Violencia no grauita


Primera norma del no se habla del "Club de la Lucha".

No tengo más remedio que saltarme la norma, tengo muchas cosas que decir sobre este film.

Entré en la sala curado de espantos esperando encontrar un típico film de acción, pero me equivoqué. Contaba con encontrarme un Edward Norton a lo Jean Claud Van Damme, cosa que me decepcionaba un poco después de verle en "American History X", lo Brad Pitt tampoco me extrañaba tanto.

Los créditos de inicio ya me sorprendieron, demasiada creatividad para un film del que solo esperaba la ración diaria de violencia audiovisual. Y es que Fincher logra combinar realidad con imágen sintética de un modo fresco y sugestivo.

La primera hora del film nos narra la creación del club por Pitt y Norton, y nos introduce cantidad de elementos tan originales como deasarraigados, a destacar el tortuoso personaje que borda una sorprendente Helena Boham Carter. La lucha no es violencia gratuita, como ven algunos miopes conservadores americanos, es la catársis de los personajes para autorealizarse en un mundo en que ya han alcanzado el paraiso consumista.

La segunda parte, contiene unos de los giros argumentales más sorprendentes que he visto, solo superado por el de "Eva al desnudo". Y aquí me detengo para no estropear la película a quien o la haiga visto todavía.

Id a verla y decidme si no coincidís conmigo.

IVAN FLIX
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Más que lucha una simple refriega


El Club de Lucha está por encima de la media de la distribución hollywoodiense hasta ahora en cartel, (que muy pronto será barrida por la nueva oferta de Navidad). Y por eso recomiendo su visión, si luego somos lo bastante críticos para percibir que esta película de factura impecable, realizada por un director más que competente, (ya hablaría de un creador en ciernes), y un buen guión, encierra un mensaje vacuo, tremendamente vacío, antítesis de todo aquello que busca el film en el espectador: Liberación, anarquía dentro de un estado civil propio del capitalismo.

No me interesan para nada los giros argumentales de la película, si no lo que propone en un principio; como lograr la conciliación espiritual en una sociedad tipo Ikea, que nada más vive para la seguridad económica personal. La opción elegida por su director David Fincher es recurrentemente Norteamericana, luchar, sufrir para sentirse mejor, ejercer toda clase de acción contra el sistema. Estamos ante una superproducción, y necesita vender entradas a costa de no querer ofender a nadie más de lo necesario. Y acaba vendiendo un doble mensaje:
Primero: (mensaje al espectador incauto) Que es posible luchar contra el poder establecido, por todo aquello que soñamos, y hacer de este mundo algo mejor...
Segundo: (para aquellos que manejan nuestra sociedad) Hay que estar desequilibrado o enfermo mental para querer algo así, nada más que un terrorista o un sociópata,( gente enferma), se plantea esa preguntas sobre la libertad personal.

Por suerte o desgracia El Club de Lucha ha gustado a poca gente. ¡Mejor¡ imaginar que este film hubiese sido un éxito masivo pone los pelos de punta. Y por eso disfruto más recordando su visión; la mala leche de Fincher intercalando fotogramas subliminales, y las eficiente narración de su montaje.

ALBERTO TAUSTE
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