OBRAS:
Su primera novela fue Vidas sombrías (1900), a la
que siguió el mismo año La casa de Aizgorri. Esta novela forma parte de la primera
de las trilogías de Baroja, Tierra vasca, que también incluye El mayorazgo de
Labraz (1903), una de sus novelas más admiradas, y Zalacaín el aventurero (1909). Con
Aventuras y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901), inició la trilogía
La vida fantástica, expresión de su individualismo
anarquista y su filosofía pesimista, integrada además por Camino de perfección (1902) y
Paradox Rey (1906). La obra por la que se hizo más conocido fuera de España es
la trilogía La lucha por la vida, una conmovedora descripción de los bajos
fondos de Madrid, que forman La busca (1904), La mala hierba (1904) y Aurora roja (1905).
Realizó viajes por España, Italia, Francia, Inglaterra, los Países Bajos y Suiza, y
en 1911 publicó El árbol de la ciencia, posiblemente su novela más perfecta.
Entre 1913 y 1935 aparecieron los 22 volúmenes de una novela histórica, Memorias de
un hombre de acción, basada en el conspirador Eugenio
de Avinareta, uno de los antepasados del autor que vivió en el País Vasco en la época de
las Guerras carlistas. Ingresó en la Real Academia Española en 1935, y pasó la Guerra
Civil española en Francia, de donde regresó en 1940. A su regreso, se instaló
en Madrid, donde llevó una vida alejada de cualquier actividad pública, hasta su
muerte. Entre 1944 y 1948 aparecieron sus Memorias, subtituladas Desde la última vuelta
del camino, de máximo interés para el estudio de su vida y su obra. Baroja publicó en
total más de cien libros. Usando elementos de la tradición de la novela picaresca,
Baroja eligió como protagonistas a marginados de la sociedad. Sus novelas están llenas
de incidentes y personajes muy bien trazados, y destacan por la fluidez de sus diálogos
y las descripciones impresionistas. Maestro del retrato realista, en especial cuando se
centra en su País Vasco natal, tiene un estilo abrupto, vívido e impersonal, aunque se ha
señalado que la aparente limitación de registros es una consecuencia de su deseo de
exactitud y sobriedad. Ha influido mucho en los escritores españoles posteriores a él,
como Camilo José Cela o Juan Benet, y en muchos extranjeros entre los que destaca Ernest
Hemingway.
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