TARJETA DE VISITA. MEISHI 
 

        En la sociedad japonesa, altamente ritualizada y jerarquizada, donde el símbolo es fundamental, la tarjeta de visita, meishi, desempeña un papel importantísimo. Su consideración va mucho más allá de la que recibe en Occidente.

        Para los japoneses es importante el primer encuentro, la presentación misma y en no menor medida la forma en que se realiza. La primera impresión que se recibe puede ser decisoria respecto a la evolución de las relaciones posteriores. La tarjeta de visita es nuestra fachada y una pieza capital en la toma de contacto, especialmente en el mundo de los negocios.

        En épocas pasadas y sobre todo a partir de las estrictas regulaciones que comenzaron con Toyotomi Hideyoshi y se refinaron con el shogunado Tokugawa,  había signos externos que identificaban la clase social a la que pertenecía el individuo, el grupo, la familia, el oficio, etc. Los mon en la ropa, los estandartes militares, eran señas de identidad que ayudaban a reconocer al otro y a situarlo en la posición que ocupaba en la sociedad. Según el rango así era el tratamiento y la aplicación del protocolo. De cualquier error en el reconocimiento de estos símbolos se podían derivar consecuencias nefastas, inclída la muerte, asi que se ponía especial cuidado en los detalles identificativos.

        Si se prescinde de aquellos y tomamos al individuo moderno y más aún a la sociedad japonesa donde parece que todo el mundo lleva el mismo "uniforme", donde se sustituye el cuello Mao de los chinos por la vestimenta del sarariman, pero con el mismo efecto nivelador, la tarjeta de visita nos da los datos necesarios para ubicar al individuo.

        El japonés parece desconfiar instintivamente de aquella persona que no le ha sido presentada o ha sido presentada incorrectamente, sin cuidar las formas. Asimismo se siente incómodo en las situaciones que no controla, en las que puede dar un paso en falso por no conocer los detalles que rodean a su interlocutor. Llevar una tarjeta de visita es tener nombre, pertenecer a una empresa, en la que ocupamos un determinado puesto con un equivalente japonés, es ser alguien.

        Según lo que se deduce de la lectura atenta y calmada de la tarjeta sabremos ajustar la forma de expresión en el lenguaje, el grado de respeto-humildad, la forma, inclinación y frecuencia de la reverencia, ojigi, la relación de poder y prelación en las atenciones ofrecidas y recibidas, etc. Podemos decir que la meishi es nuestra guía para los "buenos modales".

        Lo ortodoxo es tratar la tarjeta de visita que se nos entrega con el mismo respeto con que se trata a la persona misma, como si fuese una prolongación viva, una parte de ella. Por lo tanto procuraremos no doblarla, no escribir en ella, no usarla como si fuera un mero marcador para un libro, etc.: hacerlo puede considerarse un grave insulto.

        Se debe entregar la tarjeta al tiempo que se hace una inclinación, la mano izquierda por debajo de la derecha, como sosteniéndola, y orientada de forma que el receptor pueda leer el texto. El que ocupa el lugar de menor rango, o el vendedor al cliente, es el que debe entregarla primero, dando el nombre de su compañía en primer lugar, y luego sus apellidos, aunque no el puesto que ocupa, por una cuestión de reserva y humildad.

        Una vez recibida se lee con atención, comprendiendo lo que hay escrito, especialmente el cargo que ocupa la persona en el organigrama de su empresa. Es muy descortés guardar la tarjeta sin haber echado una ojeada siquiera, aunque conozcamos al otro y él sepa que lo conocemos. Es una buena práctica leer en voz alta el nombre para despejar cualquier duda sobre su correcta pronunciación.

        Hay que intentar memorizar los datos de las personas. Causa un efecto muy pobre y es descortés sacar constantemente las tarjetas para comprobar las identidades. Si no hay más remedio podemos situarlas en la mesa donde se celebre el encuentro, en la misma posicion relativa que ocupan las personas en ella.

        Es conveniente llevar un tarjetero para guardar las tarjetas. Jamás se puede poner una tarjeta sin más en los bolsillos de los pantalones. El mejor lugar es en su tarjetero correpondiente y en el bolsillo interior de la chaqueta. Lo mismo reza para llevar nuestras propias tarjetas.
 

Contenido de la tarjeta

        Si tenemos ocasión de ello podemos asesorarnos con alguien que conozca el idioma japonés para hacer un juego de tarjetas en español (o inglés, si se prefiere) y los mismos datos en el reverso, escritos en japonés. En caso de ser un hombre de negocios es precisa una traducción correcta de los términos relativos al puesto que se ocupa en la empresa, consultando los equivalentes japoneses. No olvidemos que ese será un factor fundamental en los ajustes protocolarios de jerarquía.

        Es posible, pero no aconsejable, que en vez de usar el silabario katakana para escribir nuestro nombre, caigamos en la tentación de elegir un juego de kanjis que tengan aproximadamente la misma pronunciación. Salvo que estemos muy seguros de que el resultado obtenido es positivo es mejor prescindir de esta solución. Por ejemplo, mi nombre, Juan, podría escribir con los kanjis  , "fu-an". Lo malo es que me estaría presentando como el Sr. Desasosiego. Y hay combinaciones aún peores...

        Algunos japoneses, de la vieja escuela, pueden considerar esta práctica como una rareza, algo presuntuoso e incluso ridículo ya que los kanjis en los nombres japoneses se eligen cuidadosamente con arreglo a la persona que los va a recibir, consultados los horóscopos, etc., y piensan que los nuestros no tienen significado y desde luego carecen de su profundidad espiritual. Lo mismo ocurre con los apellidos. He conocido algún japonés que se ha sorprendido enormemente al darse cuenta de que nuestros apellidos tienen significados y pueden contar mucho de nuestro pasado. Sin embargo creo que es mejor dejarlos como son.

        Si pertenecemos a una empresa, el logotipo  y el nombre de la misma ocuparán el lugar principal. Luego nuestro cargo en la empresa y después nuestro nombre. Al final los datos de dirección, teléfono, fax, e-mail, etc.

Ejemplos:

        La primera es de un particular, hecha en Japón.

Empleado de una empresa:

Ejemplos de dos tarjetas escritas en vertical.


 

Y dos tarjetas de dos chicas jóvenes, que ponen un punto de diversión en sus meishi.


 
 



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