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Últimos Momentos de una Mosca

Consideremos primero una casa limpia, prolija, y ordenada. Busquemos después un grupo de especialistas en limpieza y pongámoslos a trabajar en ella hasta que no pueda verse el más mínimo rastro de polvo. Contratemos luego a profesionales en decoración y hagamos que la arreglen de tal modo que ningún objeto pueda ser cambiado de lugar sin violar la perfecta armonía del conjunto. Ahora pregunto. Si tuviéramos que conservar la casa en ese perfecto e inmaculado estado, ¿a quien contrataríamos? Yo personalmente pondría a Marta a cargo de esa tarea.

Marta estaba casada con un joven profesor canadiense amigo mío, Charles Thinkmore. Charles era joven y recién había aprendido su profesión, así que le gustaba fanfarronear hablando un lenguaje científico. Debo confesar con vergüenza que yo también era un poco así. Me desprecio por eso. Charles, sin embargo, tenía una cosa importante a su favor. Sabía elegir cervezas excepcionales.

Un día caluroso de verano, llevaba in mi auto a otro amigo, Joe Verdat, profesor de biología, y se me ocurrió pasar por la casa de Thinkmore.

¡Hola, Charles! Le dije cuando abrió la puerta. ¿Te acuerdas de Joe Verdat? Es el nuevo jefe del departamento de biología.

Mientras las ceremonias y presentaciones seguían su curso, yo fui derechito a la heladera preguntándome que nueva cerveza habría comprado Charles. Marta mostró en la cara una de esas sonrisas de compromiso, pero no me engañaba. Yo sabía que lo reprobaba. El frío esperado de la cerveza eliminaba todos mis pruritos.

Ya sentado en el sofá con mi Imperial Quilmas de Luxe (lindo nombre para una cerveza ¿no?) Vi que Marta había apartado a Charles a un lado y le decía vehementemente algo. No pude escuchar bien, pero francamente no me importaba.

Entonces Charles vino hacia nosotros diciendo, "He aquí el problema. Ha entrado una mosca a la casa, y Marta opina que debo ir a buscar un matamoscas y matarla."

Levanté la vista y miré a una mosca volar in círculos perfectos alrededor de la sala más prolija y ordenada que había vista en mi vida.

Charles continuó mientras trataba de espantar a la mosca. "Yo tengo un enfoque distinto del problema. En mi opinión, es crucial que consideremos la esperanza de vida del insecto, que estimo es de aproximadamente cuatro semanas. Dado que no conocemos con precisión la edad de esta mosca concreta, lo más probable es que solamente viva unos pocos días. La esperanza de vida de un ser humano, por otro lado, es de por lo menos cinco mil semanas. En conclusión, yo creo que es más eficiente esperar."

Me di vuelta para mirar a Marta. Su cara había enrojecido. Estaba furiosa. Pensé que Charles estaba bromeando, y no pude resistir poner algún lenguaje económico a la discusión. "Yo pienso, Charles, que debemos introducir la idea de costo-beneficio al problema. Todo depende del costo de oportunidad del tiempo que empleas en buscar el matamoscas..."

"Un momento," intervino Joe Verdat en voz muy alta. "Necesitamos más datos específicos acerca de esta mosca en particular."

Empecé a sospechar que mis amigos estaban hablando en serio, pero no podía ser. ¡Era una situación irreal!

La cara de Marta, siempre tan formal y respetuosa, estaba ahora roja de ira. Con todas sus fuerzas parecía contener el grito de ¡Vago!

Mirando a la mosca pensé que había captado quien estaba a su favor porque empezó a volar cerca de Charles. Creo que consideró varias veces aterrizar sobre su cabeza pero no se decidió.

Mientras tanto, Charles y Joe seguían con la mirada el vuelo de la mosca. Con ojos expertos estaban tratando de estimar su edad.

Me di cuenta que Marta había entrado en otra fase. Ahora estaba de rodillas tratando de encontrar un matamoscas dentro del placard.

Yo sólo había tomado una cerveza, pero la situación era totalmente irreal. ¡Debo estar soñando! Pensé.

Paré de beber. Marta había encontrado finalmente el matamoscas y se acercaba lentamente hacia la mosca.

Mis amigos habían entrado ahora al tema de probabilidades, tratando ambos de hablar al mismo tiempo.

"Déjame hablar, Joe," decía Charles. "La probabilidad de que esa mosca muera durante esta conversación es mucho mayor que cero. ¡Podría morir ya mismo!"

La mosca decidió finalmente aterrizar sobre la frente de Charles. Terminaba de pronunciar esas palabras cuando de un manotazo aplastó a la mosca contra su frente. Su cara se contrajo de disgusto.

"Caballeros," dijo. "Creo que acabo de matar a nuestro tema de conversación."

Marta se relajó, puso el matamoscas detrás de su espalda, y exclamó, "Charles, por favor, lávate las manos," y con cara de lástima añadió, "¡pobre mosca!"

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