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CAPITULO II
Según los estudiosos de la psicología, existen tres estados
de conciencia:
Los sentimientos que surgen de respuestas condicionadas y reflejos
instintivos, se desarrollan a través del estado afectivo solamente.
En este caso los estados cognoscitivo y volitivo no se usan.
Dentro del área de las condiciones del estado cognoscitivo
está el acto de saber, el proceso de percibir, el ejercicio de "despertar"
(el subrayado es nuestro) y la medida del logro mental. Estas funciones
están directamente relacionadas al progreso moral e intelectual
del hombre (42). Se ve muy claro escrito como está, pero cómo
lo entienden quienes lo escriben y cómo lo captan los que lo leen?
"Despertar" y "logro mental" son conceptos muy profundos.
Según los autores de este libro, las buenas escogencias morales
no solo dependen de lo que el hombre conozca acerca de estándares
morales sino también de su "despertar" y el logro mental que realice.
El hombre que conoce los preceptos morales y no los sigue demuestra cómo
el estado volitivo puede ignorar al estado cognoscitivo. El volitivo usa
o rechaza el cognoscitivo de acuerdo a la voluntad del hombre. Entonces,
el conocimiento de sí mismo y el despertar no son tarea fácil
de realizar, cuanto mas difícil será para el ser humano común
y corriente el hecho de reconocer cuándo está usando el volitivo,
el cognoscitivo y
cuándo está realmente despierto.
Para complicar un poco las cosas, aunque cada ser humano nace como
algo nuevo y viene dotado de todo lo necesario para triunfar en la vida,
con sus potencialidades, capacidades y limitaciones y puede llegar a ser
una persona "creativa, importante, pensante y consciente (5), no nace en
familias que tengan claros estos conceptos para ayudarle a ser "auténtica"
y determinar que el éxito no es tan importante como conocerse a
sí mismo y llegar a ser ese ser único que Dios creó
con un propósito definido.
Para la mayoría de los padres ser buenos con los hijos es
darles comida, abrigo y educación formal, o sea enseñarles
a ganarse la vida. Sin embargo, hasta el momento no se ha enseñado
en las escuelas y universidades cómo ser uno mismo, como ser auténtico
y menos cómo lograr una individualidad y no personalidades diferentes
de múltiples "yoes".
Por el contrario, se nos ha enseñado que el conocimiento
viene de fuera y está registrado en los libros y en las mentes de
los maestros. El único dios es la Ciencia. Este conocimiento es
bueno para ganarse la vida, pero no para desarrollarnos como personas y
mucho menos para evolucionar los estados de conciencia.
Para ser auténtico y conocerse a sí mismo hay que
vivir en el presente pues añorar o lamentarse del pasado y ansiar
o vivir en el futuro roba muchas energías para sacar provecho al
momento presente (6). Sin embargo, en todos los hogares oímos frases
que nos indican que se vive mas en el pasado y en el futuro que en el presente:
Por ejemplo: Cuando me case..., Cuando me gradúe... Si me saco la
lotería..., no soy nadie porque mis padres, la sociedad, etc. tienen
la culpa..., si hubiera nacido aquí o allá..., si tuviera...etc.
Si fueras como tu hermano..., como yo cuando tenía tu edad...,.
Además, muchas otras frases que se nos graban en el subconsciente
y nos fragmentan el yo con sentimientos encontrados de éxito y fracaso,
amor y odio, etc. como por ejemplo: eres un inútil..., no sirves
para nada..., eres igual a tu padre..., o tu madre... o tu abuelo...etc.
Todo esto es contrario a lo que se necesita para ser una persona
auténtica, cuando siempre hemos oído que debemos ser otra
persona. "La persona auténtica es la que realiza su propia unicidad,
hasta entonces conocida, y aprecia la unicidad de los demás, además
debe responsabilizarse de su propia vida y no culpar a los demás
ni jugar al "desamparado".
Es así como la primera lucha del individuo está en
su interior, tratando de estructural un Yo dividido en parte por los mensajes
que recibió o no recibió de sus padres, por la falta de afecto,
el ambiente hostil, etc. y por la parte en que contribuyó el medio
ambiente y la cultura con sus mensajes "subliminales", sin dejar de considerar
dentro de estos dos aspectos macros, la familia, escuela, comunidad, medios
de comunicación, etc. (7). Un antiguo amigo en la universidad decía:
Cito de memoria: "Voy a escribir un libro que se va a llamar "Cómo
desprogramarse" porque él decía que tenía 35 años
de tratar de librarse de todas las maldiciones que sus padres le habían
grabado en su memoria. Hay que aclarar que los padres no han hecho ningún
daño a sus hijos voluntariamente. Ellos han hecho lo que han creído
que es mejor para sus hijos, solo que también han estado "dormidos"
e "inconscientes". La mayoría de padres y madres ni siquiera se
prepararon para ese evento tan importante en sus vidas, sino que simplemente
les ocurrió.
Para dar luz en el camino de esta lucha interior citaremos algunos
estudiosos de la materia del "despertar". Para John Baines, el despertar
de la conciencia es darse cuenta que el hombre actúa como una máquina
debido a que lo gobiernan los diferentes deseos, estados anímicos
e instintivos, que lo hacen actuar o mas bien reaccionar de diferentes
maneras, manifestando así varios "yoes" que destronan, por asi decirlo,
al verdadero Yo o ser interior, por lo que el ser humano no puede considerarse
un ser libre con voluntad propia (16).
Los seguidores del análisis transaccional hablan de los estados
mentales de "padre" que representa el superego, "adulto" que es el yo maduro
o ego, y "niño" que representa el inconsciente o la parte instintiva.
Sin embargo, pareciera que se aceptara como normal el hecho de que actuemos
como siendo tres personas en una, según lo requieran las circunstancias.
Recomiendo el libro "Los Juegos que Jugamos" de Eric Berne, donde se analizan
estos tres estados mentales con mucha propiedad.
Siguiendo la línea de pensamiento de Baines, cuando un hombre
está muy dormido, la naturaleza le envía dolor y sufrimiento
para despertarlo. Hay que recordar que la conciencia no tiene que ver con
el desarrollo intelectual, "un ser humilde e inculto puede ser mucho mas
consciente que un sabio atómico, entendiendo por conciencia la capacidad
de percibir la realidad sin distorsión mental de ninguna clase,
siendo muchas veces el exceso de información científica o
cultural un obstáculo para el despertar de la conciencia, debido
a que esta información es elaborada por individuos que también
están inconscientes o "dormidos espiritualmente" (17) y porque se
siguen sin reflexionar en ello, como si fueran verdades absolutas, aunque
la historia nos demuestra que los paradigmas de la historia han cambiado
de tiempo en tiempo, negando verdades aceptadas anteriormente como infalibles.
De acuerdo a lo establecido anteriormente, podemos concluir parcialmente
en que en el estado actual en que se encuentra el ser humano, sin distinción
de capacidad intelectual, sexo, edad, nacionalidad, etc., es el estado
de "durmiente", debido a que no somos conscientes de la mayoría
de nuestros actos, actuamos influidos por el ambiente exterior, automáticamente;
poseemos un yo dividido en muchos yoes que actúan cada uno de acuerdo
a las circunstancias, sin un control absoluto de nuestra conciencia o facultades
mentales, emocionales, etc. "Algunos están dormidos, deben ser despertados.
Algunos están enfermos y necesitan ser curados..." (53).
La gente dice que no hay que tener ego, pero es que sin individualidad
ni el ego puede existir. Primero hay que crear un centro en nuestro ser
o individualidad y después hay que matar ese Yo para someterlo a
la voluntad Divina. Pero antes no. O escuchamos decir: "que ególatra
es ese individuo" tal vez porque es asertivo o está convencido de
lo que dice y lo vemos tan seguro o segura de sí misma que nos molesta.
También la inteligencia de otra persona nos despierta envidias.
En el siguiente capítulo incursionaremos en los métodos
que se pueden utilizar para ir despertando paulatinamente la conciencia
y para integrar los múltiples yoes en uno solo y tener así
una individualidad interna, un centro, un solo Yo, unicidad que nos permita
respetar la unicidad ajena y llegar a estadios mas elevados de comprensión
y de conocimiento.
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CAPITULO 3