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MODELOS, PASADO, SISTEMAS COMPLEJOS Y SISTEMA MUNDIAL
por Alfonso López Borgoñoz

[PUBLICADO en el II Congreso Peninsular de Arqueología, Zamora, 24/9 AL 27/9 DE 1996. Págs. 537 a 550 Vol. III. Universidad de Alcalá, 1999].

Palabras Clave:
*Epistemología *Procesualismo *Postprocesualismo *Complejidad *Sistema Mundial

Resumen
Es posible establecer modelos verosímiles y útiles acerca de lo que estudiamos, que nos permitan entender y estructurar los datos -aceptados como tales por dichos modelos- que nos arriban de nuestro entorno, aunque creamos que nuestro objeto de estudio depende, en forma no evaluable, del sujeto que lo analiza. Desde las reglas explícitas del modelo, podremos estudiar historias particulares, así como enunciar leyes sobre el hombre en sociedad, en un medio natural dado, y todo ello desde una perspectiva que admite crítica, así como procesos de refutación o constratación entre investigadores, dentro de un común marco de creencias. Nuestro modelo de formación social, basado en la teoría de Sistemas Complejos, nos lleva a creer en un único Sistema Mundial, a partir de un estadio de desarrollo de la complejidad social, situable en la aparición del intercambio desigual entre sistemas sociales.

[NOTA PREVIA INÉDITA: Ante las lógicas críticas emitidas en la segunda mitad de la década de los noventa del siglo XX por una serie de autores como Sokal y Bricmont, acerca del uso abusivo, injustificado y desde una cierta ignorancia de muchos términos -con sentidos muy específicos y propios- procedentes del mundo de la física y de las matemáticas, por algunos autores que tratamos acerca de la temática de la complejidad social, permítaseme argumentar en mi defensa que no creo en el uso de comparaciones entre las formaciones sociales y los fenómenos naturales desde la perspectiva de que el uso del lenguaje de los segundos parezcan dar autoridad a lo que escribo mediante comparaciones con situaciones descritas en el mundo de las matemáticas o de las ciencias llamadas empirico-formales, sino que las uso como ejemplos sencillos que me permiten modelizar acerca del funcionamiento de los sistemas ultracomplejos que son las sociedades]

Comunicación:
1.- Leyes generales o particularismo, y realismo o relativismo:
Se puede ver, desde siempre, lo importante que ha sido para ciertas escuelas históricas o arqueológicas la búsqueda de leyes del comportamiento humano, a través del tiempo y espacio, en su relación social y/o con la naturaleza, así como la lucha contra el particularismo en la historia, aunque nosotros nunca hemos entendido ambas posiciones como antitéticas.

Esta búsqueda de pautas ha ido unida a las tendencias realistas, también surgidas con la modernidad, que han predominado en el pensamiento teórico arqueológico, especialmente tras la irrupción de la Nueva Arqueología.

La posición realista más clásica, mantiene que se pueden explicar los fenómenos que parecen ocurrir en la naturaleza en términos de fenómenos reales, y se trataría de dar una explicación de porqué son así y se observan como se observan, así como cuál es el proceso cognitivo del investigador que le lleva a su investigación e interpretación. La naturaleza existiría de forma independiente al observador. Sostienen el valor ontológico de las afirmaciones de la ciencia -éstas tendrían un estrecha relación con el ser de las cosas (Martínez Navarrete y Vincent, 1983: 345)-. Esta relación se basa en datos empíricos, pero éstos pueden haber sido mal interpretados o estar incompletos. El neopositivismo consideró que el método para conseguirlo era de carácter inductivo -posición que se mantiene en Martínez Navarrete y Vincent, 1983-, pero, desde las críticas de Popper, y de la arqueología procesual (Binford, 1988, siguiendo a Hempel), muchos consideran que el método hipotético-deductivo es el único capaz de producir leyes generales, aunque ello tambiés es problemático (Castro, Lull y Micó, ?).

Sin embargo, esa posición se ha cuestionado con la aparición de nuevas visiones postprocesuales de la arqueología (Chapman, 1991 habla incluso de "dos tribus"), cuando autores como Hodder (1988) o Shanks y Tilley (1987 a y b), hablaron del fuerte condicionamiento social de nuestro objeto de estudio, y de su lectura (los datos adquieren significado en la práctica arqueológica -Tilley, 1990: 29-), aunque sin caer en un relativismo radical, sino suave, ya que creen -pese a todo- que existe una realidad independiente del sujeto que la estudia (Hodder, 1988: 201-202 y Tilley, 1990: 27-29).

Así, Hodder (1993) no cree en la neutralidad del investigador, ya que considera que siempre se interpreta. Sin embargo, cree que se pueden definir, gracias a los objetos reales hallados en una excavación, algunas certidumbres en algunas excavaciones, como son sus fases de ascenso y decadencia. Según él, pese a estar lejos el investigador de la neutralidad o de la realización de historias mecánicamente interpretativas (ya que también detrás de ellas subyacen cronologías descriptivas), es en el aprendizaje y la interpretación de estos cambios, mejor que equivocándose en el relativismo, como se puede mejorar nuestro conocimiento del pasado. Para este arqueólogo inglés las narrativas (el mundo de los significados) pueden expresar algunos hechos objetivos de secuencias de cultura material (los significantes), ya que los cambios existen físicamente. Pese a eso no se puede caer en un pretendido neutralismo u objetivismo, sino decir desde el principio las bases metodológicas y teóricas que subyacen tras los asertos que se realizan sobre el pasado (Hodder, 1988: 204-209).

El deseo de hacer explícitas las bases teóricas es cada día más abundante, y lo mismo también es recomendado por autores como Martínez Navarrete y Vincent, 1983: 345; Vincent, 1990; Lull et alt., 1990; Chapman, 1991; Barceló, 1995, etc., lo cual habla positivamente del desarrollo de nuestra ciencia en los últimos años, pese a las cómodas posiciones que denuncian al final Ruiz, Chapa y Ruiz (1988).

2.- Realidad arqueológica, entidad participada, paradigma y verosimilitud:
Nosotros, sin embargo, pese a que la situación mayoritaria en nuestro país es la realista (aunque más matizada, en general, sin olvidar la importancia del sujeto en la determinación del objeto), y ello se ve en la obra tanto de autores tradicionales, como en la de otros que nada tienen que ver con ellos como Ruiz, Chapa y Ruiz (1988), Lull (1988: 66-67), Walker (1990), Vincent (1990: 104), Chapman (1991: 10), etc.; hemos defendido (López Borgoñoz, 1995) una posición intermedia entre las dos anteriores (el realismo procesual y el relativismo suave contextual, que predominan en el pensamiento arqueológico) y el relativismo más fuerte (difícil de hallar en la teoría arqueológica, y que mantiene que la tarea de llegar a saber lo que es realmente la realidad y si ésta es conocible por estos limitados sistemas biológicos que son los seres humanos es muy dificultosa y fuera de nuestro actual alcance, al depender en exceso nuestras hipótesis de la estructura social en la que nos hemos educado. Nivel poco ambicioso, es profundamente escéptico acerca de la posibilidad de conocer el mundo. A los que lo siguen les es casi igual un sistema que otro, no TEORÍA EN ARQUEOLOGÍA (TEXTOS PROPIOS)creyendo que haya una realidad conocible independiente del sujeto).

No podemos ser realistas, en principio, por el contexto social de cada investigación y de cada objeto investigado. No hay objeto sin sujeto. Si bien todo lo que hallamos en nuestras excavaciones son significantes, sus significados se construyeron (en su momento) en forma diferente según cada clase social y se vuelven a construir igual ahora, en base a nuestros conceptos actuales (Hodder, 1988: 30; Tilley, 1990; Lull et alt., 1990, 462-464, y Geertz, 1996: 78). Hodder (1988: 179), habla de la existencia en el pasado, como en el presente, de una multiplicidad de lecturas de la realidad, vinculadas (consciente o inconscientemente, añadiríamos nosotros) a diferentes grupos de interés de la sociedad.Nuestra lectura del pasado depende de nuestro presente. Además, nuestra capacidad de conocer no sólo está mediatizada socialmente, de forma no medible, sino también por nuestra especificidad física, biológica y psicológica. Ignoramos hasta que punto existen hechos o significantes conocibles en ningún sentido (aunque no negamos su posible existencia).

Sin embargo, tampoco podemos ser relativistas radicales, ya que creemos -pese a todo- que podemos tratar de crear modelos de representación del pasado, y usarlos para interpretar los datos que nos llegan del entorno, así como para formular hipótesis teóricas útiles (desde la perspectiva de los objetivos del modelo) y verosímiles (al tratar de mantener una relación coherente y comprobable con los datos que aceptamos como tales en nuestro modelo definido previamente).

Si bien es cierto que la interpretación de lo que determinamos como hechos no es unívoca incluso dentro de nuestros modelos, también lo es que las posibilidades interpretativas de los mismos no son infinitas (se restringen con cada hecho nuevo -Lull et alt., 1990: 468-). Las hipótesis sobre el comercio en las villae romanas son, en principio, muchas, pero gracias a los significantes que hallamos, éstas se reducen. Aunque nuestro conocimiento no sea real (en el sentido de objetivo), puede sernos útil pese a todo, así como los modelos creados no tienen porqué ser (y en muchos casos ni siquiera hemos de considerarlos como) conocimiento verdadero y definitivo sobre la naturaleza o la sociedad pasada.

Tal como indicamos de una manera mucho más pormenorizada en un trabajo anterior (López Borgoñoz, 1995), en el que tratábamos acerca de la relación del arqueólogo con su objeto de estudio, la realidad arqueológica, el objeto de conocimiento de nuestra ciencia, es lo que se observa, dentro de una hipótesis previa; y lo que se observa, en su carácter de entidad participada por el investigador, está influenciado (no determinado) por la fuerza del paradigma predominante en el seno de la comunidad arqueológica, y éste, a su vez, por su contexto social. En las teorías arqueológicas, lo importante no será tanto el hallar la realidad objetiva del pasado como la verosimilitud de las mismas en cada contexto histórico y socio-cultural, es decir, el hecho de parecer más explicativas y útiles, y para destruir o afianzar otras hipótesis más generales. Para Barceló (1995:29 y 394), la diferencia entre su modelo de resolución de problemas y el positivista radica en la posibilidad de las hipótesis, antes que en su probabilidad. No trata de descubrir una conexión real, sino que propone demostraciones plausibles o verosímiles.

La imagen del pasado será cierta por consenso o convención, en base a la coherencia del modelo propuesto, dentro de la comunidad científica -al menos de una parte de ella- la cual se halla inmersa en una sociedad. Dicha coherencia no surgirá tanto de la posibilidad de probarla, como de no hallar contradicciones insuperables con los datos necesitados por dicho modelo.

Nunca se sabe lo ajustado de cada convención a la realidad. Por ello decimos que no importa cómo es el mundo supuestamente real (si es que existe), sino la dialéctica entre nuestros modelos y lo que es observable.

Siguiendo más a Kuhn (1971, 1983), añadiríamos que el cambio en las teorías científicas no es ni por motivos sólo racionales (cuenta el contexto científico del descubrimiento en el que se imponen las teorías, así como no hay progreso tras cada cambio, dado que no se ajusta siempre mejor la teoría a los datos, sino sólo a los datos que se creen relevantes) ni puramente irracionales (el cambio puede ser razonable en cada medio científico dado), sino arracionales (la razón sirve en la construcción de las teorías y se relaciona con el mundo de lo observable, pero el cambio de teorías no se produce por progreso, sino por nuevos consensos dentro de la comunidad científica -o de una parte de la misma-, que no tienen que ver sólo con la razón -pero que no la excluyen-, forjando nuevos paradigmas).

3.- Putnam, aparato conceptual y realidad:
Esta manera de ver la realidad y la relación del investigador con ella también está influida por Putnam (1994), para el que lo real es siempre relativo al aparato conceptual que usemos para comunicarnos o representarlo los investigadores (o los seres humanos normales) en cada momento de la historia. Esta relatividad de la realidad (de los hechos) con respecto al aparato conceptual, no quiere decir que dentro de dicho aparato no hayan cosas reales y cosas que no lo son, ya que dentro de un determinado esquema podremos distinguir entre enunciados falsos y verdaderos acerca de lo que determinemos como hechos. Incluso habrían unos metaesquemas en toda cultura que nos permitirían discutir sobre el valor de diferentes esquemas conceptuales en relación con determinados criterios (de carácter metodológico, moral, etc.) que comparten todos ellos.

Un ejemplo claro de lo anteriormente dicho serían las matemáticas, fruto de la convención humana (en las que lo observable es fruto directo de ellas mismas), las cuales tienen herramientas para decidir, hasta cierto nivel, si algo es correcto o no. Otro ejemplo nos lo podría dar la misma literatura clásica, así un Don Quijote, que se nos presentara gordo, de torero, conduciendo una moto y malvado a sabiendas, diríamos que es falso. También podrían ser un ejemplo de racionalidad dentro de un modelo, las conductas a que obliga el cuerpo doctrinal de una religión.

Es por todo ello que si nos atrevemos a polemizar sobre arqueología, sobre los textos o los métodos de excavación, es porque hay concepciones justificadas y concepciones no justificadas según nuestro aparato conceptual (propio, a la vez, del autor y del lector), así como que, según dicho cuadro conceptual compartido, existen concepciones equivocadas y concepciones que aciertan más.

4.- El proceso de investigación y su objeto de estudio:
¿Cómo se forman los modelos en la mente del investigador?. No entraremos aquí en los terrenos de la psicología cognitiva (tratados hace poco por Barceló, 1995), sino que lo que nos interesa es sólo señalar que quizás no exista una realidad diferenciada del ser humano que la observa (López Borgoñoz, 1995), pero que, en cualquier caso, existen unos significantes o perceptos, unidades básicas de observación, que son contemplados de un modo similar por la mayor parte de los seres humanos, con los que nos unen un alto grado de semejanzas físico-químicas, biológicas, e incluso (con la mayor parte de habitantes del planeta en la actualidad) culturales, y, quizás, psicológicas.

El mismo nombre usado de perceptos es indicativo de que se habla de algo que se percibe, de sensaciones que llegan al ser humano. Es decir, pese a que en la práctica es igual (da igual que la percepción de una caída sea "real" en su sentido clásico o fruto de nuestra acción intelectiva, el caso es que duele), este concepto nos habla de sensaciones brutas, cuyo origen externo en la mayor parte de los casos (aunque no siempre ya que pueden ser fruto de errores de apreciación o psicológicos) se puede suponer. En lo que se puede variar es en los modelos o teorías, pero habrá determinados conceptos sobre los que es difícil que haya discusión, aunque se pueda debatir si son o no significativos (tamaño de paredes, presencia en un área prefijada de objetos en ciertos contextos, distancias mínimas entre objetos, etc.).

La variabilidad humana no es tan enorme ni tan inconmensurables sus culturas, a partir de un estadio. No hay cientos de miles de formas de autorganización humana, con un mínimo de complejidad (ya lo veremos al final). Sólo hay unas pocas que puedan conservar un cierto equilibrio autosostenido a lo largo del tiempo, sin desembocar en el caos. Geertz (1996: 106), sin duda no iría tan lejos como nosotros, pero escribe que "lo importante es cómo podemos utilizar estas realidades indubitables [todos los seres humanos compartimos características biológicas y mentales: los hombres no vuelan, los papúes sienten envidia, los aborígenes sueñan] a la hora de explicar rituales, analizar ecosistemas, interpretar secuencias de fósiles o comparar lenguas" .

Aunque cualquier cuadro conceptual, por coherente o incoherente que parezca en toda su complitud explicativa, se puede llegar a imponer -o no- más allá de las experiencias empíricas -de marcado carácter polisémico-, es verdad que podemos atisbar regularidades en el mundo que nos rodea. El control de las mismas (su matematización) les da fuerza predictiva y parece que ha ido mejorando en los últimos trescientos años. Dicha capacidad de ir mejorando el control de las regularidades es una de las características de nuestro sistema de conocimiento.

Sin embargo, y pese a ello, también creemos que dichos resultados de control del entorno (u otros semejantes) se podían haber conseguido con otros modelos o cuadros conceptuales diferentes y alternativos. Estos cuadros alternativos, quizás, se hubieran quedado cojos en algunos puntos que ahora se sostienen con hipótesis razonables, pero, posiblemente, nos hubieran permitido avanzar más en otras cuestiones, que ahora no se acaban de entender. Modernizando el ejemplo de Descartes, un reloj de agua y uno atómico dan igual la hora, aunque los mecanismos sean diferentes. Causas diferentes pueden provocar efectos iguales.

El hecho que las actuales teorías parezca que tienen eficacia explicativa se debe a que parecen resolver unos problemas concretos, pero no tenemos ni idea (ni nos importa) si son ciertas (y objetivas) o no. Dado que naturaleza y realidad son constructos humanos, ambas serán lo que quiera el ser humano según como las defina. Sin embargo, no caigo en el relativismo extremo, ya que creo que hay posiciones más equivocadas que otras.

5.- Datos y modelos:
Siguiendo con el hilo del apartado anterior, podemos ver que dado lo limitado de nuestro espacio cerebral se hace necesario reducir la información que nos llega del exterior en modelos o esquemas que de forma más o menos satisfactoria nos permitan interactuar con nuestro entorno, ya que de entre el flujo de datos que nos arriban en nuestro actuar diario (individual o colectivo) percibimos algunas regularidades.

Un modelo es una estructura conceptual que usa el ser humano para dar sentido de forma simplificada a un conjunto de datos que nos llegan de forma no ordenada (Gell-Mann, 1995: 35). La tarea del historiador es crear orden a partir del caos (Tilley, 1990: 22).

Si seguimos con las suposiciones, admitiremos que para establecer modelos o esquemas, por fuerza habremos de recurrir a cosas tales como procesos de selección (conscientes o inconscientes) de la información que nos llega. Para los científicos incluso será recomendable forzar el suministro de datos (es decir, realizar experimentos), desde una hipótesis previa, para que la naturaleza sea más generosa a la hora de darnos pistas sobre como resolver algunos de los rompecabezas planteados. Distinguiremos varios niveles en los datos tal como los percibimos, y en las causas que creemos están detrás de ellos:

a) Datos regulares: No son causados por el azar. Según los realistas su génesis puede ser conocible estudiándolos. Su presentación, dado su carácter regular, es comprimible y matematizable. Si el diámetro de las cabañas de una cultura  A, fuera siempre igual, no haría falta hablar de cada uno de ellas y decir su tamaño, sino que se podría decir que "el diámetro de las cabañas de la cultura A es X y Z".

b) Datos aleatorios: Su causa de origen es el azar. Pueden ser lo que se conoce como ruido de fondo. No son regulares, ni comprimibles, ni matematizables. La descripción de los mismos siempre es un problema. Si el diámetro de las cabañas de una cultura B fuera siempre diferente, no se podría comprimir la explicación, y habría que indicar el tamaño caso por caso.

c) Datos estocásticos: Estos son una subclase de b, ya que su causa de origen es también el azar, pero puede no parecerlo, dado que se presentan en forma regular. Tal vez en una cultura C los diámetros de todas las cabañas estén entre X y Z, pero es posible que sea fruto de la casualidad, que no haya ninguna razón para ello. En ese caso, podríamos suponer que hay una regularidad, matematizarla (ello es útil) y predecir resultados futuros, pero finalmente el error debería llegar (alguien hará una cabaña distinta), aunque ello no es necesario que ocurra.

d) Datos temporalmente aleatorios: Estos son una subclase de a, ya que a veces el investigador puede creer que está frente a datos aleatorios, cuando lo que en realidad le falta es conocimiento sobre la forma de comprimir la información en un esquema regular (desconoce la fórmula). Sería el caso inverso al anterior. Un ejemplo sería cuando catalogáramos como aleatorio el diámetro de una serie de cabañas, y luego percibiéramos que entre ellas hay una relación de mayor/menor -por causas desconocidas- de 1'05.

Para los realistas, todos los datos serían, finalmente, regulares (tipos a y d). Para los relativistas radicales, todos serían aleatorios o estocásticos. A nosotros nos es igual el origen, lo que nos interesa es aquello que podemos medir o controlar (aunque sea a medio plazo), y que nos sea útil en nuestra vida diaria.

Dada la dificultad de trabajar con datos aleatorios, en los que no hay regularidades, en nuestros modelos acerca de la realidad nos basaremos en los datos regulares o estocásticos sólo, sean causados por causas conocibles o por azar (a mayor regularidad, mayor capacidad de previsión y conocimiento), aunque sin olvidar los aleatorios. Estos datos de carácter repetitivo los condensaremos en modelos o esquemas adaptativos sujetos a variación en función de los nuevos datos del exterior que vayan interactuando con ellos. Al tratar de incluir en esquemas los datos que nos arriban, no se deberá tratar tanto de buscar relaciones lineales causa-efecto entre ellos, sino interrelaciones complejas, basadas en dinámicas no lineales.  

Se dice de un modelo que experimenta una dinámica lineal, cuando en el mismo las relaciones entre las causas y efectos aparecen de tal manera que si a una causa A le corresponde un efecto B, a una causa 3 x A, le corresponderá un efecto 3 x B. Se hablará de dinámica no lineal, cuando a una causa 3 x A no le corresponda un efecto 3 x B, sino un efecto X, es decir, que los crecimientos (o decrecimientos) lineales en las magnitud de las causas no implican crecimientos (o decrecimientos) similares en los efectos, sino, sencillamente, que estos puedan ser distintos. La dinámica no lineal implica que las mismas entradas puedan tener consecuencias diferentes a corto o largo plazo, o que otras entradas concretas puedan tener efectos más allá de lo imaginado, produciendo consecuencias nada obvias.

Pese a que a veces los esquemas pueden parecer correctos, dadas las semejanzas superficiales de los datos en que se basan, pueden estar equivocados. Al respecto Stephen Jay Gould (1995: 169) escribe, acertadamente, que "La mente humana se deleita al encontrar esquemas subyacentes, hasta tal punto que a menudo confundimos las coincidencias o las analogías forzadas con significados profundos [...]. No existe otro error de raciocinio que tan tozudamente se interponga en el camino de todo intento directo de conocer algunos de los aspectos más esenciales del mundo: los tortuosos senderos de la historia, la impredecibilidad de los sistemas complejos y la falta de conexión causal entre acontecimientos superficialmente similares. Las coincidencias numéricas constituyen un sendero común de perdición intelectual en nuestra búsqueda del significado. Nos deleitamos catalogando elementos dispares unidos por el mismo número, y a menudo sentimos, en nuestro fuero interno, que debe haber una unidad subyacente a todo".

Ante ello y ante la imposibilidad de saber si nuestros modelos son correctos, en el sentido realista de los mismos, lo que deberemos pedirles es tan sólo que sean útiles, como ya hemos dicho, y por ello, lo importante no será tanto el que los esquemas sean perfectos, como que sirvan en un contexto dado, y para ello puede ser mejor funcionar con esquemas incompletos, que nos permitan movernos entre la complejidad de los datos que nos llegan, que con esquemas muy complicados que nos impidan desenvolvernos.

6.- Datos y complejidad.
Se podría definir la complejidad de un sistema como la longitud de la información que nos permite describirlo. A mayor longitud de la descripción, mayor complejidad. Es por ello que los sistemas con datos regulares serán menos complejos que los sistemas con datos aleatorios. Si los datos son perfectamente regulares, se podrán matematizar de forma cuantitativa con mayor facilidad, por lo cual la descripción se podrá comprimir más y ser más simple.

Esto pasa en la mayoría de los objetos de estudio de las llamadas ciencias naturales, pero no es el caso de las sociales, ya que la descripción de una formación social es siempre muy larga. Pese a eso, creemos que ciertas formaciones sociales son más sencillas de describir que otras. Una supuesta sociedad en un medio estable, que no comercie con su excedente y conste de pocos miembros, que no interrelacionen casi con otros grupos, será más sencilla de definir que el funcionamiento de barrios de ciudades como Barcelona.

Algunos científicos realistas, en su búsqueda de leyes generales, piensan que no existe ninguna complejidad incomprimible en modelos, sino tan sólo procesos o programas de cálculo (algoritmos) poco potentes. Para ellos lo aleatorio o estocástico es ruido que interfiere en la información que recibimos de los sistemas estudiados. Pero eso no es ciencia, es creencia. La verdad es que no sabemos el origen de la información que recibimos.

Por ello hemos dicho que sólo debe importarnos el formular hipótesis coherentes acerca de los hechos. Ignoramos si todo es estocástico (y accidental) y somos nosotros los que creamos y encontramos regularidades en la naturaleza. Ello es posible, pero no probable ni comprobable. Sólo es teoría. Lo probable, según nuestros conocimientos actuales, es un universo con un predominio de tendencias estadísticas regulares.

7.- Matemáticas cuantitativas y ciencia arqueológica:
Para el investigador, una cosa será el pensamiento y el teorizar acerca de las cosas posibles y otra el hablar acerca de las cosas probables (es decir, que se pueden probar), subconjunto del anterior limitado por las observaciones aceptadas como correctas por la comunidad científica. Por nuestra parte, no aspiramos a una ciencia perfecta, ni a la mejor de las ciencias posibles, sino sólo a la más mezquina de las probables.

Será hacia esto último hacia donde deberá tender a dirigir su vista el investigador cuando habla acerca de cómo pudiera haber sido el pasado, dentro del océano de posibilidades de lectura que la naturaleza y los restos que el ser humano ha dejado en ella le ofrece, eligiendo cuales son las opciones más probables de entre las posibles, y aceptar la crítica a las mismas y la superación de sus hipótesis por otras.

Para ello las matemáticas de tipo cuantitativo nos pueden servir mucho. Para muchos, incluso entre sus características está como decía Margalef (1991: 13) la de que parecen descubrir en las cosas "algo que estaba ahí desde el inicio de los tiempos, que tiene carácter prehumano". Ellas describen el mundo natural (desde nuestra óptica), hallan regularidades en su comportamiento, y ritmos a veces invisibles a la experiencia directa humana (al sentido común). En su sofisticación metodológica son capaces de reducir la aparente complejidad del cosmos en una serie de teoremas numéricos básicos.

Pese a todo tienen un problema, no interpretan nunca. Tal vez sus resultados se puedan interpretar, pero en sí mismos no serán ninguna interpretación. Lo que hay detrás de esos números dependerá del cuadro conceptual del investigador. Los números, en sí, son sólo números, y no saben nada acerca de la naturaleza. Simplemente detectan repeticiones y son capaces de describirlas mediante el método de las fórmulas. Estas fórmulas nos permiten predecir, ya que se basan en hechos pasados, los lapsos y condiciones matemáticas de su posible futura ocurrencia. Será a partir de las matemáticas que se deberá interpretar, tratando de entender el porqué de las regularidades observadas.

Las matemáticas cuantitativas detectan regularidades, pero estas regularidades pueden no ser significativas, dado que pueden ser meramente repeticiones -debidas al azar- especialmente largas. Si tiráramos una moneda no trucada, podría perfectamente, durante algún tiempo, seguir un esquema estocástico determinado de cara-cara-cruz, marcado sólo por el azar, pero que sería regular y por tanto (en parte) comprimible en un modelo o esquema.

Y ello es más frecuente de lo que se creía, ya que por lo que se cree ahora, en la naturaleza parece ser que las monedas están cargadas, lo que dificulta nuestra interpretación, al aparecer extrañas regularidades, que son las que permiten que el cosmos sea como es y haya vida en nuestro planeta. Estamos en un mundo de propensiones, más que de posibilidades, como indicaba Popper. Las regularidades serán sólo significativas en contextos subjetivos, que marcará nuestro propio aparato conceptual.

Para llegar más lejos en nuestra visión de la sociedad, quizás los datos se deban ver de todas las maneras probables, en diversos modelos (basados en dinámicas no lineales), con las teorías sobre funcionamiento de sistemas complejos. Eso veremos ahora gracias a McGlade.

8.- Sistemas complejos y sistemas socionaturales:
Para McGlade (1995 a y b), los modelos son siempre incompletos y aproximados, y no deberían ser representaciones abstractas de la realidad, sino contextuales y discursivos, siendo la cinta transportadora de posibles argumentos, en constante diálogo con los datos, y con diferentes modelos de estudio de la antigüedad, que se han considerado, hasta ahora, como mutuamente excluyentes. Habría tres tipos de modelos básicos, los descriptivos/estadísticos (estudian complejos conjuntos de datos, generalmente por procedimientos matemáticos), los analíticos/deductivos (exploran las relaciones no lineales de conjuntos de interacciones complejas como el clima, el suelo, etc.), y los interpretativos/interrogativos (evalúan las implicaciones que subyacen las estructuras cualitativas que estructuran las relaciones entre la sociedad y la naturaleza, revelados por el uso del modelo anterior -son modelos construidos en base a la interacción entre conjuntos de datos muy dispares-).

Este tipo de modelización choca con lo que él llama la forma reduccionista de ser de la ciencia arqueológica normal, que intenta crear un solo modelo (lineal y no ambiguo), en aras de facilitar la predicción (McGlade, 1995: 115 y 129).

Según McGlade son precisas diferentes representaciones de la realidad (según distintos conjuntos de datos) puestas en diálogo, para tratar de comprender la ecodinámica humana (relación, en el tiempo, del ser humano y su entorno).

Las relaciones entre datos y modelos, y entre estos y los sistemas socionaturales (que después definiremos), nunca serán lineales, y sus contornos siempre serán borrosos (ambiguos). Este tipo de acercamiento a los procesos socionaturales, no nos proporciona un único modelo final, sino un mapa de diferentes posibilidades dentro de las que se pueden desarrollar los asentamientos humanos y su subsistencia.

Su representación del pasado incorpora la noción de un futuro no determinado por el mismo, teorizando acerca de la arqueología en su relación con los procesos ecodinámicos de los paisajes modificados por el ser humano, desde una perspectiva a largo plazo, basada en fenómenos no lineales y en la emergencia de nuevas situaciones y estados, fruto de estas interacciones (McGlade, 1995 a).

Plantea las relaciones entre sistemas naturales y formales. Los sistemas naturales (o mundo objetivo del estudio -el cual siempre se conoce de forma incompleta-), serían dos cosas, por una parte, el conjunto de aspectos susceptibles de observación (o cualidades), y por otra, el conjunto de relaciones entre dichos aspectos que han sido creadas por el pensamiento. Un sistema formal sería el fruto de nuestro pensamiento, no poseyendo propiedades más allá de las que constituyen su definición e implicaciones.

No da preferencia en su estudio acerca de la naturaleza y sociedad a las cuestiones cognitivas del individuo socialmente predeterminado, sino a la interdependencia compleja y a los procesos no lineales de retroalimentación -en el devenir histórico- entre los ritmos sociales y naturales. Por ello habla de sistemas socionaturales, término que hemos adoptado de él, no creyendo posible hablar de sociedad ni ecosistemas por separado.

Es por ese concepto que McGlade critica las posiciones de los científicos del pasado que estudiando a la sociedad, han visto su relación con el paisaje como algo externo; así mismo, ésa ha sido la posición de los estudiosos de los aspectos paleobiológicos, de la arqueología del entorno, etc., para los que lo social siempre ha sido un apéndice a los datos que describían (McGlade, 1995 a: 115). Esta relación entre el ser humano y la naturaleza, tal como es concebida mayoritariamente en arqueología, surge de una interpretación restringida de las dinámicas evolutivas naturales.

Los grupos humanos participan en la evolución de la naturaleza, siendo una parte de la misma, en un proceso de coevolución, dentro de un proceso dinámico recíproco, siendo dicha reciprocidad el componente fundamental en el modelo evolutivo de los sistemas socionaturales.

El proceso estructurador fundamental de los sistemas complejos es su capacidad de autoorganización y de emergencia del orden a través de transiciones inestables (McGlade, 1995 a: 117). La emergencia, entendida como aquella capacidad del sistema de ser más que la suma de sus partes, yace en la base de todos los sistemas sociales humanos, como un principio básico para la autoorganización.

Un punto importante es la cuestión de escala en el estudio de los procesos coevolutivos entre hombre y naturaleza, los cuales admiten diferentes ciclos dentro del mismo sistema, dados los diferentes ritmos en los mismos subsistemas naturales y en los subsistemas sociales. Así, un ciclo de caída, a corto término, puede estar dentro de un ciclo al alza a medio término y éste, a su vez, en un ciclo estable a la larga.

Las cualidades observables, generadas por los perceptos, son lo fundamental en los sistemas naturales, y pueden ser susceptibles de matematización, dado que representan no nuestro objeto de estudio en sí, sino sus cualidades y sus diferencias. Tienen un carácter interactivo, ya que mediante estas cualidades diferenciadoras observables, un sistema tiene capacidad de ponerse en relación (interactuar) con otro.

Para McGlade se podría defender la existencia de un mundo de objetos básicos que nos rodean (que serían los perceptos), por encima de ellos existiría la posibilidad de encontrar regularidades (diferencias o cualidades medibles) en los mismos, y, en último término, una capacidad humana de desarrollar un sistema formal que ponga en relación esos datos. Los perceptos serían naturaleza externa, las "cualidades" estarían en la naturaleza, pero es el ser humano el que las define, y finalmente los sistemas "formales", serían netamente humanos, fruto de sus experiencias. En su hipótesis subyace la idea de que la ciencia descubre un mundo objetivo, que no es independiente de las opiniones de los científicos.

La evolución de los sistemas no precisa siempre de causas exógenas para su variación, sino que se pueden dar por la búsqueda de nuevos puntos de equilibrio, cuando la inestabilidad de un sistema lo desequilibra hacia un nuevo estado.

Una de sus apreciaciones, que matizaremos en nuestro siguientes apartado, es que considera que un aumento en la complejidad no da estabilidad a los sistemas, ya que ello les proporciona fatiga y es peligroso a largo plazo, dado que las mutuas relaciones pueden ser desestabilizadoras. Para él, complejidad es perturbación.

9.- Sistemas socionaturales y metaestabilidad
A pesar de ello, creemos que estaría de acuerdo en nuestra noción de que a pesar de que la complejidad es cambio continuo no lineal, se puede reconocer en los sistemas socionaturales una cierta propensión estadística a que los mismos sean adaptativos, lo cual proporciona metaestabilidad (este término también lo emplea él), es decir una mayor capacidad de sostenimiento, al sistema. Esta metaestabilidad, por otra parte, se sostiene a pesar de la coexistencia en dentro de los sistemas de ciclos coevolutivos diferentes (de distinta duración).

¿Qué es esta metaestabilidad para McGlade?. En el sistema que relaciona al ser humano en sociedad con su entorno, existe una estabilidad global aparente, pero dada la existencia de mutuos procesos de retroalimentación socionaturales entre las diversas variables que lo integran, con interacciones complejas, dicho sistema de relación suele tener dos características de inestabilidad:

a) El serlo continuamente (sobre todo al ir aumentando la complejidad) en algunas de sus partes (aunque no siempre en las mismas), con diferentes características e importancia según las variables.

b) Y el que esta continua inestabilidad provoque siempre la quiebra final con el paso del tiempo, al agudizarse las contradicciones internas. Para nosotros, no hay quiebra (aunque si procesos de decadencia) en los sistemas socionaturales, al influir en ellos factores culturales, probablemente, así como las relaciones con otros sistemas.

El sistema socionatural, por otro lado, no se articula tan sólo con respecto a un único punto de equilibrio (punto atractor hacia el que parece tender las variables de una parte del sistema), sino que las regularidades se mueven en torno a un amplio número de los mismos, con diferentes tipos de relaciones internas entre ellos (que van desde la inexistencia de las mismas hasta las jerárquicas).

Un punto atractor es un punto de equilibrio físico o matemático (es decir, real o ficticio), dentro de un sistema, al cual las órbitas, períodos, regularidades o ritmos de todos sus componentes parece que tienden (al menos, de modo estadístico, aunque se ignore la compleja causa no lineal de ello).

En los modelos arqueológicos o históricos, este punto sería de tipo matemático, aunque tal vez sea posible en un futuro encontrar elementos (en el sistema complejo que forman las sociedades) alrededor de los cuales tengan una tendencia estadística a converger el resto de sus variables.

Entre estos atractores hay un tipo bastante complicado de interpretar, que son los conocidos como atractores extraños, los cuales contienen órbitas de una infinidad de períodos, regularidades o ritmos (además de otras características), formando un conjunto disconexo que se sigue reproduciendo a sí mismo aunque variemos la escala de observación, y que ya han sido tratados también por McGlade (1995 a: 120-121).

Según Perelló (1989), las características generales de los atractores extraños se pueden resumir en las siguientes: 1.- Comportamiento cualitativo sensible a pequeños cambios en las condiciones iniciales; 2.- Existencia de órbitas periódicas de una infinidad de períodos (caos), y 3.- Cambios aleatorios en apariencia en el comportamiento de las órbitas que tienden a dicho atractor.

La existencia de estos atractores extraños es generada por diversas razones, no siempre basada en esencias no determinísticas en su estructura. A veces, la existencia de una jerarquización de atractores puede hacer parecer tal idea. Se constata aquí la presencia del caos en los modelos explicativos complejos.

Como se puede ver, muchas de estas características, intuitivamente, parece que nos acercan este tipo de atractores a las dinámicas socionaturales, y sus características son próximas a aquello que observamos en la evolución de muchas sociedades.

Es por todo ello que este sistema podemos decir que es metaestable, al moverse las variables que lo integran en torno a diversos puntos de equilibrio (o puntos atractores). Al respecto McGlade (1995 a: 120-121) escribe que "With respect to human-modified landscapes under discussion here, what we are faced with is an empirical situations in which a number of different attractors are co-present. In a sense they inhabit an operational space constrained by non-linear causality on account of the multiple periodicities represented by the wide variety of temporal rhythms which define natural ecological phenomena and their constant modification by human social groups who themselves are defined by alternative periodicities. This coevolutonary dependency is manifest as a multiplicity of oscillatory frecuencies. Moreover, research in a number of fields has shown that non-linear feedbacks can amplify these rhythms causing either catastrophic collapse or the emergence of spontaneous structure, with the system evolving to a new qualitative state".

La mayor o menor existencia de estos atractores, así como las relaciones entre ellos, indicarán mayor o menor complejidad en un sistema. Así, la complejidad de sistemas cuyos atractores estén totalmente jerarquizados, todos interconectados o sin ninguna conexión entre ellos será menor que la de aquellos sistemas en que los atractores sólo estén conectados algunos con algunos, o jerarquizados sólo, en parte, ya que este hecho dificultará la descripción del mismo (la descripción será más larga al haberse de citar los interconectados, así como la distinta relación entre cada par) y la creación de un modelo que lo resuma.

En los casos de mayor complejidad, la pérdida de uno de los puntos no será irremediable a corto plazo, pero obligará a un rediseño de los equilibrios en el sistema a medio plazo. Los sistemas complejos, por ello, en su conjunto, serán resistentes, con tendencia a persistir en sus relaciones internas, siendo esta resistencia una medida útil para tratar de conocer la capacidad del propio sistema socionatural para usar y absorber los cambios que se vayan produciendo.

Vemos, pues, que los sistemas socionaturales más complejos son mas inestables continuamente -ya que padecen miles de variaciones por las interacciones de sus subsistemas-, pero dichas variaciones frente a la naturaleza y otras sociedades les permite tener, como estructura, una mayor fortaleza y capacidad de pervivencia (una metaestabilidad), que les permite adaptarse mejor a las circunstancias cambiantes. En los grandes sistemas nunca habrá estabilidad ni cambio total, más que en partes concretas (Tilley, 1990: 25).

En los sistemas más simples (adaptados a su entorno, poco numerosos y sin intercambios externos) habrá una mayor estabilidad (menos cambios continuos), pero su capacidad de adaptación será menor, siendo más vulnerable y colapsando ante cambios mínimos.

La evolución de los procesos ecodinámicos se verá fuertemente perturbada por la acción del ser humano, así como la acción de éste por la del medio natural en el que se mueve, en un proceso continuo de retroalimentación y en el que la naturaleza no sólo ha de ser vista "padeciendo" la acción humana, sino que su propia evolución también determinará la modificación en los hábitos de conducta humanos. El intento de control de las regularidades y variables presentes en el sistema tan sólo se puede realizar mediante el empleo de modelos matemáticos más o menos complejos.

10.- Sistemas socionaturales y procesos de convergencia:
Pese a que, por las dinámicas sociales no lineales, cada historia particular es diferente, con sus propias pautas culturales, por debajo de ellas habrán unas estructuras que a medida que aumenta la complejidad del sistema, se van limitando las unas a las otras.

Los estados futuros de un sistema se restringen a causa de las limitadas interacciones posibles entre sus subsistemas, dándose el que a mayor cantidad de subsistemas menor libertad de variación pueda darse en el sistema global. Dicha menor libertad, no implicará un menor número de cambios, sino sólo que éstos ocurrirán dentro de un estrecho abanico de posibilidades. Seguramente, en el interior de los sistemas extremadamente complejos, como pueden ser los socionaturales, ello es lo que sucede normalmente. Un sistema social puede ser que sea menos que la suma de sus partes, pese a sus propiedades emergentes.

Para el ecólogo Ramón Margalef (1991: 80) "Un sistema consiste en elementos idealmente separables y en las interacciones entre dichos elementos. Como resultado de tales interacciones los estados futuros del sistema quedan limitados o restringidos dentro de un número de posibilidades que a priori, se podría imaginar más amplio que el realizado. Por esto la descripción del sistema entero puede ser más breve que la enumeración de todos los estados posibles de todas las partes del sistema. Cuando un elemento o un subsistema se combina con otros en un sistema, se manifiesta cierta convergencia de comportamiento, en el sentido que cada elemento influencia las posibles variaciones de estado de los otros, y, en consecuencia, disminuye el número de los grados de libertad de que podrían gozar estos otros componentes. A veces se dice que un sistema es la suma de sus partes: esto depende de la definición que se dé del sistema entero, pero es saludable pensar que las posibilidades de los componentes quedan fuertemente limitadas tan pronto como los mismos se integren en el sistema: un sistema puede ser menos que la suma de sus partes [...]. Los ecosistemas han de considerarse como sistemas cibernéticos, por existir en ellos regulación y control mutuo de unas partes sobre otras".  

Dado que, en teoría, las posibilidades de interacciones entre subsistemas (y entre sistemas diferentes) son restringidas y dado que no todas las interacciones son estables a medio o largo plazo, podemos suponer que la imagen que se nos presentará de los sistemas socionaturales (al igual que nos pasa en los biológicos) tenderá a ser convergente y regular en sus estructuras básicas profundas (más allá de los particularismos históricos), y que ello, además, se acentuará por procesos adaptativos que se den por interacción con otros sistemas socionaturales.

Tal vez, a algún tipo de agrupación humana muy básica, le sea permitido una mayor capacidad de experimentar con modelos sociales, pero a medida que la complejidad aumenta, se limitarán sus posibilidades de divergencia.

11.- Sistemas complejos, sistema mundial e historia:
Como hemos visto, en base al sistema convergente de funcionamiento de los sistemas complejos, creemos que las posibilidades de variación en la estructura social son limitadas, sobre todo si se quiere que sean estables a medio y largo plazo a partir de un cierto nivel de complejidad. Esta limitación de posibilidades hace que en las mismas se puedan observar regularidades -de origen causal incierto- medibles. Eso haría que estuviéramos de acuerdo con algunas hipótesis de la nueva arqueología (como las de Flannery, 1972: 62-66) y su búsqueda de leyes generales (aunque no coincidamos con ellos en sus creencias realistas).

Es más, creemos que un enfoque coherente con la teoría de sistemas complejos son las tesis de autores como André Gunder Frank, según el cual todas las sociedades a partir de una cierta complejidad (según él, el Neolítico), juegan a un mismo juego, son una sola sociedad, determinada por la existencia de un único sistema mundial, en el viejo mundo, con diferentes estrategias que van convergiendo a medida que crece la complejidad del sistema global y se interactúa de manera más grande con otras sociedades.

Para él y Gills [1990] el proceso de acumulación de capital ha sido una de las fuerzas motrices de la historia humana repetidas a lo largo de, como mínimo, los últimos cinco mil años, no siendo esta acumulación la differentia specifica de la economía contemporánea frente a la antigua, tal como defiende Wallerstein (para una discusión sobre el tema ver López Borgoñoz, en prensa). Este sistema mundial también se basa en las tres características distintivas de los Sistemas Mundiales actuales, que son (a) estructuras de centro - periferia; (b) fases A y B de expansión y contracción (o crecimiento reducido) de la economía, y (c) fases de hegemonía y rivalidad entre grupos diferentes.

Sólo hay un modelo básico social mínimamente complejo, que dado los diversos lugares que las formaciones sociales ocupan y juegan en la estructura no igualitaria del sistema mundial, genera diferentes efectos en distintas partes (Frank, en prensa). Dicho modelo tiene fases de ascenso y caída, ciclos, que, por otra parte, también son predichos por la teoría, sólo que en una forma más compleja como hemos visto.

Quizás sólo haya, a partir de cierta complejidad, un solo sistema socionatural, con diferentes especializaciones según las relaciones de poder internas y su posición desigual con respecto al centro/periferia de dicho sistema mundial. El proceso de convergencia estructural, como fruto de la interacción entre sistemas socionaturales, culminaría con la ubicación de la sociedad en un lugar concreto en el sistema mundial. Mejor dicho, la estructura jerarquizada e interdependiente del sistema mundial se originaría como fruto de los diferentes procesos de convergencia y adaptación entre sistemas socionaturales pre-existentes.

No creemos que en la Roma del siglo III (a.C. o d.C.) se jugara con unas reglas excesivamente diferentes de que las que usamos nosotros, ni que su actuación fuera determinada por una posición diametralmente diferente a la nuestra, aunque sus estrategias y prácticas sociales fueran históricamente distintas por grupos, así como las correlaciones de fuerza entre ellos.

Los procesos sociales de convergencia y adaptación intersistemática en el tiempo entre los sistemas complejos sociales, y el aumento de su fortaleza al aumentar su complejidad, permiten creer en la existencia del sistema mundial desde la antigüedad. Las diferencias en la articulación social de las diversas formaciones sociales estarán basadas entonces en su posición más o menos hegemónica dentro de lo que es el sistema mundial (que los acaba por agrupar a todos). Esta posición conducirá a una mayor especialización (forzada o no) dentro de la estructura global, a medida que la complejidad del sistema va ganando peso.

El estudio sin prejuicios de la historia del sistema mundial demuestra que el modelo económico sobre el que se han asentado la mayoría de sociedades a partir de un cierto momento (probablemente el Neolítico, con el inicio del intercambio desigual de excedente, pero es posible que ya antes) haya estado basada en unos mismos principios y en unas lógicas semejantes, que hace que nos esté permitido el poder tener criterios a la hora de tratar de hablar de ellas, ya que nunca hablamos de otros mundos ni de marcianos.

Habrán dos arqueologías (la de historias particulares y la de las sociedades complejas) y su método de estudio diferirá, desde un cierto uso del inductivismo, en el caso de los estudios concretos (pese a sus problemas para la creación de leyes generales, que plantea Popper), a la metodología hipotético-deductiva (en el caso de los estudios generales). Para una reflexión sobre métodos es interesante la aportación de Barceló (1995: 404-407).

12.- Complejidad y sociedad:
Las nuevas perspectivas en la investigación, así como las nuevas teorías en otros campos de las ciencias, nos permiten empezar a estudiar la complejidad de las interacciones socionaturales como tales, así como nos hace ser más cautos en la creencia en que la historia humana sea acumulativa o dirigida racionalmente hacia la toma de las mejores decisiones, en un contexto social dado, para la propia perpetuación del sistema -o de un sector del mismo- a medio o largo plazo.

Los datos a analizar por todos los sistemas sociales son complejos, y, en los datos que arriban, lo aleatorio no siempre es discernible de las regularidades que permiten el efectuar previsiones. No hay, por ello ciencias normativas (sólo estadísticamente probabilistas), pese a que ciertas regularidades, generalmente, puedan ser modelizadas matemáticamente, de alguna forma.

Las sociedades humanas (y los seres humanos individualmente) comparten en su historia las características de la evolución de un proceso dinámico no lineal, y al igual que éstos, son muy sensibles a las condiciones iniciales (y a su desarrollo) y a los cambios (por pequeños que sean) en las características del entorno en el que viven. Un pequeño cambio o alteración, tiene consecuencias imprevisibles, dada la imposibilidad de su perfecto conocimiento. El caos (o inestabilidad) se origina a la larga siempre en estos impredecibles sistemas complejos adaptativos.

13.-  A modo de conclusión:
Las implicaciones de la dinámica no lineal en relación a la interacción entre las sociedades y su entorno, así como los estudios sobre los procesos de desarrollo de los sistemas complejos (en el sistema mundial) cambian nuestras ideas acerca de la evolución social y su modelización. Los modelos deben ser complejos, abiertos, no deterministas, y, tal cual quería Benjamin, vistos desde el presente, para colocarlo en una situación crítica, ya que incluso para el historiador, la política tiene preeminencia sobre la historia (Fontana, 1992: 143).

Así, pese a que la forma de relacionarse con el entorno del ser humano es diferente en lo material con el paso del tiempo, y pese a que el mismo ser humano es posible que pueda pasar por diversas (pero no muchas) formas socionaturales de organización en las que no exista el excedente ni tenga relación con otros grupos (coincidiendo sus fronteras políticas con las económicas), hemos de pensar que el número de posibilidades de organización de los sistemas socionaturales va menguando a medida en que se van volviendo más complejas las relaciones internas y externas del grupo, al tiempo que se van enfrentando a ambientes cambiantes y a especializaciones (más o menos forzadas y más o menos poderosas, según el nivel de complejidad) dentro del sistema mundial, en un proceso de diferenciación de las fronteras económicas de las políticas.

A lo largo de la historia de los últimos cinco mil años, probablemente sólo un sistema organizativo complejo global haya sido metaestable, con sus procesos -o ciclos internos de ajuste entre subsistemas- de ascenso y descenso económico .

El aumento de la complejidad en los sistemas, en constante retroalimentación con el medio natural y con otros sistemas, deberá admitir una cierta flexibilidad y una cierta consistencia. Sólo pueden aumentar las posibilidades de actuación (adaptación a diferentes entornos) de un sistema si aumenta su complejidad.

Ésta es la base del sistema mundial desde la antigüedad, el hecho que las sociedades, sistemas complejos al fin, tienden a acompasarse en una por el mutuo contacto y por un desarrollo interno no lineal generalmente convergente.

En cualquier caso, la diversidad humana enseña que toda estructura admite muchas superestructuras diferentes, y que las posibilidades de crear sistemas estables alternativos son muy limitadas, pero que ello no es imposible.

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