LA CASA JAPONESA: INTRODUCCION

        La forma de construir de los japoneses, como otras muchas manifestaciones vitales, se ve impregnada por los conceptos axiomáticos de su cultura. La arquitectura, sea civil, religiosa, militar, etc., mantiene conexiones con la vida conceptual y espiritual de los pueblos, su herencia e historia.

        Hay que mencionar el origen continental, chino y coreano, de muchas formas culturales consideradas después como puramente japonesas y las influencias filosóficas y religiosas del shintoismo, taoismo, confucianismo y budismo, para poder entender las formas básicas y la evolución posterior.

        A esto hay que sumarle la influencia fundamental del clima, el ritmo de las estaciones y los condicionamientos económicos y sociales de cada región de Japón.
 


        El shinto, postura religiosa-filosófica animista, refleja la conciencia de lo natural en el pensamiento japonés y su conexión con el entorno. A nuestro alrededor todo se encuentra animado de una cierta "vida" y hasta conciencia de sí mismo. Tama es el espíritu, el alma de todo, la esencia que enlaza espíritu y materia.

        Hay una proximidad a lo natural. Se observa y se experimenta como propio de la existencia. Hay una integración del hombre en la naturaleza como parte ella, no algo separado y distante. No hay dualidad sino unicidad.

        Pero no olvidemos que también se contempla una separación entre lo puro y lo impuro. Hay una preocupación por la limpieza, la purificación ritual. Se busca mantener un espacio puro-sagrado frente a determinadas "impurezas" que aunque provengan de la naturaleza misma deben estar separadas de la esfera de lo personal.

        El budismo contempla la naturaleza con respeto. Se busca la armonía con los seres vivos, la preservación de la vida. Por tanto no es extraño al hombre lo que es natural porque él mismo es parte de ese conjunto, y por ello tiene mayor sentido el vivir en resonancia con la tierra que violentarla hasta la destrucción por un intento de diferenciarse, individualizarse y trascender en la oposición para justificar la personalidad.

        La simplicidad y la belleza están unidas entitativamente. Lo recargado, lo artificioso se rechaza, para llegar al gesto puro, a la insinuación antes que la evidencia, lo impalpable o esbozado antes que lo evidente y explícito.

        Sabi, wabi, shibumi, conceptos que desafían a la traducción pero que se intuyen en las manifestaciones japonesas más tradicionales. La forma de mostrarse la realidad en un contexto del ahora, en la presencia en el instante hace que la experiencia se despoje de oropeles y colgaduras artificiosas. La ausencia del deseo y el desapego budista solo pueden conducir a la sencillez extrema y a la depuración que lleva a lo básico, lo primigenio, que tienen esa belleza y simplicidad innombrada, no formulada, que llamamos sabi.

        La asimetría, furyo, rechaza la forma perfecta, repetida, como artificial y estática y, en último extremo, muerta.

        La impermanencia, lo fugaz, lo pasajero son constantes en la vida, en el devenir de la existencia. Lo que cumple un ciclo hace que comience uno nuevo. Sólo de la destrucción como extinción natural puede surgir una nueva creación, la renovación y la vida.

        La suma del todo puede ser el vacío. Del vacío brota la existencia. Lo inmóvil es dinámico y del movimiento nace la quietud. El espacio, ma, es intervalo físico, palpable, lo comprendido entre dos límites, pero también es instante, tiempo que flota entre dos latidos.

        Un músico no tendrá problema alguno en comprender que el silencio tiene tanto o más valor que la nota. Así el "silencio" del vacio, del espacio, del intervalo, es más que una simple ausencia.  Del Tao aprendemos como la vasija de arcilla no es nada sin el espacio que delimita pero que a la vez le da sentido; la ventana no es nada sin el vacio que hace que tenga entidad como tal la discontinuidad del muro a la que por ello llamamos así.

        Armonía, simplicidad, economía, belleza, uso de materiales naturales, integración de formas y espacios, fluidez, quietud, pragmatismo, multifuncionalidad...

        Quizá después de meditar detenidamente sobre lo anterior estemos en disposición de abrirnos hasta llegar a comprender mejor la filosofía que existe tras la vivienda tradicional japonesa.
 
 
 


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