"Han de quitarse los zapatos..."
 

        "Han de quitarse los zapatos..."
        Les aseguro que no hay dignidad en el hecho de sentarse en los peldaños de una casa de té y quitarse con esfuerzo unos  zapatos fangosos. Y es imposible resultar fino cuando uno anda con calcetines sobre un suelo pulido como un espejo y una muchacha primorosa le pregunta a uno dónde quiere comer. Si pasan por esa situación, lleven por los menos un par de bonitas zapatillas. Que sean de piel de shambur bordada, o de seda si lo prefieren, pero no se queden ahí, como yo, con unas cosas pardas a rayas, con un zurcido en el talón, intentando hablar con una geisha".

                                                        Rudyard Kipling. Viaje al Japón. 1889