24 de febrero de 2002
Disparates y Dislates
Atíldicos y Atildados
FISGÓN: Le propongo, Profe, que hablemos de una de las fallas más comunes en el manejo de la lengua española: el mal empleo de la tilde, ya sea por omisión o por exceso.
PROFE: De manera jocosa, a las personas que no saben usarla bien, yo les doy el apelativo de: “atíldicos“.
FISGÓN: Aplaudo su idea, pues, al anteponer el prefijo “a” (que en este caso denota privación o negación), y agregar el sufijo “icos”(que indica relación con la base léxica “tilde”), ha creado usted un acertado y novedoso adjetivo: “atíldico”.
PROFE: Agradezco su concepto, acentuado Fisgón. Respecto del uso de la tilde, ¿cómo es posible que después de once años de escolaridad, haya bachilleres que no sepan emplearla correctamente? Estoy seguro de que el meollo del asunto es de carácter metodológico, pues, no se les hace un entrenamiento auditivo, necesario para la distinción fonética de la sílaba musical, lo cual constituye el fundamento para el uso de la tilde.
FISGÓN: Si en español sólo manejamos un acento ortográfico, con reglas muy precisas sobre su uso, ¿qué tal Profe, si tuviéramos que utilizar tres, como en francés, donde existen el grave, el agudo y el circunflejo?
PROFE: Es necesario partir de la premisa de que en el español todas las palabras (desde las monosílabas hasta las polisílabas), tienen música en alguna de sus sílabas. Esto es lo que se denomina acento, tono, fuerza de la voz: la mayor energía que se ejerce sobre una vocal de una determinada sílaba.
FISGÓN: ¿Es esto lo que se conoce como el acento prosódico?
PROFE: Claro que sí. Precisamente, la ubicación de dicha música, dentro de cada palabra, determina la clasificación en: agudas (en la última sílaba); graves, (en la penúltima); esdrújulas (en la antepenúltima), y sobreesdrújulas (en la tras antepenúltima).
FISGÓN: La tilde (acento ortográfico ), en cambio, es la rayita oblicua que sirve como ayuda visual para la correcta pronunciación de las palabras.
PROFE: Es oportuno recordar que el vocablo tilde también hace referencia a la virgulilla o rasgo que se pone sobre algunas abreviaturas, y a cualquier otro signo que sirva para distinguir una letra de otra: el que lleva la ñ, por ejemplo.
FISGÓN: El término tilde se puede aplicar, además, a las faltas o defectos que pueden tener las personas o las cosas.
PROFE: Es conveniente también hablar de dos verbos derivados de tilde: “tildar” y “atildar”. “Tildar” significa: poner tilde a una letra; tachar lo escrito; acusar a alguien de un defecto o falta (por ejemplo: lo tildan de inútil; lo tildan de servil).
FISGÓN: “Atildar” es sinónimo de “tildar” (poner tildes), pero también significa “componer”, “asear”. En este caso también puede usarse como pronominal: “atildarse”, es decir, acicalarse, asearse.
PROFE: Vale la pena recordar que “atildado” quiere decir: pulcro, elegante, bien vestido.
FISGÓN: Con mucha nostalgia, Profe, rememoro cómo me atildaba, con mis mejores galas, para ir a visitar a mi amada. ¡ Oh tiempos aquellos !
PROFE: A fe de caballero que también recuerdo esos momentos, romántico amigo, cuando yo estaba en la época de mi dorada “jodentud”.
FISGÓN: Basta ya de recuerdos, atildado Profe. Hasta luego.