Es
una Diosa...
- ¿Has visto a esa mujer?
- Sí, francamente es
bella. Jamás había visto tales elementos en un mismo ser con
resultados tan armónicos.
- Observa sus curvas,
todas ellas sutilísimas, moldeando un cuerpo supraterrenal. Y su
mirada... ¡qué decir de su mirada! Esos ojos verdes jamás
escrutan, tan solo asienten bondadosamente a quién quiera verse
reflejado en ellos. El cabello liso y suelto, como su bondad
infinita, la cual demostró ayer con aquel niño que se había
extraviado.
- Así es, buen amigo.
- Me atrevería a decir
que es una Diosa.
- Sí, en eso estaba
pensando. Yo también afirmo que es una Diosa. Pero esto es lo
que me inquieta y me llama a ser prudente: yo no creo en ningún
Dios.
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¡tragedia!
- ¡Qué
desvergüenza, las últimas gamberradas de esos jóvenes! ¡Qué
negro porvenir auguran mis tristes ojos al comprobar la sinrazón
y ultraísmo de aquel grupo que pensé revolucionario! Todo va
mal, ¿a dónde vamos a llegar?
- Parece
mentira que digas eso: sabes bien que lo expuesto no son más que
falsas imputaciones creadas por los poderosos y por los medios de
comunicación para dividirnos y confundir a la opinión pública.
Conoces la honradez de nuestras acciones y objetivos: esas
falacias sólo existen en sus mentes.
- ¡Ay!
¡Sólo, dices! ¡Sólo! ¡Cómo si eso no nos condenara ya a
perecer! ¡Tragedia!
Molusko