Por qué decidí ser árbitro de ajedrez


Cuando comencé mis incursiones por el mundillo del ajedrez en 1983, a los 14 años de edad, no pensaba, ni mucho menos, que acabaría siendo árbitro de ajedrez. Mi pasión era más bien jugar un poco, aprender más, y sobre todo, ganar. Pero tuve la suerte, al asociarme al Círculo de Ajedrez Torre Blanca, de conocer al hoy Arbitro Internacional Adrián Roldán. El fue quien poco a poco comenzó a enseñarme las Leyes del Ajedrez y sus regulaciones para la competición, así como aprendí a calcular el ELO, a realizar emparejamientos por sistema suizo, por sistema "round-robin", etcétera. Descubrí que, en ese sentido, no sólo jugar puede ser una pasión, sino que arbitrar también lo puede ser. Durante 1985 y 1986 con Roldán formamos un gran equipo en los torneos dominicales de partidas rápidas que se realizaban en el Círculo. Teníamos que arbitrar, realizar el emparejamiento a mano de 9 rondas, cada torneo tenía entre 40 y 50 jugadores, cantar la ronda a viva voz... ya que en esa época apenas si había ordenadores y por supuesto, no había programas que hicieran el emparejamiento. Tardábamos, para cada torneo, poco más de dos horas y media, a lo que, si descontamos el tiempo de juego (9 rondas, diez minutos cada ronda, una hora y media), puede uno darse cuenta de la rapidez con la que trabajábamos. Aprendí también que la rapidez debe ser una de las cualidades que debe tener un buen árbitro, además de conocer el reglamento de pe a pa, y pos supuesto, ser absolutamente objetivo en todas sus decisiones.

Al año siguiente, 1987, pasé a encargarme de la mayoría de los torneos del Círculo, abiertos, por categorías, etc., ya que si bien Roldán aún se encontraba presente durante la disputa de los torneos, tenía otras ocupaciones, sobre todo de la Federación Argentina de Ajedrez. Pero poco después dimití, ya que el Gran Maestro de Ajedrez por Correspondencia Juan Sebastián Morgado me ofreció trabajar como redactor en sus revistas "Ajedrez de Estilo" y "Teoría al Día". Allí se cerró mi primera etapa como árbitro de ajedrez.

Entre los años 1988 y 1992 no hice ninguna tarea relacionada con el arbitraje. Tuve un importante progreso como jugador de ajedrez (de estar anclado durante varios años en un ELO FADA de poco más de 1800 pasé a obtener ELO FIDE –2260- en la lista de Julio de 1990), clasifiqué para la final del Campeonato Argentino de Ajedrez por Correspondencia, que nunca llegué a disputar, y junto con mis amigos Pablo Glavina, Roberto Servat y Daniel Pizá decidí vivir a partir de julio de 1990, "la aventura ajedrecística europea", es decir, venir a España a jugar torneos abiertos.

A los cuatro nos resultó muy buena la aventura desde el punto de vista económico, si bien en el aspecto ajedrecístico, la suerte nos fue dispar. Pablo y Roberto alcanzaron el título de Maestro Internacional, mientras que a Daniel y a mí no nos fue tan bien. Estuve a punto de desaparecer del Listado del ELO FIDE en enero de 1993, cuando aparecí con 2205, el mínimo en aquella época. Apenas un mes antes había decidido retomar el camino del arbitraje: concurrí a Eibar, en dónde el Centro de Estudios de la Federación Española de Ajedrez realizó un cursillo destinado a otorgar el título de Arbitro Nacional. Este cursillo estaba destinado a árbitros autonómicos, y en un principio se rechazó mi inscripción, y sólo se me admitió cuando quedaron plazas libres. Cuál fue mi sorpresa en Eibar cuando comprobé que mi nivel arbitral era muy superior al de muchos otros asistentes –y eso que ellos eran árbitros autonómicos y yo no tenía ningún título, sólo la experiencia práctica- y cuando, tal como me informó telefónicamente el A.I. Miguel Angel Muela, director del cursillo, fui uno de los pocos aprobados.

Sin embargo, el certificado de que había superado la parte teórica de la titulación se hacía esperar. Durante cerca de seis meses reclamé al Centro de Estudios de la F.E.D.A. (es decir, a Miguel Angel Muela) que se me enviara, obteniendo como respuesta que ya se me había enviado dos veces, por correo normal y luego por correo certificado, y que "se habría perdido". El cartero de mi casa de entonces, al que le comenté la situación de que me encontraba esperando aquella importante carta, me dijo que "las únicas cartas que se pierden son las que no se envían". Aparentemente –y digo sólo aparentemente, porque quien puede saber la verdad- estaba metido en un absurdo mitin político del que poco o nada me interesaba: yo pertenecía a la Federación Catalana, que en ese entonces era opositora a la F.E.D.A.; por ello, a la F.E.D.A. no le interesaba que un "opositor" obtuviera el título de Arbitro Nacional. Mi carrera arbitral estuvo a punto de frustrarse, si no fuera por el siguiente cambio providencial: en mayo de 1993 decidí mudarme de Tortosa, donde vivía, a la capital del ajedrez español: Barcelona. Allí me asocié a la Unió Gracienca d’Escacs, y tuve el placer de conocer al hoy Presidente de la F.E.D.A., el M.I. Francisco Javier Ochoa de Echagüen, y al actual gerente, el A.N. Joan Masip Salvans, que por ese entonces también formaba parte de la F.E.D.A.

La intervención de Masip fue decisiva para la obtención del tan merecido certificado: apenas un mes después, curiosamente, pero no casualmente, recibía en mi casa el certificado, acompañado con una nota irónica que decía "Copia del certificado que se envío con fecha tal... y que se perdió...".

Ese fue sólo el primer gesto que Masip tuvo para conmigo; el segundo y no menos importante, fue el de ofrecerme el arbitraje, en calidad de adjunto, del Torneo Internacional "Vila de Gràcia" en su V edición en donde él mismo fue el árbitro principal, y de la Copa de Europa de Clubes de Ajedrez, que se disputó en Barcelona, donde el A.I. Jesús Mena fue el principal. Ambos torneos, y otros varios más, entre ellos, el Campeonato Universitario de España, donde fui el árbitro principal, me sirvieron como sendas normas prácticas para el título de Arbitro Nacional, que obtuve finalmente en junio de 1994.

Pero mi espaldarazo definitivo a mi carrera arbitral llegaría dos años después, cuando el presidente de la Penya d’Escacs de Cerdanyola del Vallès, el A.N. Jaume Grau Garsaball, decidió contar conmigo para su equipo de División de Honor catalana, ofreciéndome a cambio varios torneos abiertos internacionales que él arbitraba en la comarca del Vallès Occidental: Sant Cugat, Montcada i Reixac, y Castellar del Vallès; a éstos se agregaría Barberà del Vallès al año siguiente. También arbitraría en 1996 en La Pobla de Lillet, en el Berguedà. Y en 1997 sería el adjunto del desaparecido A.I. Carlos Falcón en el "Ciutat de Barcelona".

Mi trabajo como arbitro resultó, tanto para los organizadores como para los jugadores, exitoso. Desde entonces y hasta la actualidad sigo siendo el árbitro principal de todos los abiertos internacionales antes mencionados –a excepción de Sant Cugat que no se realizó este año por problemas económicos- y he agregado uno más a mi lista, como es el I Open Internacional de Sants, Hostafrancs i la Bordeta, en donde también han decidido contar conmigo.

Además, la llegada de Javier Ochoa a la presidencia de la F.E.D.A. permitió democratizar el arbitraje español para las pruebas oficiales, que antes estaba reservado a unos pocos amiguetes de la cúpula de poder. En 1998 arbitré mi primer campeonato nacional, el Campeonato Femenino de España, y apenas unos meses después el Mundial para menores de 10 años de la F.I.D.E., en Oropesa del Mar, Castellón, que coincidió con el estreno de mi título de Arbitro Internacional, otro de los beneficios de la democracia instaurada en la F.E.D.A.; hacía tiempo ya que tenía reunidos los méritos necesarios para la solicitud de mi título de Arbitro Internacional, pero no se solicitaba ante la F.I.D.E. También, -y esta vez digo desgraciadamente, ya que ocurrió por la muerte del A.I. Carlos Falcón- la Federación Catalana me ofrecería ser el Principal del "Ciutat de Barcelona", labor que acepté gustoso, por lo que ello significaba, y para rendirle homenaje al compañero desaparecido.

A mis éxitos arbitrales se sumaron mis éxitos como jugador, ya que, dado que existen en las Leyes del Ajedrez de la F.I.D.E. artículos como el 10.2, en donde el papel del árbitro de ajedrez es decisivo, considero que un árbitro es mucho mejor árbitro si sus conocimientos de ajedrez son importantes, poseyendo, como mínimo, un título internacional de jugador (son conocidos los casos de los A.I. Lothar Schmid y Svetozar Gligoric, Grandes Maestros, o Antonio Medina y Román Torán, Maestros Internacionales). En Julio de 1999, al alcanzar un ELO FIDE de 2321, me hice acreedor al título de Maestro FIDE.

Mis proyectos para el futuro consisten en continuar por la senda por la que he andado todos estos años, es decir, un estudio concienzudo de la reglamentación y de su aplicación en las competiciones, absoluta objetividad, y por sobre todo, estar al servicio de los jugadores para solucionar sus problemas de desconocimiento reglamentario. También por medio de cursillos, como en el que he sido profesor en abril y mayo de 1999, compartir mis conocimientos y enseñar a arbitros noveles. Y finalmente, desde esta misma página Web, para que sea un medio de comunicación y ampliación de conocimientos entre árbitros de ajedrez y todos aquellos que, como a mí, se sientan atraídos por el ajedrez... pero desde el punto de vista de las leyes.

 

Barcelona, Agosto de 1999.

 

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