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COLÓN Y LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
Alfonso López Borgoñoz y Anna Vollmer Torrubiano (Agrupació Astronòmica de Castelldefels)

(Ponencia publicada con motivo del encuentro internacional de Ciencia y Humanismo. Planetario de Medellín, Colombia, 12-XII-1992. Medellín, 1992)

(Volver a la página de HISTORIA DE LA ASTRONOMÍA, CIENCIA, ESCEPTICISMO Y DIVULGACIÓN CIENTÍFICA)

El motivo que nos ha llevado a escribir esta comunicación, en un año como el presente, ha sido el tratar de situar a Colón y sus viajes (así como a toda una serie de descubrimientos geográficos que tienen lugar en los inicios del Renacimiento) en el contexto de la Revolución Astronómica y Científica que se vivió en gran parte de Europa en los dos siglos posteriores a estos hechos, la cual, por otra parte, y tal como escribe Crombie, "es más fácil de entender cómo se produjo (...) que entender la razón de que se produjera" (1987:213).

En realidad, no nos interesará tanto estudiar la influencia directa de Colón (o de las observaciones por él realizadas durante sus viajes a América) en dicha Revolución, como la influencia global que los hallazgos geográficos, y los inducidos por éstos en otras ramas del saber (zoología, botánica, etc...), provocaron en la percepción global de la realidad natural y de la filosofía de su tiempo, así como la relación de éstos con los avances conceptuales que se iban desarrollando.

1.- EL MARCO CONCEPTUAL
El modelo que seguiremos para introducirnos en la presente comunicación estará basado, de alguna manera, en el expuesto por Kuhn en su "Estructura de las Revoluciones Científicas" (1990), con algunas modificaciones fruto de la crítica posterior o de otras teorías, como la de sistemas, surgidas en otros ámbitos disciplinarios.

Simplificando mucho, lo cual nunca es bueno, podríamos decir que Thomas S. Kuhn (1990), escribía que la noción de cambio científico venía dada por un cambio, revolucionario, en la percepción global sobre la realidad de los estudiosos de un  determinado campo del saber, en un cambio de lo que él denomina "paradigma" o matriz disciplinario, ante la imposibilidad de resolver determinados "enigmas" o problemas por el cuadro conceptual de la ciencia precedente.

Para nosotros, en cambio, sin tratar de desmentir al historiador de la ciencia norteamericano, la realidad del cambio científico es sumamente más compleja.

La realidad social  que se halla en torno al hombre de ciencia (y al hombre en general) tiene un marcado carácter caótico. Dicha  realidad social forma lo que, en la Teoría de Sistemas, se conoce como Sistema Sociocultural (Clarke, 1968-1978).

Dicho Sistema Sociocultural es el resultante de la búsqueda del equilibrio entre diferentes, y muy variados, subsistemas culturales profusamente interconectados (cultura económica, material, ecológica, social, científica, psicológica, religiosa, etc. -cada una de ellas multivariable-)  y politéticamente homogéneos en dicha unidad sistémica,  la cual se halla intercomunicada, al mismo tiempo, con otros sistemas socioculturales , con los cuales mantienen una cierta relación de dependencia (Teoría del "World System" o Sistema Mundial, enunciada por Wallerstein y recogida en trabajos como el de Gunder Frank-Gills, 1991).

(A).- Al hablar de una realidad social sistémica, nos basamos,  primordialmente, en la "Teoría de Sistemas", enunciada en el mundo de la biología en los años cuarenta, y que de ahí paso a las ciencias sociales, siendo recogida en campos como la arqueología a mediados de los años sesenta por autores como Clarke, Renfrew y otros. Para dicha teoría, la estructura de la realidad social es sumamente más compleja e imprevisible que la de la mera infraestructura material y superestructura social, que establecen una dialéctica.

La dialéctica es mucho más amplia y las reacciones a las causas (y las causas de los acontecimientos) son difíciles de explicar y de seguir, por un lado, ante la cantidad de variables que intervienen en cada proceso y por otro, dado que es difícil predecir los efectos directos que, finalmente, tendrán sobre las mentalidades futuras (o han tenido sobre las pasadas), y sobre su percepción de la naturaleza (influida además por razones psicológicas o psiquiátricas), los diferentes acontecimientos que se van desarrollando en un proceso histórico (aparte de la indeterminación que provoca la interacción del estudioso con dicho proceso).

En cualquier caso, la rotura del equilibrio entre los diferentes subsistemas por la introducción (o pérdida) de determinados elementos en uno de ellos, acaba por modificar a todos los demás, produciéndose una continua transformación de los mismos, y por tanto de los sistemas que los contienen, a la búsqueda y captura del teórico equilibrio perdido. Decimos teórico, dado que el punto de equilibrio nunca se encuentra, siendo continuos los cambios que engendran nuevos cambios.

(B).- Al decir que los subsistemas son politéticamente homogéneos, hacemos referencia a un concepto -reelaborado en las ciencias sociales a partir de su enunciación dentro del vocabulario fenomenológico de Adolf Schutz (Ferrater Mora, 1991: 2264)- por el cual se dice que un Conjunto (de entidades, subsistemas, atributos, conocimientos, etc.) o Sistema es politético si cumple tres condiciones (Clarke,1968-1978:443):
(B.1) Si cada individuo  o elemento perteneciente al mismo posee un número  sin especificar de los atributos del agregado total.
(B.2) Si  cada  atributo  pertenece a un gran número de esos individuos.
(B.3) Si ningún simple atributo es a la vez suficiente y necesario para formar el Conjunto total o Sistema.

Además, no creemos que ninguna especialidad científica esté guiada por un único paradigma, como indica Kuhn, sino por una interacción multiparadigmática (este concepto nace precisamente del carácter  también politético de la misma "ciencia" como conjunto de conocimientos).

Al escribir que la realidad del científico es multiparadigmática, queremos indicar que en su práctica diaria, el trabajo del científico (su metodología de trabajo y su relación con su campo de estudio), por especializado que esté, no se halla bajo la influencia de un solo paradigma o matriz disciplinario, sino de varios (así como también sufre la influencia de varios tipos de experimentos ejemplares), siendo los avances en la resolución de enigmas en otros campos del saber (avances, a veces, sólo epistemológicos o metodológicos) los que pueden conducir a cambios revolucionarios en los cuadros conceptuales de una especialidad científica dada, siendo totalmente inconmensurable el cuadro de conceptos anterior con el posterior dentro de dicha disciplina (Kuhn, 1990).

Dicho cambio, dicha revolución, a su vez, será la causa de nuevos cambios revolucionarios en otras ciencias, produciéndose el efecto de feed-back, de retro-alimentación entre unas y otras, por lo cual las diferentes ideas en las ciencias muchas veces tienden a ir acompasándose mientras se van sucediendo en el tiempo (o avanzando, según se quiera, dentro de los esquemas  del propio Sistema Socio-Cultural).

El mismo Kuhn señala ya algo de este carácter multiparadigmático y politético de la ciencia normal cuando, tras hablar de las teorías expresadas por el último Wittgenstein, escribe que "algo similar puede ser válido para los diversos problemas y técnicas de investigación que surgen dentro de una única tradición de ciencia normal. Lo que tienen en común no es que satisfagan  algún conjunto explícito, o incluso totalmente  descubrible, de reglas y suposiciones que da a la tradición su carácter y su vigencia para el pensamiento científico. En lugar de ello pueden relacionarse, por semejanza o por emulación, con alguna parte del cuerpo científico que la comunidad en cuestión reconozca ya como una de sus realizaciones estables" (Kuhn, 1990:83 y 84).

2.- SIGLO XV: LOS ANTECEDENTES
El medievalista italiano Franco Cardini (1991) señala,  deforma concisa, algunos acontecimientos previos que se han creído tradicionalmente que, tal vez, posibilitaron el viaje colombino, y que también sirven para contextualizar los descubrimientos en general: "No hay dudas de que el descubrimiento del Nuevo Mundo es hijo de cuatro circunstancias:<<La revolución náutico-cartográfica-cosmológica>> de los siglos XIV y XV; el cierre de determinados recursos orientales a causa del avance turco y por tanto la necesidad de alcanzar Oriente por caminos diferentes a los habituales; la pugna entre España y Portugal después de la bula de Calixto III que, en 1456, asignó a los portugueses una especie de monopolio sobre los nuevos descubrimientos, hecho que un Papa Borgia, Alejandro VI, modificó en 1493 con la bula <<Inter-Cetera>>, y, por último, la cultura humanista florentina (...).".

Creemos que merece la pena matizar y comentar algo dichotexto y así podemos indicar que:

(A).- La Revolución náutico-cartográfica-cosmológica, a laque se refiere Cardini, hace mención al nuevo impulso que la astronomía  (no sólo teórica, sino también de observación directa, con nuevas  aportaciones, basadas en experiencias de los propios autores y no ya en "experimentos mentales"), la náutica -impulso de nuevas embarcaciones como las carracas y carabelas, de calado mayor que les permitía afrontar la navegación por el atlántico- y la cartografía habían experimentado durante el siglo XV, debido a diversas razones:
A.1).- Las traducciones directas del griego de los originales de Ptolomeo y Aristóteles (u otros autores), y no ya las versiones en latín o romance traducidas de sus versiones en árabe ("las traducciones se sucedían sin cesar" (Genicot, 1976:159)).
A.2).- Mejoras de las técnicas de navegación y  cartografía, para adaptar las naves y mapas a las necesidades de la navegación por el Atlántico, así como una mejora en la técnica de proyección cartográfica (Thuillier, 1990 Vol.I: 153-154 y Crombie, 1959:219).
A.3).- Los intentos de  reforma del Calendario Juliano, ya durante  el siglo XV, ante la evidente desconexión del mismo con los ciclos de la naturaleza, y que obligaba a nuevos cálculos y comprobaciones con la realidad, para determinar un nuevo calendario que sirviera en el futuro, con nombres como los del alemán Johannes MÜller (1436-1476) -más conocido como Regiomontano- (que fue, incluso, llamado a Roma para dicho fin).

Entre los principales nombres de la época están los astrónomos Von Peurbach (1423-1461) y el citado Regiomontano y los cartógrafos Bernhard Walther (1430-1504), Fra Mauro y Toscanelli, etc. (Mason, 1985 vol.II: 7; Crombie, 1987: 151; Bricker, 1979: 52-57 y Kuhn, 1978: 70).

En cualquier caso, y además de todo lo anterior, y tal como señala Crombie (1987 Vol. II: 11-112), y toda una línea historiográfica con él, desde el siglo XIII, o ya desde el XII, tiene lugar en Europa un lento cambio en la concepción de la ciencia que, partiendo desde posiciones aristotélicas (y desde conceptos recuperados de sus obras en el siglo XII, a través de las versiones árabes, como el de la deducción de la realidad desde los axiomas u otros), pero basándose más en la inducción y en el experimento, fueron minando lentamente la credibilidad de los diferentes conceptos expresados, incluso, en las mismas obras de Aristóteles.

Entre los primeros en utilizar esa nueva teoría de la ciencia experimental estuvo Robert Grosseteste (¿1168?-1213), el cual ya se halló más interesado en la inducción experimental que no en la deducción aristotélica, queriendo dar una expresión matemática al pensamiento (Genicot, 1976: 174). Otros autores que siguieron dicha línea, dentro de la escolástica tardía, serían Roger Bacon (1214-1294), Guillermo de Ockham (c. 1284-1349), Juan Buridan (muerto c. 1358), Nicolás de Oresme (muerto en 1382) o Nicolás de Cusa (1401-1464), entre otros.

El análisis del porqué de dicho cambio del sentido de la investigación en algunos grupos de estudiosos de la Europa Bajomedieval requeriría más espacio del que disponemos ahora, pero, seguramente, está también relacionado con una mayor abertura de Europa al mundo en general, a través del desarrollo de la burguesía urbana (que continuaba e impulsaba los acontecimientos en el tiempo de Colón), y con una ciencia más ligada a Universidades, enclavadas en las ciudades, que  a monasterios (Thuillier, 1990 Vol. I: 115).

En cualquier caso, la sociedad, en general, del tiempo de Colón era aún fundamentalmente o aristotélica o neoplatónica, "la observación y la experimentación tuvieron un lugar bastante modesto. No se negaba su interés (...) pero su empleo continuaba siendo poco frecuente. (...) La especulación no se vió muy frenada por la experimentación" (Genicot, 1976: 169). La Ciencia de los Astros, seguía teniendo más que ver con la astrología que  con lo que hoy entendemos como astronomía.

(B).- El cierre de los recursos orientales no fue tanto por el avance turco, como por crisis internas en Asia Central,  las cuales motivaron primero la ruina del Imperio Mongol y después el ascenso del turco que intentaría, precisamente, reestablecerlo (Heers, 1976: 129, Abu-Lughod, 1989: 338 y Gunder Frank y Gills, 1991). En cualquier caso, ello dió a Europa "the chance to ascend in the hierarchy of the world system, in the context of a new economic expansion and hegemonic reorganization during and following the crisis" (Gunder Frank y Gills, 1991).

(C).- La pugna hispano-lusitana a lo largo del siglo XV porel dominio y control de la navegación y pesca en el Atlántico sur fue constante, estando llena de episodios que van desde la lucha por la posesión de las   Canarias hasta las que hubo por el control del tráfico marítimo desde las costas africanas. Hubo en esta pugna diferentes mediaciones papales, como la de Nicolas V, el 8 de enero de 1455, que confirmaba la exclusiva de Portugal al sur de los cabos Nao y Bojador (Arranz, 1991:23), quedando en poder de Castilla las Canarias. Por lo que respecta a la Bula del primer Papa Borja, Calixto III, ésta impedía la continuación de la expansión de los Reyes Católicos hacia los nuevos mercados del sur de Africa (u oriente) yendo hacia el sur del Atlántico,  pese a lo cual, continuaron las escaramuzas y los intentos de la corona de Castilla de controlar la zona del Atlántico comprendida entre Andalucía y Guinea, escaramuzas que no finalizaron hasta su renuncia al tráfico africano por el tratado de las paces de Alcaçovas-Toledo de 1479-1480, que ponía fin a dichas rivalidades atlánticas en beneficio de Portugal (Arranz, 1991: 25, Morales, 1991 y Varela, 1986: 14), por lo que el único camino que les quedaba a los navegantes y comerciantes del reino de Castilla a finales del XV era hacia el Oeste.

Tras el descubrimiento, el Papa tuvo que intervenir denuevo, en dos ocasiones más, en 1494, para marcar una nueva línea divisoria entre los territorios reservados a portugueses y a españoles, que esta vez, en vez de ser señalada por una distancia máxima que los españoles podían alcanzar hacia el sur se cambiaba por una distancia máxima que podrían alcanzar los portugueses hacia el oeste.

En cualquier caso, la importancia de los genoveses, principalmente, y de los marinos vascos, portugueses o de Andalucía en la muy importante ruta comercial que unía el Atlántico -Africa y  Norte de Europa- y el Mediterráneo desde el siglo XIII, ha sido bien establecida (Heers, 1976: 144-148 y Arranz, 1991: 20) entendiéndose mejor, por dicha fuerte relación, aún a finales del XV, los acontecimientos que posibilitaron el viaje de Colón.

(D).- En cuanto a la cultura humanista florentina que tuvo su auge en estos inicios del Renacimiento, creemos que sí fue relevante,  pero no directamente en el campo de los descubrimientos, casi al  contrario. Kuhn (1978) señala que el neo-humanismo renacentista imperante, de caracter platónico y basado en textos de autores como San Agustín, de por sí anti-aristotélico y anti-científico, ayudó a los científicos no aristotélicos sólo en la medida que quitó autoridad al sabio de Estágira en sus escritos, con lo que atacar sus posiciones científicas no estuvo tan mal visto como en épocas anteriores.

3.-  LA ASTRONOMÍA PRE-COPERNICANA
El presente breve apartado de nuestro trabajo lo dedicamos a conocer algo del cuadro conceptual de la ciencia astronómica que conoció Cristóbal Colón, y que le sirvió como base de su propia fundamentación científica y astronómica, donde colgar los diferentes hechos y conceptos que le iban surgiendo merced a sus propias pesquisas y a sus descubrimientos.

Creemos que Kuhn explica perfectamente la inserción del pensamiento científico y astronómico de Colón en el conjunto de su época, al hablar de la Revolución Copernicana, cuando nos introduce en lo que él denomina "el universo de las dos esferas", el cual es el modelo cosmológico imperante en la Europa Occidental desde la época griega, en la que se creía que había una gran esfera exterior, que era la de las estrellas fijas, y una esfera interior, que era la de nuestro planeta Tierra (la esfericidad de la misma no fue nunca puesta en duda por los astrónomos o astrólogos ya desde el siglo V a.C. en Grecia, como mínimo).

Este universo "habla al científico del comportamiento del sol y de las estrellas en regiones de la tierra (como el hemisferio austral o los polos terrestres) a las que jamás se ha trasladado. Además le informa acerca del movimiento de estrellas que nunca ha observado sistemáticamente; dado que, dichas estrellas también se hallan engarzadas en la  esfera estelar, deben describir círculos diurnos similares a los de las otras estrellas. Se trata de un nuevo conocimiento, que con el tiempo puede tener considerables consecuencias, derivado, en un principio, no de la observación, sino directamente del esquema conceptual. Por ejemplo, la cosmología de las dos esferas enseña que la tierra tiene una circunferencia y sugiere una serie de observaciones (...) a través de las que el astrónomo puede descubrir sus dimensiones. fue un conjunto de tales observaciones (poco exactas, pues a partir de ellas se determinaron unas dimensiones bastante inferiores a las reales) el que condujo a Cristóbal Colón a pensar que la navegación alrededor del globo era una empresa perfectamente realizable (...).".

"Los viajes de Cristobal Colón son un buen ejemplo de la fecundidad de un esquema conceptual. Muestran con toda claridad cómo las teorías pueden guiar a un científico a través de un terreno aún desconocido, indicándole hacia dónde debe centrar su atención y con qué puede esperar encontrarse. Quizá sea ésta la función más importante de que tienen los esquemas conceptuales  dentro de la ciencia. Sin embargo, raras veces guían la búsqueda de forma tan clara y directa como en el ejemplo que estamos evocando" (Kuhn, 1978:70).

El Renacimiento continúa siendo por otra parte, y lo será hasta mediados del siglo XVI, un tiempo que no diferencia claramente entre astrología y astronomía. La influencia de los astros sobre los sucesos terrestres, en la forma no determinante auspiciada por la Iglesia para permitir el libre albedrío de los humanos, tendrá más importancia, en numerosas ocasiones, en los estudios y trabajos publicados, antes y después de la invención de la imprenta, que no los estudios propiamente de los fenómenos que acontecían en el cielo.

Todos, o casi todos, lo autores que conocemos del siglo XV o XVI tuvieron su creencia astrológica o bien determinaron horóscopos ( como Toscanelli o el propio Kepler).

4.-  COLON Y LA CIENCIA
Un comentario que tal vez pueda parecer obvio, pero que conviene recordar en este punto, a modo de entrada, es que el viaje de Colón, así como el de todos los otros navegantes  de su tiempo ( como Vasco de Gama, Magallanes, etc. ) es perfectamente entendible dentro del marco conceptual básico aristotélico- ptolemaico (que tanta influencia había tenido a lo largo de la Baja Edad Media), excepto por pequeños detalles -de los cuales después hablaremos- que si bien pasaron inadvertidos a la mayoría de autores de su tiempo (como se puede observar en la prolija literatura científica española del momento (López Piñero, 1979)), sirvieron para reforzar la línea de pensamiento inductivista que se iba desarrollando en algunos centros de estudio de la Europa Occidental desde el siglo XIII, tal como hemos visto en el apartado anterior.

El mismo Kuhn habla de esta cuestión e indica que " Los viajes de Colón, así como los ulteriores de Magallanes y de otros navegantes, proporcionaron evidencias observacionales a convicciones que hasta entonces sólo se derivaban del esquema teórico y enriquecieron el edificio científico con una serie de observaciones absolutamente nuevas e insospechadas. Tales travesías nunca hubieran sido emprendidas, ni las nuevas observaciones que de ellas derivaron habrían enriquecido las ciencias, sin un esquema conceptual que mostrara previamente el camino a seguir." (Kuhn,1978: 70).

a) La Formación de Colón:
Con respecto a las ciencias de la Cosmografía, Cartografía, Astrología, Geografía o Aritmética parece ser que Colón fue autodidacta, y lo que sabía se basaba en sus estudios y experiencia como marino bajo diferentes banderas en distintos lugares, tanto del Mediterráneo como del Atlántico.

Escribe Arranz en su introducción a la edición del "Diario de a Bordo" de Cristóbal Colón que: "De sus actividades marítimas, a la vez que de sus aficiones científicas y técnicas, cuenta Colón allá por el año de 1501: <<De muy pequeña edad entré en la mar navegando, e lo he continuado fasta hoy... Ya pasan de cuarenta años que yo voy en este uso. Todo lo que fasta hoy se navega, todo lo he andado. Trato y conversación he tenido con gente sabia, eclesiásticos y seglares, latinos y griegos, judíos y moros, e con otros muchos de otras sectas. A este mi deseo fallé a Nuestro Señor muy propicio, y hube de El para ello espíritu de inteligencia. En la marinería me hizo abundoso; de astrología me dio lo que abastaba, y ansí de geometría y aritmética; y ingenio en el ánima y manos para dibujar esfera, y en ellas las cibdades, ríos y montañas, islas y puertos, todo en su propio sitio>>" (Arranz, 1991: 8-9).

En cualquier caso, parece ser que careció de una buena formación científica, que sólo intentó remediar conceptualmente durante  el tiempo de preparación de su viaje por el Atlántico hacia el Oeste (Arranz, 1991: 15), pese a lo cual, cometió muchos errores metodológicos según la lógica científica
incluso de su época.

No tuvo la alta formación en ciencias, parece ser, que su hijo Hernando le atribuye con estas palabras "Aprendió las letras y estudió en Pavía, lo que le bastó para entender a los cosmógrafos, a cuya lección fue muy aficionado, y por cuyo respeto se entregó también a la astrología y geometría; porque tienen estas ciencias tal conexión entre sí, que no puede estar la una sin la otra, y aún Ptolomeo en el principio de su Cosmografía, dice que ninguno puede ser buen cosmógrafo, si también no fuere pintor. Supo también hacer diseños para plantar las tierras y fijar los cuerpos cosmográficos en plano y redondo" (Colón, 1988: cap. III p. 82).

b)  La Fundamentación del Viaje Colombino y las Causas por él aducidas para el mismo.
Su confianza en los equivocados datos ptolemaicos sobre el diámetro de nuestro planeta, le hizo creer en la posibilidad de llegar a lo que él conocía como las "Indias" por Occidente, pese a la oposición de la mayoría de cosmógrafos y marinos de su tiempo, los cuales creían que era imposible el navegar tanto tiempo sin reaprovisonar un barco, como el que se precisaba para llegar a las Indias.

A Colón no le hacían falta (mejor, no le eran necesarios) relatos de náufragos, ni misteriosos mapas para creer en la posibilidad de alcanzar oriente cruzando el océano Atlántico. Sólo un escaso conocimiento de las fuentes clásicas, enmarcadas por el cuadro conceptual general de su tiempo, y la ayuda de  su carácter mesiánico (y una gran tozudez),  así como las posibilidades brindadas por las necesidades de los Reyes Católicos y sus reinos eran lo que el Almirante precisaba para alcanzar las costas de las Indias.

La fundamentación que Colón expuso ante las correspondientes Juntas dos Mathematicos o Juntas de cosmógrafos, astrónomos, astrólogos y marinos, propuestas por los reyes de Portugal o de Castilla y Aragón, eran un cúmulo de inexactitudes, verdades a medias, descontextualizaciones y fuentes para los datos dignas de poco crédito, tal como recoge la mayoría de los libros que han tratado el tema.

La fundamentación esgrimida por Colón ante las Comisiones encargadas tanto por el Rey Juan II de Portugal como por los Reyes Católicos para estudiar su caso, se basaban tanto en nociones extraídas de profetas, como en consideraciones propias sobre la forma de la Tierra (que veía semejante a una pera), como en los datos de Ptolomeo sobre la redondez de la Tierra y en los trabajos de Toscanelli (Colón, 1988: Cap. VIII), el cual a partir de recientes traducciones de Ptolomeo -cuyos datos equivocados sobre el diámetro de la tierra, basados en los trabajos de Posidonio de Apamea, decían que la longitud del meridiano terrestre era de sólo 29.000 km (3/4 de la distancia real)-, y de los relatos de Marco Polo sobre la rica Cipango, había dibujado un mapa en el que indicaba la supuesta posición de dicha isla y la de Antilia en mitad de un enorme océano Atlántico. Colón traspasó las leguas a millas, asignando a cada milla un valor 1/4 inferior que Toscanelli
(Arranz, 1991:43).

Su hijo Hernando, de manera bastante liada, en la Historia dedicada a su padre, escribió lo siguiente sobre los motivos que llevaron a su padre a creer que podía descubrir América: "Llegando a decir las causas que movieron al Almirante al descubrimiento de las Indias, digo que fueron tres, a saber: fundamentos naturales, la autoridad de los escritores y los indicios de los navegantes. En cuanto al primero, que es razón  natural, digo que él consideró que toda el agua y la tierra del universo constituían y formaban una esfera, que podía rodearse de Oriente a Occidente caminando los hombres por ella hasta llegar a estar pies con pies, unos con otros en cualquier parte donde se hallasen opuestos; lo segundo, propuso y reconoció por autores aprobados que ya se había navegado gran parte de esta esfera, y que para descubrirla y manifestarla toda, no quedaba más de aquel espacio que había al fin Oriente de la India, el cual conocieron Ptolomeo y Marino siguiendo la vía de Oriente, y volverían por nuestro Occidente a las islas de los Azores y de Cabo Verde, que eran entonces la tierra más occidental descubierta. Lo tercero, consideraba que este espacio referido que está entre el fin oriental, conocido de Marino, y las dichas islas de Cabo Verde, no podía ser más de la tercia parte del círculo mayor de la esfera (...)" (Colón, 1988: Cap. VI a IX p.90-104).

Tras una serie de consideraciones sobre que seguramente Asia era más grande de lo supuesto (citando a Estrabón, Aristóteles, Séneca, Marco Polo y otros autores como fuentes), y tras la cita de Alfagrano, el cosmógrafo árabe del siglo IX, que indicó que cada grado terrestre medía 56 millas y dos tercios (pero millas árabes de 1.973,50 m y no italianas -como creyera Colón- de sólo 1.477,50 m, es decir, que para Alfagrano -acertadamente- el meridiano terrestre medía unos 40.254 km y para Colón sólo 30.137 km), dedujo que la distancia entre la parte de la India más allá del Ganges, desconocida por los Europeos, y que él denominó como Indias Occidentales, y las islas de Cabo Verde no podía haber una distancia excesiva. Aparte de ello, dado que él suponía que había más tierra que agua en la esfera terrestre, no tenía dudas de que encontraría islas en las que abastecerse antes de arribar a las Indias (Colón, 1988:Cap. VI a IX p. 90-104).

En cualquier caso, hizo todo lo posible para adecuar los datos a su concepción de un ecuador terrestre que no podía medir más de 30.000 km, eliminando un cuarto de la distancia real del mismo. La importancia de demostrar este punto, en el que él seguramente creía de buena fe, era básico para llevar a cabo su proyecto.

La reducción del tamaño del ecuador se debía a que el principal obstáculo que le ponían las Comisiones reunidas para juzgar las posibilidades de su expedición era el del mantenimiento de la tripulación durante el largo viaje que, se suponía, separaba por mar las costas europeas de las asiáticas por Occidente, sin posibilidad conocida de repostar por el medio. Pensemos que en aquel momento aún no existía ningún tipo de viajes trans-oceánicos en Europa, que las embarcaciones que lo podían permitir acababan de ser concebidas y se usaban aún para una navegación casi de cabotaje por el Atlántico Norte Europeo o el Africa subsahariana. No tan sólo eso, estábamos en los inicios de la navegación astronómica.

Dado el modo de Colón, poco metodológico y racional (según los cánones de la época -e incluso de la época actual), de tratar la información, se ve realmente lo poco que podía hacer para convencer de sus asertos a los sabios reunidos para dictaminar la posibilidad del viaje planteado, pese a que, parece ser, se preparó concienzudamente -leyendo e instruyéndose- para ello.

Pero, a veces, dos (o tres o cuatro) errores son un acierto, como parece testimoniar la vida de nuestro Almirante.

c)  Colón y la Ciencia.
Colón era tan sólo un marino, un comerciante, y eso era lo único que le preocupaba la posibilidad de comerciar. No era un explorador ni un investigador, ni era esa su misión como lo fue la de Magallanes y Elcano, o dos siglos después, para Cook, Boungainville u otros.

No trató de reflexionar sobre lo hallado fuera de los cauces de la tradición ni en contra de los supuestos teóricos de los sabios que habían discutido su aventura. Sus hipótesis no tuvieron nada de revolucionarias en lo conceptual  en su tiempo.

Fue un hombre del Renacimiento, como Copérnico y tantos otros. Su pensamiento era una curiosa mezcla de ideas venidas de la tradición aristotélica, de la humanista neo-platónica y del pensamiento judeo-cristiano.

Realizó importantísimos descubrimientos de tipo geográfico (de los cuales parece ser que nunca tuvo conciencia clara), pero parece ser que no aplicó a dichos hallazgos ningún tipo de metodología inductiva para extraer conclusiones generales de lo que iba encontrando en sus recorridos marítimos. Tan sólo un hecho en este sentido, en el  de extraer una teoría general de la observación de un hecho práctico, se le recuerda y fue el señalar que la estrella Polar no indicaba exactamente el Polo Norte celeste (y que dicha estrella tenía movimiento como las demás, lo cual se deducía de la discrepancia hallada con lo señalado por la brújula).

En su Diario, transmitido por Fray Bartolomé de las Casas, hallamos el siguiente texto, fechado el domingo 30 de septiembre de 1.492, en su primer viaje de ida hacia América, tras haber tenido algunas observaciones parecidas en los días previos "<<Nota que las estrellas que se llaman las Guardas, cuando anocheçe, están junto al braço de la parte del Poniente, y cuando amaneçe están en la línea debaxo del braço al Nordeste, que pareçe que en toda la noche no andan salvo tres líneas, que son 9 oras, y esto cada noche>>. Esto dize aquí el Almirante. También en anocheçiendo están con la estrella justo, por lo cual pareçe que la estrella haze movimiento como las otras estrellas, y las agujas piden
siempre la verdad" (Varela, 1986: 56).

Su hijo Hernando escribió que en el mismo día domingo 30 de septiembre "(Colón) Igualmente notó que desde las primeras horas de la noche, las agujas noresteaban toda una cuarta, y cuando amanecía, miraban derechamente a la estrella polar. Por cuyos motivos, los pilotos estaban con grande inquietud y confusión, hasta que él les dijo que de esto era causa el círculo que hace la estrella polar o del Norte, rodeando el Polo, cuya explicación les dió mucho aliento, porque en presencia de tales novedades temían el peligro en el camino, a tanta distancia y diversidad de  regiones" (Colón,1988: cap. XX pag. 132).

Pero dicha inducción, fue la única que se le conoce. Aparte de ella, no se le conoce ninguna aportación en la que haga una elaboración teórica de lo hallado o encontrado, ni ninguna otra abstracción inducida por los datos. Sólo deducciones de verdades generales o sacadas de fuentes antiguas o medievales.

Por lo que respecta a su conocimiento del instrumental astronómico que comúnmente se empezaba a usar en su época para la navegación, parece ser que en su viaje usó de la brújula, como queda dicho, aunque mayormente estableció su rumbo por la altura de la polar tal como se la marcaba el cuadrante o astrolabio, en torno al paralelo 28 N (que era el de Canarias). La navegación por brújula era imposible dado que pese a poder guiar hacia el este las corrientes marinas y los vientos hubieran de manera insensible cambiado la trayectoria del barco de manera muy significativa.

Debiendo ser diestro en el manejo de tales instrumentos, como lo demuestra sus viajes, no se entienden algunos fallos enormes en la determinación de la latitud que tuvo primero en Islandia y más tarde en La Española, a la que señaló en la altura de Nueva York (Comellas, 1990).

En cualquier caso, y fruto de ese ansia de conocer de la navegación y del hombre de su tiempo, así como del avance de la cartografía y la necesidad sentida de la geodesia, no es menos cierto que en el mismo prólogo a su "Diario de a Bordo", según se recoge en la versión de Las Casas, indica que "tengo propósito de hazer carta nueva de navegar, en la cual situaré toda la mar e tierras del mar Occéano en sus proprios lugares, debaxo su viento, y más componer un libro y poner todo por el semejante por pintura, por latitud del equinocial y longitud del Occidente" (Varela, 1986: 45).

Estaba tan seguro del cuadro conceptual heredado de sus mayores, que pese a tener en sus manos la posibilidad de deshacerlo, no pudo ni comprender que había descubierto un continente ignorado por el mundo clásico y medieval europeo.

Kuhn (1978: 70), al hablar de la importancia de los descubrimientos, y cómo éstos entroncan en su tiempo, escribe "Los viajes de Cristobal Colón son un buen ejemplo de la  fecundidad de un esquema conceptual. Muestran con toda claridad cómo las teorías pueden guiar a un científico a través de un terreno aún desconocido, indicándole hacia dónde debe centrar su atención y con qué puede esperar encontrarse. Quizá sea ésta la función más importante de que tienen los esquemas conceptuales dentro de la ciencia. Sin embargo, raras veces guían la búsqueda de forma tan clara y directa como en el ejemplo que estamos evocando".

Su preocupación, repetimos, fue únicamente la del comerciante, no la del teórico ni la del investigador práctico, tal como parece sí fue, en parte, el carácter de otros descubridores muy posteriores a él, que ya hemos señalado.

Le interesaba algo muy concreto -el hallar un paso para llegar a las Indias Orientales y hacer riqueza con ello-, supuso como podía llegar a ello y tuvo el empeño y la constancia suficiente como para conseguirlo.

El viaje de Colón o el de Magallanes no fueron revolucionarios en sí, dado que sus artífices simplemente siguieron unos esquemas conceptuales previos para conseguir sus objetivos, sin tener que alterarlos en demasía. Lo que descubrieron e hicieron, estaba sólidamente anclado en una concepción ptolemaica del mundo, matizada con elementos de la tradición judeo-cristiana, y sus motivos para ir más lejos que los demás estuvieron basados en características de la época así como de los individuos que las hicieron.

Sin embargo, sus descubrimientos sirvieron para que toda una línea de pensamiento que se desarrollaba lentamente, tomara nuevos datos de la realidad para demostrar sus teorías en contra de las tradicionales, dado que los descubrimientos de Colón, llevaban en sí pequeñas contradicciones irresolubles para la ciencia ptolemaico-aristotélica, así como una negación a la autoridad de la misma en muchos de sus aspectos.

La misma negación de los sabios de su tiempo (portugueses, españoles, ingleses o franceses -estos últimos a través de las gestiones de su hermano Bartolomé-) a dar crédito a los confusos datos proporcionados por Colón en los años anteriores a su viaje para justificar el gasto que tal expedición podía originar, respondían a una creencia en el modelo heredado de la antigüedad.

El hecho de que el visionario, sin tener razón en lo conceptual (la tierra era mayor de lo que él calculaba y lo hallado no eran las Indias sino algo que, afortunadamente, halló en el centro), regresara triunfalmente de su expedición transoceánica, no hay duda que quitó mucha autoridad a los sabios que le habían negado consistencia a sus argumentos y a las autoridades en que éstos se fundaban.

5.-  SIGLOS XVI Y XVII: SEGUIMIENTO DE UNA INFLUENCIA
Pero lo que descubrió Colón no estaba escrito, ni tan sólo previsto, en los libros que le habían servido como guía, tal como ya hemos indicado, y en ello (en este mismo no figurar en ningún texto previo), no hay duda (y pese a no saberlo  ver Colón ni la mayoría de hombres de su tiempo) de que ya estaba el germen de una cierta posible crítica a la autoridad de los autores (y defensores) de aquellos tratados que en principio parecía que contenían todas las respuestas.

Los enigmas no resueltos por el paradigma aristotélico o ptolemaico en las diferentes disciplinas de las ciencias, sirvieron como acicate, en muchos momentos, para la elaboración de nuevas teorías. Es más, nuevas maneras de ver las cosas, ni tan sólo vislumbradas en los escritos antiguos, tuvieron que irse creando a medida que los nuevos descubrimientos se iban sucediendo.

El cuadro conceptual de la sociedad europea en general, de carácter variado y politético, registró la entrada de conceptos, productos y de la misma idea de un mundo nuevo como consecuencia de los viajes de los descubridores. Cuando los diferentes elementos que componían dicha sociedad se empezaron a reajustar para hallar un nuevo equilibrio entre sus diversas partes, se fue produciendo al mismo tiempo en la mentalidad de la gente que lo vivió, un cambio en su percepción del entorno y de la realidad, necesitándose, a la larga, una nueva manera de explicar los hechos que pudiera satisfacer, de forma más coherente, la resolución de los nuevos problemas planteados.

Recordemos lo que indica Kuhn (1978:172) en su libro sobre Copérnico "El cambio en un campo de actividades conlleva la disminución de la fuerza de los estereotipos en los restantes dominios".

Se puede ver, por otra parte, que no parece que los cambios de paradigma fruto de la Revolución Científica fueran motivados por cambios técnicos o por notables mejoras en los aparatos de medición. Antes al contrario, parece ser que fueron los descubrimientos y la problemática por ellos engendrada los que obligaron a una mejora en la tecnología. Para Crombie (1987: 114) "De hecho la revolución científica, en sus etapas iniciales se produjo más por un cambio sistemático de la concepción intelectual, por el tipo de preguntas planteadas, que por un progreso de los medios técnicos.".

Dicho cambio en la concepción no fue porque sí, sino que vino auspiciado, en parte, por lo que hemos señalado en el apartado tercero del presente trabajo. Pese a todo, es difícil rastrear exactamente las razones exactas de los cambios, tal como hemos indicado al principio de esta comunicación, en nuestras consideraciones metodológicas.

Conviene recordar que la Revolución Científica, como señalan los estudiosos, nace en un curioso ambiente en el que lo mágico se da de la mano con las conceptualizaciones más innovadoras y rupturistas (Harman, 1987, Crombie, 1987; Kuhn, 1978; Vickers, 1990; etc.).

La coexistencia de cuadros conceptuales de origen muy dispar, sólidamente imbricados en la misma realidad y en las concepciones de los autores del momento (y que como tales se puede observar en las estrambóticas reflexiones -según la mentalidad de hoy- de Cristóbal Colón acerca de las tierras por él descubiertas), ha originado toda una serie de dificultades al estudiar este momento tan crucial en la historia del desarrollo del pensamiento en Europa. El estudiar una sociedad politética como monotética suele conllevar este tipo de problemas.

El debate sobre el continuismo con la ciencia anterior o un drástico corte epistemológico continúa hoy plenamente vigente. La estructura caótica de la misma historia renacentista (y de la historia en general) hace que sean los propios estudiosos los que decidan, con todas las pruebas del mundo posibles en sus manos, que fue lo que realmente pasó. Para unos, el Renacimiento sería el lógico resultado de los avances en teoría del conocimiento científico habidos a lo largo de la Baja Edad Media, para otros, hubo un corte radical en los cuadros conceptuales, con un cambio de paradigma y de percepción de la realidad de una época a la otra.

En cualquier caso, parece clara la importancia que tuvo la revolución astronómica, en primer lugar y la científica, en segundo, en la formación de todo el pensamiento contemporáneo, al ser la base sobre la que se asientan las concepciones que surgen con la modernidad y la ilustración, base, a su vez, de nuestro pensamiento contemporáneo.

La revolución astronómica, la más radical en cuanto a su andar de camino hacia la "racionalidad" de sus asertos, seguramente fue una de las ciencias pioneras, con un Copérnico inclasificable (si el último autor medieval, si el primero moderno, el renacentista, en definitiva), abriendo las puertas conceptuales de todo el período.

Y sobre todos estos cambios y transformaciones, el estudioso no puede menos que ver la importancia de la influencia de los viajes de Colón y de otros navegantes y descubridores, al ampliar el estrecho campo de miras europeo y crear las condiciones necesarias para esta transformación, que por evolución o revolución, significó el tránsito de las nociones científicas del siglo XIV-XV a las del siglo XV-XVI.

Colón (sin saberlo) perteneció a esa generación de hombres herederos de la tradición aristotélica y ptolemaica  (frente a los humanistas cuya  raigambre filosófica era neo-platónica) que por tanto creer en la norma (y experimentarla), acabaron por transgedirla, de manera  inocente, al ir la realidad mucho más lejos de lo previsto por las teorías heredadas de la antigüedad clásica.

Una nueva percepción de las cosas, que de alguna manera ya habían tenido algunos autores a finales del XIII, se extendió por influencia de uno de sus frutos, los descubrimientos, al hacer que el hombre europeo, encerrado en un pequeño continente, pudiera llegar a cuestionar todo un modo de pensar, neo-platónico o aristotélico, que de tan poco le servía al adentrarse en los mares y enfrentarse a las nuevas situaciones.

Los descubrimientos geográficos eran perfectamente posibles siguiendo las pautas de pensamiento que se habían ido desarrollando durante la Baja Edad Media, no suponían ninguna grave ruptura y fruto de ello fue que la ciencia española no produjo ninguna figura, en el momento previo a la Contrarreforma -después ésa ahogo todo posible pensamiento innovador-, que se hiciera eco de ese posible cambio en la percepción que pudo haber dado el estar en contacto con la nueva realidad americana, pero lo que sí que podemos afirmar es que la Revolución Científica y Astronómica es muy dudoso que se hubiera llevado de la misma manera (aunque sin duda, en otra forma, más tarde, se hubiera llevado a cabo) sin dichos descubrimientos geográficos, los cuales, desde un punto de vista eminentemente práctico, y sin conceptualizar iban sentando muchas de las bases empíricas que necesitaban los teóricos, produciendo un cambio en la percepción global y una quiebra en la confianza ciega en la autoridad de los antiguos, al no servir éstos para entender la nueva realidad que se iba abriendo a los ojos de los marineros españoles y portugueses, y más tarde, del resto de Europa.

Otras rupturas tuvieron también lugar en el marco conceptual por los "descubrimientos" (desde la perspectiva europea) de nuevas tierras allende el mar. Crombie (1959: 163) escribe al respecto "Al mismo tiempo, el descubrimiento de tierra esparcida por todo el globo, llevó a los filósofos de la naturaleza (...) a abandonar la teoría de esferas concéntricas de tierra y agua basada en la doctrina aristotélica del lugar natural y del movimiento. (...) el mar y la tierra formaban una única esfera".

Las bases del movimiento (y de la realidad de todas las cosas) en el mundo escolástico-aristotélico, eran teleológicas, con tendencias naturales de las cosas a ocupar su lugar en  un universo jerarquizado con el mundo en su centro. Dado que el mundo no parecía ordenado ni jerarquizado en ninguna parte, las bases de la física terrestre se podían poner en duda, siguiendo la tradición de la Escuela de París, tal como ya hacía dos mil años se habían puesto en entredicho las bases de la física celeste. El camino a un nuevo modelo cosmológico, que agrupara ambas físicas, quedaba abierto, y tras las investigaciones de Galileo, Kepler, Huyggens y Hooke, llegó Newton con su síntesis de ambas.

Obviamente, las repercusiones de los descubrimientos en general, y el de América en particular, marcaron el futuro de la sociedad europea ya desde el principio. El feed-back que supuso para el sistema socio-cultural imperante en la mayor parte de las naciones de Europa lo que día a día se iba conociendo, como son los conocimientos y productos que se trajeron de América, o como la expansión a todos los niveles sociales de los habitantes del viejo mundo de la nueva percepción del espacio y del tiempo  o el choque con unas realidades y con otros seres con unas  civilizaciones y costumbres, así como modos de entender la vida, tan alejados de los suyos propios, produjo una serie de quiebras en la manera de relacionarse con la naturaleza o con los otros seres que ha marcado profundamente el devenir de todo este continente.

La sociedad europea, ante las nuevas necesidades y las riquezas halladas en América, pudo liberar a algunos de sus hombres para que se dedicaran a la investigación cosmográfica, cartográfica, a la mejora de las técnicas de navegación, a la geodesia, etc., y así, señala López Piñero (1982: 359) "La ocupación de cosmógrafo fue un caso destacado de tarea científica que comenzó en este período a cobrar autonomía social. Su perfil fue concretándose a partir del período de los Reyes Católicos, principalmente en relación con los problemas náuticos y geográficos que planteó el descubrimiento y explotación de América. La importancia social de estos problemas permitió  que un número creciente de personas pudiera ganarse la vida con una actividad basada en su sólida formación en cosmografía, y también en matemáticas, geografía y otras materias científicas (...)".

Pese a ello, los trabajos prácticos fueron los únicos tenidos en cuenta en el desarrollo de estas ciencias en la España del XVI. Los aspectos teóricos, en la mayoría de los casos, continuaron en manos de la Iglesia (López Piñero, 1982: 366), que poco ánimo tenía para cambios en los sistemas de conocer el mundo. La secularización del conocimiento científico, que se dio en otras partes de Europa, tuvo lugar tan sólo parcialmente en la península ibérica.

Pese a que hubo algunos miembros de órdenes religiosas que trataron de insinuar alguna innovación, incluso tras la Contrarreforma, aunque sólo algunas voces aisladas se permitieron, muy de vez en cuando, apuntar innovaciones teóricas sobre la base de los descubrimientos que fueran de algún relieve, y en consonancia con lo que se hacía fuera de nuestras fronteras.

Esto, unido a la expulsión de España de judíos y moriscos, así como una actitud muy desfavorable hacia los descendientes de los judíos conversos, explica en parte la poca repercusión teórica que tuvo en la ciencia española o portuguesa la expansión de ultramar.

Pero las repercusiones -escasas al principio- de estos descubrimientos no sólo se podían encontrar al sur de los Pirineos, sino también en la obra de insignes estudiosos y teóricos de los siglos XVI y XVII, de toda Europa, para los que dichos hechos significaron una ruptura importante con las tradiciones culturales y al marco conceptual del mundo medieval anterior.

Así se pueden observar las citas que del descubrimiento de América hacen tres autores paradigmáticos de esa época.

El primero de ellos sería Copérnico (1473-1543), a cuya obra, en la que defendía el modelo heliocéntrico, muchos atribuyen una de las primordiales raíces del cambio de mentalidad y paradigma de relación con la naturaleza. Sin duda le impresionaron los viajes por ultramar, llegándole la noticia de la existencia de un nuevo continente a sus diecinueve años, o tal vez algo más tarde, durante su estancia en Italia. Para él, los datos que le procedían de dichas expediciones, le permitían hablar de la redondez de la tierra, así como ver -lo cual es mucho más sutil- que Ptolomeo no lo sabía todo y que sus textos podían ser mejorados mediante las nuevas experiencias fruto de los descubrimientos geográficos. Casi cien años después de la muerte de Copérnico y de Colón, en 1618, un matemático polaco, Ioannes Broscius, dedicaría dos epigramas a "celebrare la grandezza di Copernico e di Colombo" (Bilinsky, 1992: 5). Para dicho matemático, ambos eran las figuras representativas de la nueva manera de pensar, gracias a sus descubrimientos revolucionarios.

También Johannes Kepler (1571-1630) hizo alguna referencia en su obra al tema colombino, especialmente tal fue en su Disertatio cum nuncio Sidereo (1610), escrita en arrebatada alabanza del revolucionario texto de Galileo conocido como el Sidereus Nuncius, publicado hacía poco tiempo. No duda el astronómo alemán en introducir varias veces el ejemplo de los descubrimientos geográficos como ejemplo de esa nueva ciencia que va emergiendo a despecho de una antigüedad superada por los nuevos descubrimientos que se van realizando y que parecen no tener fin, en una forma próxima a como trata la cuestión el siguiente autor que estudiaremos.

Mucho más acentuada se puede ver la influencia en la obra del tercero, Francis Bacon (1561-1626), uno de los conceptualizadores  mas sobresalientes de la nueva manera inductivista de entender la ciencia que iba emergiendo y un elemento básico a la hora de estudiar la historia de la epistemología, clama constantemente en su obra contra la ciencia escolástica oscurantista, y hace servir el ejemplo de los descubrimientos y la quiebra de la concepción del mundo anterior  como modelo para el científico. El profesor García Doncel, al hablar sobre la obra del autor inglés  de la Instauratio Magna indica que "Toda esta obra, desde su frontispicio ilustrado con dos carabelas que rebasan las columnas del "Plus Ultra", respira la euforia de los descubrimientos geográficos y técnicos de la época: pólvora, seda, brújula, imprenta..." (García Doncel, 1989:18). Para Bacon, los descubrimientos geográficos fueron el paradigma del espíritu que debía insuflar el alma de la nueva ciencia.

6.- CONCLUSIÓN
Creemos, como conclusión, que en la segunda mitad del siglo XV inciden toda una serie de factores variados, los cuales van desde la mejora en las embarcaciones atlánticas y de los instrumentos astronómicos de navegación hasta el cierre de las vías de comercio por oriente, que motivaron una serie de  descubrimientos geográficos, los cuales, a su vez, actuaron como feed-back, como retroalimentación, de ciertas líneas de investigación que habían sido seguidas a lo largo de los siglos XIII, XIV y XV por gentes como R. Bacon,  Ockham, Buridan, Oresme o Nicolás de Cusa, entre otros.

En cualquier caso, todo ello, desde los nuevos descubrimientos geográficos (lógicos y posibles, pese a forzarlo, dentro del cuadro conceptual bajomedieval), por un lado, y desde la falta de posibilidad de resolver enigmas (problemas) de los viejos conceptos escolásticos, por otro, llevó a una lenta transformación en la percepción de la naturaleza y de la realidad (cambio de Gestalt, (Kuhn, 1990)), que facilitó, al reforzarlas, el triunfo final de las líneas de pensamiento de gentes como Galileo o Francis Bacon, ya en el siglo XVII, al quitar autoridad y credibilidad a los textos de los antiguos, por un lado y hallar nuevas experiencias que contradecían las bases del cuadro conceptual sobre el que se asentaba la filosofía natural de la Edad Media europea y de su antigüedad grecorromana.

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