DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL CONGRESO
GENERAL DE LA CONFEDERACIÓN
DEL ORATORIO DE SAN FELIPE NERI (ORATORIANOS)Jueves 5 de octubre de 2000
.
Amadísimos sacerdotes y laicos oratorianos:
1. Me alegra daros mi cordial bienvenida a cada uno de vosotros, participantes en el congreso general de la Confederación del Oratorio de San Felipe Neri, que con esta visita habéis querido reafirmar vuestra sincera devoción al Vicario de Cristo y vuestra plena adhesión a su magisterio, según el espíritu de vuestro fundador, que amó a la Iglesia con todo su ser, y os dejó como herencia su fidelidad sin reservas a la Sede de Pedro.
Saludo con afecto al padre Antonio Ríos Chávez, delegado de la Sede apostólica, así como a cada una de las congregaciones representadas en vuestro congreso general, a las que expreso mi viva gratitud por el bien que realizan. Me alegra el crecimiento que el Oratorio está experimentando en diversas partes del mundo.
2. Vuestra Confederación, instituida por la Sede apostólica para unir con el vínculo de la caridad y de la ayuda recíproca a cada una de las congregaciones del Oratorio, en los recientes congresos generales ha examinado los textos constitucionales en la línea indicada por la Iglesia con ocasión del concilio ecuménico Vaticano II. En el alba del tercer milenio cristiano, vuestra asamblea se propone analizar, sobre todo desde el punto de vista pastoral, las fuentes del movimiento espiritual que tiene su origen en san Felipe Neri, con el propósito de responder fielmente a la misión de siempre: llevar al hombre hacia el encuentro con Jesucristo, "camino, verdad y vida", realmente presente en la Iglesia y "contemporáneo" de todo hombre.
Este encuentro, vivido y propuesto por san Felipe Neri de modo original y comprometedor, impulsa a convertirse en hombres nuevos en el misterio de la gracia, suscitando en su corazón la "alegría cristiana", que constituye el "ciento por uno" que Cristo da a quien lo acoge en su vida. Favorecer un encuentro personal con Cristo representa también el "método misionero" fundamental del Oratorio. Consiste en "hablar al corazón" de los hombres para llevarlos a hacer una experiencia del Maestro divino, capaz de transformar su vida. Esto se logra, sobre todo, testimoniando la belleza de ese encuentro, que da a la vida su sentido pleno. Es necesario que a los "alejados" no se les proponga un anuncio teórico, sino la posibilidad de una existencia realmente renovada y, por tanto, llena de alegría.
Esta es la gran herencia que os legó vuestro padre Felipe. Se trata de un camino pastoral siempre válido, porque está inscrito en la perenne experiencia cristiana. Espero que la vuelta a las fuentes de la espiritualidad y de la obra de san Felipe, realizada por vuestro congreso, suscite en cada congregación una renovada conciencia de la validez y la actualidad del "método misionero" de vuestro fundador y dé una contribución significativa al compromiso de la "nueva evangelización".
3. El Oratorio nació de la fe y del genio de san Felipe Neri, que supo aunar en una síntesis armoniosa la dimensión carismática y la plena comunión con los pastores de la Iglesia y, en la Roma de su tiempo, afrontó con gran sabiduría las necesidades espirituales y materiales de la juventud, testimoniando hasta tal punto la dimensión gozosa de la fe, que fue considerado "el profeta de la alegría cristiana". Ya desde sus comienzos el Oratorio es característico de vuestra congregación, que de él recibe su nombre, como recuerda la bula Copiosus in misericordia con la que el Papa Gregorio XIII la instituyó en el Año santo 1575. Vuestra congregación, nacida con la participación de sacerdotes seculares, provenientes de la primera experiencia del Oratorio y puesta a su servicio, debe seguir conservando en el centro de su interés esta benemérita institución, según sus objetivos originarios, su método y su estilo, siempre adaptables a las necesidades de los tiempos.
Como recuerda el Itinerario espiritual, aprobado en el congreso general de 1994: "El fin específico y la misión de la congregación del Oratorio es el nacimiento y el crecimiento de auténticas comunidades cristianas, luz y sal de la tierra". Vuestras Constituciones, ya desde los primeros artículos, las presentan como una unión fraterna de fieles que, siguiendo las huellas de san Felipe Neri, buscan realizar lo que él enseñó e hizo, teniendo así "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32). El modelo en el que se inspiran son los encuentros sencillos y familiares de oración y los coloquios espirituales de vuestro padre Felipe con penitentes y amigos. Desde esta perspectiva, el Oratorio reconoce su identidad al "practicar en común la meditación de la palabra de Dios de modo familiar, así como la oración mental y vocal, con el fin de promover en los fieles, como en una escuela, el espíritu contemplativo y el amor a las cosas divinas".
Quiera Dios que el Oratorio, poniéndose al servicio de los hombres con sencillez de corazón y alegría, manifieste y difunda este método espiritual de manera cada vez más atractiva y eficaz. Así, podrá dar un testimonio coherente y decisivo, viviendo plenamente el fervor de sus orígenes y proponiendo a los hombres de hoy una experiencia de vida fraterna fundada principalmente en la realidad, acogida y vivida, de la comunión sobrenatural en Cristo.
"Quien quiera algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere; quien pida algo que no sea Cristo, no sabe lo que pide; quien no trabaje por Cristo, no sabe lo que hace". Estas palabras de vuestro santo fundador indican el criterio siempre válido de toda renovación de la comunidad cristiana, que consiste en volver a Jesucristo: a su palabra, a su presencia y a la acción salvífica que realiza en los sacramentos de la Iglesia. Este compromiso llevará a los sacerdotes a privilegiar, como es vuestra tradición, el ministerio de las confesiones y el acompañamiento espiritual de los fieles, para responder plenamente a vuestro carisma y a las expectativas de la Iglesia. De este modo, ayudarán a los laicos pertenecientes a los Oratorios seculares a comprender el valor esencial de ser christifideles, a la luz de la experiencia de san Felipe que, con respecto al laicado, anticipó ideas y métodos que resultarían fecundos en la vida de la Iglesia.
4. Vuestras congregaciones, fieles a la autonomía que quiso vuestro santo fundador, viven muy unidas a la realidad de las Iglesias particulares y a las situaciones locales. Pero no hay que olvidar la importancia que reviste también, en la vida de las comunidades y de sus miembros, el vínculo fraterno con las demás congregaciones que constituyen la Confederación. Mediante este vínculo la autonomía característica de cada casa se abre al don de la caridad concreta, y las comunidades confederadas encuentran una valiosa ayuda para crecer en la fidelidad al carisma oratoriano.
Ojalá que cada congregación dedique particular atención a la formación inicial y permanente de sus miembros y de sus comunidades, para asimilar el ideal transmitido por san Felipe y propuesto de nuevo en los textos constitucionales, con vistas a una creciente vitalidad espiritual y a una presencia apostólica eficaz.
En particular, os exhorto a dejaros guiar por estos valores, sobre todo cuando os acerquéis al mundo juvenil, rico en promesas, a pesar de las dificultades, sintiéndoos enviados especialmente a cuantos están "alejados", pero que se hallan muy cerca del Corazón del Salvador. En este contexto os ayudará mucho la tradicional sensibilidad de los oratorianos por el arte y la cultura, caminos particularmente idóneos para una significativa presencia evangelizadora.
Que la Virgen María, "Madre y fundadora del Oratorio", sea para cada uno de vosotros el modelo en el que os inspiréis constantemente para acoger con plena disponibilidad el don del Espíritu y anunciar la alegría de Cristo a vuestros hermanos.
Con estos deseos, a la vez que os encomiendo a la intercesión celestial de san Felipe Neri, os imparto a cada uno, y a toda la Confederación del Oratorio, una especial bendición apostólica