PRIMERA EMBAJADA A EUROPA, LA EMBAJADA JUVENIL DE LOS SEÑORES CRISTIANOS DE KYUSHU. 1582-1590
 
 

        A finales del siglo XVI los misioneros católicos, Jesuítas, Dominicos, Agustinos y Franciscanos, rivalizaban entre sí por la supremacía de sus respectivas órdenes en la tarea de evangelización y dirección de la Iglesia en tierras japonesas. En  vez de presentar un frente común religioso y político ante la cúpula del poder, el shôgun y los daimyo principales, las disputas entre ellos eran incesantes.

        Cierto es que las conversiones se realizaban a buen ritmo, alrededor de medio millón desde 1550 a 1598, y que se fundaban iglesias, escuelas, etc., y que muchos daimyo se convirtieron al cristianismo, seguidos por todos sus servidores y vasallos. Pero gran parte de sus esfuerzos se diluían en vanas luchas por la supremacía y un mandato exclusivo del Pontífice de Roma para evangelizar y dirigir la Iglesia de Japón.

        Los Jesuítas contaban con ventaja en esa carrera, por número, dominio de áreas de influencia y personalidades de talla que habían puesto pie en Japón para llevar adelante su tarea. Desde San Francisco Javier, que llegó en 1549 estableciendo la primera misión en Kagoshima, menos de diez años después de haber sido redescubierto el archipiélago por marinos portugueses, hasta el notable Padre Visitador Alejandro Valignano, que en sus tres estancias organizó inteligentemente las fuerzas y recursos de la Compañía dándole la máxima eficiencia, frente a Franciscanos y Dominicos.

        Asimismo sus esfuerzos se concentraban en las clases dominantes mientras que los misioneros de las órdenes mendicantes prefirieron, sin dejar de lado los contactos de alta diplomacia, ejercer la labor misionera entre la población común de Japón.

        El daimyo Omura Sumitada, "rey de Nangasaqui",  fue el primero en convertirse al cristianismo, en 1563, tomando el nombre cristiano de Bartolomé. Otro tanto hizo Arima Yoshisada, daimyio de Arima, en 1576, con el nombre de Protasio; en 1578  Otomo Yoshishige, daimyo de Bungo, recibió el bautismo; así Kuroda Yoshitaka, con el nombre de Simón.
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        Se seguían los cultos y celebraciones con gran entusiasmo y fervor, según relataban los Padres Misioneros:
        "Acerca de este fervor vi cosas que no vi jamás en Europa y que el para alabar al Señor" P. Monti.
        "Creo que no hay pueblo tan ingenioso y sesudo. Una vez que se rinda a Cristo, no habrá iglesia que aventaje a la del Japón".
        "En diez años todo el Japón será cristiano, si no falta el número conveniente de misioneros". P. Organtino. Desde Meaco (Miyako), finales de 1577.

        El Padre Valignano llegó a Japón por primera vez en 1579. Como Visitador de la Compañía, una vez reconocida la situación, reorganizó la misión Jesuíta, promovió el estudio de la lengua y la adopción de las costumbres japonesas por los misioneros. Creo el noviciado de Usuki, en lo que ahora es la prefectura de Oita, bajo el sentido de que había que promover la ordenación entre los mismos conversos japoneses. Asimismo dedicó esfuerzos a la creación de instituciones de enseñanza en Funai y Azuchi. No olvidó el poder de la letra impresa, llevando imprentas a Japón en 1590, de las que salieron ante todo "libros de doctrina y piedad". Todo dirigido sobre todo a la élite de la nobleza gobernante y sus hijos.

        Hábil diplomático y buen "vendedor de imagen", comprendió que sería un extraordinario golpe de efecto convencer a los daimyo cristianos de Kyushu, donde tenían mayor predicamento los Jesuítas, para que enviaran una embajada ante el rey Felipe III de España y el Papa Gregorio XIII, dándoles cuenta viva del éxito del Evangelio en tierras japonesas, haciendo recaer la responsabilidad de él sobre el buen hacer y predicar de los Padres Jesuítas y suplicar al Papa que enviara más misioneros a Japón. También Jesuítas, por supuesto.

        El 20 de febrero de 1582 partieron cuatro jóvenes de 17 años, con el Padre Mezquita, portando cartas para el Pontífice pidiendo misioneros, redactadas obviamente por los Jesuítas, y regalos para el Papa y los Señores cristianos. Todos habían sido educados en el colegio de la Compañía de Jesús en Arima, y conocían la lengua portuguesa. Eran de estirpe noble: Martín Hara; Julián Nakaura; Mancio Ito, hijo del daimyo de Hyûga, y Miguel Chijiwa, nieto del daimyo de Arima. No se unió a ellos el hijo de D. Bartolomé, Sancho (Yoshiaki), por tener doce años en aquellas fechas.
 


Representación de los embajadores japoneses


 



        Llegaron a Macao el 9 de marzo de 1582 y a Malaca en enero del año siguiente. A Cochín, India, en abril y a Lisboa el 20 de febrero de 1584.

        Se tiene noticia de su estancia en la Universidad de Alcalá el 26 de noviembre de 1584. Via Levante salieron hacia Italia, llegaron a Livorno el 1 de marzo de 1585. Fueron recibidos en la Catedral de Siena el 14 y al día siguiente por el Papa Gregorio XIII, en audiencia pública en el Castillo de Santángelo.

        El Papa recibió con gran alegría esta devota embajada, declarando que era el día más feliz de su pontificado. Y redactó la carta Ex Pastoralis Officio asegurando la primacía jesuítica en la evangelización de Japón y el primer obispado para las islas.

        Más tarde fueron hasta Venecia y Mantua a finales de junio donde recibieron diversas muestras de aprecio y agasajo. Y regresaron hacia Barcelona, vía Génova, en agosto.

        En abril del año siguiente partieron de Lisboa, tocaron puerto en Mozambique en marzo de 1587, Goa,  y desembarcaron finalmente en Nagasaki el 21 de junio de 1590, ocho años después de su partida.

        Y el panorama que encontraron fue desalentador. En 1587 Toyotomi Hideyoshi había promulgado un edicto anticristiano y de expulsión de misioneros. Algunos daimyo habían abandonado la fé, como Otomo Yoshimune, de Bungo. Y se había perdido un importante aliado al morir el mismo año el daimyo Omura Sumitada, el primer converso.

        El Padre Valignano que había desembarcado con ellos en Nagasaki iniciando su segunda estancia en Japón, se entrevistó con Toyotomi Hideyoshi el 3 de marzo que 1591, consiguiendo de este una cierta indulgencia en la aplicación del edicto. Después continuó su labor organizativa y sus contactos con la nobleza japonesa.

        La suerte de los embajadores fue la siguiente: Miguel Chijiwa abandonó la fé cristiana, pero sus tres compañeros de embajada deciden ingresar en la Compañía de Jesús. Uno de ellos, Julián Nakaura, llegó a morir mártir años más tarde.

        Así se cerró el primer capítulo de contacto diplomático entre Japón y Europa, en un relativo fracaso, anticipo del que habría de ocurrir en la embajada enviada por el daimyo Date Masamune, de Sendai, en 1614.
 


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