El nuevo orden
La supresión de los partidos de la oposición
y las cruentas depuraciones de los contrarios al nuevo régimen no
consiguieron resolver el problema del desempleo. Para ello era necesario
que Hitler reactivara la economía alemana. Su solución fue
crear un nuevo orden, cuyas premisas principales eran las siguientes: el
aprovechamiento pleno y rentable de la industria alemana sólo podría
alcanzarse restableciendo la posición preeminente del país
en la economía, industria y finanzas mundiales; era preciso recuperar
el acceso a las materias primas de las que Alemania había sido privada
tras la I Guerra Mundial y controlar otros recursos necesarios; debía
construirse una flota mercante adecuada y modernos sistemas de transporte
ferroviario, aéreo y motorizado; así mismo había que
reestructurar el sector industrial para obtener la mayor productividad
y rentabilidad posible.
Todo ello requería la supresión de las
restricciones económicas y políticas impuestas por el Tratado
de Versalles, lo que provocaría una guerra. Por tanto, era preciso
reorganizar la economía a partir del modelo de una economía
de guerra. Alemania debía alcanzar una completa autosuficiencia
en lo referente a las materias primas estratégicas, creando sustitutos
sintéticos de aquellos materiales de los que carecía y que
no podrían adquirirse en el extranjero. El suministro de alimentos
quedaba asegurado a través del desarrollo controlado de la agricultura.
En segundo lugar, había que eliminar los obstáculos que impidieran
la ejecución de este plan, esto es, imposibilitar la lucha de los
trabajadores para mejorar sus condiciones anulando la acción de
los sindicatos y sus organizaciones filiales.