Las repercusiones de la I Guerra Mundial
El origen inmediato del nacionalsocialismo debe buscarse
en las consecuencias de la derrota alemana en la I Guerra Mundial (1914-1918).
De acuerdo con los términos del Tratado de Versalles (1919), Alemania
era la única responsable del conflicto, por lo que fue despojada
de su imperio colonial y de importantes territorios en el continente, como
Alsacia y Lorena, y obligada a pagar onerosas reparaciones de guerra. La
vida política y económica alemana se vio gravemente afectada
a causa de las condiciones de este acuerdo. La elevada inflación,
que alcanzó un punto crítico en 1923, casi acabó con
la clase media alemana, y muchos de sus miembros, empobrecidos y sin esperanzas,
se comenzaron a sentir atraídos por los grupos políticos
radicales que surgieron en la posguerra. Pocos años después
de que se hubiera alcanzado un cierto grado de progreso y estabilidad económica,
la crisis económica mundial que comenzó en 1929 sumió
a Alemania en una depresión que parecía irremediable. La
República de Weimar, régimen instaurado en Alemania tras
la disolución del II Reich (II Imperio Alemán) al finalizar
la guerra, se vio sometida a crecientes ataques tanto de la derecha como
de la izquierda durante estos años y no fue capaz de solucionar
eficazmente la desesperada situación del país. Hacia 1933,
la mayoría de los votantes alemanes apoyaron a alguno de los dos
principales partidos totalitarios, el Partido Comunista Alemán (KPD)
y el NSDAP.