Mi
consejo...
¡Ahora yo me voy solo, discípulos
míos! ¡También vosotros os vais ahora solos! Así lo quiero
yo.
En verdad, éste es mi consejo:
¡Alejaos de mí y guardaros de Zaratustra! Y aún mejor:
¡avergonzaos de él! Tal vez os ha engañado.
El hombre del conocimiento no sólo
tiene que saber amar a sus enemigos, tiene también que saber
odiar a sus amigos.
Se recompensa mal a un maestro si se
permanece siempre discípulo. ¿Y por qué no vais a deshojar
vosotros mi corona?
Vosotros me veneráis: pero ¿qué
ocurrirá si un día vuestra veneración se derrumba? ¡Cuidad de
que no os aplaste una estatua!
¿Decís que no creéis en Zaratustra?
¡Mas qué importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes, mas
¡qué importan todos los creyentes!
No os habíais buscado aún a vosotros:
entonces me encontrasteis. Así hacen todos los creyentes: por
eso vale tan poco toda fe.
Ahora os ordeno que me perdáis y que
os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos hayáis renegado
de mí, volveré entre vosotros...
Friedrich
Nietzsche