Las trágicas repercusiones del nazismo
La creación del nuevo orden permitió a
los nacionalsocialistas resolver el desempleo, proporcionar un nivel de
vida aceptable a los trabajadores y campesinos alemanes, enriquecer al
grupo de la elite del Estado, la industria y las finanzas y crear una espectacular
maquinaria de guerra. A medida que se erigía el nuevo orden en Alemania,
los nazis avanzaban política y diplomáticamente en la creación
de la Gran Alemania. La política exterior de Hitler representó
un oscuro capítulo de la historia cuyos acontecimientos más
relevantes fueron la remilitarización de Renania (1936); la formación
del Eje Roma-Berlín (1936), la intervención en la Guerra
Civil española (1936-1939) en apoyo de las tropas de Francisco Franco;
la Anschluss (‘unión’) de Austria (1938); la desintegración
del Estado checoslovaco, tras ocupar los Sudetes, región con numerosa
población alemana (1939); la negociación de un pacto de no
agresión con la Unión Soviética (el denominado Pacto
Germano-soviético) que contenía un acuerdo secreto para el
reparto de Polonia y, como consecuencia de esta cláusula, la invasión
del territorio polaco el 1 de septiembre de 1939, acción que dio
inicio a la II Guerra Mundial.
Hitler se jactaba de que el nacionalsocialismo había
resuelto los problemas de la sociedad alemana y perduraría durante
miles de años. El nacionalsocialismo solucionó algunos conflictos
ante los que la República de Weimar se mostró impotente y
transformó a la débil república en un Estado industrial
y políticamente poderoso. Pero esta reconstrucción condujo
a la II Guerra Mundial, el enfrentamiento bélic
o más cruento y destructivo de la historia de la
humanidad, del que Alemania salió derrotada, dividida y empobrecida.
También hay que añadir al precio de esta empresa el sufrimiento
del pueblo alemán durante el gobierno de Hitler y después
de su muerte. El aspecto más trágico del nacionalsocialismo
fue el asesinato sistemático de 6 millones de judíos europeos.
Después de la II Guerra Mundial, siguió
existiendo un pequeño movimiento neonazi en la República
Federal Alemana, que adquirió cierta popularidad tras la unificación
de Alemania en 1990, formado por jóvenes descontentos que han elegido
como blanco de sus actos violentos a ciudadanos judíos, negros,
homosexuales y de otros grupos. También han surgido organizaciones
neonazis en distintos países europeos y americanos.