La reorganización de la sociedad alemana
Hitler comenzó a crear un Estado nacionalsocialista
eliminando la oposición de las clases trabajadoras y de todos los
demócratas. El juicio del incendio del Reichstag sirvió como
pretexto no sólo para suprimir al KPD y al SPD, sino para abrogar
todos los derechos constitucionales y civiles y crear campos de concentración
para confinar a las víctimas del terror nacionalsocialista.
La Gestapo
La Geheime Staatspolizei (Policía Secreta del
Estado), conocida como Gestapo, fue fundada en 1933 para reprimir la oposición
al régimen de Hitler. Cuando se incorporó al aparato del
Estado en 1936, se la declaró exenta de someterse a las restricciones
que imponía la ley, y sólo debía responder de sus
actos ante su jefe, Heinrich Himmler, y ante el propio Hitler.
Centralización y coordinación
Desde 1933 hasta 1935, la estructura democrática
de Alemania fue sustituida por la de un Estado completamente centralizado.
La autonomía de la que anteriormente habían disfrutado las
autoridades provinciales quedó abolida; estos gobiernos regionales
quedaron transformados en instrumentos de la administración central
y fueron estrictamente controlados. El Reichstag desempeñaba un
papel meramente formal, una vez desposeído de su carácter
legislativo. A través de un proceso de coordinación (Gleichschaltung),
todas las organizaciones empresariales, sindicales y agrícolas,
así como la educación y la cultura, quedaron supeditadas
a la dirección del partido. Las doctrinas nacionalsocialistas se
infiltraron incluso en la Iglesia protestante. Se promulgó una legislación
especial por la cual quedaron excluidos los judíos de la protección
de la ley.
La economía y la purga de 1934
El desempleo fue el problema más transcendente
al que tuvo que hacer frente Hitler al asumir el poder. La industria alemana
producía en esos momentos aproximadamente a un 58% de su capacidad.
Se estima que el número de desempleados de Alemania oscilaba entre
los 6 y los 7 millones. Miles de ellos eran miembros del partido que esperaban
que Hitler aplicara las promesas anticapitalistas expuestas en la propaganda
nazi, acabara con los monopolios y asociaciones de industriales y reactivara
la industria mediante la creación de un gran número de pequeñas
empresas. Los miembros del partido reclamaban una segunda revolución.
Las SA, dirigidas por Ernst Röhm, asumieron el control del Reichswehr
(Fuerzas Armadas alemanas) como parte del nuevo programa. Hitler tuvo que
elegir entre un régimen nacionalsocialista sustentado por las masas
o una alianza con los industriales del país y el Estado Mayor del
Reichswehr, y eligió esta última opción. El 30 de
junio de 1934, en la posteriormente denominada Noche de los cuchillos largos,
el Führer ordenó a las SS eliminar a diversos miembros de las
SA, un grupo que podía instigar una rebelión en el Ejército,
en opinión de Hitler. Fueron asesinados varios líderes de
las SA y del partido, entre ellos Röhm y más de 500 de sus
seguidores, muchos de los cuales no eran contrarios a la política
de Hitler. También se incluyó en la purga a otros enemigos
del régimen, como el general Kurt von Schleicher, y a algunos monárquicos
que defendían la restauración de la dinastía Hohenzollern.