Pájaros muertos
¿Dónde?
¿Dónde anidarán los pájaros muertos?
en la tierra,
dónde quedaron sus huesitos
amarillando al viento
no nos saben contestar.
¿Dónde fueron sus silbos?
sus trinos que el viento llevó,
otras gargantas cantaron sus cantos,
gorjearon todo el día,
del amanecer a la caída del sol,
y aún así, por la noche,
esparcidos cual semillas que mueren,
que nunca consiguieron matar,
se puede oir cómo revientan
en sordo grito
los pájaros muertos.
Se puede oler su perfume a tierra,
a cielo, a nubes, a llanto.
La muerte no consigue llevar a los muertos
cuando no son suyos.
Cuando álguienes quisieron adueñarse de la vida,
los vivos quedaron con los cuerpos
pero no son el viento.
Quedó el grito del canto,
y en él no cabe el olvido
ni el recuerdo melancólico de la efímera despedida.
Hoy insistimos en la vida,
porque el grito continúa
por otros cuerpos, por otros nidos,
por tantos vuelos, vientos, soles, noches, días.
Y hoy insisten quienes consisten,
eternamente,
desnudos de cuerpo,
distanciados de la usura y de la mentira,
no aferrados ni a sí mismos.
Porque el canto no admite dueños.
Porque nadie acalló al viento, que continúa,
y continúa, no pudiendo el asesino
vestir la muerte, vencer la vida.
Javier Cansino (editado por Ediciones
Imposibles)