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Eran tres niños huérfanos, pobres y flaquitos, que malvivían de recoger los caracoles que había entre la basura del gran mercado central de Murallón, una ciudad donde habitaban millones de personas. Pero había una pandilla chicos mayores, cobardes y crueles, que asustaban a los niños y les robaban la mayor parte de su mercancía, de forma que los pobres no tenían apenas para comer. - ¡Ay! Si pudiese
encontrar muchos caracoles...- ,decía la mayor , - los vendería
a los restaurantes de lujo donde comen los turistas y con ese dinero me
compraría un puestecito para vender comida en el mercado.-
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Un día, dentro de
un agujero de la parte mas oscura y sucia del mercado (donde ni siquiera
los chicos mayores se atrevían a entrar) oyeron un llanto, la menor
de los tres niños se asomó y vio una bolita de pelo muy chiquitita
que se estremecía y sollozaba de miedo, como también ella
era muy pequeñita se metió por la grieta y cogió entre
sus brazos al extraño ser.
Entonces lo llevaron a una fuente y lo lavaron con mucho cuidado para ver quien había debajo de aquella bola de pelo enmarañado, porque aunque los niños eran pobres procuraban ir lo mas aseados que podían, para estar tan guapos como cualquier otro habitante de Murallón y no oler a cerdito. Ellos pensaban que cuando lavaran y peinaran a la criaturilla encontrarían un bebe... pero no fue así. Al sacar del agua al chiquitín que habían encontrado comprobaron que su pelo era muy largo, blanco y brillante como los tubos fluorescentes que hay en las cocinas . No hubo que peinarlo, pues era tan suave que solo con mojarlo el cabello quedo liso y se deshicieron los cienmil enredos que tenía. Sus ojos eran muy grandes, completamente negros como los de un gorrión y el cuerpecillo, también cubierto de pelo, tenía un barrigón redondito con brazos y piernas muy largos terminados en manotas y piesotes. |
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Nunca habían visto un ser así pero les parecía maravilloso. - ...a ver si es un monito.- dijo el niño mediano. - No puede ser- , le respondió su hermana mayor, - los monos tienen los ojos como las personas y el tiene ojos de pájaro,... además a los monos no les brilla el pelo con ese resplandor.- - A ver si es un ángel... - dijo la mas pequeña, los tres se quedaron mirándose en silencio y después rieron un buen rato, -... Que tontería.- Entonces el ser peludo dijo - ¡gonsuke! -, y los tres niños se dieron cuenta rápidamente de que era su nombre, o por lo menos eso les pareció. Por el camino al refugio de cartón y piedras donde dormían los hermanos, Gonsuke empezó a comerse la basura que encontraba, como había muchísima y le gustaba todo fue creciendo por momentos, mas y mas, hasta medir cerca de dos metros. Pero esto a los niños no les preocupaba porque de todas formas no tenían casa, ni padres que les riñeran por quedarse con un bicho tan grande. Desde aquel día Gonsuke acompañaba a sus amiguitos al mercado y nunca más los matones se metieron con ellos, mas bien se marcharon corriendo la primera vez que lo vieron y ya no volvieron más. Así que todos los caracoles los recogían los tres hermanos, mientras que Gonsuke se entretenía por allí comiéndose la basura que le encantaba, pues los niños le habían advertido que los caracoles ni tocarlos de manera que Gonsuke, que ya sabia hablar, lo entendía todo perfectamente y les hacia caso. Poco a poco la niña mayor fue juntando dinero y ya faltaba menos para poder comprarse el puesto, sin embargo no estaba contenta porque le preocupaba que iba a ser de Gonsuke. Ahora vivían en una callejuela por donde solo pasaban las ratas. La poca gente que habitaba allí estaba muy triste porque también eran muy pobres y no tenían ganas ni fuerzas para extrañarse del aspecto de Gonsuke y como no se metían con ellos Gonsuke vivía a su manera sin ningun problema. Cuando tuvieran el puesto, la segunda ilusión de la niña mayor era poder comprar una casita pequeña, para que sus hermanos durmieran bajo techo y no tuvieran frío, ni miedo por dormir en la calle... Pero le daba miedo lo que iba a pasar cuando Gonsuke saliera a otro sitio donde la gente se preocupase más por cualquier cosa y temiesen o rechazasen a los que son distintos. Podría suceder que lo encontrasen raro y quisieran cazarlo o enjaularlo como si fuera un animal... o peor aun ¿y si quisieran matarlo porque parecía peligroso? . A fin de cuentas por su aspecto Gonsuke daba miedo , había que pararse y mirar sus ojos para darse cuenta que tenía sentimientos y era inteligente. Pero la mayoría de la gente no se paraba a mirar eso. Un día la más pequeña, que recogía caracoles algo alejada de sus hermanos, se encontró con una niña negrita igual de pequeña que ella, que llevaba un vestido rojo con lunaritos blancos, muy raro porque parecía de muñeca. Tenía el pelo y los ojos tan negros como la cara, casi no se distinguían la nariz chatilla, ni la boquita, ni las cejas en un rostro tan negrísimo, que parecía como los zapatos después de darles betún y sacarles brillo. El pelo lo tenía enrrollado en ocho torniquetes, que se sujetaban solos sin lazos ni gomillas, muy tiesos hacia arriba formando una especie de corona alrededor de la cabeza. La negrita se estaba comiendo un pedazo de pan algo mohoso que se había encontrado en el suelo,- ¿Puedo comerme las cosas sobre las que se posan los bichitos que vosotros recogeis?, prometo no llevarme ninguno, yo solo quiero esta deliciosa comida-, dijo tragando de un solo bocado la rebanada de pan verdosa. - Bueno -, contestó la hermanita pequeña, - puedes hacer lo que mas te guste, pero si quieres comer deja eso, te podemos dar algo mejor. Ven y se lo diremos a mi hermana...- y cogiendo de la mano a la otra niña se la llevó corriendo a donde estaban sus hermanos. -Esta es mi nueva amiga...- dijo a los dos mayores a modo de presentación y la niñita que tenía una voz muy fina, como la música de una flauta, sonrió con unos dientes blancos perfectos y dijo: – Me llamo Susuke-. No es seguro si fue por la mirada tan especial que tenía o por que lo que comía, o quizás por lo extraña que resultaba allí, aparecida de la nada. El caso es que la hermana mayor tuvo una idea feliz. Contra la opinión del hermano (que siempre era un poco protestón y no se fiaba mucho de la recién llegada) llevó a la niñita nueva a donde estaba Gonsuke y señalándolo dijo, - este es nuestro mejor amigo, , nos lo encontramos cuando era muy pequeñito ...¿que te parece?.- En un solar abandonado que había junto al mercado Gonsuke se distraía dando unos saltos enormes, ( su juego favorito) ...porque Gonsuke saltaba de forma increíble intentando coger el sol , era para verlo , no se puede ni imaginar. La niña negrita fue hacia Gonsuke y se quedó detrás de él, callada, mirándolo con ojos llenos de felicidad. Gonsuke se volvió, la miró entre curioso y asombrado y le hizo la siguiente pregunta, -¿ es verdad que todos los sukes son grandes, tienen el pelo muy blanco y saltan mas alto que el sol? - La negrita se rió y contestó a Gonsuke en un extraño lenguaje que ninguno de los niños podía entender y que sonaba como los vasos de cristal cuando chocan entre si. Gonsuke le respondió hablando en el mismo idioma y la hermana mayor, que estaba muy emocionada viéndolo todo, dio un codazo a su hermano y movió la cabeza en dirección a la pareja de sukes, como diciendo,- ¿Ves?, he acertado.- Entonces sucedió algo mágico e increíble. Nadie en el mundo por muy rico o poderoso que sea, ha visto jamás una cosa así ...y quien lo diría, unos niños tan insignificantes para el resto de la gente iban a ser los espectadores de un auténtico milagro de primera clase. Susuke soltó sus remolinos de pelo y una larga cabellera tan abundante como la de Gonsuke cayó sobre sus hombros. Este a su vez encogió hasta ser tan alto como la niñita, y cuando los dos se agarraron de la mano una luz tan hermosa como el arco iris bajó del cielo hasta donde estaban. Después una nube de esponja rosada apareció bajo sus pies y deslizándose sobre la luz multicolor empezó a ascender con los dos sukes montados sobre ella, mirándose como solo dos enamorados lo pueden hacer. Cuando estaban muy alto, casi en el cielo, agitaron las manos y le tiraron dos besos a los niños, a modo de despedida, porque eran tan felices que no podían hablar. Los tres hermanos se quedaron mirando con los ojos llenos de lagrimas de tristeza, porque sus amigos se marchaban donde ellos no podían seguirles y también de alegría, porque Gonsuke había encontrado a los suyos y allí donde iba, con su pequeña enamorada, estaría en su ambiente y sería príncipe ( esto era una opinión particular de la pequeña). Aunque quizás, echarían de menos la abundancia de comida ya que ningun ser vivo arroja tanta basura como los seres humanos. Bueno, pues los tres niños no tuvieron que preocuparse más por los matones porque, aunque no estaba Gonsuke como los muy bestias habían ido por ahí contando la historia del monstruo gigante de pelo brillante, les tomaron por locos. Asi que les habían encerrado una temporadita con los psicólogos, de forma que cuando salieron tenían perdida la capacidad de asustar a los demás y eran mucho mas pacíficos. Además que los hermanos ya habían reunido bastante dinero para comprar un puesto de comida en el mercado y una casita en un sitio bonito, donde se fueron enseguida ( antes no habían podido, porque la hermana mayor había estado esperando un poco a ver si se le ocurría algo para proteger a Gonsuke). A partir de entonces vivieron felices y a pesar de que cuando fueron mayores los tres contaron la historia de los sukes comelotodo a sus hijos y a sus nietos, y de que volvieron a lo largo de sus vidas muchas veces al viejo mercado por si encontraban otra cría de suke perdida, nunca pudieron demostrar nada. Solo algún tiempo después de la marcha de Gonsuke se encontraron con el director de un circo que buscaba una misteriosa criaturilla mágica que se le había escapado, ¡ja!... Sus familias no se creyeron la historia, pensaban que eran batallitas de abuelos, y ya se sabe que hoy ,en día las cosas sin pruebas científicas resultan imposibles de creer a la gente (que piensa que se las sabe todas). Aunque claro si los sukes hubieran querido que las personas conocieran su existencia y los encontraran (como no son tontos) hubieran dado alguna cosilla de recuerdo a los niños ¿no?. Hay que ver, parece mentira, es que no se dejaron nada de nada. ¿Pero y sí en el fondo pasó de verdad?, y aunque solo sea un cuento, ...¿ que mas dá?. |
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