TERRORISMO Y VIOLENCIA REVOLUCIONARIA

Eduardo López Adán "Beltza"

- Introducción

El Estado democrático quiere negar el monopolio de la violencia

El tema principal de este trabajo será el terrorismo y analizaré su significado desde el punto de vista de la violencia revolucionaria. La definición que se da en la mayoría de los medios de comunicación no tiene nada que ver con la tradición revolucionaria. Según éstos, terrorismo es violencia en contra del Estado democrático. Muchos tratadistas se basan en esta simplicidad y hacen juegos semánticos: A la violencia contra el Estado le llaman "fuerza" o "violación a la ley", y a lo que rompe las leyes de la democracia le llaman "violencia". Como es obvio, este punto de vista se basa en la aceptación de la democracia burguesa y no es el más revolucionario.

Esta forma de verlo se aplicó al salir de la Transición al Estado español. A partir de 1980, los modos de considerar la violencia de ETA se han derrumbado. Están lejos las apologías de Jean Paul Sartre, olvidado el prólogo que se le hizo en 1971 al Proceso de Burgos. La mayoría de l@s intelectuales y periodistas han aceptado las fórmulas de Maurice Duverger, y éstas son la clave de la verdad nueva, ya que quiere decir que el contenido de la lucha armada corresponde a la naturaleza del Estado, y lo que fue resistencia contra la dictadura es terrorismo contra la democracia. En esta misma línea, Robert Badinter, abogado histórico de l@s militantes de ETA en Francia, escribió así para justificar la persecución a l@s refugiad@s : "en una democracia no se puede luchar con las armas en las manos a favor de la libertad". No es inútil recordar que Badinter era un ministro socialista.

Esta teoría es corta y sin grandes vueltas: aunque utilizar la violencia contra una dictadura puede ser lícito, dentro de la democracia la única violencia lícita está en manos del Estado. Los tratadistas no dicen que la democracia no usa la violencia, ya que saben bien que la democracia no es un sistema sin violencia. Al sistema le aceptan la necesidad de una violencia duradera; también se acepta que los intereses del Estado ordenan el uso de la violencia. La existencia de la violencia institucional, su legitimidad y sus funciones son una cosa conocida. Para presentar la democracia como la falta de violencia, se tiene que ser de poca cultura o de mala fe.

La violencia de l@s vasc@s se dice que es fascismo irracional.

Este punto nos afecta directamente. En Euskal Herria, la lucha contra el Estado duradera, la de ETA concretamente, empezó bajo la dictadura, y ha seguido en el reino de la democracia. Si la legitimidad de la violencia contra el sistema se mide según las características formales del Estado, es decir, simplemente teniendo en cuenta si es dictadura o sistema parlamentario, la de ETA está juzgada: lo que era legítimo bajo el fascismo, hoy en día se ha vuelto injustificable. Algun@s tienen ahora el punto de vista del Estado, y dicen que también en la dictadura la violencia de ETA era condenable. Esta forma de pensar es bastante nueva, y su aparición es muy significativa.

Han sucedido la Transición pactada y el acometimiento contra los antiguos franquistas. Por esto, se ha extendido el concepto sociológico del franquismo, es decir, la inclinación de olvidar que el franquismo fue una dictadura, y la moda de ensalzar la cordura de los conformistas suaves.

La moda de despreciar la ruptura no ha aparecido sólo en la cultura española. En política se imponen las vías pactadas de salir de la dictadura, y se afirma en los conceptos que las vías revolucionarias no traen sino desavenencias. Se presenta la revolución como un fenómeno perjudicial y no necesario. Esta escuela ha repasado las revoluciones de Francia y Rusia, y tenemos como principal ideólogo a Francois Furet.

Siendo así, muchos investigadores han seguido firmes en el contenido de las cosas, en los detalles, en la evolución y en la capacidad de ver ventajas y desventajas. Sobre la violencia vasca y el nacionalismo, aunque la mayoría de los especialistas internacionales condenen la organización ETA actual, se acuerdan de cómo en los últimos años del franquismo todo el mundo, excepto los franquistas, aceptaban que la lucha de ETA era legítima, y en general, iba en favor de la libertad; en el comienzo de la transición y por lo menos hasta el año 1975 tuvo una labor positiva, y tenían una amplia identificación con el pueblo. En España, en cambio, la mayoría de l@s escritor@s no conocen nada bueno. En España el nacionalismo ha resucitado, y los partidos constitucionales utilizan sin vergüenza los sentimientos nacionalistas: con la participación de algunos enormemente exagerados de Euskal Herria, el fenómeno total de la izquierda abertzale, desde el comienzo, lo tratan de una forma insultante, unilateral, y ligera, como si fuera fascismo. Dicen que es una muestra de racismo, retraso rural, matriarcado etc., y se apoyan en los artículos de sus colegas para redondear "la verdad". Empeñándose en algo, a l@s que están fuera de la izquierda abertzale también los meten en el mismo saco, como, por ejemplo, a l@s Solidari@s con Itoiz, y para todos es la misma madera: la de l@s enemig@s de la democracia española: tod@s fascistas.

A favor del derecho de reprender.

A cualquier actuación violenta contra el sistema parlamentario le arrojan la burla del terrorismo fascista. Es inaceptable. El vender como un solo depósito de bienes todos los valores positivos del sistema parlamentario que soportamos es un punto de vista débil e interesado. El presentar cualquier actuación violenta de la manera de terrorismo, demasiado fácil.

Concretamente, en Euskal Herria somos much@s que sin aceptar la legitimidad del Estado no estamos de acuerdo con la violencia de ETA. Yendo más allá, por las razones que luego explicaré, la de ETA, o por lo menos, un ingrediente de ETA, aunque lo podamos considerar terrorismo, el acometer contra el Estado, el acometimiento violento cuando es necesario, lo vemos legítimo. La violencia revolucionaria es mucho más amplia que el terrorismo, y en el reino de la libertad no encaja este sistema parlamentario.

El respeto a la vida y el pacifismo.

Los temas que tenemos para analizar en este libreto son el de la violencia revolucionaria y las relaciones con el terrorismo, y el punto de partida no va a ser estratégico sino táctico. Lo que tomaremos como punto de partida será la moral.

Tenemos que mencionar el contenido moral que se le da a la violencia en los medios de comunicación. En la parte posterior del juicio, quieren apoyar la duración de lo que queda. Comúnmente se rechaza la violencia porque trae la muerte de la gente; porque la moral tiene el respeto absoluto a la vida de la gente, el valor principal es la vida, y esta moral se dice que es la única. Se piensa que ninguna ideología, ninguna necesidad ni quehacer político justifica el asesinar a una persona. El respeto absoluto a la vida dicen que es un valor innegable de la moral universal, y que a cualquiera en cualquier contexto histórico se le impone.

Se ve fácilmente que se unen firmemente los imperativos de esta moral, y las normas de juego del sistema político. La moral acepta un sólo camino político, el que va hacía la mejor conservación del sistema . Para lograr las peticiones sociales y comunitarias, para conservar las ideas, una forma de juego sólo nos dejan, el respetar las normas de la democracia sin utilizar la violencia.

L@s revolucionari@s hace tiempo dijeron que estas autoridades morales y políticas interesadas son parciales, y son según los intereses de los opresores. Le han dado un contenido moral a la crítica y no tiene miedo a hablar de ética. Me parece otra vez indispensable hablar de la forma de pensar de los clásicos, para afrontar el pensamiento único que nos venden, y también para volver a mencionar los valores que l@s jóvenes tienen olvidados . Ya sé que en las cosas "caducas" corro el riesgo de perder, pero creo que en la situación actual tiene importancia. El contenido principal del trabajo será como l@s revolucionari@s mism@s niegan la presencia de la postura ética moral.

Antes de comenzar, recordaré que hay otra postura desde la cual se rechaza la violencia. La cual también critica la del Estado. Un pacifismo crítico y constructor, que piensa que las violencias del Estado y de l@s rebeldes son simétricas, que una se alimenta de la otra, y que conllevan las mismas consecuencias. Si ganasen los rebeldes, crearían otro Estado, igual de violento, con la posesión de la cultura de la fuerza, con la opresión de la mayoría. El instrumento, la violencia, no es nada neutro, y siempre trae alguna consecuencia. No iré sobre este camino, pero quiero dejar bien claro que sobre estos pacifistas no se pueden aplicar las mismas críticas que a "l@s esclav@s del Estado". El discutir sobre la estrategia pacifista constructora y crítica es otro tema, y no exactamente lo que trato de comentar en este libro.

El espíritu revolucionario es un ingrediente de la libertad.

He utilizado y usaré el término "revolucionari@". Mucha gente pensará que esta es una cosa superada y que está, como este libro, "caduco", fuera de la actualidad. Yo me encuentro adherido a la palabra, y condenar toda la realidad revolucionaria me parece incorrecto. Ya sé que se han hecho mil matanzas en nombre de la revolución, pero l@s libertari@s no hemos estado esperando al último libro para condenar el leninismo y el estalinismo. Además, entre l@s marxistas-leninistas también, ha habido una mentalidad liberadora y fuerte contra la opresión, y han realizado muchas batallas a favor de la libertad. Quiero colocar este trabajo en la tradición contra la dictadura y la opresión, y no tengo vergüenza de los antepasados.

VIOLENCIA REVOLUCIONARIA

No hace falta decir que el símbolo alzado por el sistema mismo y sus portavoces no es adecuado para l@s revolucionari@s.

Mirando a la historia, se ha repetido con los mismos moldes la oposición entre el poder y la rebeldía. L@s poderos@s siempre han querido ganar para legitimar el uso de toda la violencia: Dios, el pueblo, la nación, la historia... Cada legitimación ha sido diferente según el momento histórico, pero ha cumplido las mismas funciones: dar las armas a l@s que están en el poder, y quitárselas a l@s demás.

Es mejor en la democracia que en cualquier dictadura, pero, al final, el pueblo mismo no ha gestionado nunca el poder del Estado directamente. Por esto mismo, en las dictaduras y en las democracias, aquí y ahí, ayer y hoy, l@s poderos@s han apoyado a l@s opresores, y l@s defensores de la libertad se han solidarizado con l@s dominad@s: se les ha quitado el derecho a las armas y criticado éste para otorgar l@s poderosos el uso legítimo de la violencia.

Es legítimo matar contra la tiranía.

La postura de aceptar las muertes y la violencia contra la tiranía es duradera. En las culturas grecas y latinas, en la tradición de la Iglesia Católica es sorprendente cuando se ha hablado y se ha escrito del tiranicidio. Entre los clásicos: Platón, Aristoteles y Cicerón hablaron a favor. Sin embargo, aunque en la iglesia católica moderna se impongan las posturas contrarias, en Santo Tomás de Aquino se puede encontrar en qué condiciones esto era lícito, y en Mariana y en los jesuitas lo mismo: La Teología de la Liberación ha bebido de esta fuente.

Es un motivo repetido en el arte y en la literatura matar al tirano. Por ejemplo, Guillermo Tell, el héroe nacional suizo, protagonista de libros y óperas conocidas. Hacer frente a los tiranos y justificar el tiranicidio mismo, y que estas mismas son cosas ensalzadas frecuentemente, es una cosa conocida.

Cuando la democracia es injusta, lo mismo.

La democracia representativa y el sistema parlamentario pueden ser también cosas despreciables y las imposiciones contra éstas una cosa legítima. Las prácticas revolucionarias y los análisis del siglo XIX han dicho que sí. En algunos casos se unieron con los movimientos obreros, en otros casos con los movimientos de l@s oprimid@s.

En los reinos de las democracias burguesas, la legitimidad del Estado y de los gobernantes se basa en la expresión popular, es decir, en las elecciones y las votaciones. Concretamente, los puntos de vista críticos revolucionarios, sin interrupción, niegan la legitimidad absoluta que los apologistas dan a este sistema.

L@s marxistas, l@s anarquistas, y las corrientes frecuentemente radicales también, han denunciado las mentiras del sistema y las opiniones falsas. Esto también es adecuado para actualizar los puntos de vista críticos. Hoy en día, igual que hace cien años, los centros de poder de verdad no están bajo el control y el mandato de las elecciones, la influencia del poder económico, militar y social no se impone en las elecciones, sino en la propiedad privada, y la reproducción de las castas sociales. Es irrisorio dar la prioridad a votar en las elecciones cuando no se ofrece a una mayoría de personas ninguna posibilidad de borrar las diferencias económicas y sociales. Estas diferencias, en concreto, afianzan en el día a día la opresión de la mayoría y la explotación.

En la democracia, los jefes frecuentemente han usado la "salvajada".

En la práctica de los poderosos históricos se han afirmado las consecuencias más duras de estas críticas. Las castas poderosas han probado perfectamente qué bien usan la violencia más salvaje: con los golpes militares, las dictaduras, las luchas contra demasiada población, con el terrorismo de Estado, con los crímenes privados militares... está llena la historia. La adhesión común que los poderosos tienen al sistema parlamentario es totalmente partidista y provisional. La violencia que monopoliza el Estado no es para el servicio del pueblo, sino para defender los intereses de los poderosos, y esta gente siempre está dispuesta a romper la democracia con la violencia. Si la influencia de las libertades públicas sirve para poner límites a sus intereses, pronto eligen la dictadura. Las represiones sangrientas, los golpes de Estado, los abusos policiales. Tantos han sido estos en los dos últimos siglos en Europa que hacer una lista no merece la pena.

Concretamente, mucha gente que vive en las democracias parlamentarias han pensado en perder la libertad y que es imposible precipitarse otra vez en la dictadura. Volviendo al Estado español, mis padres han vivido dos monarquías, una república y dos dictaduras. Imaginemos, como hipótesis, que la historia tuviera otra derrota, y que viniera otra dictadura : hoy en día la Guardia Civil que tan fogosamente defiende la democracia de hoy en día no tendrían mayor problema moral en detener a los "jelkides" y a los social-democrátas, y en un caso dado, en fusilarlos.

El nacionalismo de Estado, el lecho de la violencia duradera.

Me gustaría tocar otro punto que la tradición marxista no ha trabajado mucho, es decir, el derecho de justificar el perseguimiento y de denunciar la democracia. Estoy hablando del nacionalismo que se une al Estado. También en los sistemas parlamentarios se utiliza para fortalecer la nación y la unidad de la nación. Este nacionalismo de Estado, además, es agresivo y sectario en la mayoría de las ocasiones. El nacionalismo español con el que el franquismo se obcecó lo ha reencontrado la democracia; en cuanto que es joven no haré más que mencionarlo, pero el beneficio que le saca el Partido Popular y la agresividad que le da son notables.

Para profundizar en las funciones que el nacionalismo tiene en el Estado democrático el caso de Francia es bueno como ejemplo. En la revolución de hace dos siglos, fue notable cómo unieron la democracia de defensa universal y el nacionalismo francés más débil que la hierba. Sobre esto algo escribí en Jakin (1989 "La revolución y las naciones negadas del Hexágono"). El punto de vista que di con la Revolución Francesa iba por el punto que investigaron Kropotkin y Guerin: a algun@s no les gusta recordar que la democracia jacobina era una forma de tiranía, pero ¿qué podemos hacer? La historia nos muestra como Francia era una nación grande y homogénea por dentro. L@s revolucionari@s querían expandirla al exterior. En el imaginario francés, la fogosidad de los nacionalistas y el rechazo a l@s extranjer@s se mezclaron con los objetivos revolucionarios; así mismo, l@s extranjer@s eran reaccionari@s y l@s nacionalistas progresistas. Ensalzaron la lengua francesa como si fuera la lengua de la libertad y de la racionalidad, y pisaron las demás culturas de dentro pensando que las lenguas regionales eran formas de expresión de incult@s retrógrad@s. Con el tiempo, Francia practicó el mismo colonialismo en nombre de la democracia y de la civilización, para el bien de la humanidad, según decían. Hoy en día continúan vivos estos valores y estas mezclas entre los gobernantes y profesores de Francia. Y Francia no es el único sitio. En los siglos XIX y XX las revueltas anticolonialistas no se han hecho solamente contra las dictaduras.

El Estado, la extrema derecha , y el nacionalismo violento.

En los que se llaman Estados de ideología progresista, el nacionalismo agresivo ha aplastado los pueblos dominados en el nombre de la democracia, en el caso de las ideologías de extrema derecha la influencia dictatorial del nacionalismo es notable. Con el significado del nacionalismo aún tenemos polémica: para los puntos de vista tradicionales de izquierda, el fascismo, en general, y el nacional-socialismo especialmente, son la defensa del capital y las agresiones de forma más cruda, y pueden elegir como víctimas a los movimientos obreros y a los revolucionarios. Exactamente, no se puede negar el nacionalismo que hay en el nazismo; una vez perdida la Primera Guerra Mundial, Alemania sufrió castigos y le quitaron las tierras, much@s alemanes se sintieron humillados y revueltos. Sobre 1920, antes de ganar el nazismo, l@s nacionalistas de extrema derecha practicaron la lucha armada y el terrorismo (cuando mataron en 1922 a Walter Rathenau). Para conocer por dentro las diferencias y las relaciones entre el nacionalismo, el terrorismo, la extrema derecha y el nazismo, os recomendaría fervorosamente un libro : el de Ernst Von Salomon. Ese nacionalismo sólo ganaba heroísmo y dignidad, pero sólo mirándose a sí mismo: hacia fuera, se veían de sobra la injusticia y la crueldad. Ya que no tenían ninguna conciencia universal junto al nacionalismo, rechazaba el internacionalismo y el humanismo. Por el contrario, la "raza lista", su raza, la ensalzaba, y tenía como fundamento la necesidad natural de que esta raza pisara a las otras. Esto ha sido uno de los crímenes más notables de la historia: la explotación de las razas despreciadas, como querían hacer con los esclavos, y sobre todo, el genocidio de toda la población, sobre todo en el caso de los judíos. Como subraya Hannah Arendt en su libro "El sistema totalitario", el terrorismo de Estado, y el nacionalismo racista van juntos en el caso del nazismo.

En mi opinión, los dos puntos de vista, el de la defensa del capital del fascismo, y el de ver el enemigo revolucionario, y el instrumento del nacionalismo salvaje van juntos y cada uno se alimenta del otro.

En la democracia parlamentaria y en el totalitarismo, ir en contra del monopolio de la violencia que tiene el Estado.

He presentado al Estado, por lo tanto, como el servicio a los poderosos, y el instrumento de agresión del nacionalismo. Es el dueño de la violencia, y por lo tanto utiliza esta en grados diferentes y escalonados. Las dictaduras representan el modo más sangriento. En las democracias parlamentarias, la libertad social y política está mucho mejor vista en unos Estados que en otros, y los reinos de tradición liberal son mejores que las democracias jacobinas. Pero, volviendo al tema, tendré que repetir que la tradición revolucionaria no acepta las normas de juego del sistema parlamentario porque son horizontes y límites de la política. Los poderosos usan la violencia y la democracia, una en vez de la otra. (¿Cómo puede ser esto?), pero siempre para hacer durar la principal situación de verdad. Por esto mismo, para desmontar la dominación y para conseguir la libertad, los revolucionarios clásicos dan a la violencia una labor notable e inevitable: están dispuestos a utilizar las armas contra los jefes, ya que la violencia de los oprimidos ha sido una cosa enriquecedora y necesaria en la historia. Moralmente se justifica por completo.

Cuando es inmoral respetar la vida de los oprimidos.

Que la violencia en las prácticas internas sociales es algo constante no es una idea sólo para escribir en papeles. La historia se hace en la realidad, la violencia se sufre y se realiza. Es duro para l@s militantes, por lo tanto el tener que soportar y realizar un peso tan grande.

La tradición revolucionaria acepta que levantarse contra l@s poderos@s es algo legítimo y que para ganar una lucha es necesario el uso de las armas. Por lo tanto, se puede entender también que el derecho a respetar la vida es un valor de tod@s. Entender este problema ha dejado confus@s a l@s revolucionari@s durante estos dos últimos siglos. Sobre moral se ha hablado y escrito mucho.

Han denunciado en voz alta la falsedad de la moral inmovilista. Para dejar de manifiesto que el dejar el sistema tal cual conlleva crueldad, han hecho la cuenta de las muertes y las agresiones violentas que cada día realiza la violencia institucional; nos han enseñado que la violencia armada de los poderosos es una forma de juego constante . En la lista se meten las guerras, la represión, la tortura, y otros excesos.

Uniéndolo con la tradición clásica, el respeto a la vida lo han colocado dentro de la frontera de la justicia y de la defensa legítima. Dicen claramente que es legítimo derrotar a las fuerzas que surgen para la defensa de la injusticia, y que es necesario. Para acabar con la matanza a inocentes hay que derrotar a los jefes y a sus bastones de mando: esto es lo que piensan l@s revolucionari@s.

La violencia liberadora, es imprescindible y limitada.

La violencia es un componente de nuestra humanidad. No un ingrediente bueno o rico, no. L@s revolucionari@s clásicos no veían placer en la necesidad de la violencia. Por esto mismo, lo enlazaron con la tradición humanista. El humanismo, cualquier humanismo está contra la violencia. Si es profundo, aceptará que las causas de la injusticia se deben borrar; mientras tanto por medio de las leyes y comportamientos sociales tenderá a limitar la violencia. L@s revolucionari@s humanistas también querían borrar las violencias y sufrimientos, sabiendo que para esto habría que utilizar una violencia concreta y limitada. Cuando os hablo de humanismo revolucionario es para concretar una idea. Aunque algun@s, por ejemplo Sorel, subrayaban que hacer apología de la violencia era el motor de la historia de la violencia, no es éste el punto de vista mayoritario de l@s revolucionari@s. Tendré que confesar que no conozco las investigaciones nuevas sobre Sorel, pero se suele decir entre l@s revolucionari@s que él consideraba la violencia como la creadora de la historia.

La violencia como creadora de la historia, dada por la naturaleza, buena y legítima, no es el concepto que tienen l@s revolucionari@s. Esta forma de vista tiene mucho más que ver con los nazis que no fueron tan intelectuales, como Nietzsche, Junger y otros. Entre los vascos también hay alguno así, como Jon Mirande.

Para l@s revolucionari@s, la violencia no es la principal creadora de la historia, es una consecuencia de las relaciones económicas y una forma de crear nuevas políticas. Por lo tanto, la mayoría de las veces es consecuencia y camino, aunque frecuentemente tenga gran autonomía. L@s revolucionari@s no la hicieron apología, y en muchos textos esto se ha visto. Es claro en Anti Duhring de Engels.

El militarismo y el belicismo no son revolucionarios.

Para aclarar conceptos: al juego de las fuerzas armadas para realizar y ver el sentido de la historia se le llama "belicismo". Al dejarlo en manos de profesionales, "militarismo". Estas dos posturas no son consecuencia directa de aceptar la violencia revolucionaria, y la tradición y los clásicos las han condenado mil veces. En nuestra sociedad mucha gente no se da cuenta de ello, y tapan con la legitimidad de la violencia el aceptar el belicismo y el militarismo: están equivocad@s. En la tradición revolucionaria esta postura ha sido minoritaria.

Curiosamente, quien más habló sobre el uso de la violencia sin ningún problema moral para conseguir los objetivos revolucionarios fue quien menos lo hizo en la práctica. Este personaje fue Netchaiev y ha dado qué hablar posteriormente. Trabajó sobre 1870. Encantó a Bakunin, y siempre estuvo dispuesto a justificar la violencia entre la gente normal y revolucionaria. Su única acción fue "limpiar "a un compañero de grupo sospechoso. De espíritu fuerte, fue el escritor del "Catecismo revolucionario". Este creador de la apología amoral de la destrucción, fue aislado dentro del movimiento revolucionario y pensar que su pensamiento era la clave de la forma de pensar revolucionaria es una burrada. Igual nos encontramos con los terroristas revolucionarios modernos que arrinconan la moral, diciendo que contra el enemigo todas las vías son legítimas: Netchaiev no es una referencia muy valiosa.

Según el punto de vista más extendido, la violencia es necesaria si no hay otro remedio, si los opresores no ceden; por lo tanto, la violencia no es un valor positivo, no acepta la dialéctica del jefe y el servidor, y no tiene voluntad de continuar. Por el contrario, nos servirá para afianzar una sociedad en la igualdad y la solidaridad. Bakunin tiene textos muy claros. Dice que la revolución y la guerra son violentas y que conllevan la destrucción de las cosas y las personas: si bien para conseguir la libertad no tenemos otro remedio. Pero que el socialismo no es cruel, que no quiere la destrucción de las personas, que la insurrección, cuando rompa la fuerza social de los opresores y de los militares, no tendría que tener ninguna crueldad hacia los enemigos desarmados. La moral revolucionaria, por lo tanto, se afianza en los valores positivos, en el aceptar los derechos positivos y en practicarlos, y no les deja sitio a las pasiones crueles ( Textos elegidos, entre otros "La libertad ", JJ Pauvert, 1965 ).

La violencia revolucionaria se usará cuando se necesite y como se necesite.

De la misma manera que concretaron el significado de la violencia, l@s clásic@s limitaron la adecuación de su uso. La estrategia y la táctica no son el tema de este libro, pero por encima se mencionarán, porque frecuentemente se cruzan la eficacia y la moral.

En los escritos y experiencias clásicas algunas reglas principales son muy constantes: según las relaciones de fuerza se elegirá si el uso de la violencia es adecuado o no, también qué tipo de violencia se ha de elegir. Teniendo en cuenta cómo son los modos de explotación de las clases mandatarias y cuáles son las prácticas de la violencia, la respuesta de l@s revolucionari@s debe ser proporcional. Se debe saber dónde está el nivel de la conciencia de l@s oprimid@s, cuáles pueden ser las prácticas de l@s militantes unid@s a la situación de su pueblo, y no las consecuencias incomunicables del deseo de un grupo subjetivo.

A decir verdad, estas formas de pensar no son abiertas. Se deben adecuar a la situación, no son fórmulas mágicas definitivas. En los tiempos de la Tercera Internacional, bajo la Unión Soviética, las formas de juego violentas para la insurrección se hicieron de una forma muy dogmática y autoritaria. Según la política interior y nacional de Moscú los partidos ortodoxos del lugar jugaban a favor de la coexistencia pacífica.

Contra este sectarismo, entre 1960 y 1980, sin cumplir las condiciones ortodoxas, mucha gente de izquierda reivindicó que la violencia revolucionaria era utilizable. Luego analizaremos esta época. Concretamente, el valor de la interpretación crítica es mucho más enriquecedor que cualquier interpretación dogmática. No se le puede negar la base; sin tener en cuenta las condiciones generales, el aventurismo y el subjetivismo se imponen como consecuencia de la esterilidad.

Estas formas de pensar que tenían a la vista l@s revolucionari@s se unen explícitamente con el uso de la violencia, sus causas y cual tiene que ser la labor social que debe tener.

La violencia revolucionaria no es la catarsis.

La estrategia y la moral se analizan. Decir "contra la explotación cualquier medio y cualquier respuesta es legítima y buena" no está de acuerdo con el pensamiento de larga tradición y con la práctica duradera .

Para comenzar, la violencia revolucionaria no es la catarsis. En la nuestra los libros de Frantz Fanon han sido muy leídos y traducidos desde hace 25 años. Según él, la revuelta de l@s colonizad@s no es sólo una forma de actuación política: es la única forma para recuperar la dignidad negada . Los ecos de este punto de vista siguen también hoy en día, cuando respondemos que la lucha armada es la única forma para que no nos trague la sociedad de consumo, o cuando decimos que la única venganza posible que haga daño a la vergonzosa democracia parlamentaria son los atentados. Estamos en esta sintonía.

La revolución no es la venganza, y no es una respuesta primaria sin medios. En estas diferencias, justamente, construyen algunos autores la diferenciación entre "revuelta" y "revolución". En las revueltas primarias no se necesita una construcción estratégica o moral expresamente, porque son respuestas primarias y sin fines. Este tipo de enfrentamientos han pasado frecuentemente en la historia, y algunas veces han ido hacia el camino de la revolución. Otras veces, se han ahogado en sangre, sin frutos liberadores.

La revolución en sí supone una reflexión estratégica y moral: la revolución, al realizarse, se nutre por medio de muchas mediaciones intelectuales y políticas. Su objetivo es destruir el poder de l@s opresores/as, sus medios deben ser adecuados, según las fuerzas de relación, y también adecuada debe ser la proporción de revolucionari@s a adherirse. La violencia se puede usar sin presencia, sin amenazas, como movilización del frente, o como ayudante de ocasión de la política de movilización de masas. Como se quiera, pero no cuanto queramos; la tradición revolucionaria acepta la violencia, pero sin ahondar en la normalización de ella, rica y ejemplar.

Por esto mismo, los grupos organizados y constantes que querían llevar consigo las revueltas primarias estaban mintiendo, especialmente para justificar los atentados ciegos. Las acciones de estos grupos no eran primarias, ni tampoco sin medios. Era algo elaborado, reflexionado, una consecuencia de una estrategia, un componente de un sistema de valores. Habría que compararlos con la estrategia revolucionaria, no con las revueltas primarias. Y responsabilidad en los compromisos.

Aún tenemos muchos puntos sin arreglar.

Especialmente he citado las ideas marxistas y anarquistas. También me gustaría citar los puntos que niegan la violencia revolucionaria en novela, arte y religión, ya que son muy ricos y abundantes. En general, la experiencia revolucionaria tendría que dar un cuerpo rico, matizado y maduro. Esto no quiere decir que solucionará todos los problemas, ni que están preparadas las fórmulas hechas. Por ejemplo, dentro del anarquismo son problemas muy graves la necesidad de la guerra duradera, y del ejército profesional. La revolución realizada tras una corta insurrección se asemeja mucho con la autogestión popular; el ejército que largamente se está fortaleciendo, en cambio, siembra el campo de la dictadura. Y en Ucrania, Catalunya y Aragón l@s anarquistas no arreglaron bien la curva entre las milicias y los ejércitos : en las dos l@s estalinistas revolucionarios populares se les impusieron por la vía de la dictadura.

De este fallo aún no se ha levantado el socialismo traído por los ejércitos.

El terrorismo de los Estados revolucionarios.

Entre l@s revolucionari@s y sobre el terrorismo, la discusión más cruel se ha enlazado con el problema del poder. Usar el poder cuanto más rápido posible para garantizar la revolución, he aquí la posición de algun@s, sobre todo entre l@s marxista-leninistas. Para l@s libertari@s, en cambio, el poder conlleva el riesgo de degenerarse, y el poder absoluto siempre degenera a l@s vencedores. Tendremos como punto de estudio la historia del Estado socialista y las miserias de los partidos leninistas.

Por supuesto, l@s revolucionari@s no aceptan la definición que da el sistema capitalista. Para ell@s, las necesidades para la revuelta o para la revolución armada son claras. Concretamente, esta legitimidad no se enturbia, y las diferentes formas de violencia las diferencian y califican. No es una cosa sorprendente, ya que durante la historia ante los diferentes tipos de violencia siempre han existido. Asimismo, el "terrorismo" como concepto y como realidad ha conocido y ha usado esta misma palabra, con la valentía que escasea en algun@s ahora. De una forma u otra, l@s partidari@s del sistema utilizan eufemismos para nombrar la violencia del Estado, otr@s rechazan el llamar con el nombre claro que se utiliza a las acciones terroristas que han realizado l@s revolucionari@s.

Dejaré sin citar la clase de terrorismo que practican los Estados para perjudicar o desequilibrar a otros Estados, concretamente. Bastantes tratadistas (un nombre conocido, Claire Sterling) han colocado el terrorismo que dirigió la Unión Soviética por detrás de la mayoría de los movimientos armados. Varios medios de comunicación han recuperado esta tesis, sin hacerla gran crítica. Al fin y al cabo, les viene bien para endemoniar el acometimiento contra la democracia. El origen de los Movimientos Clandestinos se tiene que buscar en los problemas del lugar, pero no se pueden negar la ayuda mutua y las relaciones entre los servicios secretos del Este. Se están abriendo los archivos de los Estados del Este apareciendo nombres y siglas.

Al terrorismo, uniéndolo con el terror y el miedo, le corresponden dos prácticas políticas y sociales: la represión aparte de las leyes de la democracia que el Estado utiliza para meter miedo a sus enemigos, y la violencia que usa para acobardar a los individuos aislados, a un grupo armado escondido o clandestino, o para una clase social determinada o toda la población., sobre todo cuando se hace mediante el secuestro y los atentados.

En el terrorismo de Estado o de grupo, los derechos mínimos de las personas no se respetan y en los dos se tiene como objetivo crear miedo. Como última meta tienen que el enemigo se acobarde para que ceda.

Estas definiciones se pueden aplicar tanto al terrorismo de derechas como de izquierdas, y por extensión, a las actividades mafiosas. Los objetivos, por supuesto, no son los mismos. Los mafiosos no ponen el orden social en cuestionamiento. Imaginemos que a los ricos se les impone un impuesto: esto no es por sí misma una acción anticapitalista. Es una carga personal para el rico, pero una vez pagada da permiso para seguir con la explotación de l@s trabajadores; y aún más, una explotación más fructífera y la mafia cobra más dinero.

En general, l@s terroristas de derechas están para la defensa del poder, y l@s de izquierdas quieren crear una nueva sociedad de libertad.

La teoría de las dos morales, el servicio del socialismo autoritario.

Siendo diferentes objetivos y métodos parecidos, entre la mayoría de l@s revolucionari@s principales algun@s han sacado como consecuencia que los criterios morales no les corresponden a las formas de hacer sino simplemente a los objetivos.

Resumiendo: lo bueno para la revolución, moral; lo malo para la revolución, inmoral. Trosky fue el más conocido en este aspecto. En las dos ocasiones más importantes se mostró a favor del terrorismo del Estado soviético. En la primera, aún cuando era Rusia, cuando algun@s marxistas, libertari@s y liberales denunciaron la represión indiscriminada del poder rojo. Para esto tenemos el libro de Kautsky "Terrorismo y comunismo" (1919). Luego, en el exilio, en 1938, algunos intelectuales contra el estalinismo (Víctor Serge, Max Eastman, Sydney Hook, etc.), cuando dijeron que las formas usadas por Stalin no eran una desviación parecida a Thermidor, sino que una consecuencia directa de las mismas prácticas de Lenin y Trosky, es decir, desde el comienzo de la "revolución " se vio sumergida en el amoralismo. La respuesta de Trosky tenía como nombre "su moral y la nuestra". Como veremos, las tradiciones más extendidas no aceptan la forma de ver simplista de Trosky; si el único criterio para valorar los criterios morales es la eficacia, todos los criterios morales se tiran al vacío. La mayoría no pueden aceptar cosas así. L@s defensores de la autoridad han dado una interpretación moral funcional a la revolución; l@s autoritari@s identifican los últimos objetivos de la humanidad con el punto de vista de un grupo profesional dirigente, y ven el sectarismo como la forma de medir la moral. Víctor Serge, con ironía ácida, resumió de esta manera la forma de ver autoritaria: "Trosky dijo que la moral ideal no es para siempre ni especial. A cada sociedad siempre le corresponde una moral, en cada momento histórico y, sobre todo, a los intereses de cada clase social (...). La verdadera moral tiene que defender los intereses de la humanidad al igual que los intereses del proletariado. Trosky dice que su partido, antiguamente en el poder, y luego en la oposición, era un verdadero representante del proletariado y, por lo tanto, un garante de la moral verdadera. Por eso mismo, nos decía esto: fusilar a l@s secuestrados no es la misma autoridad de la burguesía, cuando lo daban Stalin o Trosky; si los objetivos tácticos son para el desarrollo de la revolución, es autoridad moral. En 1919 la autoridad que tomó el mismo Trosky fue adecuada, pero hoy en día cuando Stalin aplica la misma legalidad es una cosa repugnante".

El Estado degenera la revolución por medio del terrorismo.

Los Estados revolucionarios, los vencedores, han practicado el terrorismo. En vez de deshacer el poder del Estado, se han vanagloriado de este poder, y no han podido arrinconar el absolutismo.

La Revolución Francesa y el jacobinismo fueron las referencias de los bolcheviques. En Francia pronto se vio cómo el terror no se aplicaba solamente a los contrarrevolucionari@s armad@s y confes@s, sino contra l@s traidores y sospechos@s, es decir, contra todas las personas que estaban contra el poder.

En Rusia, la Revolución de octubre tomó el mismo camino. Calientes tras la lucha contra el Ejército Blanco, pronto el terror afectó a l@s otr@s, a l@s que no eran enemig@s conocid@s y direct@s, y les nombraron enemig@s. La jugada la soportaron y denunciaron l@s libertari@s, por el contrario, much@s marxistas la aceptaron y la hicieron suya, diciendo que no había otro remedio para la revolución. Trosky, como mandatario del Ejército Rojo, claramente la defendió. Como dijo y practicó "el terrorismo no era una forma de actuar para meter miedo a l@s contrarrevolucionari@s, en principio la que da el "no", la que da el no a la clase trabajadora política, y, al fin y al cabo, a la dictadura revolucionaria. El que niega la dictadura del proletariado también niega la dictadura social y el socialismo" ("Terrorismo y comunismo", pág. 50, París, 1920).

El leninismo entero está impregnado de esto. A partir de 1917 los textos de Lenin justifican y aceptan el terror rojo. La autoridad concreta también realizó deportaciones, ejecuciones y realizó casos bajo sumario. Por otra parte, tenemos testimonios de que se llenó demasiado de abusos la República Checa. Estaba en  una situación trágica y contradictoria.

Más tarde, en los tiempos de Stalin, se practicó la fuerza roja con el terrorismo contra la población del Estado Soviético; el estalinismo usó formas torpes, pero no rompió con los orígenes leninistas. La tortura, los casos bajo sumario, las ejecuciones, las áreas de concentración, las deportaciones, los secuestros, las humillaciones graves eran sistemáticas y conocidas. De la misma forma tenemos experiencias parecidas: Camboya, China...

La vía autoritaria de la revolución y la policial no es nunca gratuita.

El crear aparatos policiales violentos, el realizar y ensalzar el poder absoluto de la ejecución, el confesar desprecio a los valores morales, no pasan nunca gratuitamente. Estas cosas sirven para destruir a l@s contra-revolucionari@s preparad@s y armad@s, comúnmente se usan para limpiar l@s enemig@s del grupo o persona que está en el poder : l@s amig@s antiguamente se convierten en l@s enemig@s "objetiv@s", y el miedo cae sobre todo el pueblo. Los testimonios históricos y literarios claramente nos han demostrado cómo los policías revolucionarios todopoderosos pronto tomaron como suya la insubordinación moral y psicológica que era el destino de tod@s l@s torturadores. Entre los checos de Rusa desde 1918 se ven las graves degeneraciones. En los líos políticos abandonaron los métodos de inquisición para practicar los juicios públicos y directos: en estas comisarias y cárceles especiales, se convirtieron en componentes normales la crueldad y la corrupción. Recordemos lo que dijo en 1919 Gorki sobre Zinoviev : "¡¡No me cites a mí ese corrupto!! Dile que los torturadores que él maneja deshonran a toda la humanidad". Después el viejo Gorki se inclinó a justificar o a explicar todos los abusos del sistema soviético. No sé que fue lo más siniestro, si la debilidad de la persona, o la autocensura al justificar los "logros" de la revolución.

Hoy en día frente a los testimonios históricos innegables, lo que l@s libertari@s justificaron desde el comienzo es claro: el Estado terrorista que impusieron l@s marxistas-leninistas no tiene justificación moral y, lo que es más, no ha tenido eficacia para encajar los logros de la revolución, y para ir hacia adelante en la vía del socialismo.

L@s libertari@s no tienen que estar esperando a nadie para denunciar el totalitarismo de los Estados socialistas.

Concretamente, desde el comienzo, l@s libertari@s y liberales denunciaron este camino terrorista. Algun@s marxistas, y no de poca importancia, también lo hicieron. Para recordar, entre much@s, dos nombres, Kropotkin y Kaustky. He elegido estos dos autores, cada uno en su campo, en el marxismo y en el anarquismo, porque fueron de los más respetados. Luego, a Kaustky le cayó la maldición de Lenin y Trosky, y los ortodoxos le tenían como "abnegado", sin entrar en su reformismo, recordad que estamos hablando sobre moral.

Kropotkin estaba en una situación muy especial. Vivió en Rusia, viejo, cuando estaba trabajando en el libro "Ética". Los checos le toleraban, pero en la misma época comenzó la destrucción física y política de l@s anarquistas. En 1920 les detuvieron y les fusilaron, y en 1921 el Ejército Rojo hizo una masacre contra el soviet de Kronstadt. Fue la primera destrucción masiva contra l@s anarquistas, luego vendrían otras.

En 1926 en la Unión Soviética no quedaba libre otr@ revolucionari@ que no fuera bolchevique, quitando las excepciones de la gente que fuera inofensiva. Kropotkin escribió a Lenin denunciando la intolerancia cuando trajeron a algun@s anarquistas detenid@s de sus cárceles de entierro. Allí fueron por última vez vist@s. Sobre estas épocas escribió un libro Víctor Serge: "Memorias de un revolucionario", y debo confesar que este libro me marcó enormemente. Algunos de est@s críticos hicieron suyo a Kant. Anders ("Llámase cobardía a esta esperanza", Ediciones de Bilbao, 1995, pág. 23 ) también mencionaba a Kant y se presentaba a él mismo como "kantiano": en esta filosofía se sustenta para decir que la moral está por encima de la legalidad, y que por lo tanto es lícito luchar contra una legalidad inmoral y opresora. Kant en boca de l@s revolucionari@s, es curioso. Tengo dicho que l@s revolucionari@s denunciaron la moral universal kantiana, porque algunos principios innegables de esta moral eran fortalecer la duración del sistema. Si he entendido bien Kant, y no se ha dicho, el filosofo niega al pueblo el derecho de acometer y a cambio impone al Soberano la obligación de realizar una reforma justa y adecuada. Para que un@ revolucionari@ sea kantian@, tiene que creer que las vías pacíficas son unos imperativos éticos que a l@s gobernantes se les tienen que explicar de una forma clara y eficaz. Hay pensadores que tienen esto claro y merecen el respeto. Pero quien acepta la necesidad posible de la violencia difícilmente puede estar de acuerdo con esta postura, al menos en su totalidad.

En lo que respecta a la moral, si la crítica revolucionaria no puede tragar las interpretaciones funcionales y partidistas, tampoco podría aceptar las interpretaciones pasivas y reaccionarias.

Las crueldades que no podrán nunca aceptar l@s defensores de la libertad.

La tradición revolucionaria, en general se esforzará en dar respuestas adecuadas a lo que ha sucedido frente a una situación fuerte. Comúnmente se ha aceptado el matar al enemigo violento, si se aplica la violencia dentro de una estrategia para ganar. Sin querer sacar de esta tradición a l@s partidari@s del terrorismo de Estado, deben hacer un equilibrio para aceptar el terrorismo sobre l@s enemig@s supuest@s y pacífic@s . L@s libertari@s no han tenido duda al analizar la historia del socialismo real, y han dicho que todo el terrorismo de Estado debe ser negado, de la misma forma contra l@s enemig@s roj@s.

Como muestra esta forma de pensar crítica y libertaria, en el terrorismo contra l@s inocentes se sustenta el terrorismo contra l@s enemig@s clar@s y violent@s. Entre l@s críticos de la revolución bolchevique, muchos han dicho claramente que el aceptar la violencia no justifica todos los tipos de violencia: han entendido el uso de la violencia equilibrada, según el fin y ética.

Concretamente, algunas prácticas las han despreciado sin excepción: la tortura para castigar o para obtener información, el tomar secuestrad@s para castigar o para matar, los malos tratos a l@s pres@s, los procedimientos de casos bajo sumario para las investigaciones secretas, las represalias sobre la población civil. El humanismo revolucionario se enlaza con el humanismo general, y desde este punto de vista se pueden humanizar las guerras. Tanto es posible con el consenso internacional. Las Conferencias de Haag fueron en 1929 y 1949. Los temas principales, el respeto a l@s pres@s y herid@s, los secuestros y la protección civil. De alguna forma son algo paralelo con las posturas de criticar el terrorismo. Dan un punto de vista claro: los derechos fundamentales sin defensa también hay que aceptárselos a l@s enemig@s y que la población civil no puede sufrir violencia sin más.

Es decir, las necesidades estratégicas y tácticas de la guerra paran los derechos a la vida de l@s militantes armad@s, pero las prácticas que se sustentan en la crueldad y en el abuso de la fuerza no serán nunca aceptadas.

La justicia y la defensa legítima son los valores principales. De la misma forma, condicionan los principios universales y el derecho a la vida, pero el uso de la violencia se debe hacer con justicia y en proporción, y no se puede extender como queramos y sin límite.

El terrorismo de Estado por parte de ETA.

A decir verdad, el terrorismo revolucionario no tiene mucho que ver con nuestra situación. Francisco Letamendia muchas veces ha repetido que ETA desde 1982 está funcionando como un Estado. Esta forma de pensar es para matizar, pero ETA en algunas acciones que ha reconocido desde 1984 se puede ver la lógica estalinista de un grupo que está en el poder. Cuando mataron a Mikel Solaun en 1984, cuando pasó el caso de Yoyes González Katarain en 1986. En los dos se les aplicó el castigo, al primero por traición, a la segunda por deserción, tras examinar los casos en secreto y sin ninguna defensa y condenándoles a la pena de muerte cruel delante de niñ@s pequeñ@s.

ETA aún no ha aceptado la responsabilidad de dos casos sin aclarar. El primero, la desaparición de Moreno Bergaretxe "Pertur " en 1976. Puede ser obra de su grupo político-militar, la organización actual no tiene responsabilidad ahí, a pesar de que luego los antiguos poli-milis especiales se hicieron responsables de esto. En las desviaciones que ha habido en la lucha armada vasca los poli-milis fueron los precursores. Por desgracia, a muchos militantes se les han olvidado las críticas que se les hicieron al comienzo.

La desaparición de Naparra también está sin aclarar. Naparra era un militante conocido de las Comandos Autónomos Anticapitalistas; para el perjuicio de l@s autónom@s sucedió dentro de una campaña que ETA y su movimiento llevaron a cabo hace quince años. Si fue una acción hecha por ETA se le puede considerar terrorismo de Estado, para eliminar a la competencia de un territorio social que controlaba ETA. Por suerte, no se han repetido acciones con estas, y no parece que en Euskal Herria estemos en riesgo de caer en una situación como la de Córcega. Parando esta cadena ETA ha mostrado alguna habilidad que debieran hacer suya algunos bocazas.

Algunas de las costumbres que aparecen en la izquierda abertzale se pueden enlazar con el terrorismo de Estado. Por ejemplo, el nombrar traidores y la facilidad que hay para despreciar. En los últimos años se han calmado estas denuncias y se ha mejorado el ambiente, quizás por largo tiempo. De nuevo, se ha fortalecido la tendencia a explicar por el contexto cualquier tipo de violencia que realicen ETA o "sus amig@s", como si la existencia de un contexto social y político hiciera inútiles todas las demás responsabilidades morales. Luego volveré a este punto.

En el nuestro, los gobiernos democráticos han hecho terrorismo.

A decir verdad, en nuestro caso el terrorismo que más nos es familiar no es el de ETA, aunque no sea revolucionario ni de apariencia, sino el del Gobierno Español. Directamente o con tolerancia , el Estado ha creado Batallón Vasco-Español, ATE, GAL. Además, las fuerzas represivas llevan una gran cadena de tortura y de ejecuciones, casi sin castigo. La existencia de un Tribunal especial para ciertas cosas es algo legal, y, a su vez, los tratamientos diferentes que se les da a l@s pres@s polític@s, violentos e ilegales. En una democracia ver unas sinvergüencerías tan notables es increíble. Al fin y al cabo, no tenemos que ir hasta Rusia para encontrar abusos.

El monopolio de la violencia que tiene el Estado tiene unas consecuencias "legítimas" muy parecidas en la mayoría de los sitios. Conviene ir a Norte América, ya que ahí se sitúa la potencia más rápida de este siglo. En la vida interior los Estados Unidos dan un gran valor a la libertad individual : l@s libertari@s siempre han visto con buenos ojos la tradición liberal de l@s american@s. Pero entre las libertades los gobiernos han conseguido otra más: para vigilar los intereses de América cualquier acción, cualquier violencia, el usar cualquier mentira o engaño es legítimo. Esto es exactamente lo que deja ver claramente Noam Chomsky en su libro de 1988 "The Culture of terrorism", donde se aplica la palabra terrorismo a esta política de los Estados Unidos. Las intervenciones internacionales, los golpes de Estado, las ayudas a las dictaduras y las invasiones contra los regímenes progresistas son bastantes conocidas y no necesitamos una lista. En estos últimos años, los americanos ayudan a las democracias parlamentarias en vez de a las dictaduras envejecidas, y la corrupción no es tan descarada. Pero, luego están las otras cosas, como l@s american@s son muy egoístas no tienen problemas para, por ejemplo, resolver el islamismo en favor de sus intereses. No hay duda que estamos dirigid@s a ver muchas sorpresas.

EL TERRORISMO INDIVIDUAL CONTRA EL PODER.

Hay otro terrorismo, hecho por l@s revolucionari@s, y este son los atentados que hacen los individuos o los grupos clandestinos para matar a l@s poderos@s. Sobre todo el que practicaron l@s anarquistas en el final del siglo XIX y comienzos del XX. Quiero decir, algun@s anarquistas, ya que dentro de los terroristas individuales much@s fueron anarquistas, las corrientes principales y más significativas dentro del anarquismo esto no lo aceptaban. Por ejemplo, en el anarco-sindicalismo fueron mucho más importantes la educación del pueblo, las posturas antirrepresivas, y el movimiento de las comunas libertarias. Entre los teóricos, Kropotkin enseguida denunció el terrorismo, sobre todo el sistemático y ciego, aunque fuera realizado por libertari@s.

L@s anarquistas no fueron los únicos en este camino. Recordaré los grupos más significativos: En Rusia, para comenzar, Narodnaíia Volia "El partido de la voluntad del pueblo", el que mató a Alejandro II en 1981, hizo el atentado, y detuvieron a la mayoría de los responsables y les ahorcaron. Entre ell@s, un nombre a recordar: Vera Figner, una mujer excepcional que pasó 26 años en la cárcel y tuvo que sufrir luego el destierro, una de las últimas figuras históricas que los bolcheviques y luego en Rusia los Socialistas Revolucionarios, contemporáneos de los bolcheviques, toleraron en libertad.

Cerca de Euskal Herria, l@s anarquistas españoles fueron muy activos y sobre todo l@s que realizaron la venganza contra la represión. El movimiento en Francia, en cambio, fue más corto, simbolizado por Ravachol, y luego por Bonnot, e impregnado por la historia confusa de los pícaros. La burguesía ha enlazado fácilmente a los anarquistas y a los pícaros, pero los pícaros no son enemigos de la sociedad burguesa. En situaciones especiales, con toda la desesperación y todo el amoralismo, pueden ser las mayores enemigos de las fuerzas represivas. En los tiempos modernos y siempre en Francia tenemos a Mesrine. En España, el Lute.

La mayoría de los políticos revolucionarios no han valorado en demasía al Lute; los intelectuales, en cambio, más de una vez han sido fascinados por él.

TERRORISMO INDIVIDUAL, EL DINAMIZADOR DE LAS CONCIENCIAS.

Este terrorismo individual dio un gran "qué pensar" a l@s revolucionari@s e intelectuales de la época; está en la raíz de unos libros muy importantes. Citemos, entre otros, "Cogidos por el diablo", de Dostoievski. Netchaiev es el tema del libro. Como he dicho antes este personaje que hacía apología amoral de la destrucción aparecía muy aislado dentro del movimiento revolucionario.

En muchos libros de Albert Camus aparecía el tema del "terrorismo". Dos libros : el ensayo "L´homme révolté" y el teatro "Les justes". Lo que debo a Víctor Serge ya lo he mencionado y me gustaría recalcar la influencia que ejerció Camus en mis puntos de vista. En cambio, l@s revolucionari@s oficial-ortodox@s no aceptaban su "moralismo". Jean-Paul Sastre y sus amig@s lo criticaron duramente. De alguna forma est@s intelectuales pensaron que al marxismo-leninismo que iba por el camino de la Historia no había que ponerle límites morales porque la victoria final lo justificaría todo.

TERRORISMO INDIVIDUAL, EL FALLO TRÁGICO.

L@s escritores y polític@s revolucionari@s, en general, lo aceptaban moralmente pero no lo veían como adecuado. Traeré como complemento una cita de Marx: "Son gente sincera, digna, realista, heroica". La mayoría de los clásicos subrayaron que el terrorismo individual no servía para casi nada. L@s marxistas, sobre todo, no lo valoraban para nada, porque se colocaban individuos aislados e individuales en el lugar de las masas. Fueron muy fuertes, sobre todo, las formas de pensar de Lenin. Aquí, un resumen: "El terrorismo individual no nos llevará a ninguna parte, no es más que un sueño de varios débiles intelectuales. No se puede pensar que el terrorismo individual y las insurrecciones de las masas se ayudan entre ellas, ni tampoco que se pueden entender entre ellas". Concretamente, l@s bolcheviques aceptaron "el sistema de manotazos" para cubrir las necesidades de dinero del partido. Esta postura no funciona sin problemas. ¿Cómo aceptar la violencia de las masas y condenar la del individuo, cuando son contra l@s mism@s enemig@s y cuando los objetivos finales son los mismos? Emilio Lusse (Teoría dell ´insurrezione, de 1936, reeditado en 1949) trae todo un capítulo sobre este problema. Dando la autonomía que corresponde a la moral, dice esto como consecuencia: "Nadie puede condenar lo que hace justicia directa contra la opresión política. Pero el terrorismo político organizado es salirse del cauce de la lucha política (...). Es la revuelta del sentimiento de irritación de la razón: humano pero no efectivo, lleno de ofertas pero vago. El movimiento revolucionario tiene que arrinconar el terrrorismo". Lussu da las razones estratégicas y tácticas de la guerra y de la insurrección, y nosotr@s preguntamos: "el que sirva o no sirva , ¿tiene algo que ver con la moral?".

EN POLÍTICA, LA ESTRATEGIA Y LA MORAL SE MEZCLAN FRECUENTEMENTE.

En el tema que nos ocupa, y como señalaba Anders, la política, la estrategia y la moral van frecuentemente juntas y mezclados. El uso proporcionado de la violencia exige el ampliar las posibilidades de ganar; y el terrorismo individual no es para esto eficaz. En su caso, los problemas y sufrimientos de l@s activistas no se verán compensados por ninguna victoria. Para negar la eficacia "se han usado varios argumentos". Para comenzar que "limpiar" a los gobernantes, y a los miembros de las fuerzas de seguridad no ha desestabilizado nunca el sistema, aunque estos representantes y responsables sean emperadores, reyes o cabezas del gobierno. Hay muchos ejemplos de esto. Los huecos que dejan enseguida los han llenado los siguientes, y el terrorismo como pretexto, con las leyes de la excepción, va seguido de las respuestas comunes: el mismo terrorismo de Estado, y frecuentemente la presión sobre el pueblo, y el control. Siempre para el perjuicio del pueblo y sin poder establecer un cambio hacia la revolución.

Luego, las estructuras de los movimientos clandestinos facilita la infiltración policial, eliminando y deteniendo "oportunamente" a l@s verdader@s revolucionari@s de arriba de la pirámide, haciendo hueco a l@s infiltrad@s, y al fin, la policía tiene el control de las acciones. Así, algunos atentados, sin crear ninguna consecuencia positiva, aumentan el control social, y en estos casos puede notarse el trabajo de "las manos negras". Los clásicos han subrayado estos riesgos y dando ejemplos históricos, casi hasta hoy se han repetido esta serie de críticas. Un libro, porque analiza este asunto largamente, sobre todo de la policía zarista y de la revolución de Rusia: "Lo que cualquier revolucionario tiene que saber sobre la represión", de 1925 de Víctor Serge.

Más cerca de nosotr@s, aquí el caso de las Brigadas Rojas de Italia. Sobre los asuntos de Italia, y especialmente sobre la muerte de Aldo Moro es un trabajo importante : "Del terrorismo y dello Stato. La teoría y la práctica per la prima volta divulgante" publicado en 1979 por Gianfranco Sanguinetti. El estilo panfletario y negligente quita mucho a este libro, pero la tesis de la manipulación policial está bien presentada. Concretamente, la historia de la lucha armada en Italia es bastante transparente y muchos testigos han dado testimonio directo. Hay casos de infiltración notables y conocidos, pero Curcio, Moretti y Faranda, como muchos otros, todos nos han demostrado sentimientos revolucionarios limpios y análisis profundos de la situación ; está claro que este es el caso de la mayoría de los militantes. Por lo tanto, la manipulación se hace engañando a la gente honrada.

EL FOCO Y LAS GUERRILLAS, NUESTRAS CONTEMPORANEAS.

Los políticos revolucionarios clásicos no vieron la lucha armada individual con muy buenos ojos. Luego entre 1960 y 1980 aparecieron nuevos movimientos armados y dieron a conocer formas de pensar diferentes. La Tercera Internacional se afianzó contra una ortodoxia muy compacta y sectaria, denunciaron la dependencia bajo el Estado Soviético, y dio prioridad a la situación de los pueblos. Denunciaron esta dependencia moral y estratégicamente. En teoría , hizo una crítica de las formas de ver ortodoxas, y aceptó el lugar que tenían todas las acciones militares minoritarias antes de cumplirse todas las condiciones para la insurrección; concretamente, le dio las funciones para desequilibrar el sistema y para encender la conciencia popular.

Tenemos dos casos históricos : las guerrillas como foco, y el terrorismo de ciudad en las zonas más desarrolladas. Para citar la guerrilla y el foquismo, Ché Guevara es una referencia indispensable; en Alger denunció a la Unión Soviética, y esta denuncia fue estratégica y moral. Más tarde le hicieron pagar, en Cuba y en Bolivia; Castro, en el poder, jugó como un ayudante de los soviéticos. En cuanto a la teoría citaré un libro, de Régis Debray, "Révolution dans la révolution", porque fue materia de lectura de l@s activistas de mi generación: se habla de la capacidad con la que la acción minoritaria liberará la cerrazón mental, teórica y práctica, entre otras cosas.

Sobre las luchas armadas modernas revolucionarias de los pueblos desarrollados hay varios textos. Por nombrar algunos, traeré al recuerdo los que nos ofrecieron los editores revolucionarios de Francia ; concretamente porque en nuestra época leímos estos textos : "Les panthéres noires parlent, Maspéro, 1971", "Nous les Tupamaros, Maspéro, 1971", "La Bande a Baader, ou la violence révolutionnaire, Champ libre, 1972". Según el punto de vista de l@s militantes, la lucha armada clandestina y minoritaria no toma el lugar del trabajo político; al contrario, es un punto de partida para hacer este trabajo, si se hace sentir su necesidad y si se crean las condiciones para realizar ésta.

Entre los movimientos, había muchos puntos de vista diferentes. En Italia, las Brigadas Rojas que se veían a sí mismas como una vanguardia del estilo marxista-leninista; l@s autónom@s, en cambio, hicieron suyos los puntos de vista libertarios. Una descripción general no es fácil. Fueron militantes muy activ@s; entre 1976 y 1978, 5.000 atentados, 17 muertos, 230 heridos y 180 secuestros no son cifras pequeñas. Luego, sucedió el desastre, y para comprender el caso de Italia me resulta muy ilustrativo el libro que Nanni Balestrini escribió con Primo Moroni "La Orda d´oro" en 1988; antes, una novela, "Los invisibles", y ahí mostró muy claramente la militancia fogosa y el paso que se hizo al terrorismo, y denuncia la violencia de Estado despiadadamente y cruelmente: tod@s l@s militantes jóvenes deberían leerlo.

Se han publicado el testimonio de Francia y muchos análisis, pero ahí en los movimientos posteriores al 1968 no se eligió la violencia armada.

Ver constantemente el fruto político y social de esta violencia es difícil. Al contrario, la crisis moral que apareció en los movimientos sociales fue profunda, y las corrupciones entre militantes (arrepentid@s, chivat@s, ejecuciones, acciones sin justificación) son de mucho peso. Hoy en día, en Europa ha desaparecido el instinto de las acciones armadas de izquierda, y en América ha cambiado de forma. Podríamos decir que ha fallado, pero luego el verlo y hacerlo en el momento o no, no son castañas del mismo saco. Me ocupé de este tema ya en la revista Jakin en 1988: ahí también, además de los problemas estratégicos y sociales, cité el rechazo ético que se ha dado en torno al terrorismo para entender el fracaso de la izquierda armada.

LA RUPTURA SOCIAL Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL, COMO EL RECHAZO GENERAL.

Es el tiempo de los movimientos sociales positivos. Romper con todo rehacer todo: esta forma de pensar nos alucinó hace veinte años y mucha gente lo unimos al florecer de la lucha armada. En Occidente, sobre todo, se enlazaron los valores de la contracultura. Un radicalismo general nos exigía releer el marxismo, unirlo con el anarquismo, aceptar los valores de la contracultura, hacer posible la libertad individual en el "todos los días". Es decir, era una estrategia y una forma de vida para lograr una libertad social e individual juntas, contra la ortodoxia estéril de los "moskuteros" y rechazando la sociedad de consumo. En Europa, entre 1968 y 1977 fue el tiempo de oro de esta experiencia. Hoy en día, al pasar los años y ver los frutos, nos vemos obligad@s a mirar nuestra juventud con ojos críticos, y, de alguna forma, a volver a los clásicos. Esta forma de vista falló en cuanto a la eficacia, y en cuanto a la moral se volvió bastante discutible. El fracaso de los movimientos armados sociales revolucionarios sin más fue notable hasta 1982 en Italia, Alemania, Japón; entre l@s negr@s de América del Norte se agotó antes; las guerrillas de América Latina, excepto Nicaragua, y ahí también por un tiempo, no lograron victoria. Lo que sucedió me recuerda a que en nuestras sociedades los movimientos que no han enlazado con el nacionalismo han fallado, y sobre Chiapas no tengo nada nuevo que decir.

Del activismo al terrorismo, el aislamiento de los grupos autocentrados.

Pasando a la eficacia moral, es notable como la mayoría crearon las consecuencias laterales del sectarismo y del terrorismo indiscriminado. Hay dos ejemplos que dan miedo. El primero , los últimos días del Ejército Rojo de Japón, cuando los jefes mataron a doce militantes a sangre fría y traición; el segundo, el de Córcega, en los últimos años, cuando fueron abundantes las matanzas y venganzas entre movimientos armados nacionalistas. Son diferentes fenómenos, pues en Córcega la tradición entre las relaciones de fuerza entre clanes marcaba la base cultural de los grupos armados. Pero ir en busca de las consecuencias generales es posible. En cuanto a estrategia y ética, es muy significativo medir la aceptación social de las acciones. El origen histórico también es muy importante, sobre todo las que al comienzo son aceptadas, y luego se hacen un fenómeno más cada vez más marginal. Por la importancia simbólica y personal que tiene, el lugar del individualismo heroico se debe concretar. En las luchas de pueblo, en las acciones de masas, los héroes tiene un sitio muy importante: las esperanzas de tod@s y l@s portadores de valores.

Concretamente, si el pueblo no entiende y acepta las acciones de l@s militantes, si estas acciones no traen al pueblo ningún beneficio claro, se entra en el discurso del terrorismo de la fidelidad que deben a los grandes ideales y del heroísmo desesperado de l@s militantes; la fidelidad y el heroísmo se convierten en los referentes principales ideológicos y estratégicos, para el perjuicio del análisis de la situación. Este autocentrarse en esto trae una ampliación del aislamiento. Cuando la marginación coloca al grupo en las puertas de la destrucción, son poc@s ya l@s de izquierdas y liberales que muestran ya solidaridad con "los mandiles trágicos". Y a decir verdad, en palabras de Víctor Serge "sin ninguna ilusión".

En su época, este tipo de terrorismo fascinó a los intelectuales. Entramaba la vida y la muerte, por la facilidad que tiene al mostrar a cada cual dispuest@ a dar su vida para que l@s demás tomasen vida. Emociona al poder y a la violencia; es un lugar concreto para afirmar la personalidad de las personas; trae una ruptura absoluta con las convenciones. Much@s escritores, y no los menos importantes lo han tomado como posible y le han dado una grandeza de alguna forma. Dentro de la cultura francesa, dos nombres : Jean Genet, y Jean-Paul Sartre.

TERRORISMO CONTRA LA POBLACIÓN

Los terroristas clásicos de izquierda tenían claro donde buscar las víctimas. Los catalanes cuando hicieron el atentado del Liceo, en un contexto muy duro, además, lo realizaron como una venganza, ya que fue fusilado Paulino Pallás; Pallás primero hirió al general Martínez Campos, un gran responsable de la represión. El anarquismo ibérico utilizó el terrorismo en forma de represalia contra el terrorismo de Estado. En el Congreso Federal de 1874 quedó clara esta idea. Antes, la prensa libertaria hizo una lista con los enemigos: los explotadores, los jefes, los gobernantes del orden político burgués, y las fuerzas armadas. En sitios simbólicos como el Liceo, querían tocar a la burguesía y simplemente la burguesía, aunque no se pueden conocer las víctimas exactas del atentado.

Siendo esto así, entre esos terroristas los casos de conciencia fueron notables, sobre todo cuando para "limpiar "a un enemigo concreto se ponía la vida de los inocentes en peligro. Hay un caso muy conocido, el del socialista revolucionario, Kaliaiev, el que estaba en duda ante en atentado contra el Duque Sergio, el grande, cuando había en la carroza mujeres y niños. Estas son dudas mudas, concretamente, el tema del teatro de Albert Camus, "Les justes".

. Cuando la víctima es cualquiera....

Tendría que citar ahora otro tipo de terrorismo, y éste será el último tema del libro: las víctimas de este terrorismo no se buscan entre l@s enemig@s; las víctimas, de principio, son cualquiera, los atentados más fáciles o los que se hacen en los sitios más llamativos; el objetivo es atemorizar al pueblo desde el mismo pueblo, para que los sentimientos creados en la población fuercen al Estado a aceptar las peticiones políticas de l@s activistas. Dicho de otro modo, cuando las acciones hacen víctimas a gente de fuera de l@s enemig@s comunes, estas no son consecuencias accidentales inevitables de un atentado con un objetivo, sino acciones realizadas queriendo para crear miedo.

Planteado así, este terrorismo es muy nuevo. L@s palestin@s comenzaron a hacer secuestros aéreos y de barcos y cosas parecidas a partir de 1970. Enseguida llegó la "masacre de Lod": a favor de l@s palestin@s, hecha por tres japoneses, dejaron 26 muertos y unos 80 heridos en el aeropuerto. No fueron los únicos.

L@s palestin@s tenían un origen especial, sobre todo nacionalista. Aunque algunos movimientos armados se coloquen dentro de los valores de la izquierda, se aceptaron los atentados indiscriminados. Entre la gente de izquierdas de Occidente, en nombre del internacionalismo y del antiimperialismo, l@s alemanes y l@s japoneses sobre todo tomaron parte en estas acciones. Era llamativo y patético ver a l@s que se levantaron contra sus antepasados nazis en acciones anti-judías.

Ahora, l@s activistas árabes han dejado el filomarxismo y el nacionalismo progresista; las ilusiones del internacionalismo de una época se las ha llevado el tiempo.

En Italia, en cambio, la lucha armada se ve muy centrada en los problemas interiores; el tiempo de los atentados indiscriminados o no indiscriminados comenzó en 1977, cuando era notable la diferenciación entre la lucha armada clandestina y los movimientos de masas.

...l@s activistas que se diferencian del pueblo

Comparándolo con las acciones, la evolución está clara: la violencia encajada en las masas se convirtió en terrorismo de un grupo político aislado. A este fenómeno, al pasarse de la lucha armada política hecha por el acuerdo popular al terrorismo indiscriminado, Michel Wieviorka le llama "inversión" y lo ha analizado con un punto de vista sociológico en su tesis, tras haber publicado como libro "Sociétés et terrorisme" en 1988. Para concretar el concepto: si la población no toma como suyas las acciones de l@s militantes armad@s, y sobre todo, si el/la terrorista no acepta que está defendiendo los intereses de la población, tenemos una inversión o un "enrevesamiento".

Por el camino del análisis político, me parece que ha habido una gran confusión entre los valores y las formas de actuar de l@s activistas: la duración de los valores del comienzo dio un patetismo preocupante al aislamiento político de l@s activistas.

Algun@s investigadores han roto, según se dice, la personalidad de l@s terroristas, y lo han colocado dentro de la patología psicosocial. Esta corriente ha reunido mucha literatura, pero en mi opinión no es fructífera, y no es científica. No haré más que mencionarlo.

¿ LAS ACTUACIONES DE ETA SE HAN ENREVESADO ?

En nuestra sociedad, tenemos uno de estos movimientos revolucionarios: ETA. En una época, en los últimos años del franquismo, era una clave de trabajo nacionalista; en el comienzo de la transición, el referente nacionalista principal del trabajo de la resistencia contra el sistema; hoy en día, una parte significativa de la población le da su apoyo, pero ha perdido la aprobación de la mayoría, y aún más, parece que va en contra. En la lucha armada también, si las que se practican en los últimos tiempos son acciones contra l@s enemig@s, se ha apropiado del nuevo terrorismo. En las acciones en contra de l@s enemig@s frecuentemente han caído víctimas civiles, y se ve que esto no es un obstáculo para realizar acciones. El problema de las víctimas por accidente es extenuado y digerido desde hace tiempo. Por otra parte, hablan por sí mismo las realizadas en supermercados, hoteles, aeropuertos: está claro que tenían como objetivo la población civil.

Esto no ha sido la postura normal de ETA. Hasta que murió Franco, las acciones militares fueron muy medidas y según la situación socio-política; una excepción, la realizada en la cafetería Ronaldo, en 1974, donde golpearon y mataron a varios civiles. Es decir, en este caso el objetivo no era matar a civiles, pues una información decía que en la cafetería había muchos policías. Este atentado planteó a la organización problemas de conciencia y problemas políticos, y según mi conocimiento, nunca fue reivindicado. Los atentados más conocidos, el que se realizó contra el policía Manzanas en 1968 y contra el cabeza de gobierno Carrero Blanco en 1973, los cuales entraban dentro de una estrategia y moral común revolucionarias.

Las primeras acciones del terrorismo nuevo las realizó ETA político-militar: secuestrar a Berazadi y matarle por no pagar el impuesto revolucionario en 1976, la desaparición de Pertur en el mismo año; luego los atentados contra el turismo en las playas y estaciones. Dentro de la izquierda abertzale se hicieron críticas duras a l@s poli-milis. En cambio, ETA militar, suavemente, fue haciendo suyas estas prácticas. Michel Wieviorka le dedicó una parte de su tesis a entender el proceso de "inversión" de ETA, es decir, al pasarse o irse acercando de la violencia política al terrorismo.

Hoy en día, y sobre todo de 1987 en adelante, la acción popular, la contestación ideológica, la lucha armada tradicional, y el terrorismo ciego se mezclan en torno a ETA; aún tiene gran aprobación y bases sociales, pero los lugares y justificaciones que da al terrorismo ciego deshonran todo el movimiento y no les traerán más que consecuencias estratégicas malas.

Los grandes ideales no justifican cualquier cosa.

También en la izquierda abertzale hay mucho embrollo, y se han dado formas de pensar como "cualquier acción es justificable si la realizan l@s militantes". Daré un ejemplo: lo fácil que se hacía y se aceptaba quemar cualquier vehículo con matrícula francesa. Es una cosa pequeña, pero concretamente su normalidad muestra claramente la negligencia que ha alimentado la izquierda abertzale. Saber quién era el conductor del coche era imposible, siempre es una víctima civil elegida ciegamente. Es una paradoja roja (o negra): se decía, contra Francia y a favor de la libertad, el quemar los coches de l@s emigrantes magrebís que Francia normalmente ha dominado.

Esta postura debería chocar de frente con la sensibilidad de l@s revolucionari@s. ETA cuando hizo suyos algunos elementos de las guerrillas anticolonialistas, en 1960, aceptó el molde de los valores éticos revolucionari@s. Entre ellos: el humanismo, la carencia de militarismo, el arrinconar la crueldad; al mismo tiempo, eligió una estructura política-militar. Estos eran los valores de l@s anticolonialist@s progresistas, y concretamente, se colocaban detrás de los valores revolucionarios clásicos y entre estos no estaba estar a favor del terrorismo contra la población civil. Entre los testimonios de la época se puede leer "Contre l´ordre du monde: les rebeles", de Jean Ziegler escrito en 1983.

Las acciones contra la gente "normal" no son revolucionarias.

Las acciones contra la población civil, de ser, tendrían alguna familiaridad con el terrorismo revolucionario de Estado, pero en este último, por lo menos, l@s que sufren las represalias y los abusos se etiquetan de enemig@s. El terrorismo contemporáneo no guarda ni las formas mínimas. Para aceptar que los últimos objetivos necesitan la sangre de l@s inocentes, hay que tener una mentalidad muy especial. La postura de l@s revolucionari@s clásic@s, de hace mucho tiempo y constante, se puede resumir en esta frase de Engels: "¡Guerra contra los palacios, paz en las chabolas!".

Desde que se dirigió al terrorismo indiscriminado, muchas personas que estaban a favor de la lucha armada lo condenaron, desde el comienzo. Además, no comprendiendo como se pueden hacer acciones directas contra el pueblo para liberar al pueblo . Claro, no estoy aquí hablando simplemente del terrorismo que tiene simplemente contenido nacional . El terrorismo religioso y la violencia entre comunidades son un tema aparte del nuestro.

Qui prodest ?

Algun@s han visto la mano negra del Estado burgués en las entrañas. Pero esto no fue el principal mecanismo, a pesar de que en algunos casos hubiera infiltraciones y provocaciones probadas. Los beneficios que ha sacado el Estado son notables ; se puede repetir aquí lo que hemos dicho sobre el terrorismo individual, teniendo en cuenta de que la población que sufre esto en sus carnes acepta mucho más fácilmente las medidas policiales. Por consecuencia de los atentados, se reivindican las leyes de la excepción, y se aumenta el control sobre la población; dando a entender que protege a todo el pueblo, los políticos consiguen más legitimidad y juntan más frutos en las elecciones: algunas veces la lucha antiterrorista sirve para ganar dinero negro o para obtener privilegios, y acepta el lecho de la corrupción, y, además, se pueden aceptar acciones de terrorismo para desequilibrar a l@s enemig@s políticos o también para eliminarl@s.

En la historia, las provocaciones con los atentados son muy comunes. De lejos, tenemos para recordad la que se hizo en 1896 contra la Procesión del Corpus: mataron a 7 trabajador@s, y la excusa fueron las detenciones, torturas y ejecuciones de Montjuich; concretamente, contra esa represión siniestra, Angiolillo mató en forma de represalia a Cánovas del Castillo en 1897 en Santa Águeda.

Las justificaciones curiosas de l@s cristian@s

Sin negar que fueron provocaciones, tenemos bastantes testimonios para saber que la mayoría de l@s militantes de Europa fueron empujad@s por ideas revolucionarias. En nuestro caso, las experiencias y el conocimiento claramente nos muestran las motivaciones altruistas de l@s militantes que se meten en la clandestinidad para practicar un terrorismo indiscriminado.

Estas personas tienen que buscar en alguna parte las justificaciones teóricas y morales. Según la línea marcada por los puntos de vista tradicionales, es legítimo realizar violencia en favor de los derechos de l@s pobres y explotad@s. L@s militantes tienen que saciarse de esta fuente, y para hacer esto algunos teóricos inventaron algunas nuevas formas de difusión. En mi opinión, se equivocaron bastante, y mezclaron a bastante gente.

Siendo esto así, para seguir apoyando el terrorismo de l@s palestin@s, de l@s negr@s, y de otras comunidades explotadas y negadas, algunos intelectuales de Occidente crearon una justificación, la que se puede llamar responsabilidad colectiva de todas las poblaciones privilegiadas.

Tenemos ahí textos, sobre la capacidad de l@s cristian@s de izquierda hacia el masoquismo. Mencionaré una cita de 1973, Jean-Marie Domenach, escrita por el director de la revista Esprit : ¨Mañana cualquiera puede ser el objetivo de los soldados de una lucha que no conoce o que desprecia ; esto nos muestra como nadie puede hacer huir su responsabilidad propia, y cómo se tiene que posicionar a favor o en contra, para defender el orden viejo que está muriendo o para construir el nuevo que se está creando ¨.

Son comprensibles las posturas como que el pecado original creó un delito colectivo de la humanidad, cosa que piensan algunas personas con fe. Dostoievski nos trae el grito de los espíritus atormentados : ¨Todos nosotros somos culpables de todas las cosas, culpables de toda la gente desde hace tiempo, y yo el más pecador ¨ (Los hermanos Karamazof). En cambio, el aceptar la responsabilidad y el castigo colectivos le costará mucho a cualquier espíritu liberal o humanista.

Esta forma de pensar esta llena de errores. El no tomar parte en las acciones militantes no se puede comparar con el ser responsable activo de la represión : una persona que no es valiente ni está informada no tiene la misma responsabilidad de quien está informad@ y está siendo torturad@. El castigar a l@s dos de la misma forma, tira los valores comparativos por la ría, y lleva al nihilismo. Además, y en esto se ve lo más absurdo del absurdo, el terrorismo ciego no sabe qué se mueve, y qúe no: en estos atentados l@s que están militando a favor de la libertad pueden ser víctimas, y en estos casos nos sumergimos en el nihilismo absoluto, en el terrorismo que tiene que sacrificar también a quienes están a favor. Recientemente, en París, un explosivo ciego mató a Lucien Devambez, un europeo que luchaba a favor de la independencia de Kanaky ( Nueva Caledonia ) ; una buena víctima para denunciar el neocolonialismo de Francia !!!

Podemos imaginar ¨una cadena revolucionaria ¨, donde l@s vasc@s limpiemos a cualquier francés o español, l@s arabes a cualquier español, francés o vasco, y los del Sur de Sudán a cualquier árabe, en nombre de las ¨responsabilidades colectivas ¨.

Las acciones violentas no son el camino a la revolución más que cuando se ven como orígen de la revolución

Entre l@s que han actuado a favor de la revolución en su pueblo más que teniendo en cuenta los objetivos internacionalistas, queda fue otro argumento fuera, y aún continúa éste. Es decir, en las situaciones democraticas cuando todas las posturas revolucionarias se ven más agotadas, la conciencia revolucionaria del pueblo se debilita. L@s que continuaron el terrorismo reivindicaron que sus acciones son las únicas que hicieron frente al sistema : es decir, que la única posibilidad de asegurar ¨la duración del espíritu revolucionario ¨estaba en sus manos. Sin éste estímulo, el pueblo se sumergería en la sociedad de consumo, y en palabras de hoy, en el pasotismo, y actuaría sin ningun contrapeso antes el dominio absoluto de los poderosos.

En este punto de vista imaginario, l@s ciudadan@s del pueblo sin ninguna conciencia revolucionaria podrían convertirse en partícipantes y cómplices del sistema, y para ser víctimas de atentados no necesitarían otra justificación. Así comienza el círculo.

Esta mentalidad enseña cómo la lucha armada minoritaria y terrorista acumula errores : el sustituismo del pueblo, el despreciar la conciencia popular en gran parte, la atrevencia cruel de hacer víctimas en el mismo pueblo. La moral revolucionaria puede comprender la venganza contra los gobernantes y poderosos que actuan con superioridad, aunque esa sea una venganza sin más tomada como responsabilidad política, pero a realizar acciones sobre víctimas cíviles indiscriminadas no se le puedes buscar justificación.

Por la cuesta abajo del aislamiento sin fundamento y del subjetivismo tenemos una forma de pensar estrecha y dura que mezcla la simpleza con el cinismo. Triste pero fácil de utilizar. Ante la debilidad de otros argumentos, es bastante decir que la violencia institucional es la causa de todos los males, y que contra ella se puede justificar cualquier tipo de acción. Asimismo, algun@s pensadores han vuelto a encontrar las ideas de Netchaiev. Es decir, ignorar, olvidar queriendo lo que la violencia revolucionaria ha pensado y realizado durante tantos años. La simpleza , quiero decir, porque coloca al terrorismo ciego en la misma medida que los derechos innegables para la insurrección y la revuelta, no es para nada una postura seria ni tampoco legítima. Y el cinismo, que es tratar de negar la responsabilidad moral de cada un@. Como dicen , el delito siempre lo ha tenido el estado, ya que el ha realizado la injusticia. Al no ceder, ha obligado a la violencia del terrorismo revolucionario.

No se puede ahuyentar la responsabilidad moral de l@s activistas

Al contrario, a través del mundo y de la historia, la postura de l@s revolucionari@s ha sido clara: qué tipo de violencia y contra quién lo elige el/la activista. El ahuyentar la responsabilidad de cada persona no es una prueba de madurez. En los casos de avisos de secuestros o explosivos, dejar las consecuencias en las manos del enemigo es normalmente inmoral. Sobre esto también han escrito l@s que quieren andar por detrás de l@s revolucionari@s clásicos. Con palabras fuertes, además. El /La revolucionari@ muchas veces sabe que el terrorismo de estado frecuentemente ha derramado sangre de inocentes, y que al estado le importa poco la vida de la gente humilde. La policía muchas veces vaciará los lugares después del aviso de bomba, pero esto no se hará siempre; concretamente no se hará para provocar las consecuencias que le interesan y para multiplicar el rechazo. Es sabido que esta postura es siempre posible, y que frecuentemente ha sucedido y sucederá. El grupo que deja el retirar los explosivos en manos de la policía muestra un retorcimiento moral.

Por desgracia, la forma de pensar de echar la responsabilidad moral sobre el estado está muy expandida en torno nuestro, y esto no honra al movimiento vasco.

ÚLTIMA PALABRA

En mi opinión, el terrorismo que usa como objetivo a la población civil no es revolucionario. Si la tradicción liberal ha aceptado y acepta el uso de las armas y la violencia, no se ha hecho de cualquier forma. Tiene una historia constante y rica : pensando, escribiendo y realizandolo frecuentemente con el límite del uso de este según las condiciones estratégicas y tácticas. No se ha dado del todo hecha la receta, exepto en los tiempos de la III Internacional y en sectarismos de esta clase. En general, como decía Camus, tenemos que darnos cuenta del contenido trágico de la violencia, y saber que el conseguir una adecuación moral y una eficacia política es un camino lleno de contradicciones. La conciencia crítica es enemiga de la simplicidad.

Me gustaría colocar este libreto denro de esta tradicción. Quizá, esta edición no será algo inútil, para que sigamos dentro de la democracia también en el camino de la libertad, sin ceder ante el estado, y sin caer en el aceptar violencias débiles.

En Angelu, primavera de 1996

( los subtítulos son de 1998 )