PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA

Declaraci�n del Pontificio Consejo para la Familia sobre la llamada "reducci�n embrionaria"

El Pontificio Consejo para la Familia, invitado a expresar su posici�n sobre la llamada "reducci�n embrionaria", tras haber consultado la Congregaci�n para la Doctrina de la Fe publica la siguiente Declaraci�n.

Hoy son menos raros los casos de embarazos m�ltiples, esto es, cuando el seno materno es compartido por varios embriones. Suelen presentarse ya sea por la aplicaci�n de la estimulaci�n ov�rica en caso de infertilidad o por la fecundaci�n artificial, sobre lo cual el Magisterio se ha ya pronuciado (Cong. Doct. Fe, Inst. Donum vitae, II). Hay que tener en cuenta las situaciones dif�ciles y a�n dram�ticas que el uso de tales t�cnicas pueden originar. No se puede omitir una llamada a la responsabilidad a aquellos m�dicos que ponen en riesgo la vida de la madre y de los hijos concebidos por falta de pericia y precauci�n o en la aplicaci�n de las t�cnicas de fecundaci�n artificial

Es frecuente la afirmaci�n, por parte de algunos, de que los embarazos m�ltiples no pueden llegar a t�rmino, sea por la muerte espont�nea en el �tero de los embriones o por su nacimiento prematuro no viable. A�aden adem�s que si los nascituros llegan al parto, la dificultad obst�trica (con el consiguiente peligro para la madre) es mayor. Con estos presupuestos ellos concluyen que podr�a justificarse la selecci�n y eliminaci�n de algunos embriones para salvar a los otros o, al menos uno de ellos. Por este motivo se ha introducido la t�cnica denominada "reducci�n embrionaria".

En relaci�n a lo anterior, es preciso se�alar lo siguiente. Como todo embri�n debe ser considerado y tratado como persona humana (Cong. Doct. Fe, Inst. Donum vitae, I. 1), con la eminente dignidad que esto implica, el nascituro es sujeto de derechos fundamentales desde el primer momento de la concepci�n, y en primer lugar del derecho a la vida, que de ninguna manera puede ser violado. Por tanto hay que afirmar claramente evitando cualquier confusi�n o ambig�edad que la "reducci�n embrionaria" es un aborto selectivo. Es la eliminaci�n directa y voluntaria de un ser humano inocente (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 57). Por tanto, querida como fin o usada como medio, es siempre un desorden moral grave (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 62). Trat�ndose de una verdad naturalmente accesible a la raz�n, la ilicitud de tal comportamiento es una norma para todos v�lida y tambi�n para los no creyentes (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 101). La prohibici�n moral permanece tambi�n en el caso en que la prosecuci�n del embarazo comportara riesgo para la vida de la madre y de los otros hermanos gemelos. En efecto, no es l�cito jam�s hacer el mal, ni siquiera para alcanzar con ello un bien (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 57).

La vida del hombre proviene de Dios, es su don, su imagen e impronta, participaci�n de su soplo vital (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 39). La selecci�n embrionaria no puede ser justificada en base al llamado principio de mal menor, porque se elimina una vida humana y tampoco puede ser justificada en base al principio de doble efecto; ninguno de los dos pueden ser aplicados en este caso. La selecci�n embrionaria puede conducir adem�s mediante las t�cnicas de diagn�stico pre-natal a una mentalidad eugen�sica, es decir, medir el valor de una vida humana y seleccionarla, siguiendo s�lo par�metros de "normalidad" y de bienestar f�sico (Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n 63), invocando para ello el concepto de "calidad de vida" de modo reductivo. Esta posibilidad no deber�a ser minusvalorada.

Que el Se�or de la vida acompa�e a los padres, en el cumplimiento de su eximia misi�n sosteni�ndolos en el compromiso de respetar el derecho a la existencia del nascituro, y a los hijos, guiando a quienes est�n al servicio de la vida a hacer todo lo posible para salvar a la madre y los ni�os, en medio de dificultades, a veces dram�ticas. Gracias a Dios, merced a los considerables avances cient�ficos no son pocos los casos en los que los embarazos m�ltiples pueden ser conducidos a buen t�rmino. Sigue siendo verdad que, aunque la limitaci�n humana comporta a veces que se deba asistir impotentes a la muerte anticipada de criaturas inocentes, jam�s es moralmente l�cito provocar voluntariamente su muerte.

 Ciudad del Vaticano, 12 de julio de 2000

 Alfonso Cardenal L�pez Trujillo
Presidente

 +Francisco Gil Hell�n
 +Secretario