Paraíso perdido

Al despertar, perdí el sentido,
embriagado por olores de pasiones encendidas,
y al mirarte, desnuda sobre mi cuerpo,
recordé los gemidos que cortaron el silencio,
y repetí las caricias que iniciaron el deseo.

Querría tocarte, tenerte, amarte para siempre,
grabar en mi piel cada instante que vivimos,
querría esculpir toda mi mente de momentos como aquellos,
en que nuestros cuerpos, fundidos en mágicos sabores,
coincidieron en un ardoroso delirio de locura.

Y así pasaría la vida, amarrado en tu bahía de colores infinitos,
y así pasaría la vida, aferrado con cadenas a tu pecho jadeante,
y así lloraría el presente, si la luna se fugara con tu marcha
y la noche inundara de tristeza mi sombrío firmamento.

Pero, si el destino me sonríe, izaré una bandera bordada con tus caricias,
que recuerde los segundos que arrancamos a este mundo de desprecios,
una bandera sincera, que carezca de sentido en odiosos pensamientos,
y gritaré nuestros nombres, para que acallen el silencio del olvido,
y resuenen, en eternas partituras de ternura, infinitas melodías de afecto.