Del nuevo ídolo

En otras partes hay todavía pueblos y rebaños, pero ya no en nuestro medio, hermanos; aquí hay Estados.
¿Quién es el Estado? ¡Atención!, que voy a hablaros de la muerte de los pueblos.
"Llámase Estado al más frío de todos los monstruos fríos. Y miente fríamente, siendo su mentira ésta: "Yo, el estado, soy el pueblo".
¡Mentira! Hombres creadores crearon los pueblos y suspendieron sobre ellos una fe y un amor; así sirvieron a la vida.
Hombres destructivos arman armas para atrapar multitudes y las llaman
Estado: suspenden sobre ellas una espada y cien apetitos.
Donde quiera que haya todavía pueblos, no entienden el estado y lo odian teniéndolo por mal de ojo y un atentado contra las normas y costumbres.
Tomad nota de este dato: cada pueblo habla su propio lenguaje del bien y del mal, que el vecino no entiende; se ha inventado su propio lenguaje en las normas y costumbres.
Pero el estado miente en todos los lenguajes del bien y del mal; cuanto dice es mentira, y cuanto tiene, a título ilegítimo lo tiene.
Todo en él es postizo; con dientes robados muerde el mordaz. Hasta sus entrañas son postizas.
Torre de Babel del bien y del mal, tomad nota de este dato como signo del estado. ¡Sugiere este signo la voluntad de morir! ¡Hace señas este signo a los predicadores de la muerte!.
Nacen demasiados hombres. ¡Para los superfluos ha sido inventado el estado!.
¡Mirad como atrae al montón de los superfluos! ¡Como los traga y machaca!.
Ruge el monstruo: "Nada más grande que yo existe sobre la tierra; soy el dedo ordenador de Dios". ¡Y no sólo los que tienen las orejas largas y la vista corta doblan las rodillas!.
¡Ay, también a vosotros, oh, almas grandes, os susurra él al oído sus siniestras mentiras! ¡Ay, adivina los corazones generosos propensos a la amorosa disipación!.
¡Adivina él también a vosotros que habéis vencido al antiguo Dios!. La lucha os ha cansado, y ahora aún vuestro cansancio sirve al nuevo ídolo.
Ansía el nuevo ídolo rodearse de héroes y hombres honrados. ¡Le gusta al frío monstruo entrar en calor al sol de las consciencias limpias!.
Está dispuesto a darnos todo con tal que le rindáis culto; así, compra el brillo de nuestra virtud y el gallardo mirar de vuestros ojos.
¡Pretende valerse de vosotros para atraer el montón de superfluos!. ¡Ay, ha ideado una treta diabólica, un caballo de Troya de la muerte, magníficamente enjaezado con honores de púrpura!.
¡ Ah, se ha inventado una matanza que se enlaza como vida, gratísima a todos los predicadores de la muerte!.
Yo le llamo estado a donde se envenenan todos los buenos y malos, donde se pierden todos, los buenos y los malos; donde el suicido lento de todos se llama la vida.
¡ Mirad a esos superfluos! Constantemente están enfermos; se les derrama la bilis y le llaman a eso "diario". Se devoran unos a otros y ya no pueden dirigirse.
¡Mirad a esos superfluos! Se hacen ricos, y sin embargo empobrecen.
Codician poder y, antes que nada, la palanqueta del poder: mucho dinero, ¡pobres de ellos!.
¡Mirad como trepan esos ágiles monos! Trepan atropellándose unos a otros y se hunden así en el fango y las profundidades.
Precipitándose todos hacia el trono; tal es su locura, ¡como si la fortuna estuviese sentada en el trono!. Muchas veces el fango está sentado en el trono, y muchas veces el trono está asentado en el fango.
Locos y frenéticos y monos trepadores se me antojan todos ellos. Su ídolo, el frío monstruo, despide mal olor; esos idólatras todos despiden mal olor.
¿Pensáis acaso asfixiaros, hermanos, en el vaho de sus bocas y apetitos?. Más vale que rompáis los vidrios y saltéis por las ventanas.
¡Huid del amor! ¡Huid del vaho de esos sacrificios humanos!.
Todavía esta abierta la tierra a las almas grandes. Todavía están desiertos muchos asientos de solitarios donde sopla la brisa de mares tranquilos.
Todavía está abierta a las almas grandes una vida libre.
Quien poco posee corre poco peligro de ser un poseso.
¡Loada sea la humilde pobreza!.
Donde termine el estado, empieza el hombre que no es superfluo, la canción de los necesario, la melodía única e insustituible .
Donde termina el estado, ¡mirad, hermanos! ¿no veis el arcoiris y los puentes del superhombre?."
Así habló Zaratustra.


Agradezco a Julio la cesión del texto. ¡GRACIAS!