«Otra vez había un comunista hablando
desde una plataforma en una parcela vacía del campus. Era un
chico muy honesto, con gafas sin borde y granitos en la cara,
llevaba un jersey negro con agujeros en los codos. Y estaba allí
escuchándole y llevaba algunos de mis discípulos conmigo. Uno
de ellos era un ruso blanco, Zircoff. A su padre o su abuelo, no
sé bien, lo habían matado los rojos en la revolución rusa. Me
enseñó un saco de tomates podridos. "Cuando tú des la
señal -me dijo-, empezaremos a tirárselos."
De repente me di cuenta de que mis discípulos no habían
escuchado al muchacho, o que si lo habían hecho, nada de lo que
tan honestamente había estado diciendo importaba un carajo. Sus
mentes estaban enceguecidas. La mayor parte del mundo era como
ellos. Se me ocurrió en ese momento que tener una polla de
tamaño mediano no era el peor pecado del mundo.»
fragmento de "política", sacado del libro de charles bukowski "se busca una mujer"