGRINAJE DE SHIKOKU / KÔBÔ DAISHI,
KÛKAI
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El Peregrinaje de Shikoku
El peregrinaje de Shikoku conocido como Shikoku Henro o O-Shikoku-san, es el más antiguo y más famoso de Japón. Circunvalar la isla por la ruta de los 88 templos budistas designados como Lugares Sagrados de Shikoku es tanto como seguir el camino que Kôbô Daishi (Kûkai) siguió en su juventud como práctica ascética, en busca de la Verdad.Si desea contactar por e-mail con el profesor Steve McCarty [email protected]Por esto es que los auténticos peregrinos van a pie, como lo hiciera hace mucho tiempo este gran santo. Lleva alrededor de sesenta días recorrer los 1.647 km., adentrándose por accidentadas montañas, caminar lentamente por playas arenosas, costas rocosas, a través de campos y colinas, pueblos y ciudades. Y además es un caminar Zen.
El Peregrinaje de Shikoku no es sectarista, aunque Kûkai fuera el fundador de la Secta Shingon del Budismo japonés. Los peregrinos parecen olvidar la afiliación a su secta al ser fieles de Kôbô Daishi, que está más allá de facciones. Además tampoco los 88 templos son de la Secta Shingon. Pero es imposible hablar sobre este peregrinaje sin conocer la vida de Kûkai.
La vida de Kûkai
Mao (Kûkai) nació en el año 774 en lo que ahora es la ciudad de Zentsûji, emplazamiento del Templo Zentsû-ji, el Lugar Sagrado de Shikoku número 75, siendo el tercer hijo de Saeki Yoshimichi, señor del Condado. El pequeño Kûkai era tan brillante y talentoso que sus padres esperaban de él que entrara al servicio del gobierno, la profesión más respetada en aquel tiempo. Cuando tenía quince años fue enviado a la capital, donde estudió con un tío paterno, un gran confucianista y tutor de uno de los hijos del Emperador.
A los dieciocho ingresó en la universidad y estudió con ahinco. Pero pronto se desilusionó con el programa de estudios que se ofrecía allí, los principios del gobierno, historia, poesía, piedad filial y lealtad. Lo que el quería buscar era la verdad última.
Entonces ocurrió que conoció a un monje Budista, que le enseñó la práctica de la meditación llamada Kokûzô gumonjihô, para invocar a Kokûzô, una deidad del espacio, cuya sabiduría es tan vasta como el espacio, a través de la recitación de un mantra un millón de veces de acuerdo con el método adecuado, y que le hizo adquirir una fenomenal memoria para las enseñanzas y principios. Esto le llevó a legir el Budismo y el sacerdocio en lugar del Confucianismo y la burocracia. Dejó la universidad. Era una decisión muy dura para él, porque estaba defraudando las las tradiciones y esperanzas de su propio clan. Pero lo hizo.
Durante muchos años se aplicó alternando el estudio de los textos Budistas y la meditación en lo profundo de las montañas. A los diecinueve, en una cueva del cabo de Muroto, en el extremo sudeste de la isla de Shikoku, tuvo éxito en su esfuerzo por alcanzar la iluminación ejecutando el Kokûzo-gumonjihô. Lo único que había estado viendo en ese intervalo era el cielo y el mar, el océano Pacífico. En conmemoración de ese gran momento decidió llamarse a sí mismo Kûkai, Cielo y Mar.
A los veinticuatro terminó el Sangô Shiiki, un drama en el que comparaba los tres principios que dominaba, Confucianismo, Budismo y Taoismo, para demostrar la supremacía del Budismo. Fué su delaración final de conversión al Budismo.
Kûkai no estaba satisfecho áun con el Budismo japonés de aquellos días. Estaba buscando algo que unificara las enseñanzas de Buda. Entonces encontró el sutra que presentaba el Buda Mahavairocana como idealización de la verdad del universo. Pero eran versículos tan misteriosos que nadie en Japón podía decirle nada sobre ellos. Por eso decidió ir a China. A los treinta y uno consigue ir a la China T'ang acompañando una embajada.
En la capital china, Ch'ang-an, la más grande ciudad cosmopolita de aquel tiempo, encontró al Abad Hui-kuo, el Séptimo Patriarca del Budismo Esotérico, que tenía ya no menos de mil discípulos.En el momento en que puso sus ojos en ese joven de Japón, el Abad supo que era la persona a la que había estado esperando tanto tiempo para que fuera su sucesor. Todos esos años de duro estudio y prácticas ascéticas le habían llevado a estar tan cerca de su maestro chino que, después de tres meses de estudio bajo la dirección del Abad, Kûkai fué ordenado Octavo Patriarca del Budismo Esotérico.
/continuará.../