No salía de mi asombro. La carta (o mail, según se mire) dejaba entrever que la situación era preocupante. Decidí actuar rápidamente, y procedí a tirar la carta por el retrete (el cual me trae muy buenos recuerdos de mis primeras relacciones sexuales) antes de que Carmen y yo muriéramos afixiados por culpa del olor a mierda que desprendía la carta. Se notaba que el caballero que habia dado a la luz aquel maravilloso cagarro era un caballero con todas las de la ley.
Después de esto, noté que Carmen estaba muy compungida pues se había puesto a ver Tele 5. Como otras tantas veces había hecho, me dí contra el bordillo que mi abuela me había colocado en el salón para que no tuviera que salir de casa cuando me entraba el mono. Todo esto lo hacía para alegrar a mi amiga, a mi amante. Carmen me lo agradeció con una delicada sonrisa y un vomito sobre la alfombra que todavía esta dando de comer a los perdigones de mi abuelo.
Después de esto y un polvo encima de la mesa, salimos a la calle decididos a hacer algo. Pero tuvimos que dejar nuestra empresa para media hora más tarde, porque en el ascensor la lujuria de Carmen se volvió a desatar (cosa que a mí me llenaba de satisfacción y a ella de otra cosa que mi situación social me impide nombrar). Como siempre volvimos a llenar el suelo del ascensor de semen y ..... ¡mierda!, ¡mi situacion social!.... (ahora posiblemente me veré en la misma penosa situación que tú).
Prosigo, después de este gracioso inciso, que más que nada, hago habitualmente para que mi historia no se haga tan pesada como el Pallero... Después de varias horas intentando desastascar las bragas de Carmen del mecanismo del ascensor, salimos a la calle con los ojos bien abiertos. Es curioso, pero cuando uno esta alerta todo el mundo le parece su enemigo, y no lo digo por los perros que nos atacaron, ni por ese señor que nos escupía, ni por la vieja gitana que nos maldecía a voz en grito... era más bien una sensación como si te la pillaras con la tapa de un piano, o como si tu hermano drogadicto te sodomizara todas las noches delante de sus amigos.... no sé, una sensación muy extraña. Seguíamos caminando por la acera y después de cruzar tres calles y varios bordillos una imagen nos sobrecogió, nos heló la sangre, nos cortó la respiración, hizo que se nos callera el frigo-falo que llevabamos en la mano.... (creo que aquel dia le llegó la menopausia a mi Carmen, ¡maldito dia!). Delante de nosotros teniamos....................
¿Que horrible visión nos nublaba la vista?
¿Por qué Carmen no va al ginecólogo?
¿Cuando volveré a Cordoba de una puta vez?
No se pierdan el próximo mail de.... ¡"El Conde Ladillas"!