RIMA LI
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego encienden las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad!, ¡tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
*(De "RIMAS Y LEYENDAS").
El POETA: Gustavo Adolfo Bécquer:
Gustavo Adolfo Bécquer, nació en Sevilla en 1836, hijo de un célebre pintor, protegido de un duque, parecía destinado a gozar en una visa fácil que nunca conoció.
Cuando tenía tan sólo cinco años de edad, muere su padre, dejándolo al cuidado de un tío, con su hermano Valerio, que sería un pintor como el padre, con quien recorrerá luego gran cantidad de ciudades españolas.
De esos viajes surgirían, más tarde, su Historia de los templos de España y sus famosas leyendas, ambientadas en las diversas tradiciones regionales.
Mientras trabaja en el periódico "El Contemporáneo" publica sus Cartas desde mi Celda, escritas en un monasterio donde repone su delicada salud física y emocional, pues una Tuberculosis le había significando el rompimiento definitivo con Julia Espín, de la cual estaba tan enamorado como puede imaginárselo el lector en sus rimas dedicadas a ella.
Convaleciente aún de esa desilusión, contrae matrimonio con Casta Esteban Navarro, pero el remedio no resulta, las disputas matrimoniales van en aumento, hasta que ella lo abandona, para volver sólo unos meses antes de la muerte del poeta. Esta ocurre en Madrid el 22 de Diciembre de 1870, cuando preparaba la edición de las obras completas.
Treinta y cuatro años de vida le bastaron para dar inmortalidad a un apellido tomado de un abuelo, en reemplazo de los de su padre y madre que eran Domínguez Bastida. El dolor y el placer, la esperanza y el desengaño, el sueño y la pesadilla, lo normal y lo increíble se dan la mano en la obra de las rimas que en esta páginas para el conocimiento de los jóvenes y la añoranza de los mayores.
Con la promesa del autor de que “mientras haya un misterio para el hombre, habrá poesía”. Y la seguridad de que mientras haya poesía, se leerá a Gustavo Adolfo Bécquer.
|
|