Los sindicatos
El nuevo orden supuso la ilegalización de los
sindicatos y las cooperativas y la confiscación de sus posesiones
y recursos financieros, la supresión de las negociaciones colectivas
entre trabajadores y empresarios, la prohibición de las huelgas
y los cierres patronales, y la exigencia a los trabajadores alemanes de
pertenecer de forma obligatoria al Deutsche Arbeitsfront (Frente Alemán
del Trabajo o DAF), una organización sindical nacionalsocialista
controlada por el Estado. Los salarios fueron fijados por el Ministerio
de Economía Nacional. Los funcionarios del gobierno, denominados
síndicos laborales, designados por el Ministerio de Economía
Nacional, se encargaron de todos los asuntos relativos a los salarios,
la jornada y las condiciones laborales.
Las asociaciones comerciales de empresarios e industriales
de la República de Weimar fueron transformadas en organismos controlados
por el Estado, a los que los patrones debían estar afiliados obligatoriamente.
La supervisión de estos organismos quedó bajo la jurisdicción
del Ministerio de Economía Nacional, al que se le habían
conferido poderes para reconocer a las organizaciones comerciales como
las únicas representantes de los respectivos sectores de la industria,
crear nuevas asociaciones, disolver o fusionar las existentes y designar
y convocar a los líderes de estas entidades. El Ministerio de Economía
Nacional favoreció la expansión de las asociaciones de fabricantes
e integró en cárteles a industrias enteras gracias a sus
nuevas atribuciones y al margen de acción que permitía la
legislación. Asimismo, se coordinó la actividad de los bancos,
se respetó el derecho a la propiedad privada y se reprivatizaron
empresas que habían sido nacionalizadas anteriormente. El régimen
de Hitler consiguió eliminar la competencia por medio de estas medidas.
Por último, el nuevo orden implantó el dominio económico
de cuatro bancos y un número relativamente reducido de grandes grupos
de empresas, entre los que se encontraba el gran imperio de fábricas
de armamento y de acero de la familia Krupp y la I. G. Farben, que producía
colorantes, caucho sintético y petróleo, y controlaba a casi
400 empresas. Algunas de estas fábricas empleaban como mano de obra
forzosa a miles de prisioneros de guerra y a ciudadanos de los países
que iban siendo conquistados. Los cárteles también suministraron
materiales para el exterminio sistemático y científico realizado
por el régimen nacionalsocialista de millones de judíos,
polacos, rusos y otros pueblos o grupos. Véase Genocidio; Holocausto.