EL CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS LAICOS


NOTA INTRODUCTIVA

Esta publicaci�n tiene como �nico objetivo la presentaci�n de un cuadro general del Consejo Pontificio para los Laicos que permita comprender su peculiar identidad, sus finalidades institucionales, sus tareas y atribuciones, sus �rganos y estructura, destinado a los interlocutores de este dicasterio, a todos los que est�n interesados en su trabajo, as� como tambi�n a quienes entren en contacto con �l por cualquier motivo.

Si bien esta publicaci�n ilustra su g�nesis y desarrollo, no puede ser considerada como una suerte de rese�a, y menos a�n con pretensiones exhaustivas, de los programas y de las actividades llevadas a cabo por el Consejo hasta la actualidad. Se pueden solicitar al secretariado del dicasterio informaciones m�s detalladas al respecto, que se pondr�n con todo gusto a disposici�n.

Un dicasterio de la Santa Sede no puede ser definido sino a la luz del magisterio pontificio y, en modo especial, de los documentos y de las orientaciones de los Papas que se han referido directamente a �l o a la Curia romana en general. Es por eso que hemos retomado sobre todo este material, agregando algunas referencias a escritos especificos sobre la materia.

I

PRESENTACION

1.Dicasterio de la curia romana al servicio de los fieles laicos

El Consejo Pontificio para los Laicos es un dicasterio de la Curia romana, que coadyuva al Sumo Pont�fice en el ejercicio de su supremo oficio pastoral para bien y servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares en lo que ata�e a la promoci�n y a la coordinaci�n del apostolado de los laicos y, en general, a la vida cristiana de los laicos en cuanto tales.(1) Su �ndole ministerial resalta muy claramente si se la considera desde la perspectiva indicada por el Concilio Vaticano II: � En el ejercicio de su potestad suprema, plena e inmediata sobre la Iglesia universal, el Romano Pont�fice se vale de los dicasterios de la Curia romana, los cuales, por lo tanto, cumplen su funci�n en nombre y por autoridad del mismo Pont�fice, para bien de las Iglesias y en servicio de los sagrados Pastores �.(2)

El Consejo es, pues, uno de los instrumentos que, con inmediata adhesi�n, pronta obediencia y disponibilidad de servicio, asisten al Pastor universal de la Iglesia en el �mbito de las competencias por �l mismo asignadas a cada uno de ellos, de modo que la misi�n confiada por Cristo a Pedro y a sus sucesores sea cumplida lo m�s eficazmente posible.

Su peculiaridad se manifiesta ya, en cierto modo, en la posici�n singular que el dicasterio ocupa en el conjunto de los organismos que constituyen la Curia romana. Si bien su nombre lo acomuna a los dem�s Consejos Pontificios, se distingue de ellos porque tiene por objeto un estado de vida o categor�a de cristianos �los � christifideles � laicos�, a diferencia de los que est�n orientados a cuidar una determinada realidad o fomentar una actividad determinada, como la vida familiar, la cultura, la justicia y la paz, el ecumenismo... En este sentido, por su materia y, en parte, por su horizonte y su finalidad, se asemeja a algunas Congregaciones, como la Congregaciones para el Clero o para los Religiosos.(3)

2. Or�genes

La renovada conciencia del misterio de la Iglesia y de su misi�n en el mundo, que se manifest� en el Concilio Vaticano II, no pod�a no inspirar una profunda reforma de la Curia, que Pablo VI emprendi� con la constituci�n apost�lica Regimini Ecclesiae Universae del 15 de agosto de 1967, en la que, junto a las seculares congregaciones, a los tribunales y a los dem�s oficinas curiales, se elencaban nuevos dicasterios y secretariados, creados para responder m�s plenamente a la tarea de aplicar las ense�anzas e indicaciones del Concilio.

El Consejo Pontificio para los Laicos tiene su origen en una propuesta formulada en el n�mero 26 del decreto conciliar Apostolicam Actuositatem, sobre el apostolado de los laicos. Su nacimiento oficial fue establecido por Pablo VI el 6 de enero de 1967 con el Motu proprio Catholicam Christi Ecclesiam. Al t�rmino de su primer per�odo experimental de cinco a�os, el Pont�fice declaraba: � A nadie se le oculta que el Consejo de Laicos est� destinado a desempe�ar una misi�n privilegiada en la Iglesia �.(4) De �l, el mismo Pablo VI dir� al a�o siguiente, que � est� consolid�ndose cada d�a m�s como un instrumento insustituible y eficiente para la promoci�n del laicado en la Iglesia �.(5) A diez a�os de su nacimiento, el 10 de diciembre de 1976, con otro Motu proprio, Apostolatus peragendi, Pablo VI lo reformaba, incorpor�ndolo entre los dicasterios permanentes de la Curia romana. Crecido � en experiencia y madurez �,(6) apreciadas � las se�ales evidentes de un servicio fiel, de la importancia de sus-tareas para la vida de la Iglesia y el ministerio del Papa �,(7) Juan Pablo II �quien, como arzobispo de Cracovia, fue durante a�os uno de sus consultores� no cesa de alentarlo, confirm�ndolo nuevamente en el ejercicio de las exigentes responsabilidades que le competen. Su competencia y estructura fundamentales est�n actualmente definidas en el cuadro de la constituci�n apost�lica Pastor Bonus sobre la Curia romana del 28 de junio de 1988.

3. Naturaleza y finalidad

� Fruto del Concilio �,(8) el Consejo Pontificio para los Laicos no puede ser entendido cabalmente sino en cuanto signo elocuente y fecundo de una renovada comprensi�n de la Iglesia como misterio de comuni�n misionera, en la que ha crecido la conciencia de la dignidad y de la corresponsable participaci�n de los fieles laicos.

Pablo VI amaba indicar al nuevo organismo dos ineludibles polos de referencia: los laicos y la jerarqu�a. � Vuestro Consejo �, afirmaba, � debe mantenerse en una actitud de escucha y de di�logo, sensible para discernir en sus ambientes de vida (de los fieles laicos) las necesidades y las posibilidades de salvaci�n,(9) invit�ndolo a � recoger los ecos procedentes de todos los horizontes, trayendo al mismo tiempo las llamadas que surgen de la vida bajo todos sus aspectos, y la forma bajo la cual se organizan los laicos cristianos, a trav�s de los diversos continentes y de los diversos pa�ses, para responder a las mismas �.(10) En esa perspectiva, dijo a los superiores, a los miembros y consultores del � Consilium de Laicis �: � Vosotros sois (...) los testigos directos de estos movimientos de pensamiento y de acci�n, de sus m�ltiples manifestaciones y de los profundos sentimientos que los inspiran. Pod�is apreciar los aspectos positivos que encierran y ofrecernos preciosos elementos de juicio (...) y esperamos que vuestro sentido de Iglesia, vuestra adhesi�n a quien hoy es su jefe visible (...) os impulse tambi�n a servir de int�rpretes de nuestras ideas ante vuestros hermanos, a ser portadores del eco de nuestras preocupaciones de Pastor, de nuestras consignas y de las directrices que nos corresponde dar para el apostolado �.(11) En esta perspectiva, agregaba el Pont�fice, hay que � recordar y demostrar que el celo y la abnegaci�n no bastan. Son necesarias la reflexi�n, la meditaci�n, la confrontaci�n permanente con el Evangelio y el magisterio de la Iglesia �.(12) Por eso, es fundamental la responsabilidad del dicasterio de promover � la articulaci�n del apostolado de los laicos con el de la Jerarqu�a, dos fuerzas que la misma Constituci�n de la Iglesia no permite imaginar divergentes �.(13) El Consejo tiene, pues, que contribuir para que se establezca � una corriente � en ese � organismo vivo � que es la Iglesia, en virtud de la cual � la cabeza y los miembros est�n estrechamente unidos, en un mismo amor a Cristo Salvador, que las preocupaciones de los hijos sean conocidas y compartidas por el padre, pero tambi�n que la palabra del padre sea escuchada, comprendida y llevada a la pr�ctica por todos los hijos �.(14)

Esta doble, indisociable y fecunda referencia ha sido retomada por Juan Pablo II como caracter�stica y estilo fundamentales del servicio del dicasterio: � Por una parte, ten�is que prestar atenci�n particular a trav�s de la escucha y el di�logo, a las aspiraciones, necesidades y retos que se manifiestan en la vida de los laicos como personas, en sus familias, movimientos y comunidades cristianas, y asimismo en sus diferentes cometidos sociales y culturales (...). Por otra parte, deb�is evaluarlos a la luz de la Revelaci�n y de la Tradici�n cristiana, velando para que se lleven a cabo con esp�ritu de fidelidad a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia �(15) y � en profunda comuni�n con los pastores, a su vez unidos a la C�tedra de Pedro �.(16) Este servicio a los laicos del mundo entero �llamados a edificar la Iglesia, fundada y cont�nuamente renovada por los dones sacramentales, jer�rquicos y carism�ticos no puede, por lo tanto, prescindir de una atenta consideraci�n de todo lo que el Esp�ritu de Dios suscita en la vida de las personas y las comunidades.

Cuando se trata de promover y alentar la participaci�n de los fieles laicos en la vida y misi�n de la Iglesla, una actitud realista sabe bien que hablar del � laicado � significa referirse a personas muy diferentes, en una gran diversidad de condiciones y contextos de vida, con dis�miles niveles de formaci�n cristiana y en una pluralidad de modalidades de compromiso. Sabe tambi�n que el laicado no puede ser comprendido sino a la luz de una eclesiolog�a de comuni�n y de misi�n en relaci�n a las concretas condiciones de vida en el mundo. No es una casualidad, pues, la estrecha vinculaci�n existente entre el decreto Apostolicam actuositatem y las constituciones conciliares Lumen Gentium sobre la Iglesia y Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo contemporaneo.(17)

El amplio horizonte del servicio del dicasterio ha sido claramente indicado por Pablo VI y Juan Pablo II.(18) � El campo (...) es inmenso. Y la tarea considerable: evangelizar a las personas, a las culturas, trabajar desde dentro, como la levadura en la santificaci�n del mundo, impregnar el orden temporal del esp�ritu evang�lico, para la construcci�n de un mundo m�s digno de los hombres, hijos de Dios �.(19) A�os despu�s, Juan Pablo II se�alaba una vez m�s al Consejo Pontificio para los Laicos: � Una tarea inmensa que nos ha legado el gran acontecimiento conciliar: la de hacer que un n�mero siempre creciente de cristianos se comprometan a vivir consciente y coherentemente su sacerdocio de bautizados, como piedras del edificio de Cristo, ciudadanos y protagonistas de un pueblo peregrino �.(20)

4.Estructura

4.1. Secretariado

El Consejo Pontificio para los Laicos, como los dem�s dicasterios de la Curia romana, tiene a la cabeza un presidente, coadyuvado por un secretario y un subsecretario, y es asistido por un comit� de presidencia compuesto por cardenales y obispos.

En el �mbito del secretariado existen secciones que se ocupan respectivamente:
� de los movimientos y asociaciones internacionales de fieles laicos;
� de la vocaci�n y misi�n de la mujer en la Iglesia y en la sociedad;
� de la pastoral juvenil.

Unos quince laicos, empleados a tiempo completo, cumplen servicios de secretar�a y traducciones, trabajan en el �mbito administrativo, cuidan las publicaciones del dicasterio, aseguran el funcionamiento de la biblioteca, del archivo y protocolo, etc.

Los superiores, con los m�s directos colaboradores (jefes de oficina y ayudantes de estudio) se reunen semanalmente en el llamado � congreso �, que trata los asuntos corrientes y sigue la realizaci�n de los programas del dicasterio.

4.2. Miembros y consultores

A diferencias de las congregaciones cuyos miembros son sobre todo cardenales y obispos, a los cuales se agregan, seg�n los casos, � algunos cl�rigos y otros fieles �,(21) el dicasterio cuenta con miembros y consultores que son en su mayor�a laicos, nombrados por el Santo Padre �junto a algunos obispos, escogidos en general en raz�n de sus cargos, especialmente en cuanto secretarios de otros dicasterios de la Curia� por un quinquenio.

� El rostro de este Consejo pone de relieve m�s claramente las diferentes culturas, las diferentes edades y sexos de quienes forman parte del pueblo de Dios. Sin duda, no ha sido posible incluir en �l la expresi�n de todas las situaciones y de todas variedades sociales de la humanidad (...). Pero, tal como es, este Consejo debe esforzarse por representar la universalidad del laicado �.(22) Por eso, el Papa puede afirmar que, dirigi�ndose al dicasterio, a sus miembros y consultores, � en cierto modo se dirige a todos los laicos en la Iglesia �.(23) Esto es as�, no porque se trate de una representaci�n formal de comunidades cristianas, asociaciones de fieles y otras instancias, sino en virtud de aquella diversidad de situaciones y experiencias de la que los miembros y consultores, aunque designados a titulo personal, se hacen portavoces e int�rpretes en el seno del dicasterio. El Consejo Pontificio para los Laicos es de este modo un lugar de especial presencia de los laicos en la Curia romana, espacio de expresi�n, en el coraz�n de la Iglesia universal, de sus preocupaciones y esperanzas.

Los miembros son convocados peri�dicamente en asambleas plenarias que, sobre la base de las experiencias, de las necesidades y anhelos de los laicos del mundo entero, estudian las grandes l�neas de orientaci�n y de los programas del dicasterio. Los consultores est�n llamados, por lo general, a dar pareceres cualificados sobre materias de orden teol�gico, can�nico y pastoral.

4.3. Modalidades de trabajo

La actividad ordinaria del Consejo Pontificio para los Laicos pasa a trav�s de una densa red de contactos epistolares, visitas, encuentros, sesiones de estudio. A la vez, el dicasterio se ocupa de la definici�n, organizaci�n y realizaci�n de los programas de mayor envergadura (Congresos mundiales de laicos, Jornadas mundiales de la juventud), de los congresos de laicos de diversos continentes y regiones, de los encuentros internacionales sobre temas de particular inter�s y actualidad (la mujer en la Iglesia y en la sociedad, el testimonio cristiano en el mundo del trabajo, la pastoral universitaria, etc.), de los encuentros mundiales con representantes de asociaciones internacionales y movimientos eclesiales.

Las asambleas plenarias, que son las reuniones m�s importantes del dicasterio y momento fuerte de la participaci�n de los miembros �provenientes de todas las partes del mundo� al servicio y en la orientaci�n del dicasterio, tienen la finalidad de:
� profundizar, a la luz del magisterio pontificio, cuestiones de inter�s particular;
� sensibilizar respecto a problem�ticas de la vida de los fieles laicos, mediante el di�logo y la reflexi�n com�n;
� formular sugerencias y propuestas en vista de la definici�n de los programas del dicasterio;
� proceder al examen de los documentos en elaboraci�n en el dicasterio;
� comprometer a los miembros en la divulgaci�n de las iniciativas y de los programas del Consejo en las Iglesias locales y entre los movimientos y las asociaciones laicales internacionales.

El trabajo desarrollado por el dicasterio queda documentado por una serie de publicaciones peri�dicas: el Servicio de Informaci�n, que ofrece un panorama de las actividades del Consejo; el Servicio de Documentaci�n y la Revista Laicos Hoy, que presentan respectivamente las actas de los congresos m�s importantes y la s�ntesis monogr�fica de estudios y experiencias en el �mbito de cuestiones espec�ficas; la revista I Care. Juventud Iglesia Esperanza, m�s particularmente referida a la pastoral juvenil y a las jornadas mundiales de la juventud.

4.4. Interlocutores

En el cumplimiento de sus actividades, el Consejo Pontificio para los Laicos mantiene di�logos y colaboraciones con diversos interlocutores, cuyo aporte es de gran ayuda para la realizaci�n de sus finalidades. Los principales interlocutores son:
� los otros dicasterios de la Curia romana;
� los obispos diocesanos;
� las conferencias episcopales, sobre todo mediante sus respectivas comisiones para los laicos;
� los consejos nacionales de laicos;
� las asociaciones internacionales y los movimientos eclesiales de laicos.

Muchos otros contactos se realizan por su trabajo en los contextos de:
� la pastoral juvenil, universitaria y del mundo del trabajo;
� la promoci�n de la mujer;
� la participaci�n de los laicos en los consejos pastorales y en ministerios no ordenados;
� las escuelas de formaci�n.

Con raz�n se puede, pues, afirmar que el Consejo Pontificio para los Laicos �llamado a � suscitar cada vez m�s, tanto en el seno como fuera de la Curia romana la atenci�n y la consideraci�n del papel de los laicos en el �nico servicio de la Iglesia ��(24) es un dicasterio � con las puertas abiertas � para acoger personas y experiencias divers�simas.

5. Una � magna carta �

La VII Asamblea del S�nodo de los Obispos sobre � La vocaci�n y la misi�n de los laicos � (octubre de 1887) ha dado al Consejo Pontificio para los Laicos una panor�mica de la multiforme realidad del laicado a nivel mundial a veinte a�os de la conclusi�n del Concilio Vaticano II. El dicasterio fue llamado a colaborar activamente en la preparaci�n de ese evento,(25) que cont� con la participaci�n, a diverso t�tulo y con diferentes responsabilidades, de un n�mero significativo de laicos del mundo entero.

Las orientaciones de la exhortaci�n apost�lica postsinodal Christifideles laici de 1988 constituyen actualmente el cuadro principal de referencia en lo que ata�e a la vocaci�n de los fieles laicos, a su comuni�n y participaci�n en la vida y misi�n de la Iglesia. La validez del documento, que ha suscitado gran inter�s y vastos ecos, procede del haber sabido conjugar simult�neamente tres importantes objetivos. En primer lugar, se puede encontrar en �l una recapitulaci�n org�nica de las ense�anzas del Concilio Vaticano II sobre los laicos, a la luz del sucesivo magisterio y praxis de la Iglesia. En segundo lugar, afronta el tema de la novedad de los movimientos y de cuestiones que cobraron cuerpo despu�s del Concilio, mientras que procede a la vez al delicado y necesario discernimiento de experiencias, corrientes y modalidades de participaci�n del laicado que fueron caracter�sticas del primer periodo postconciliar. En tercer lugar, propone renovadas orientaciones para � suscitar y alimentar una m�s decidida toma de conciencia del don y de la responsabilidad que todos los fieles (...) tienen en la comuni�n y misi�n de la Iglesia �.(26)

La exhortaci�n apost�lica ha sido, pues, una � magna carta � que ha inspirado y guiado los sucesivos programas del Consejo Pontificio para los Laicos. Como el sentido de la dignidad, de la corresponsabilidad y participaci�n de los laicos se iluminan y realizan cabalmente s�lo desde el misterio de comuni�n misionera que es (que vive) la Iglesia, las actividades emprendidas por el dicasterio han apuntado siempre a promover una participaci�n basada sobre una renovada adhesi�n al Misterio, en el encuentro y seguimiento de Cristo, y sobre una renovada leticia en la comunicaci�n misionera del don recibido. Por eso mismo, ante el interrogante clerical: � �Qu� hacer con los laicos? �, ha puesto siempre a la luz m�s el � ser � que las funciones y atribuciones: ser creaturas nuevas �hombres nuevos y mujeres nuevas�, incorporadas a Cristo mediante la gracia bautismal, llamadas a crecer como � christifideles � en la santidad, part�cipes a su modo del triple oficio sacerdotal (o cultual), prof�tico (de testimonio y anuncio) y real (de dominio de s� y del mundo al servicio dei reino de Dios).

6. Campos de actividad

6.1. Contactos con las conferencias episcopales y las Iglesias locales

El Consejo Pontificio para los Laicos tiene relaciones de colaboraci�n sea con las conferencias episcopales sea con los obispos de las Iglesias particulares. De ellos, en efecto, y de su ministerio, dependen en gran medida un aut�ntico crecimiento y participaci�n de los � christifideles � laicos en la misi�n de la Iglesia.

En el correr de los a�os han ido aumentando considerablemente los encuentros con los ordinarios diocesanos y cobrando cada vez m�s importancia las sesiones de estudio con los grupos de obispos en visita � ad limina �. Los temas planteados con mayor frecuencia por parte de los obispos en estas ocasiones han sido aquellos concernientes a la formaci�n de los laicos, las relaciones de los movimientos eclesiales con los pastores y su inserci�n en la vida de las Iglesias locales, los ministerios no ordenados confiados a fieles laicos, el compromiso de los laicos en el mundo, la promoci�n de la mujer y la pastoral juvenil. El di�logo con los obispos y las reflexiones que proceden de esos muchos encuentros ayudan al dicasterio a ponerse a la escucha de las situaciones y experiencias locales y representan una base insustituible para el discernimiento de las cuestiones de mayor actualidad y para la elaboraci�n de sus programas.

En el �mbito de las conferencias episcopales, el di�logo y la calaboraci�n se llevan a cabo a nivel de las respectivas comisiones para los laicos y para la pastoral juvenil. Estos contactos, que se intensifican en ocasi�n de la organizaci�n de encuentros regionales o continentales de laicos (Africa, Asia, Am�rica Latina, Europa, Medio Oriente) y se revelan fructuosos en la promoci�n de iniciativas relativas al apostolado laical, se establecen tambi�n con los organismos de servicio a la colegialidad episcopal, como el � Symposium des Conf�rences Episcopales d'Afrique et Madagascar � (Sceam), la � Federation of Asian Bishops Conference � (Fabc), el � Consejo Episcopal Latinoamericano � (Celam) y el � Consilium Conferentiarum Episcopalium Europae � (Ccee).

6.2. Asociaciones y movimiemtos eclesiales

Una parte consistente del trabajo del Consejo Pontificio para los Laicos est� enunciada en el art. 134 de la constituci�n apost�lica Pastor Bonus: � En el �mbito de la propia competencia, el Consejo trata todo lo que concierne a las asociaciones laicales de fieles; erige luego a las que tienen un car�cter internacional y aprueba o reconoce sus estatutos (...); en lo que concierne a las terceras �rdenes, cuida (...) lo que se refiere a su actividad apost�lica �. La exhortaci�n apost�lica Christifideles laici da una idea del radio de acci�n de esta tarea cuando se�ala � la riqueza y la versatilidad de los recursos que el Esp�ritu alimenta en el tejido eclesial (...) y la capacidad de iniciativa y generosidad � que demuestra en ese campo el laicado, reconociendo � una nueva �poca asociativa de los fieles laicos � en la que � junto al asociacionismo tradicional y a veces desde sus mismas ra�ces, han germinado movimientos y asociaciones nuevas (...) �.(27)

En respuesta a las ense�anzas y a las indicaciones del Santo Padre, el dicasterio respeta y alienta la libertad asociativa de los fieles, valoriza los carismas y pedagog�as de las diversas formas asociativas y reconoce la riqueza de su presencia en la comuni�n y misi�n de la Iglesia.

El Consejo Pontificio para los Laicos mantiene estrechos v�nculos con las Organizaciones Internacionales Cat�licas (y la Conferencia de las Oic), con las realidades de la Acci�n Cat�lica (y el Forum Internacional de la Acci�n Cat�lica), con asociaciones, comunidades y movimientos eclesiales. Refiri�ndose a esa pluralidad de relaciones, el Santo Padre ha destacado � ese camino muy �til que conduce a conocerse mejor, a acoger con reconocimiento los dones y los frutos propios de otras experiencias asociativas, (super�ndose as�) prejuicios y oposiciones (...), para vivir en modo m�s transparente la comuni�n, para enriquecerse mutuamente y para participar cada uno m�s activamente en la �nica misi�n de la Iglesia �.(28) Es �sta la l�nea de conducta del dicasterio, y bien puede afirmarse que no poco ha contribuido para ir suscitando m�s positivas actitudes de reconocimiento rec�proco, de comuni�n y colaboraci�n entre las diversas experiencias asociativas. Un papel importante en ese sentido ha jugado tambi�n la colaboraci�n de asociaciones, movimientos y grupos cat�licos en la preparaci�n y realizaci�n de las jornadas y encuentros mundiales de la juventud.

El dicasterio sigue tambi�n con atenci�n la experiencia de nuevos grupos y comunidades laicales cuyos miembros �en parte o en su totalidad� viven seg�n los consejos evang�licos, sin que conformen ni pretendan llegar a ser un instituto di vida consagrada. Se interesa asimismo de aquellas fraternidades y asociaciones laicales vinculadas al carisma y a la diacon�a de comunidades religiosas.

La multiplicaci�n de experiencias asociativas requiere del Consejo Pontificio para los Laicos �a quien ha sido confiada la delicada tarea de discernimiento de estas nuevas formas comunitarias� un estudio atento y puntual de la normativa can�nica vigente y el ejercicio de su � potestad de jurisdicci�n �. En este contexto, las solicitudes de reconocimiento o erecci�n can�nica planteadas al dicasterio lo han llevado, por una parte, a definir un �ter para la presentaci�n y el examen de los estatutos y la elaboraci�n de decretos de concesi�n de la personalidad jur�dica y de actos similares y, por otra parte, a intensificar las consultas (tambi�n mediante reuniones � ad hoc �) con canonistas sobre diversas cuestiones, como, por ejemplo, la distinci�n entre asociaciones de derecho p�blico y de derecho privado, la participaci�n de cristianos de otras confesiones y comunidades en asociaciones cat�licas, la configuraci�n can�nica de asociaciones cuyos miembros siguen radicalmente los consejos evang�licos, la adhesi�n de sacerdotes y religiosos a asociaciones y movimientos laicales, etc.

6.3. Los j�venes

La Secci�n � j�venes � del Consejo Pontificio para los Laicos, instituida por Juan Pablo II en 1986, quiere dar concreta visibilidad a la importancia que el Papa y toda la Iglesia atribuyen al mundo de los j�venes en el presente y en el futuro, y ser signo de solicitud pastoral y de confianza respecto de ellos. El Santo Padre expres� magistralmente esta finalidad en un discurso a la Curia romana, del 20 de diciembre de 1985, cuando afirm�: � Todos los j�venes deben sentirse seguidos por la Iglesia: por eso, toda la Iglesia, en uni�n con el Sucesor de Pedro, tiene que sentirse cada vez m�s comprometida, a nivel mundial, en favor de la juventud, de sus ansias y solicitudes, de sus apertunas y esperanzas, para corresponder a sus expectativas, comunicando la certeza que es Cristo, la Verdad que es Cristo, el amor que es Cristo �.(29)

Punto de referencia fundamental para la actividad de la Secci�n es la Carta Apost�lica a los j�venes y a las j�venes de todo el mundo, publicada por el Santo Padre en 1985 con ocasi�n del A�o Internacional de la Juventud.

En el �mbito de 1a Santa Sede, la Secci�n se considera como portavoz de los j�venes, instrumento de sensibilizaci�n de otros dicasterios en materia de pastoral y de problemas de juventud, centro de informaci�n sobre las realidades de la pastoral y del apostolado de los j�venes a nivel mundial.

En el �mbito de la Iglesia universal, la Secci�n divulga las iniciativas del Santo Padre, se mantiene en contacto con movimientos y asociaciones juveniles internacionales promoviendo encuentros y colaboraciones entre ellas y organiza congresos de pastoral juvenil a nivel internacional y continental.

En el �mbito de las organizaciones internacionales que se ocupan de la juventud por ejemplo, las comisiones de la Unesco y del Consejo de Europa), la Secci�n � J�venes � est� encargada, por lo general, de representar a la Santa Sede.

Momentos fuertes de su actividad son la preparaci�n de las celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud, instituida por Juan Pablo II en 1985 (que tienen lugar anualmente en las Iglesias locales) y la organizaci�n de los Encuentros mundiales del Papa con los j�venes (que tienen lugar cada dos a�os en pa�ses diversos, sede de cada uno de ellos) en cuyo contexto se destaca especialmente el Forum Internacional de los J�venes.

La Secci�n se ocupa de la edici�n de las ense�anzas oficiales del Sumo Pont�fice a los j�venes en el volumen � El Papa habla a los j�venes � y recoge documentaci�n relativa a la pastoral, a las asociaciones y a los movimientos juveniles, a las actividades de las m�s importantes organizaciones internacionales que trabajan con los j�venes y a las m�s significativas publicaciones de pastoral, pedagog�a, sociolog�a y sicolog�a sobre el tema.

En nombre del Consejo Pontificio para los Laicos, su secci�n � J�venes � promueve y coordina las actividades del Centro Internacional Juvenil San Lorenzo, querido con sede en Roma por Juan Pablo II para la acogida y la evangelizaci�n de los j�venes peregrinos.

Las actividades de la Secci�n � J�venes � cuentan con la ayuda de la Fundaci�n � Juventud Iglesia Esperanza �, erigida como persona jur�dica p�blica el 29 de junio de 1991 por el presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, con la finalidad de � cooperar a la puesta en pr�ctica de las ense�anzas del magisterio de la Iglesia cat�lica en orden a la prioridad de la pastoral juvenil, particularmente manifestada en las jornadas mundiales de la juventud � y de � promover la evangelizaci�n de los j�venes y sostener la pastoral juvenil en todo el mundo � (Estatuto, arts. 1, 2.1).

6.4. La vocaci�n y la misi�n de la mujer

En su compromiso por poner en pr�ctica, en el �mbito del laicado, las ense�anzas del Concilio Vaticano II, el Consejo Pontificio para los Laicos no ha descuidado jam�s una especial atenci�n a la cuesti�n de la igual dignidad que hay que reconocer al hombre y a la mujer.(30) Esta atenci�n ha hecho que el dicasterio fuese punto de referencia para iniciativas eclesiales emprendidas en la materia, como, por ejemplo, la Comisi�n de estudio sobre la Mujer en la Sociedad y en la Iglesia, instituida por Pablo VI en 1973 y que concluy� su mandato en 1976.

El comienzo de un trabajo sistem�tico de investigaci�n y de estudio en este campo se dio, sin embargo, en el a�o 1975. Proclamado como A�o Internacional de la Mujer por las Naciones Unidas, vio la activa colaboraci�n del dicasterio para la contribuci�n de la Santa Sede.(31) El Consejo sigui� prestando esa colaboraci�n �sirvi�ndose tambi�n de los resultados de an�lisis realizados con la cooperaci�n de movimientos y asociaciones internacionales comprometidas en la promoci�n de una m�s activa presencia de la mujer en la vida social y eclesial� en ocasi�n de todas las Conferencias mundiales sobre el tema: Ciudad de M�xico (1975), Copenaghe (1980), Nairobi (1985), Pek�n (1995).

La atenci�n que Juan Pablo II presta a la dignidad de la mujer y la importancia que da a la plena comprensi�n de la identidad de la persona �creada var�n y mujer� han llevado al Consejo Pontificio para los Laicos a poner estos dos principios al centro de sus iniciativas m�s recientes, como el encuentro internacional � Mujeres �, realizado en Roma en diciembre de 1996, con la participaci�n de m�s de 120 personas, en su mayor�a mujeres cat�licas. Dos fueron los momentos m�s relevantes de la reflexi�n: una � lectura � de la Conferencia de Pek�n hecha a la luz de las orientaciones de Juan Pablo II en la exhortaci�n apost�lica Christifideles laici, en la carta apostolica Mulieres Dignitatem y en la Carta a las mujeres y un estudio de los fundamentos antropol�gicos y teol�gicos de la dignidad y misi�n de la mujer, capaz de suscitar una re-comprensi�n de la identidad femenina, del respeto de la vida y el cuidado de lo humano, de la reciprocidad complementaria entre var�n y mujer y de la espiritualidad femenina.

En el desarrollo de este trabajo, el Consejo �siempre abierto a la colaboraci�n con otros dicasterios de la Curia romana, con asociaciones, movimientos y organizaciones no gubernamentales (Ong)� es ayudado por un grupo consultivo � ad hoc � compuesto mayoritariamente por mujeres.

6.5. El compromiso de los laicos en el mundo

La necesidad de una presencia cristiana laical, coherente y eficaz, en los ambientes en que est�n en juego cuestiones cruciales de la convivencia social pone en primer plano la exigencia de una adecuada formaci�n y de una compa��a pastoral de los fieles laicos con puestos de responsabilidad en la � ciudad secular �. Dado que esta formaci�n cristiana tiene que incluir, obviamente, un conocimiento profundo de la Doctrina Social de la Iglesia, el Consejo Pontificio para los Laicos sigue con inter�s los programas y las iniciativas que contemplan su estudio, su divulgaci�n y su concreta aplicaci�n en los �mbitos de la pol�tica, del mundo del trabajo, de la actividad empresarial, del sindicato, del mundo universitario, etc.

El dicasterio ha dado respuesta a esta preocupaci�n promoviendo diversas iniciativas en el �mbito de la pastoral de los trabajadores y de los universitarios. M�s reciente y especialmente significativo ha sido el Simposio internacional organizado a los 30 a�os de la promulgaci�n de la Constituci�n pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo contemporaneo. Participaron en �l cristianos con altas responsabilidades pol�ticas e institucionales, empresariales y sindicales, acad�micas, cient�ficas y artisticas (a niveles nacionales e internacionales), que aportaron una valiosa contribuci�n a la reflexi�n sobre cuestiones de gran importancia consideradas en la segunda parte del documento conciliar (matrimonio y familia, trabajo y econom�a, educaci�n y cultura, pol�tica y derechos humanos, paz y colaboraci�n entre los pueblos) y sobre las concretas posibilidades de testimonio y acci�n de los cristianos.

La formaci�n de los cristianos laicos para dar testimonio de Cristo en todos los ambientes, su conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia, su compromiso por la paz y por la creaci�n de condiciones de vida m�s justas y m�s humanas, la necesidad de su acompa�amiento y sost�n por parte de la comunidad cristiana y sus pastores... son tem�ticas siempre presentes en los programas del dicasterio y en su di�logo con los obispos del mundo entero. Y son tambi�n cuestiones que llaman a la colaboraci�n en el �mbito de la Curia romana, por ejemplo con los Consejos Pontificios para la familia, de la cultura, de la justicia y la paz, � Cor unum �...

6.6. La participaci�n de los laicos en la vida de las comunidades eclesiales

Otro campo de trabajo del dicasterio es el de la participaci�n de los fieles laicos en la vida de las comunidades cristianas locales, animados por un profundo sentido de pertenencia eclesial y enriquecidos por el reconocimiento de la diversidad y complementaridad �en el seno del pueblo de Dios� de vocaciones, ministerios y carismas, estados de vida y funciones. Esta participaci�n, sostenida sobre todo por la vida lit�rgico-sacramental, fuente de la vocaci�n y misi�n de los fieles, se expresa en las dimensiones comunitaria, caritativa, catequ�tica, educativa e misionera.

El dicasterio, consciente de la importancia de la parroquia �que reune a los fieles laicos en torno al pan de la Palabra y de la Eucarist�a para su crecimiento en santidad y comuni�n�, sigue con atenci�n las iniciativas que, en su �mbito, tienden a profundizar la formaci�n cristiana, a dar nuevo impulso al apostolado y a alimentar la vida comunitaria. Entre �stas cabe se�alar, por ejemplo, a las peque�as comunidades o comunidades eclesiales de base, que son lugares de compromiso de muchos fieles laicos, y a las formas tradicionales de la piedad popular (devociones, peregrinaciones, etc.) mediante las cuales much�simos laicos expresan su arraigo en la tradici�n cristiana. Otros momentos fuertes de movilizaci�n del laicado, que no dejan de llamar la atenci�n del dicasterio, son tambi�n los s�nodos y los congresos nacionales de cat�licos.

Tienen especial relevancia en el trabajo del dicasterio en esta perspectiva las diversas formas de institucionalizaci�n de esa participaci�n y corresponsabilidad eclesial de los laicos, como se da en los consejos nacionales de laicos que existen en muchos pa�ses en cuanto espacios de encuentros y colaboraciones, y en la presencia y contribuci�n de los laicos en los consejos pastorales (parroquiales y diocesanos). En colaboraci�n con otros dicasterios, el Consejo Pontificio para los Laicos se ocupa, en fin, de la creciente y variada experiencia de los ministerios no ordenados confiados a laicos.

II

ALGUNAS REFERENCIAS HISTORICAS

1. Una gran corriente historica

Con ocasi�n de la primera asamblea plenaria del apenas constituido � Consilium de Laicis �, durante la audiencia concedida a los miembros y consultores, Paolo VI afirmaba: � No es cosa de hoy el apostolado de los laicos. Vosotros sois herederos de un generoso esfuerzo que permite nuevos desarrollos en la actualidad. Nos falta el tiempo para volver a recorrer su multiforme historia; por lo dem�s, ella est� presente en vuestro esp�ritu y en vuestro coraz�n. Nos es suficiente agradecer con vosotros al Se�or y dirigir un pensamiento agradecido a todos los que ayer sembraron lo que nosotros hoy recogemos con alegr�a �.(32) Singular gratitud expresaba tambi�n Juan Pablo II, conmemorando el vig�simo aniversario de la promulgaci�n del decreto conciliar Apostolicam actuositatem sobre el apostolado de los laicos: � �Y c�mo no incluir en nuestro grato recuerdo a tantas personalidades, asociaciones y cristianos que, en momentos diversos de la historia, han sido protagonistas del largo proceso de �promoci�n dal laicado�, que ya en el siglo pasado adquiri� una fuerza especial y que despu�s se ha delineado como una de las corrientes m�s fecundas y vivas de la renovaci�n de la Iglesia en nuestro siglo? �.(33)

Con raz�n se ha escrito que � esa corriente hist�rica de promoci�n de los laicos �uno de los hechos mas importantes del siglo XX eclesial� fue generada y cont� con impulsos sucesivos en el proceso de una maduraci�n progresiva de una m�s profunda autoconciencia del ser y misi�n de la Iglesia en nuestro tiempo. De esa preparaci�n remota y pr�xima del Concilio Vaticano II, que hunde sus ra�ces hist�ricas en la segunda mitad del siglo pasado, se cuenta ya con numerosas investigaciones y estudios. Nuevas exigencias y modalidades de participaci�n de los fieles laicos se promueven, entonces, en Europa, ante la progresiva disgregaci�n de las cristiandades rurales tradicionales, ante la ruptura entre el � trono � y el � altar � y las hostilidades y persecuciones promovidas contra la Iglesia por las nuevas dirigencias politicas e intelectuales secularizantes, ante las profundas repercusiones sociales y culturales provocadas por la extensi�n del proceso de la � revoluci�n industrial � (...). Los estud�os b�blicos y patristicos hacia finales de siglo, el camino emprendido de renovaci�n eclesiol�gica, nuevos carismas y comunidades misioneras � ad gentes �, el resurgimiento del asociacionismo cat�lico, las corrientes y experiencias del � catolicismo social �, entre otros, fueron abriendo cauces y dando consistencia a ese protagonismo de los fieles laicos �.(34)

2. Acontecimientos significativos

Es �til recordar algunos hechos que, en buena medida, pueden ser considerados como pre�mbulos de la creaci�n del � Consilium de Laicis �.
� la importancia, en el cuadro del renacimiento del asociacionismo laical, de la creaci�n y difusi�n de la Acci�n Cat�lica, sobre todo a partir del pontificado de Pio XI. Se consolida de este modo � una figura jur�dica distinta de las contempladas en el C�digo, sobre cuya naturaleza se discuti� ampliamente (...), provocando m�ltiples intervenciones del Romano Pont�fice y por tanto suscitando interrogantes sobre el engarce de toda esta labor con los organismos de la Curia �.(35) En 1938 P�o XI instituy� la Oficina � Actio Catholica �. Presidida por un cardenal, era a�n definida, en una nota de 1955, como un organismo de la Santa Sede al servicio del episcopado, punto de apoyo para las organizaciones operantes a nivel internacional y de est�mulo para la creaci�n de la Acci�n Cat�lica en los diversos pa�ses as� como para el intercambio de experiencias, etc.;(36)
� el nacimiento de una serie de organizaciones, reunidas luego bajo el t�tulo de Organizaciones Internacionales Cat�licas (Oic), vinculadas entre ellas en la Conferencia de los Presidentes de las OIC �instituci�n nacida en 1927�,(37) que despu�s de la crisis de la Sociedad de las Naciones, en 1939, y de los eventos de la II guerra mundial fue reconstituida como � Conferencia de las Oic � en 1946;
� la difusi�n de instituciones y movimientos, � formas nuevas que promov�an, de una u otra forma, la santidad cristiana en el mundo �,(38) algunas de las cuales fueron acogidas bajo la nueva figura de los institutos seculares y confiadas a la competencia de la que ser� entonces Congregaci�n para los Religiosos y los Institutos Seculares, y otras bajo la competencia de la Sagrada Congregaci�n del Concilio;
� finalmente, la realizaci�n de los congresos mundiales para el apostolado de los laicos (1951, 1957, 1967). Precisamente para � hacer fecundas y duraderas las buenas intenciones manifestadas � durante el primero de esos congresos, P�o XII instituy�, el 23 de enero de 1952, el Comit� Permanente de los Congresos Internacionales para el Apostolado de los Laicos (Copecial), en el que confluy� progresivamente la anterior Oficina � Actio Catholica � y al que Pablo VI reconoci� una triple funci�n: � estimular el apostolado, escoger las ideas-gu�as, coordinar los esfuerzos �. (39) En efecto, el Copecial favoreci� la colaboraci�n entre los movimientos de apostolado de los laicos del mundo entero, organizando �adem�s de los congresos mundiales, encuentros nacionales, internacionales y regionales, divulgando sus resultados, suscitando estudios relativos a cuestiones del apostolado de los laicos, recogiendo y difundiendo una vasta documentaci�n en la materia, promoviendo una serie de reuniones de expertos sobre el � status quaestionis � de la teologia del laicado �.(40)

En la reestructuraci�n de la Curia romana tal como resultaba de la reforma efectuada por P�o X con la constituci�n apost�lica Sapienti consilio del 29 de junio de 1908 y confirmada por el C�digo de Derecho Can�nico de 1917, tocaba a la Sagrada Congregaci�n del Concilio la competencia de � toda la disciplina del clero secular y del pueblo cristiano �, incluyendo a los laicos. � No nos consta �, ha sido observado, � que exista ning�n estudio encaminado a valorar en qu� grado o cuant�a la actividad de la Sagrada Congregaci�n del Concilio estuvo dedicada, en la pr�ctica, a temas relacionados con el laicado. La impresi�n general es que, de hecho, su atenci�n se dirigi� preferentemente a otras materias, aunque hay algunos temas �como, por ejemplo, las asociaciones de fieles� que s� fueron objeto de amplia consideraci�n �.(41) La creciente participaci�n de los laicos en la vida eclesial, las nuevas y diversas modalidades asociativas que desbordaban las categor�as del C�digo, los nuevos organismos creados en Roma para acompa�ar, encauzar y promover esta � corriente hist�rica � eran, todas ellas, se�ales de � una nueva etapa en el proceso secular de inserci�n del laicado en los �rganos y en la actividad cualificada de la Iglesia �.(42)

3. El Concilio Vaticano II

� El Concilio ha ratificado y ampliado el aporte que ya los movimientos del laicado cat�lico, desde hace un siglo, ofrecen a la Iglesia peregrina y militante �:(43) son palabras de Pablo VI en el Angelus del domingo 21 de marzo de 1971. Y Juan Pablo II, en uno de los primeros encuentros de su pontificado con fuerzas vivas de1 laicado organizado, se�alaba a su vez: � Vosotros sab�is bien c�mo el Concilio Vaticano II recogi� esa gran corriente hist�rica contemporanea de la �promoci�n del laicado�, profundiz�ndola en sus fundamentos teol�gicos, integr�ndola e ilumin�ndola cabalmente en la eclesiolog�a de la Lumen Gentium, convocando e impulsando la activa participaci�n de los laicos en la vida y misi�n de la Iglesia �.(44)

� En aquella enorme, compleja y rica escena de trabajos preparatorios, de estudio y consultas, de intervenciones y redacciones, iluminada por la gu�a del Esp�ritu Santo �,(45) muchas personas, entre las cuales numerosos laicos, colaboraron de diversas maneras a la elaboraci�n y a la redacci�n definitiva del decreto Apostolicam Actuositatem. �C�mo no recordar, por ejemplo, la participaci�n en las sesiones del Concilio de un grupo significativo y muy activo de auditores laicos de designaci�n pontificia?

En la fase preparatoria, en el �mbito de la Sagrada Congregaci�n del Concilio, se realiz� un trabajo importante por la Comisi�n � De laicatu catholico �, en el seno de la cual fue ya planteada la cuesti�n de la necesidad de un � organismo romano � para la promoci�n del apostolado de los laicos.(46) En el esquema elaborado en 1962 por la � Comisi�n preparatoria para el Apostolado de los Laicos � �creada junto a todas las otras comisiones preparatorias con el Motu proprio Superno Dei nutu, del 4 de junio de 1960� se habla � en modo gen�rico � de un eventual � secretariado � romano.(47) La cuesti�n se propone nuevamente en la Comisi�n conciliar constituida en octubres de 1962. Un testigo directo, y protagonista, de estos hechos, recuerda que, a partir de febrero de 1963, el nuevo proyecto de esquema relativo al apostolado de los laicos es comunicado por medio de los obispos a los dirigentes de las organizaciones de apostolado: se consult� a los responsables de las Organizaciones Internacionales Cat�licas y al consejo directivo del Copecial. El esquema publicada en 1964 afirmaba: � Se considera altamente oportuno constituir en la Santa Sede (� apud Sanctam Sedem �) un organismo especial (� sui iuris �) de laicos. En el esp�ritu de los redactores, � apud � deb�a significar �de la� Santa Sede y no un organismo de las organizaciones laicales ante la Santa Sede, mientras la expresi�n � sui iuris � significaba un organismo independiente, presidido por un cardenal.(48) El mismo a�o, el Papa aprob� la constituci�n de un �grupo restringido� para estudiar la cuesti�n del � organismo �. Del grupo, presidido por un cardenal, formaban parte obispos, � peritos � y auditores laicos, que elaboraron un proyecto de �Secretariado para el apostalado de los laicos� destinado a absorber el Copecial y la Oficina � Actio Catholica �. Una consulta mundial fue efectuada a las Conferencias episcopales (y por su intermedio a los organismos nacionales del laicado) y a las Oic, acerca de los objetivos que deberian ser atribuidos al �Secretariado�, de su composici�n, de sus relaciones con los obispos, con los organismos de la Curia romana, con las organizaciones internacionales cat�licas, etc. La s�ntesis del � dossier �, preparada en el seno de la Comisi�n conciliar, fue objeto de estudio en una nueva reuni�n del � grupo restringido � (25-20 de junio de 1965). El informe final enviado a la Secretar�a de Estado subrayaba la casi unanimidad de pareceres favorables a la creaci�n del � Secretariado �.

El texto definitivo del Decreto Apostolicam Actuositatem recoge los frutos de este trabajo en su n�mero 26, en el que, auspiciando la creaci�n, en cuanto sea posible, de consejos en el �mbito parroquial, interparroquial, interdiocesano, as� como a nivel nacional e internacional, se recomienda tambi�n que se establezca en la Santa Sede � un Secretariado especial para servicio y desarrollo del apostolado seglar, como centro que, con medios adecuados, proporcione noticias de las varias obras del apostalado seglar, fomente las investigaciones sobre los problemas que hoy surgen en este campo y ayude con sus consejos a la Jerarqu�a y a los seglares en las obras apost�licas. En este Secretariado intervengan los diversos movimientos y obras del apostolado seglar existentes en todo el mundo, y cooperen en �l tambi�n los cl�rigos y los religiosos con los seglares �.(49)

� Como puede verse �, se�ala un estudio en la materia, � el Decreto conciliar piensa en un organismo de car�cter consultivo e incluso prevalentemente de informaci�n y estudio: un organismo que difunda noticias, promueva actividades y reuniones, estudie cuestiones de inter�s universal, etc.; en suma, algo muy parecido a lo que ven�a realizando el Copecial, y por lo tanto un organismo de coordinaci�n, asesoramiento e impulso, pero sin atribuciones jur�dicas propiamente dichas �.(50)

4. La creaci�n del � consilium de laicis �

4.1. Los pre�mbulos

El 18 de noviembre de 1965 Pablo VI, junto con la asamblea conciliar, promulgaba el decreto sobre el apostolado de los laicos, anteriormente aprobado en sesi�n plenaria por la totalidad menos dos de los Padres presentes, o sea con 2.340 votos contra dos. La fase sucesiva fue la constituci�n de una comisi�n postconciliar. El 3 de enero de 1966, con el Motu proprio Finis Concilio, el Papa cre�, en efecto, cinco comisiones postconciliares, agregando algunos consultores escogidos entre los � peritos � del Concilio a los responsables y miembros de las comisiones conciliares correspondientes. La comisi�n del Apostolado de los Laicos trabaj� hasta finales de junio de 1966. Tres sub-comisiones se ocuparon respectivamente de:
� la elaboraci�n de un documento pontificio;
� la cuesti�n del � secretariado romano �;
� las consecuencias del decreto en orden a la revisi�n del C�digo de Derecho Can�nico.(51)

La �ltima etapa fue la creaci�n por parte del Santo Padre, el 7 de julio de 1966, del � Comit� (Coetus) provisorio � mencionado en el Motu proprio Catholicam Christi Ecclesiam y destinado a poner en pr�ctica (� ad exsequendos �) las recomendaciones hechas en el n. 26 de Apostolicam Actuositatem y en el n. 90 de la Gaudium et Spes a prop�sito de la creaci�n de nuevos organismos de la Curia Romana, o, seg�n el auspicio de algunos, de un �nico organismo �.(52) El � Coetus � estaba constituido por un cardenal (presidente), por un obispo (vicepresidente), por un monse�or (secretario) y por cuatro laicos.

4.2. El Motu proprio � Catholicam Christi Ecclesiam �

Pablo VI decret� la creaci�n del � Consilium de Laicis � en la festividad de la Epifan�a, del 6 de enero de 1967, con el Motu proprio Catholicam Christi Ecclesiam. � El Motu proprio (...) con el cual se instituye el Consejo �, escribi� un obispo que tiempo despu�s fue su vicepresidente, � retoma los t�rminos del Concilio. Entre otras cosas, habla del Consejo naciente como de un � lugar de encuentro y de di�logo en el seno de la Iglesia �.�De qu� di�logo se trata? De aqu�l, tan esencial, que los laicos tendr�n que iniciar y proseguir sea entre ellos, sea con aqu�llos a las que el Esp�ritu de Cristo ha confiado la responsabilidad de pastores �.(53) Un di�logo que Pablo VI pone al centro de la enc�clica Ecclesiam Suam. � Lugar de encuentro y de di�logo �: esta expresi�n del Motu proprio tiene toda la fuerza i el peso de una consigna (...), que ser� vocaci�n original del Consejo para los Laicos.

El Motu proprio de Pablo VI est� centrado en el apostolado de los laicos y en torno a �l ordena toda la actividad del Consejo. � Esta referencia a la acci�n apost�lica �, se�ala otro estudio, � se refuerza a�n m�s por una decisi�n tomada durante las reuniones de estudio para preparar ese Motu proprio y confirmada finalmente por el propio Pablo VI: unir dos propuestas hechas en el Concilio en documentos distintos; concretamente, la propuesta de constituir un secretariado para los laicos, y la sugerencia hecha en la Constituci�n Gaudium et Spes respecto a la creaci�n de un consejo, secretariado o comit� ordenado a promover la justicia en el mundo. Teniendo en cuenta que una parte del apostolado de los laicos consiste en santificar al mundo desde a dentro, infundiendo en las costumbres y en las instituciones el esp�ritu cristiano, se pens� en unir de alguna manera el Consilium de Laicis con lo que se denomin� Comisi�n � Justicia y Paz �: de hecho no s�lo fueron creados con un mismo documento o acto jur�dico, sino que, adem�s, se los estructur� vincul�ndolos entre s� (ambos deb�an tener, seg�n el decreto de constituci�n, el mismo Cardenal Presidente y el mismo Vicepresidente, que debe ser un Obispo) �.(54) Se pudo hablar as� de � organismos gemelos �.

El 15 de agosto de 1967, con la constituci�n apost�lica Regimini Ecclesiae Universae, el � Consilium de Laicis � quedaba incluido entre los organismos de la Curia.(55)

4.3. Las funciones del � Consilium de Laicis �

El Motu proprio sintetizaba la finalidad del Consejo con estos t�rminos: � trabajar por el servicio y la promoci�n del apostolado de los laicos �, tratando en particular de:
� � promover el apostolado de los laicos en el plano internacional y llevar a cabo su coordinaci�n e inserci�n cada vez mayor en el apostolado general de la Iglesia: procurar los contactos con el apostolado en el plano nacional; actuar de forma que sea un lugar de encuentro y di�logo en el seno de la Iglesia entre la jerarqu�a y los laicos y entre las diversas formas de actividad de los laicos, de acuerdo con el esp�ritu de las �ltimas p�ginas de la enc�clica Ecclesiam Suam; promover los congresos internacionales para el apostolado de los laicos;
� asistir con sus consejos a la jerarqu�a y a los laicos en las obras apost�licas (cf. Decreto Apostolicam actuositatem);
� promover estudios para contribuir a la profundizaci�n doctrinal de las cuestiones referentes a los laicos, estudiando sobre todo los problemas del apostolado, con particular referencia a la asociaci�n de los laicos en la pastoral de conjunto (...)
� constituir un centro de documentaci�n para recibir y dar informaciones sobre los problemas del apostolado seglar, con la intenci�n de suministrar orientaciones para la formaci�n de los laicos y proporcionar una v�lida ayuda a la Iglesia �.(56)

Si tales funciones caracterizan a un dicasterio dedicado a la promoci�n, la coordinaci�n y la animaci�n, adem�s de sus tareas de documentaci�n y estudio, en el �mbito del apostolado laical, se a�ade tambi�n que le compete � preocuparse de la fiel observancia de las leyes eclesi�sticas que se refieren a los laicos �, abriendo de este modo la v�a al ejercicio de funciones jurisdiccionales y � dando un paso que va a continuar gravitando sobre la posterior historia del Consejo �.(57)

4.4. El per�odo experimental

El per�odo experimental �inicialmente de cinco a�os y prolongado despu�s de otros tres� sirvi� al nuevo dicasterio para adquirir su fisionom�a, establecer su propia red de relaciones y precisar sus l�neas de acci�n.

Con el presidente (un cardenal) y el vicepresidente (un obispo) colaboraban el secretario (un monse�or), dos vicesecretarios laicos �un hombre y una mujer� y otros miembros del secretariado. En el seno del secretariado fueron constituidos un Sector Familia, un Sector J�venes, un Sector para las Organizaciones Internacionales Cat�licas (Oic) y algunos Servicios (teol�gico-pastoral, jur�dico, publicaciones). Las asambleas plenarias tuvieron lugar al ritmo intenso de dos al a�o. Las Oic y su Conferencia mantuvieron estrechos v�nculos con el � Consilium de Laicis �, el cual, el 3 de diciembre de 1971, public� el documento � Criterios para una definici�n de las Organizaciones Internacionales Cat�licas �, fruto de un intenso di�logo con la Secretar�a de Estado y de consultas con las Organizaciones interesadas. En ese per�odo fueron adem�s promovidas muy diversas iniciativas pastorales, ecum�nicas, de estudio y documentaci�n, de servicio al laicado en las diferentes regiones, etc.(58)

5. Del � Consilium de Laicis � al Consejo Pontificio para los Laicos

A diez a�os de la instituci�n del � Consilium de Laicis �, el Papa Pablo VI daba una nueva estructura al dicasterio �ahora llamado Consejo Pontificio para los Laicos� con el Motu proprio Apostolatus peragendi. La decisi�n pontificia se basaba sobre una evaluaci�n positiva del per�odo experimental. � Tenemos que reconocer �, se afirma en su pre�mbulo, � que el Consejo ha cumplido diligentemente las funciones que le fueron encomendadas, sea promoviendo, coordinando y orientando el apostolado seglar a nivel nacional y en el seno mismo de la Iglesia, sea aconsejando a la jerarqu�a y a los seglares, sea realizando estudios sobre el tema o emprendiendo otras iniciativas �.(59)

5.1. La nueva denominaci�n

El entonces vicepresidente del dicasteriro se�alaba una � continuidad de fondo � entre el � Consilium de Laicis � y el Consejo Pontificio para los Laicos, as� como tambi�n algunos � signos de discontinuidad y de novedad �.(60) La primera y m�s evidente modificaci�n es la relativa al nombre del dicasterio. � El t�tulo �Pontificio� (...) que se le ha otorgado tiene, en este caso, una intenci�n bastante clara: quiere ser expresi�n de la praestantiorem formam conferida al Consilium de Laicis. Por otra parte, el �de Laicis� se ha cambiado en �pro Laicis�. La designaci�n �de Laicis� (referente a los laicos) ha dado lugar a cierta confusi�n: traducido err�neamente a las lenguas modernas como �de los laicos� (�des la�cs�, �dei laici�, etc.), algunos, menos informados, han querido ver en el Consilium no lo que era por su propia naturaleza sino un organismo de representaci�n, casi di reivindicaci�n, del laicado del mundo entero, un �parlamento de los seglares� ante la Santa Sede... Habr�a que evitar que la designaci�n �pro Laicis� de pie a otra confusi�n de signo distinto. No faltar�, por ejemplo, quien vea en ella no se cu�l rec�ndita intenci�n de dominio, de tutela o paternalismo. El sentido profundo de la preposici�n �pro� es aqu� bien distinto: indica voluntad de servicio, disponibilidad. Expresa, en �ltimo t�rmino, que el dicasterio no existe ni tiene sentido si no es en funci�n de los seglares. Adem�s, el t�tulo �pro Laicis� tiene otro significado. Quiere aproximar el Consilium a las Congregaciones, en cuyo nombre llevan todas esa misma preposici�n: �pro Episcopis�, �pro Clero�, �pro Religiosos�, etc. �.(61)

5.2. Las competencias generales

Las competencias elencadas en el Motu proprio Apostolatus peragendi ponen significativamente de relieve el renovado perfil del Consejo Pontificio para los Laicos. El t�tulo mismo de este Motu proprio destaca la visi�n pastoral y misionera que est� en los origenes del dicasterio, cuya competencia abraza ahora no s�lo � el apostolado de los laicos en la Iglesia sino tambi�n � la disciplina de los laicos en cuanto tales �.(62) Sin embargo, un � Comentario interno al Motu proprio (...) �, analizando el t�rmino � disciplina � en el contexto del documento, llega a la conclusi�n de que, tambi�n en esa referencia, � mucho m�s que una connotaci�n meramente jur�dica (dar reglas y normas, poner l�mites, imponer sanciones) hay una dimensi�n pastoral (ofrecer orientaciones para la vida cristiana, ayudar a realizar una vocaci�n, etc.) �.(63) En otr�s t�rminos, el Consejo Pontificio para los Laicos deber� ocuparse de tal o cual seglar, no s�lo porque �ste desarrolla una actividad sino porque es una persona, un bautizado, un miembro de la Iglesia que tiene necesidad de ser educado en la fe, nutrido espiritualmente y estimulado para darse a la acci�n. Tal visi�n ensancha enormemente el radio de preocupaci�n y de acci�n del Consejo �.(64)

5.3. Las competencias espec�ficas

Compete al Consejo Pontificio para los Laicos:
� � estimular a los laicos a participar en la vida y en la misi�n de la Iglesia �, con un servicio de animaci�n referido tanto a los miembros de asociaciones como a los simples fieles,(65)
� � valorizar, dirigir y, si es necesario, promover actividades de apastolado en los diversos sectores de la vida social �, as� como tambi�n � fomentar con la propia iniciativa la activa participaci�n de los seglares en la catequesis, liturgia, sacramentos, educaci�n, etc. �, colaborando para estas finalidades con los diferentes dicasterios de la Curia romana � encargados de estos asuntos �,(66)
� � tratar, de acuerdo con la S. Congregaci�n para el Clero, todo lo que concierne a los consejos pastorales, parroquiales o diocesanos, de tal forma que los seglares sean alentados a participar en una pastoral de conjunto �,(67)
� tratar todos aquellos asuntos que ata�en a la vida asociativa de los fieles. En la segunda mitad de la d�cada de 1970 comienzan a manifestarse los signos que anuncian un renacimiento asociaciativo de singular vigor, de tal modo que en las audiencias concedidas al Consejo Pontificio para los Laicos Juan Pablo II subrayar� a menudo � el sorprendente florecimiento de carismas y la vitalidad misionera de los movimientos eclesiales �.(68) Por otra parte, el Motu proprio Apostolatus peragendi amplia la competencia del dicasterio en este campo y cita ya una gran variedad de asociaciones: � las organizaciones de seglares que se ocupan del apostolado, tanto en el �mbito internacional como en el nacional �, � las asociaciones cat�licas que promueven el apostolado y la vida espiritual de los laicos �, � las asociaciones p�as �, � las terceras �rdenes seculares �, s�lo en aquello que pertenece a su actividad apost�lica, � las asociaciones comunes de cl�rigos y seglares, teniendo siempre en cuenta la competencia de otros dicasterios interesados.(69) Apostolatus peragendi incluye en las competencias del dicasterio todas las cuestiones relativas a � estas asociaciones �, seg�n las � Normae � emanadas por el Supremo Tribunal de la Signatura Apost�lica �comunicadas al � Consilium de Laicis � el 27 de enero de 1969� que regulaban � las competencias de los dicasterios de la Curia romana respecto a las asociaciones de fieles �.(70) Con carta del 2 de junio del mismo a�o, la Secretar�a de Estado precisaba que � el Consilium de Laicis es el dicasterio de la Curia romana del cual dependen dichas asociaciones para la aprobaci�n o modificaci�n de sus Estatutos (cuando es requerida la intervenci�n de la Santa Sede), para la oportuna vigilancia sobre diversas actividades de apostolado que ellas cumplen, para el examen de los recursos y soluciones de controversias que ata�en a sus miembros (...) �;(71)
� � cuidar que se observen escrupulosamente las leyes eclesi�sticas que ata�en a los laicos � (como ya se se�alaba para el � Consilium de Laicis �) y � tratar, por via administrativa, los litigios en los que entren laicos �.(72)

5.4. Una estructura renovada

La nueva configuraci�n del Consejo Pontificio para los Laicos se manifiesta en la renovada estructura del dicasterio, todav�a vigente en sus caracter�sticas fundamentales. El cardenal presidente. �asistido por un comit� de presidencia, formado por tres cardenales residentes en Roma y por el secretario del dicasterio� est� ayudado tambi�n por un subsecretario y por colaboradores del secretariado. El n�mnero de miembros, que en sus or�genes oscilaba entre 12 y 15 (todos laicos), aumenta a 2325 (laicos en su gran mayor�a, pero tambi�n obispos y sacerdotes). Entre los consultores �sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos con particulares competencias y experiencias en los �mbitos de actividad del Consejo Pontificio� figuran, en raz�n de sus cargos, los secretarios de diversos dicasterios de la Curia (Congregaci�n para los Obispos, para las Iglesias Orientales, para el Clero, para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apost�lica, para la Evangelizaci�n de los Pueblos, y el Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz).

5.5. Nace el Comit� para la Familia

En el Motu proprio Apostolatus peragendi hay una disposici�n final que se refiere a un aspecto fundamental de la vocaci�n humana y cristiana de los laicos: su vida de familia y su acci�n a favor de la familia. � Hace cuatro a�os �, se escribi� entonces, � el 11 de enero de 1973, el Papa Pablo Vl cre� el Comit� para la Familia como instrumento vivo y eficaz de su acci�n pastoral en el campo particularmente delicado y problem�tico de la familia. El Consejo de los Laicos ha sido el terreno donde ha germinado pacientemente este Comit� hasta su �ltima maduraci�n. No son pocos los v�nculos �tanto a nivel de las relaciones personales como de las preocupaciones pastorales y de las actividades� que han unido desde sus comienzos a estas dos instituciones de la Curia romana. Ahora el Papa ha dispuesto dar a esos v�nculos una forma a�n m�s tangible, y as� es como Apostolatus peragendi, a�n ratificando la naturaleza propia del Comit� para la Familia (� su forma y sus caracteristicas �), lo une al Consejo para los Laicos, ya por medio de algunas personas como el mismo cardenal presidente de ambas instituciones, ya a trav�s de una cierta comuni�n de preocupaciones apost�licas y de actividades pastorales �.(73)

Algunos a�os despu�s, precisamente, el 9 de mayo de 1981, Juan Pablo II cre�, con el Motu proprio Familia a Deo instituta, el Consejo Pontificio para la Familia, el cual sustituy� el anterior Comit� para la Familia, operando desde entonces como dicasterio aut�nomo. Entre los dos Consejos Pontificios siguen existiendo, sin embargo, v�nculos que se manifiestan, por ejemplo, en la presencia de los secretarios de uno y otro en los respectivos comit�s de presidencia.

6. El Consejo Pontificio para los Laicos en la actualidad

La constituci�n Pastor Bonus sobre la Curia romana retoma con escasos retoques la normativa establecida para el Consejo Pontificio para los Laicos por el Motu poprio Apostolatus peragendi. En la fase preparatoria de la constituci�n fueron especialmente considerados la naturaleza y el perfil propios del dicasterio. Atentos observadores, analizando el texto del Motu proprio, se�alaban que la designaci�n � pro laicis �, la creaci�n de un � coetus � (si bien reducido) de cardenales que asisten a la presidencia, la � potestas iurisdictionis � del dicasterio, as� como la vastedad de las competencias que le eran atribuidas, constitu�an un evidente indicio de una creciente equiparaci�n del dicasterio a las congregaciones.(74) Sin embargo, en la elaboraci�n final de la Pastor Bonus se prefiri� mantener el perfil de un dicasterio � sui generis �, que si bien participa de algunas caracter�sticas esenciales de las congregaciones de la Curia romana, es a la vez id�neo a tener una mayor�a de miembros laicos dado que no est� ligado a las exigencias de las � Sacrae Congregationes Cardinalium �.

En l�nea con la tradici�n y el estilo del Consejo Pontificio para los Laicos se ha querido as� privilegiar el car�cter pastoral de animaci�n, promoci�n y coordinaci�n de la vida y apostolado de los laicos. Contin�an, pues, las competencias indicadas en el Motu proprio Apostolatus peragendi, con un acento particular sobre:
� la animaci�n y el apoyo de los fieles laicos � sobre todo para que cumplan su peculiar oficio de penetrar de esp�ritu evang�lico el orden de las realidades temporales �.(75) En efecto, sea la VII Asamblea del S�nodo de Obispos sobre la � vocaci�n y misi�n de los laicos �, sea la exhortaci�n apost�lica postsinodal Christifideles laici, hab�an indicado los riesgos de una separaci�n entre fe y vida, de un replegamiento eclesi�stico, de una � clericalizaci�n � de los laicos, urgi�ndoles a � servir a la persona y a la sociedad �, sobre la base de su � inserci�n en las realidades temporales y de su participaci�n a las realidades terrestres �(76) y con la fuerza constructiva del Evangelio de Jesucristo;
� la importancia de seguir y dirigir � congresos internacionales y otras iniciativas relacionadas con el apostolado de los laicos �,(77) aunque de hecho no haga m�s que referirse gen�ricamente a las actividades habitualmente cumplidas por el Consejo Pontiticio para los Laicos en el pasado;(78)
� la competencia del dicasterio de tratar � todo lo que concierne a las asociaciones laicales de los fieles �. La constituci�n retoma esta competencia de car�cter general �confirmada por la praxis del dicasterio� del Motu proprio Apostolatus peragendi, puntualizando que � erige (...) aquellas que tienen un car�cter internacional y aprueba o reconoce sus estatutos (...), salvada la competencia de la Secretar�a de Estado, y que en el caso de las terceras �rdenes seculares se limita a ocuparse de su actividad apost�lica �.(79) El texto requiere que se tenga bien presente la nueva normativa relativa a las asociaciones de los fieles establecida por el vigente C�digo de derecho Can�nico.(80)

Tampoco la estructura del Consejo Pontificio para los Laicos sufre mayores modificaciones. La configuraci�n reafirmada por la constituci�n Pastor Bonus y por el C�digo de Derecho Can�nico se enriquece, sin embargo, en sus aspectos concretos, con los trabajos de la VII asamblea del S�nodo de los Obispos y con la publicaci�n de la exhortaci�n apost�lica postsinodal Christifideles laici, don providencial para el servicio que el dicasterio est� llamado a cumplir. Un servicio dedicado, hoy, al reconocimiento, discernimiento y aliento de todos los signos y frutos de verdad y de bien que el Esp�ritu de Dios suscita en el coraz�n de las personas y en la vida de los pueblos, en esta � hora magn�fica y dram�tica de la historia �,(81) para que la gloria de Cristo resplandezca al alba del tercer milenio.

III

DOCUMENTOS INSTITUTIVOS

1. Motu proprio �Catholicam Christi Ecclesiam �

En su continuo esfuerzo de renovaci�n interior y de � aggiornamento � de sus estructuras, de acuerdo con los tiempos en que est� llamada a vivir, la Iglesia cat�lica pretende � madurar con la experiencia adquirida a lo largo de los siglos sus relaciones con el mundo � (Gaudium et Spes, n. 43) para cuya salvaci�n fue fundada por Cristo.

Seg�n la doctrina del Concilio Ecum�nico Vaticano II, todos los cristianos, cada uno seg�n sus propias fuerzas, en cuanto pertenecientes al pueblo de Dios, deben ejercer esta misi�n de salvaci�n (Lumen Gentium, 17 y 31). El mismo Concilio, que en muchos documentos ha estudiado la particular posici�n de los seglares en el pueblo de Dios haciendo de este examen uno de los caracteres peculiares, ha dedicado finalmente a la actividad de los laicos en la Iglesia un decreto especial, en el cual se decidi� la instituci�n de un organismo � para el servicio y la promoci�n del apostolado de los laicos � (Apostolicam actuositatem, 26).

Oportunamente, deseoso de establecer un di�logo con el mundo moderno, el Concilio ha fijado su atenci�n en algunas de las mayores aspiraciones del mundo actual, como los problemas del desarrollo, la promoci�n de la justicia entre las naciones y la causa de la paz, deseando la instituci�n de un organismo en la Iglesia, con el fin de sensibilizar al mundo cat�lico en estos problemas (Gaudium et Spes, n. 90).

Una vez terminado el Concilio, una comisi�n posconciliar, por mandato Nuestro estudi� la forma mejor de llevar a la pr�ctica las deliberaciones conciliares sobre el n�mero 26 de � Apostolicam Actuositatem �, al paso que un grupo especial de estudio, igualmente encargado por Nos, estudiaba la creaci�n del organismo deseado en el n. 90 de Gaudium et Spes.

Sobre la base de las conclusiones de estos grupos de trabajo, se puso a trabajar el Comit� provisorio, instituido por Nos, el 7 de julio de 1966, con la misi�n de dar una ejecuci�n org�nica a cuanto hab�a sido decidido y deseado en los documentos conciliares.

El hecho de haber sido estudiadas simult�neamente las dos cuestiones, permiti� ver sus aspectos diferentes y comunes, de suerte que pareci� oportuno instituir dos organismos distintos, unidos los dos sin embargo, en su v�rtice por una sola direcci�n: el Consejo de los Laicos y la Pontificia Comisi�n de estudio a fin de promover la Justicia y la Paz.

I. Fines del Consejo de los Laicos

Tendr� como fin trabajar por el servicio y la promoci�n del apostolado de los laicos. Particularmente procurar�:

1. Promover el apostolado de los laicos en el plano internacional y llevar a cabo su coordinaci�n y su inserci�n cada vez mayor en el apostolado general de la Iglesia; procurar los contactos con el apostolado en el plano nacional; actuar de forma que sea un lugar de encuentro y di�logo en el seno de la Iglesia entre la jerarqu�a y los laicos y entre las diversas formas de actividad de los laicos, de acuerdo con el esp�ritu de las �ltimas p�ginas de la Enc�clica � Ecclesiam Suam �; promover los congresos internacionales para el apostolado de los laicos; preocuparse de la fiel observancia de las leyes eclesi�sticas que se refieren a los laicos.

2. Asistir con sus consejos a la jerarqu�a y a los laicos en las obras apost�licas (cf. Decreto Apostolicam Actuositatem, n. 26).

3. Promover estudios para contribuir a la profundizaci�n doctrinal de las cuestiones referentes a los laicos, estudiando sobre todo los problemas del apostolado, con particular referencia a la asociaci�n de los laicos en la pastoral de conjunto. Estos estudios podr�n ser publicados.

4. Constituir un centro de documentaci�n, para recibir y dar informaciones sobre los problemas del apostolado seglar, con la intenci�n de suministrar orientaciones para la formaci�n de los laicos y proporcionar una v�lida ayuda a la Iglesia.

II. Fines de la Comisi�n Pontificia de estudio � Iustitia et Pax �

Tendr� como fin suscitar en el pueblo de Dios un pleno conocimiento de su misi�n en el momento presente, para promover, de un lado el progreso en los pa�ses pobres y alentar la justicia social entre las naciones y para ayudar, por otro lado, a las naciones subdesarrolladas a trabajar ellas mismas en favor de su desarrollo.

En particular la Comisi�n Pontificia procurar�:

1. Recoger y sintetizar documentos sobre los mejores estudios cient�ficos y t�cnicos, bien en el campo del desarrollo, en todos sus aspectos: educaci�n y cultura, econom�a y sociedad, etc., bien sobre los problemas de la paz, que son m�s extensos que los del desarrollo.

2. Contribuir a que se investiguen con mayor profundidad, particularmente bajo el aspecto doctrinal, pastoral y apost�lico, los problemas del desarrollo y de la paz.

3. Dar a conocer los resultados de estos estudios a todos los organismos de la Iglesia interesados en estos problemas.

4. Establecer contactos entre todos los organismos de la Iglesia que trabajan en objetivos an�logos, con el fin de fomentar la coordinaci�n de esfuerzos, sosteniendo los m�s eficaces y evitando duplicaciones.

III. Estructuras de los dos organismos

1. Los cargos de Presidente, Vicepresidente, Secretario y de los Vicesecretarios tendr� la duraci�n de cinco a�os. Sin embargo, la Sede Apost�lica transcurrido el quinquenio podr� renovar en sus cargos a las mismas personas.

2. El Consejo de los Laicos y la Comisi�n Pontificia de estudio � Iustitia et Pax � son instituidas � ad experimentum � por el t�rmino de cinco a�os. El ejercicio y la experiencia podr�n sugerir oportunas modificaciones sobre los fines y las estructuras definitivas.

3. Los dos organismos tendr�n su sede en Roma.

4. Decretamos que desde hoy cese la � vacatio legis � del decreto conciliar � Apostolicam Actuositatem �. Los obispos y las conferencias episcopales har�n cumplir el decreto en sus di�cesis y naciones.

Con estos dos organismos que hemos establecido, con �nimo confiado, tenemos la firme esperanza de que los laicos del pueblo de Dios, a los que con esta organizaci�n oficial damos una prueba de nuestra estima y de nuestra benevolencia, se sentir�n m�s estrechamente unidos a la acci�n de esta sede apost�lica y, por ello, en el futuro, dedicar�n con una generosidad cada vez mayor su obra, sus fuerzas, sus actividades a la santa Iglesia.

A continuaci�n establecemos que a�n en la existencia de anterior disposici�n contraria, quede firmado e inmutable todo cuanto hemos ordenado en este � Motu proprio �.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 6 de enero, Epifan�a del Se�or, de 1967, cuarto a�o de Nuestro Pontificado.

PAULUS PP. VI

(En Laicos en el tiempo de hoy, Bolet�n del Consilium de Laicis, 1968, pp. 7-10).


2. Motu proprio � apostolatus peragendi �

Las distintas formas de apostolado o diversidad de operaciones (cf. 1 Cor 12,5) que miran a la edificaci�n del Cuerpo mistico de Cristo, que es la Iglesia, corresponden tambi�n con pleno derecho a los laicos, tal como ha ense�ado recientemente el Concilio Vaticano II, esclareciendo la doctrina tradicional sobre tal materia. En efecto, los seglares �viven en el siglo, esto es, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con que su existencia est� como entretejida. All� est�n llamados por Dios, para que, desempe�ando su propia funci�n, guiados por el esp�ritu evang�lico, contribuyan a la santificaci�n del mundo como desde dentro, a modo de fermento, y as� hagan manifiesto a Cristo ante los dem�s, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiaci�n de la fe, la esperanza y la caridad� (Lumen gentium, 31).

Los tiempos actuales, como a nadie se le oculta, est�n pidiendo un apostolado m�s intenso y m�s amplio por parte de ellos; � prueba de esta m�ltiple y urgente necesidad es la acci�n manifiesta del Esp�ritu Santo que da hoy a los seglares una conciencia cada vez m�s clara de su propia responsabilidad y los impulsa en todas partes al servicio de Cristo y de la Iglesia � (Apostolicam actuositatem, 1).

Bajo el impulso de este estado de cosas y de la exhortaci�n del mismo Concilio (cf. ib., 26), el a�o 1967 instituimos, dentro de la Curia Romana, el Consejo de Laicos, por medio del Motu proprio Catholicam Christi Ecclesiam, del 6 de enero de aquel a�o. No hay que olvidar que tal Consejo fue constituido con car�cter experimental y provisional, dado que el funcionamiento y la misma experiencia pod�an aconsejar cambios oportunos (cf. AAS, 59, 1967, p. 28).

Tenemos que confesar que el Consejo ha cumplido diligentemente las funciones que le fueron encomendadas, sea promoviendo, coordinando y orientando el apostolado seglar a nivel nacional o dentro de la misma Iglesia, sea aconsejando a la jerarqu�a y a los seglares, sea tambi�n haciendo estudios sobre el tema o emprendiendo otras iniciativas.

Pero como las causas que motivaron la constituci�n del Consejo han adquirido mayores dimensiones y las cuestiones a tratar y resolver en este campo del apostolado cat�lico se han hecho m�s graves y de m�s vasto alcance, y como la experiencia allegada en estos a�os ha proporcionodo �tiles conocimientos, nos ha parecido conveniente dar a esta instituci�n de la Curia Romana, que se puede contar entre los frutos preclaros del Concilio Vaticano II, una nueva forma, estable y de m�s categor�a.

Y as�, despu�s de maduro examen y habiendo pedido el parecer de expertos, establecemos y decretamos cuanto sigue:

I. El Consejo de Laicos se llamar� en adelante � Consejo Pontificio para los Laicos �

II. El Consejo estar� presidido y regido por un Cardenal Presidente, al que asiste el comit� de presidencia, integrado por tres cardenales residentes en Roma y el secretario del mismo Consejo.

El comit� de presidencia se reune cada dos meses y cuantas veces lo crea necesario el Cardenal Presidente para tratar los asuntos de mayor importancia.

El Cardenal Presidente es ayudado por un secretario y un subsecretario. A todos los mecionados corresponde, a tenor del derecho, ocuparse de todas las materias que exijan potestad de orden y jurisdicci�n.

III. Los miembros de este Consejo Pontificio son, en su mayor parte, seglares (en �l habr� tambi�n obispos y sacerdotes) pertenecientes a las distintas partes del mundo y versados en los diversos campos del apostolado laical, guardando una justa proporci�n entre hombres y mujeres.

Una vez al a�o, a no ser que las circunstancias aconsejen otra cosa, los miembros ser�n convocados a asamblea con el comit� de presidencia, bajo la direcci�n del Cardenal Presidente, a quien ayuda el secretario.

IV. El Consilium se servir� para su trabajo de consultores que sobresalgan por su virtud, ciencia y prudencia; ser�n elegidos de forma que sean m�s numerosos los seglares y haya una justa proporci�n entre hombres y mujeres; a �stos se sumar�n, en raz�n de su cargo, los secretarios de las Congregaciones para los Obispos, para las Iglesias Orientales, para el Clero, para los Religiosos e Institutos Seculares, para la Evangelizaci�n de los Pueblos y el secretario de la Pontificia Comisi�n Iustitia et Pax. Se procurar� incluir entre los consultores a una o m�s mujeres de vida consagrada.

V. Los consultores forman un grupo, que es la consulta, a la que corresponde examinar profundamente todas aquellas cuestiones que deben ser decididas por los miembros del Consejo y ejecutar fielmente los encargos recibidos de los superiores.

Los consultores pueden ser convocados todos juntos o en grupos peque�os para tratar un asunto determ�nado, o pueden ser consultados individualmente acerca de alguna cuesti�n.

VI. La competencia del Consejo Pontificio para los Laicos se extiende al apostolado de los seglares en la Iglesia y a la disciplina de los seglares en cuanto tales.

En particular, las tareas de este Consejo son las siguientes:

1. estimular a los laicos a participar en la vida y en la misi�n de la Iglesia, tanto �y sobre todo� en cuanto miembros de asociaciones que tienen como finalidad el apostolado, como en cuanto simples fieles;

2. valorizar dirigir y, si es necesario, promover actividades de apostolado en los diversos sectores de la vida social, teniendo en cuenta, en tal campo, la competencia de los otros organismos de la Curia Romana;

3. tratar todos aquellos asuntos que ata�en a:
� las organizaciones de seglares que se ocupan del apostolado, tanto en el �mbito internacional como en el nacional, salva la competencia de la Secretar�a de Estado o Secretar�a Papal;
� las asociaciones cat�licas que promueven el apostolado o la vida espiritual y la actividad de los laicos, excepto las que se dedican exclusivamente a la cooperaci�n misionera, que entran dentro de la competencia de la Sagrada Congregaci�n para la Evangelizaci�n de los Pueblos;
� las asociaciones p�as (p. e., archicofrad�as, cofrad�as, p�as uniones, sodalicios de cualquier g�nero), de acuerdo con la Sagrada Congregaci�n para los Religiosos e Institutos Seculares siempre que se trate de asociaciones fundadas por alguna familia religiosa o instituto secular;
� las Terceras Ordenes de seglares (terciarios), s�lo en aquello que pertenece a su actividad apost�lica, quedando a salvo para todo lo dem�s la competencia de la Sagrada Congregaci�n para los Religiosos e Institutos Seculares;
� las asociaciones comunes de cl�rigos y seglares, salva la competencia de la Sagrada Congregaci�n para el Clero en cuanto a la observarcia de las leyes generales de la Iglesia (cf. normas de la Signatura Apost�lica);

4. fomentar con la propia iniciativa la activa participaci�n de los seglares en la catequesis, liturgia, sacramentos, educaci�n, etc., de acuerdo con los diversos dicasterios de la Curia Romana, encargados de estos asuntos;

5. cuidar que se observen escrupulosamente las leyes eclesi�sticas que ata�en a los laicos y tratar, por v�a administrativa, los litigios en los que entren seglares;

6. tratar, de acuerdo con la Sagrada Congregaci�n para el Clero, todo lo que concierne a los consejos pastorales, parroquiales o diocesanos, de tal forma que los seglares sean llemados a participar en una pastoral de conjunto.

VII. Al Consejo Pontificio para los Laicos est� vinculado el Comit� para la Familia, el cual, sin embargo, conserva su forma y caracter�sticas propias.

Este �ltimo ser� presidido por el cardenal Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, el cual, tambi�n en esta tarea ser� ayudado de manera especial por el secretario de dicho Consejo.

El cardenal encargar� a un oficial del Consejo Pontificio para los Laicos de mantener relaciones ordinarias con el Comit� para la Familia.

Mandamos que cuanto establecemos con las presentes Letras en forma de Motu proprio, tenga valor pleno y estable, no obstante cualquier disposici�n en contrario.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el d�a 10 de diciembre de 1976, decimoquarto a�o de nuestro pontificado.

PAULUS PP. VI


3. Constituci�n apost�lica � pastor bonus �(82)

Consejo para los laicos

Art�culo 131

El Consejo es competente en aquellas materias, que son incumbencia de la Sede Apost�lica, para la promoci�n y la coordinaci�n del apostolado de los laicos y, en general, en aquellas que conciernen a la vida cristiana de los laicos en cuanto tales.

Art�culo 132

Ayuda a su presidente un comit� de Presidencia compuesto por cardenales y por obispos; entre los miembros del Consejo est�n incluidos, sobre todo, los fieles laicos comprometidos en los diversos campos de actividades.

Art�culo 133

� 1. Corresponde al mismo animar y sostener a los laicos a fin de que participen en la vida y en la misi�n de la Iglesia en la forma propia de ellos, sea como individuos sea como miembros pertenecientes a asociaciones, sobre todo para que cumplan su peculiar tarla de penetrar de esp�ritu evang�lico el orden de las realidades temporales.

� 2. Favorece la cooperaci�n de los laicos en la instrucci�n catequ�tica, en la vida lit�rgica y sacramental y en las obras de misericordia, de caridad y de promoci�n social.

� 3. El mismo sigue y dirige congresos internacionales y otras iniciativas relacionadas con el apostolado de los laicos.

Art�culo 134

En el �mbito de la propia competencia, el Consejo trata todo lo que concierne a las asociaciones laicales de los fieles; erige luego aquellas que tienen un car�cter internacional y aprueba o reconoce sus estatutos, salvada la competencia de la Secretar�a de Estado; en lo que concierne a las terceras �rdenes seculares, se ocupa solamente de lo que se refiere a su actividad apost�lica.

(L'Osservatore Romano, 29.6.1988, orginal latino; traducci�n de Ecclesia 1988, p. 1268).


INDICE

Nota introductiva

I. Presentaci�n

1. Dicasterio de la Curia romana al servicio de los fieles laicos

2. Or�genes

3. Naturaleza y finalidad

4. Estructura
4.1. Secretariado
4.2. Miembros y consultores
4.3. Modalidad de trabajo
4.4. Interlocutores

5. Una � magna carta �

6. Campos de actividad
6.1. Contactos con las conferencias episcopales y las Iglesias locales
6.2. Asociaciones y movimientos eclesiales
6.3. Los j�venes
6.4. La vocaci�n y la misi�n de la mujer
6.5. El compromiso de los laicos en el mundo
6.6. La participaci�n de los laicos en la vida de las comunidades eclesiales

II. Algunas referencias historicas

1. Una gran corriente hist�rica

2. Acontecimientos significativos

3. El Concilio Vaticano II

4. La creaci�n del � Consilium de Laicis �
4.1. Los pre�mbulos
4.2. El Motu proprio � Catholicam Christi Ecclesiam �
4.3. Las funciones del � Consilium de Laicis �
4.4. El per�odo experimental

5. Del � Consilium de Laicis � al Consejo Pontificio para los laicos
5.1. La nueva denominaci�n
5.2. Las competencias generales
5.3. Las competencias espec�ficas
5.4. Una estructura renovada
5.5. Nace el Comit� para la Familia

6. El Consejo Pontificio para los laicos en la actualidad

III. Documentos Institutivos

1. Motu proprio � Catholicam Christi Ecclesiam �

2. Motu proprio � Apostolatus peragendi �

3. Constituci�n apost�lica � Pastor Bonus �, arts. 131-134


NOTAS

(1) Cf. Juan Pablo II, const. apost. Pastor Bonus, arts. 1 y 131.

(2) Conc. Vat. II, decr. Christus Dominus, n. 9.

(3) Cf. J.L. Illanes, Consejo Pontificio para los Laicos en Ius Canonicum, Universidad de Navarra; XXX, n. 60, 1990, 493.

(4) Pablo VI, en rev. Ecclesia, n. 1572, 1971, 5.

(5) Ibid., n. 1616, 1972, 11.

(6) Juan Pablo II, en � Ecclesia � n. 2189, 1984, 9.

(7) Ibid.

(8) Pablo VI, en Ecclesia, n. 1337, 1967, 7.

(9) Ibid., n. 1485, 1970, 11.

(10) Ibid., n. 1572, 1971, 5.

(11) Ibid., n. 1337, 1969, 7.

(12) Ibid., n. 1485, 1970, 11.

(13) Ibid.

(14) Ibid., n. 1337, 7.

(15) Juan Pablo II, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 19.10.1980.

(16) Ibid., 8.06.86 (trad. del PCPL).

(17) Cf. Pablo VI, en Ecclesia, n. 1616, 1972, 11; Pablo VI; en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 26.10.1975; Juan Pablo II, en Ecclesia, n. 2.199, 1984, 9; Juan Pablo II, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 25.10.1981.

(18) Cf. Pablo VI, en Ecclesia, n. 1485, 1970, 11; Pablo VI, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola,), 26.10.1975; Pablo VI, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 27.XI.1977; Juan Pablo II, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 25.10.1981.

(19) Pablo VI, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 27.11.1977.

(20) Juan Pablo II, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 25.10.1981.

(21) Juan Pablo II, const. apost. Pastor Bonus, art. 7.

(22) Pablo VI, en Ecclesia, n. 1616, 1972, 5.

(23) Ibid., n. 1712, 1974, 5.

(24) Ibid., n. 1616, 1972, 5.

(25) J.L. Illanes, ob. cit., 504: � El Cardenal Presidente del Consejo para los Laicos fue uno de los � presidentes � del S�nodo; dos oficiales del Consejo fueron designados � peritos � del S�nodo; entre los observadores laicos fueron numerosos -mayor�a- los vinculados con el Consilium pro laicis o con instituciones que mantienen con el Consilium relaciones estrechas �.

(26) Juan Pablo II, exhort. apost. Christifideles laici, n. 2.

(27) Ibid., n. 29.

(28) Juan Pablo II, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 14.05.1992.

(29) Ibid., en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 20.12.1985.

(30) Cf. Conc. Vat. II, const. past. Gaudium et Spes, n. 49.

(31) Cf. La Iglesia y el A�o Internacional de la Mujer 1975, a cargo del Consejo Pontificio para los Laicos, Ciudad del Vaticano.

(32) Pablo VI, en Ecclesia, n. 1337, 1967, 7.

(33) Juan Pablo II, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 18.11.1985.

(34) G. Carriquiry, Consagraci�n, santidad, misi�n, Uni�n Pontificia Misionera, Roma 1993, 4.

(35) J.L. Illanes, ob. cit., 495.

(36) Cf. R. Goldie, Le Conseil Pontifical pour les La�cs: une � pr�-histoire �, manuscrito, Roma 1996, 2-3.

(37) Cf. A. Mattiazzo, La Conferenza dei Presidenti delle Organizzazioni Internazionali Cattoliche - Una pagina inedita di storia del movimento cattolico internazionale, in Studia Patavina, Rivista di Scienze Religiose, 24 (1977), 2, 335-367.

(38) J.L. Illanes, ob. cit., 495.

(39) R. Goldie, ob. cit., 4-8; cf. Consilium de Laicis, A short history of the foundation of the Laity Council and its action during the experimental period, manuscrito, Roma 1974, 6.

(40) R. Goldie, ob. cit. 5-8; cf. materiales de documentaci�n y de informaci�n del Copecial, especialmente las Actas de los tres congresos mundiales para el apostolado de los laicos, Archivo del Consejo Pontificio para los Laicos.

(41) J.L. Illanes, ob. cit., 494.

(42) Pablo VI, en Ecclesia, n. 1337, 1967, 7.

(43) Ibid., n. 1572, 1971, 5.

(44) Juan Pablo II, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 11.02.1979.

(45) Ibid en L'Osservatore Romano(ed. en lengua espa�ola), 18.11.1985; cf. A. Glorieux, Histoire du D�cret, en Aa.Vv., L'Apostolat des la�cs. D�cret Apostolicam actuositatem, Maison Mame, Paris, 1966; Consilium de Laicis, A short history of the foundation of the Laity Council and its action during the experimental period, manuscrito, Roma 1994, 2-5; R. Goldie, ob. cit., 11-12.

(46) El informe � antepreparatorio � sobre el apostolado de los laicos, que recoge muy diversos pareceres, se encuentra en Acta et documenta Concilio Oecumenico Vaticano II apparando, series I, vol. III, 157-214.

(47) Cf. Documentaci�n sobre los trabajos de la Comisi�n y los diversos esquemas deI decreto se encuentran en Acta Commissionum de Apostolatu Laicorum y en Schema Costitutionis de Apostolatu Laicorum, Archivo del Consejo Pontificio para los Laicos.

(48) Cf. R. Goldie, ob. cit., 9.

(49) Cf. Conc. Vat. II, decr. Apostolicam actuositatem, n. 26; J.M. Castellano, L'ordine da osservare nell'apostolato en Aa.Vv., Il decreto sull'Apostolato dei Laici, Tur�n 1966, 324-326.

(50) J.L. Illanes, ob. cit., 499.

(51) Cf. R. Goldie, Ob. cit., 11-12.

(52) Ibid.

(53) L. Moreira Neves, Un luogo di incontro e di dialogo, L'Osservatore Romano, 10.02.1975, 1.

(54) J.L. Illanes, ob. cit., 499-500.

(55) Pablo VI, const. apost. Regimini Ecclesiae Universae, en AAS 59, 1967, 920.

(56) Pablo VI, Motu proprio Catholicam Christi Ecclesiae, en Laicos en el tiempo de hoy, Bolet�n del Consilium de Laicis, 1968, 7-10.

(57) J.L. Illanes, ob. cit., 500.

(58) Para las actividades del � Consilium de Laicis � en el periodo experimental, cf. R. Goldie, Ob. cit. 16-24; Consilium de Laicis, A short history of the foundation of the Laity Council and its action during the experimental period, manuscrito, Roma 1974, 6-8; Boletines � Laicos en el tiempo de hoy � (en espa�ol, franc�s, ingl�s) a partir de junio de 1968, Biblioteca del Consejo Pontificio para los Laicos.

(59) Pablo VI, Motu proprio Apostolatus peragendi, en AAS 68, 1976, 696-700.

(60) L. Moreira Neves, Un anniversario che ci impegna, L'Osservatore Romano, 20.01.1977, 1.

(61) Ibid., cf. tambi�n G. Carriquiry, Il Pontificio Consiglio per i Laici, in Tabot, Roma 1981, 5-7; G. Lobina, Il giorno che Paolo VI ci regal� un Consiglio, en I laici nella Chiesa, Mil�n 1986, 61ss.; O. Rossi, Pablo VI e il Pontificio Consiglio per i Laici, in Lateranum, Roma 1978, n. 2, 373-383.

(62) Pablo VI, Motu proprio Apostolatus peragendi.

(63) Consejo Pontificio para los Laicos, Commentario interno al Motu proprio � Apostolatus peragendi �, Roma 1977, 3.

(64) L. Moreira Neves, Un anniversario che ci impegna, L'Osservatore Romano, 20.01.1977, 1.

(65) Paolo VI, Motu proprio Apostolatus peragendi.

(66) Ibid.

(67) Ibid.

(68) Juan Pablo II, en L'Osservatore Romano (ed. en lengua espa�ola), 27.07.1987.

(69) Cf. Pablo VI, Motu proprio Apostolatus peragendi.

(70) Consejo Pontificio para los Laicos, Commentario interno al Motu proprio � Apostolatus peragendi �, Roma 1977, 4-5.

(71) Archivo del Consejo Pontificio para los Laicos.

(72) Pablo VI, Motu proprio Apostolatus peragendi.

(73) L. Moreira Neves, Un anniversario che ci impegna, en L'Osservatore Romano, 20.01.1977, 1.

(74) Ibid.

(75) Juan Pablo II, cost. apost. Pastor Bonus, art. 133,3.

(76) Juan Pablo II, exhort. apost. postsinodal Christifideles laici, nn. 36ss y 15ss.

(77) Juan Pablo II, cost. apost. Pastor Bonus, art. 133, 3.

(78) La experiencia de los congresos mundiales para el apostolado de los laicos fue retomada en formas nuevas por el � Consilium de Laicis � y por el Consejo Pontificio para los Laicos. Al respecto, cf. Actas de la consulta mundial de los laicos (7-15.10.1975); de la consulta mundial en vista del S�nodo sobre � la vocaci�n y misi�n de los laicos � (20-24.05.1987); del encuentro de representantes de asociaciones y movimientos internacionales de laicos (10-12.05.1992).

(79) Juan Pablo II, const. apost. Pastor Bonus, art. 134.

(80) Cf. C�digo de Derecho Can�nico, Las asociaciones de fieles, parte I, t�tulo V.

(81) Juan Pablo II, exhort. apost. postsinodal Christifideles laici, n. 3.

(82) De la constituci�n, emanada por Juan Pablo II el 28 de junio de 1988, pubblicamos exclusivamente los art�culos que se refieren al Consejo Pontificio para los Laicos.