JUEGOS OLIMPICOS DE MEXICO
Fue el gesto de su vida. Y después de ese gesto poderoso, histórico, su vida se hizo pedazos. "Para Tommie Smíth, el tiempo se detuvo el 16 de octubre de 1968. Era un héroe y se convirtió en un paria". Cuando habla de sí mismo, 30 años después, Tommie Smith lo hace en tercera persona, como para subrayar mejor que es otra persona la que un día obtuvo la medalla de oro de los 200 metros en los juegos Olímpicos de México. En su boca, las palabras se entrechocan con la violencia de un sufrimiento sin cicatrizar. 'Soy un negro nacido en la Norteamérica racista de los años cuarenta, explica a modo de preámbulo. 'Para mantener a sus 12 hijos, mis padres se deslomaban llenando sacos de algodón bajo la vigilancia de los capataces blancos. Yo crecí sin odio: quería integrarme en este país que ensalzaba las glorias de los hombres que se hacen a sí mismos".
Tommie es un atleta nato que busca la integración en las pistas de atletismo. 'Sin embargo, fuera de las pistas seguía siendo un negro. Un nuevo Jesse Owens al que volvían a despreciar en cuanto la medalla estaba en el bolsillo'.
El asesinato de Martin Luther King, el 4 de abril de 1968, le sume en un profundo desasosiego: "Con toda la fuerza de mis músculos y el dolor de mi corazón, me dije que era preciso hacer algo que suscitara la solidaridad del mundo entero'
El objetivo son los juegos Olímpicos, celebrados seis meses después en la capital mexicana. La comunidad de los atletas negros norteamericanos amenaza con boicotearlos, para presionar al Gobierno de Johnson, que, una semana después de la muerte de King, ha firmado la primera ley de condena de la segregación racial en Estados Unidos.
Mientras tanto, Tommie Smith prepara su plan minuciosamente y se entrena "como loco". Para transmitir su mensaje, pretende utilizar el escalón superior de la tribuna. Ha "pensado y calculado" todo con John Carlos, que logrará la medalla de bronce. Su mujer, Denise Smith, se encarga de comprar los guantes negros, "símbolo de la solidaridad del pueblo negro". Y, si el sueño se hace realidad, subirán al podio con los pies descalzos, porque "en esa época, en Estados Unidos, ser negro era ser también pobre". El 16 de octubre de 1969, todo se desarrolla según lo previsto. 'Con el corazón palpitante', Tommie Smith y John Carlos salen del pasillo subterráneo que lleva a la tribuna donde se entregan los premios. A su lado, el australiano Peter Norman, medalla de plata, con la insignia del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos en su chándal. Con las manos metidas en sus guantes de cuero, Smith y Carlos se sitúan frente a la bandera estrellada. Cuando suena la primera nota del himno estadounidense, inclinan la cabeza y alzan sus puños enguantados hacia el cielo. El acontecimiento se transmite en directo a través de las televisiones de todo el mundo. Entre la multitud de fotógrafos acreditados, sólo uno obtiene la foto: John Dominis, que entonces trabaja para la revista Life. 'En aquel momento no entendí en absoluto el aspecto histórico de mi foto: como todos los norteamericanos, creía que los negros que protestaban eran meros agitadores. Hoy comprendo que su gesto tenía gran valor".
Para Tommie Smith, el sueño se vuelve pesadilla. Cuando se apagan las últimas notas del himno, le abuchea una muchedumbre enloquecida: '¡Negros, volved a vuestra casa, a África!'. Le suspenden del equipo olímpico y ese mismo día le expulsan de la villa olímpica. Y entonces comienza el descenso a los inflemos: las amenazas de muerte, las promesas de contrataciones que se desvanecen, la marginación, la soledad. Agotada por las "consecuencias de su gesto', Denise pide el divorcio, y la mujer de John Carlos se suicida. Para sobrevivir, uno de los mayores atletas del siglo poseedor de 11 marcas mundiales, se dedica a "lavar coches a tres dólares la hora". Hasta que, 10 años después, el colegio universitario de Santa Mónica le contrata como entrenador. 'Hoy, explica, 'los futuros atletas que entran en mi despacho y ven la foto preguntan: '¿Es usted, señor?'. Entonces les explico, lo mejor que puedo, el porqué de ese gesto que destruyó mi vida pero ayudó a construir mi patria...'.
TEXTO: Marie-Monique Robin/ Capa
Momento histórico en que Tommie Smith y John Carlos levantan el puño en solidaridad con la población negra, discriminada en los Estados Unidos.
Sacado de "El País Semanal"