Capítulo 4: Una hija, un pendón.

 

Atilano se detuvo, se paró a pensar, y por increible que parezca a este público tan agradable y culto que lee mi historia, sintió como si un arcangel del cielo, llamado Marco Antonio, hubiese bajado desde lo más alto para infundirle el valor de la paternidad y del buen hacer en esta bella y fálica vida.

Sin pensárselo dos veces, cogió una armadura de metal del siglo XII que pertenecio a un caballaro llamado 'Sir Thomas Cipotero', que casualmente encontró en el armario de las vendas. Fué a la habitación donde le esperaba Paca, su hija adoptiva por naturaleza. Seguro que ustedes creen que Paca se liaría a hostias con sus padre, ¿verdad? ¡pues no!. El arcangel Marco Antonio también se había pasado a echarle una visita a Paca, y por la tranquilidad que se respiraba en el ambiente, parecía ser que el arcangel había llevado a buen termino su misión. Y así fué, ya que pese a que Atilano se presentó en plena maternidad con una bestusta armadura del siglo XII y una espada que parecia la polla del Hermida, no pudo contener las lágrimas de emoción cuando vió a la pobre bebita, chiquita, tan bonita, vestidita de rosa, con patucos de croché y con un babero con un falo bordado en él.

La bebita le dijo, con voz dulce y primeriza, - Papá -. A Atilano se le cayeron dos mocos como barras de pan. No lo podia creer, esa bebita era dulcísima, y recordaba al amor, la amistad, las cosas buenas de la vida. Sin pensárselo dos veces, se bajó la portañuela del pantalón, se saco el trasto de taladrar y se lo enchufó en la boca a la niña que chupaba como una ordeñadora chupa de las ubres de una vaca pirenaica. Atilano, ante las caras de desconcierto del personal presente, apenas acertó a decir - no quiero que pase hambre. La enfermera falleció de la impresion en el suelo, incrustándose una pipeta en la pipa del coño al caerse al suelo.

Una vez que la bebita rebosaba semen hasta por las orejas, Atilano, con los ojos vueltos, la montó en un cochecito de bebé que casualmente se encontró por ahí, y se la llevó a casa. Ati, que era como Paca llamaba a Atilano, notó que la bebita estaba muy contenta, y Paca le dijo - nos hemos dejado la colección de mariposas en el armario del hospital -. Cojones - dijo Ati, - que pronto ha aprendido a hablar la muy puta.

Ati dejó la bebita con un humilde anciano que estaba en los jadines de la Victoria echándole migajones a los palomos. Soy invalido, soy feo, tengo sida, tengo lepra y mi mujer me dejo por el parroco de Sta. Marina - le dijo éste a Atilano segundos antes de que le dejara al cuidado de Paca. Hágase cargo de ella un momento, que ahora vuelvo. Es muy cariñosa, pero no le de confianza que a veces se pone de un cabrón que no hay quien la aguante-. El viejo contestó, - no será para tanto -, momento éste justo en el que Paca le cogio de un brazo al abuelo, y se lo arrancó.

No se apure - dijo el viejo, - me queda otro.

Atilano corrió al hospital a por la colección de mariposas de Paca antes de que la jodida niña desmontase al abuelo como el que desmonta un puzzle. Una vez allí, abrió el armario y ...... ¡¡¡AAAAAGGGGHHHHHH!!!!!!!! Allí estaba pichado en la pared Marco Antonio, ensangrentado, con rastros de evidente violación anal, con las alas cortadas, y con una grapa clavada en el glande del cual colgaba un cartel que decía: "NOBODY KNOWS I'M A LESBIAN". Ati se enfadó muchísimo pues Paca le había mentido, ya que en lugar de tener una colección de mariposas, solamente tenía un arcangel ensangrentado y con un cartel un tanto raro de comprender.

Cuando bajó las escaleras, se encontró al anciano muy asustado y llorando por el unico ojo que le quedaba, pues por lo visto el otro se lo habia comido Paca. Su hija se ha montado en la moto de un chico alto y fuerte llamado Antonio Calvo con vestimentas un tanto raras y con un olor a porro que me ha hecho recordar mis tiempos jovenes. Por favor, aquí tiene mi tarjeta, y llámeme en cuanto me necesite-.

¡Pero oiga!, ¿usted no era invalido? - , pregunté. Sí, pero su hija es tan cabrona, que si no echo a correr, se me merienda entero -, contestó el anciano, que improvisó como parche para la cuenca del ojo perdido el tapón de corcho de una botella de cava Freixenet "flices fiestas".


¿Que pasará?
¿Será Paca tan puta como las chicas de oro?

Todo esto y mucho más en la próxima entrega de Pus Vaginal.

 


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