Su Santidad Juan Pablo II
Discurso Durante la solemne ceremonia de bendici�n del nuevo ingreso a los Museos vaticanos,
Un templo del arte y de la cultura El Papa defini� los Museos vaticanos como una puerta de la Santa Sede abierta al mundoFebrero 7, 2000
El lunes 7 de febrero, a las once y media de la ma�ana, Juan Pablo II inaugur� el nuevo ingreso a los Museos vaticanos. Bendijo el nuevo edificio, deteni�ndose en la sala de recepci�n, donde se hab�an congregado numerosos cardenales, entre ellos Angelo Sodano, secretario de Estado; Edmund Casimir Szoka, presidente de la Comisi�n pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano; y Rosalio Jos� Castillo Lara, s.d.b., presidente em�rito, que vino expresamente desde Venezuela, pues fue �l quien comenz� la obra. Participaron tambi�n en el acto varios arzobispos, obispos, prelados, autoridades, estudiosos, artistas y obreros de las diversas empresas que han llevado a cabo los trabajos. Asimismo, se hallaban presentes el dr. Francesco Buranelli, director general regente de los Museos vaticanos, con los dirigentes y el personal; el marqu�s Giulio Sacchetti, delegado especial de la Comisi�n pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano; el ministro italiano de Obras p�blicas, Willer Bordon; el alcalde de Roma, Francesco Rutelli.
Al inicio del acto, el cardenal Szoka pronunci� unas palabras, en las que ilustr� los trabajos llevados a cabo y dio las gracias a cuantos han realizado esta obra. A continuaci�n, el Santo Padre pronunci� las palabras que publicamos. Luego, salud� a una nutrida representaci�n de dirigentes y obreros. Despu�s subi� al segundo piso, y se detuvo a admirar las vidrieras que cubren la nueva construcci�n y la l�pida conmemorativa colocada en la cima de la escalinata. Salud� tambi�n a los dependientes de los Museos, a los cuales manifest� su gratitud por el trabajo cotidiano realizado con dedicaci�n y entusiasmo. A trav�s de los jardines vaticanos, acompa�ado de los obispos mons. James Michael Harvey y mons. Stanislaw Dziwisz, respectivamente prefecto y prefecto adjunto de la Casa pontificia, regres� al palacio apost�lico.
Se�ores cardenales; venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; ilustres se�ores y se�oras:
1. La inauguraci�n del nuevo ingreso de los Museos vaticanos es para m� motivo de particular alegr�a. El hecho de que se realice durante la primera fase del gran jubileo le da un significado de singular valor simb�lico.
Despu�s de abrir las Puertas santas de las bas�licas romanas, acceso a la gracia del Redentor, hoy inauguro el ingreso que introduce en ese templo del arte y de la cultura que son los Museos.
Es grande la satisfacci�n por la realizaci�n de una obra bastante ardua. Doy las gracias al se�or cardenal Edmund Casimir Szoka por los sentimientos que ha manifestado tambi�n en vuestro nombre y por la interesante presentaci�n que nos ha hecho de los trabajos llevados a cabo y los resultados conseguidos: a �l y a la Direcci�n de servicios t�cnicos les expreso mi m�s profundo agradecimiento, y lo extiendo a los consultores y a los maestros de obras; asimismo, saludo con gratitud al cardenal Castillo Lara, hoy presente entre nosotros, a quien corresponde el m�rito de haber comenzado esta obra.
Tambi�n animo sinceramente, en la persona del director general regente, doctor Francesco Buranelli, a los dirigentes y a todo el personal de los Museos vaticanos. En efecto, a ellos les compete ahora gestionar del mejor modo esta imponente construcci�n, para que alcance los objetivos para los cuales fue concebida y realizada.
Las puertas de la Santa Sede abiertas al mundo
2. Cuando, a fines del siglo XVIII, los Papas Clemente XIV y P�o VI fundaron los Museos vaticanos en el sentido moderno del t�rmino, los visitantes eran una minor�a selecta. Hoy son miles de personas cada d�a, de todas las condiciones sociales y culturales, y proceden de todas las partes del mundo. En verdad se puede decir que los Museos constituyen, en el plano cultural, una de las m�s significativas puertas de la Santa Sede abiertas al mundo.
De aqu� el valor no s�lo funcional, sino tambi�n simb�lico, de un ingreso m�s espacioso, es decir, m�s acogedor, para expresar la renovada voluntad de la Iglesia de dialogar con la humanidad a trav�s del arte y la cultura, poniendo a disposici�n de todos el patrimonio que la historia le ha confiado.
El servicio del Papa con la acci�n y la oraci�n
3. Saludo cordialmente a Giuliano Vangi, autor de la escultura colocada en este nuevo ingreso, y le doy las gracias porque su obra no s�lo es celebrativa; es tambi�n una invitaci�n a la reflexi�n sobre el ministerio petrino, al que la Providencia me ha llamado. Ya desde el primer d�a de mi pontificado, he sentido muy vivamente la misi�n de ayudar al hombre a "cruzar el umbral": a salir de la opresi�n del materialismo hacia la libertad de la fe, la libertad de ser �l mismo siguiendo a Cristo Redentor, supremo defensor de su dignidad y de sus derechos. Este servicio al hombre se realiza en dos momentos, que est�n representados en los dos lados del bloque de m�rmol: el momento de la acci�n y el momento, no menos importante, de la oraci�n. En efecto, ante los sufrimientos humanos, la Iglesia encuentra en Dios la fuerza para impulsar al hombre hacia un futuro de esperanza y libertad.
Me congratulo, asimismo, con el escultor Cecco Bonanotte, autor del portal del nuevo ingreso. El tema de la creaci�n, que ha evocado simb�licamente, se armoniza bien con el del arte, y parece invitar al visitante a reconocer con admiraci�n en el universo, en los seres vivos, y sobre todo en la persona humana, el misterio del Esp�ritu creador.
Colaboraci�n enriquecedora entre la Iglesia y los artistas
4. La colaboraci�n entre la Iglesia y los artistas siempre ha producido "un mutuo enriquecimiento espiritual", del que "ha salido beneficiada la comprensi�n del hombre, de su imagen aut�ntica, de su verdad" ( Carta a los artistas, 13).
Con esta convicci�n, inauguro el nuevo ingreso de los Museos vaticanos, al mismo tiempo que os doy las gracias una vez m�s a todos y os bendigo de coraz�n, lo mismo que a cuantos han trabajado para realizar esta obra verdaderamente monumental.
(�L'Osservatore Romano - 11 de febrero de 2000)