su cráneo palpitaba como si el corazón hubiera caminado hasta su frente abrió los ojos y desde la pálida luz la punta de un alfiler reventó su sueño
tensó los brazos lenta la lluvia se descomponía en burbujas
su rostro su pecho todo él era sólo un fragmento de sombra arrinconada en el silencio sintió frío los brazos comenzaron a temblarle aflojó sus músculos y cayó de cara sobre el charco
arrastró su cuerpo con los codos hasta el muro respiró hondo como si quisiera tragarse todo el aire del callejón
de nuevo el frío buscó en vano su capa el alcohol le quemaba la boca del estómago hizo presión como queriendo apagar ese incendio con el agua que le escurría por los brazos ahí se dio cuenta que le hacía falta una bota y el emblema en ese instante sintió como toda la ciudad entraba por sus ojos e identificó las caras del pingüino y del guasón que desde una pequeña claridad le llamaban por su nombre el llanto le subió por la mirada
abrió los ojos de pronto los cuatro ángulos de la única salida comenzaron a tensarse hasta la irreductible forma de un punto que avanzaba hacia él quiso levantarse pero sus piernas estaban muertas quiso gritar pero su grito quedó tras la máscara mientras la lluvia apagaba el impacto de su rostro contra el charco.
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