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Una Incierta Estrategia Guerrera

Yo , H a m u r a b i ...

Estimado Roger:

Esta es una pregunta para ti que eres militar y psicólogo. Puede un sólo hombre vencer a un ejército completo? Bajo qué circunstancia de valor o miedo, de supertición o ciencia, de fuerzas naturales o sobrenaturales es posible tal resultado? Puedes concebir que una multitud de soldados bien armados y bien entrenados puedan huir ante la presencia de un sólo hombre? Esto ocurre en el mundo de la fantasía, pero no de la historia.

Te sorprenderá saber que tengo en mis manos una prueba de tal evento. Hammurabi, que estaba allí cuando el conflicto se desarrolló lo describe hasta el último detalle. Y sí, es el Hammurabi que conocemos, sólo que en aquel tiempo era solamente el hijo y ministro de Sinmaballit; fué coronado diez años después.

Todo empezó con un debate que tuve con Kung Hue Lee de la Universidad de Beijing. Yo no tengo nada contra él. Es más, lo considero uno de los más grandes intérpretes del Sumerio, pero francamente casi nunca estoy de acuerdo con su interpretación de los hechos, y muy especialmente de esta batalla. Esto es lo que escribió en el último número de el "Journal of Ancient History":

...a pesar de que muchos historiadores antiguos han participado en combates, muy pocos si alguno han descripto un combate mientras éste ocurría. El documento que voy a presentar ha sido omitido por todos los compiladores de Hammurabi quizás porque su contribución al arte de la guerra es un tanto dudosa. La mía es la opinión de un opositor. Esta batalla es un verdadero triunfo del liderazgo espiritual contra la fría y calculada estrategia. He aquí mi traducción de las tabletas Akadio-Sumerias...

Verdadero triunfo del liderazgo espiritual? Yo no sé como una revista científica le permite esas frases a este tipo insufrible. De todos modos, yo creo que estamos en presencia de algo mucho más importante. Para mí la interpretación de Lee es simplista y francamente errada. Éso es exactamente lo que escribí para la revista, agregando por supuesto mi propia interpretación. Vas a creer que la rechazaron? Quizás mi caso estaba mal presentado. Necesitaría que me ayudes con uno de tus famosos análisis psicológicos. Bueno Roger, espero haberte interesado en esta investigación, y si deseas gastar algún tiempo en esto, podemos escribir un artículo juntos.

Adjunto la traducción de Lee (que apruebo). Aquí y allá meto las explicaciones que escribí para la revista acerca de la cultura de esos tiempos. Sabemos poco o nada sobre los detalles específicos de los ejércitos en cuestión, al menos por ahora. Como siempre, los puntos suspensivos "[...]" significan ilegibilidad en el original.

Desde ya, muchas gracias,

John Stucked, Ph.D.

Institute of Sumero-Akkadian Studies.

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A Sinmaballit, cuyo poder gobierna soberano sobre todo el Imperio (pero el Sol brilla más allá del mundo), yo, Hammurabi, tu hijo. viajando como tu embajador con mis sirvientes y escribas hacia la tierra de los Elemitas, me he visto forzado a presenciar este combate que demoró por muchos días el cumplimiento de tus órdenes.

Desde lo alto de esta gran caverna, he mandado a mis esclavos para presentar mi salvoconducto a ambas partes, y ellos me han respetado como vuestro hijo y ministro.

[...] En las vísperas de un gran combate, dos ejércitos van a enfrentarse. Están sobre las colinas de dos montes divididos por un amplio valle destinado, al parecer, a ser el campo de combate.

(Roger, cómo me gustaría que pudieras leer Sumerio. Este escritura no es fonética como la nuestra ni tampoco es ideográfica. Es una mezcla de las dos lo que brinda resultados indescriptibles en términos de precisión y belleza.)

[...] En el monte a mi derecha, un grupo de capitanes conversan entre ellos, dando ocasionales ordenes a los soldados. Ahora los sonidos disminuyen lentamente hasta desaparecer, la autoridad de los capitanes se retrae, y un halo de autoridad penetra al lugar. Un hombre, serio, callado, casi ausente, entra a la escena. Es Caradhok, el comandante de este ejercito, me dicen mis esclavos. La multitud de sus soldados rebasa mi [...] mirada. Caradhok es rey y sacerdote al mismo tiempo. Es alto, ceremonial, hermoso.

[...] Sobre el monte a mi derecha, escuadrones de soldados marchan en formación cantando himnos marciales. Están desfilando frente a Silures, quien es el comandante de una legión de no más de mil doscientos hombres. Son duros, disciplinados, armados con lanzas, espadas y corazas y han estado entrenándose en estos "últimos "días, me dicen mis sirvientes. Silures es un guerrero muy especial, quizás un político.

(In case de que preguntes que parte de la historia es presenciada por Hamurabi y que parte por sus sirvientes, la verdad, Roger, es que no sé. Tengo una foto de la tableta y no es completamente legible. A lo mejor Hamurabi no se molestó en decirlo. Lo importante es saber cual es la verdadera naturaleza de estos dos hombres. Es Caradhok un místico y Silures un soldado eficiente conocedor de estrategias guerreras?

[...]

Por alguna razón escondida que mis adivinos tratan de descifrar, el cielo no es más azul y el sol niega su luz para el combate. Los cielos [...] se han pintado del color de una manada de elefantes. Los ejércitos esperan.

[...]

Cuarto día. Los ritmos sensuales de las bailarinas han desaparecido. Caradhok, solitario, ejecuta los ejercicios rituales de la guerra. Son intensivos, y los practica todos los días, aún con fuertes tormentas. Hoy es uno de esos días, pero la tormenta ya ha pasado. Ahora desenrolla los rollos sagrados, canta las escrituras, y entra en una profunda meditación. La actividad del ejército es dirigida por sus capitanes, quienes presiden sobre tumultuosos y caóticos juegos de guerra.

[...]

En el monte de enfrente, Silures en persona inspecciona el entrenamiento de los soldados y da instrucciones a sus capitanes. Severos castigos esperan a los que no son suficientemente prestos. Con muchos menos hombres, Silures parece confiar en la disciplina de su ejército profesional. Desde temprano han sonado tambores e himnos de guerra en medio del sonido metálico de las espadas contra los escudos[...]

Cuarto día[...]

[...] aguardando refuerzos.

Caradhok se vuelve más flaco, más obscuro, más duro. A veces rechaza la comida y ayuna por todo un día, otras ordena al sumo sacerdote Dyro que azote su cuerpo(ya para disciplina de la carne o como una ofrenda a los dioses.)

(Apareció Dyro, un nuevo personaje. A los ojos de Hamurabi, estamos enfrente de un ejército cuyo jefe es un general místico, cuyos soldados juegan a la guerra como entrenamiento, y cuyo segundo es el sumo sacerdote Dyro.)

El sexto día. Silures permanece activo durante la noche. Pasa muchas horas frente al fuego hablando con gente con ropa y hábitos extraños, como si fueran del otro lado, de las tribus de Caradhok. Quizás [...] espías, o [...] mercenarios.

(Este ejército es tan interesante como el otro. Por supuesto que es un ejército convencional, pero Silures, su general, no lo es en absoluto. Mira, Roger, lo que esta haciendo por las noches. ¡Está contactando las tribus del ejército enemigo!}

[...]Todas la noches Caradhok recibe al sumo sacerdote, Dyro. Viene con los caciques de las tribus(cada uno con su antorcha) que parecen ser sacerdotes también. Mis sirvientes creen que tienen extraños poderes, tales como curar con la mano izquierda y matar con la mano derecha.

(La línea de comando parece ser ésta. Primero Caradhok, segundo Dyro, y tercero los magos que son también capitanes. Posiblemente los capitanes solamente respondan a Dyro. Para mí un poderoso veneno que seguramente los magos conocían, podría ser el poder de matar con la mano izquierda.)

[...]Hoy veo que toda una tribu entera, que forma parte del ejército de Caradhok han desertado y están entrenándose bajo las órdenes de los capitanes de Silures. Las reuniones nocturnas del astuto Silures con el otro bando están dando resultado. Las costumbres de estos bárbaros, Ho gran Sinmaballit, son desconocidas aún para mí, tu magnanimidad dispensará a tu fiel hijo y ministro de cualquier explicación.

(¡Impresionante! Las tribus de Caradhok están desertando! Creo que hemos llegado, Roger, al nudo gordiano del problema. Sabemos que Hamurabi escribirá un código ético en el futuro durante su reinado, y es comprensible que rechace la actitud de la gente de Caradhok llamándolos traidores. También es posible que esa gente tenga un distinto código ético. Podrían tener un dios de la traición, de lo abominable, algo así. La pregunta clave aquí es ¿Porqué están desertando? Que escondidas razones unen a estos dos grupos? Podrían ser las mujeres, las armas, o quizás la religión. Pareciera que guerrear es bueno en sí mismo, independientemente del país que sirven.

[...]Todas la noches Dyro, el sumo sacerdote con los jefes de las tribus entra en procesión a visitar a Caradhok. Bajo la luz de las antorchas, entonan un dialogo ritual cantado, repetitivo pero hermoso. El viento que va y viene, a veces me trae los voces con gran claridad. Aún en ese caso no puedo entender bien lo que dicen, pero [...] es clara: están implorando empezar la batalla, cuando sus números están a su favor. Después de los largos cánticos de Caradhok, el grupo deja reverentemente el lugar.

(La supremacía de Caradhok parece estar siendo cuestionada por Dyro y sus capitanes. La razón parece ser las deserciones. Creo que estoy de acuerdo con Hamurabi, pero en el fondo sabemos muy poco. ¿Qué piensas tú, Roger?)

[...] más admirable aún es el modo en que Silures organiza su nuevo ejército. Sus capitanes ahora están dirigiendo batallones de nuevos reclutas, y los jefes de tribus están funcionando como consejeros o traductores. Los nuevos soldados se muestran felices en aprender nuevas técnicas de guerra y marchando a ritmos marciales de himnos que no entienden.

(¡Silures sigue alimentando su ejércitos con soldados del otro bando!) Cada noche, el cortejo de visitantes de Caradhok es más chico, pero él permanece impertérrito. Pronto su ejército estará integrado solamente por sus músicos. ¿Qué pasará si aún Dyro, el sumo sacerdote, lo abandona?

(Roger, chau, no más comentarios. Caradhok esta ahora casi solo contra un ejercito. ¡Que final!)

[...]Hoy es el gran día. El cielo ha clareado y ahora es azul aún antes del amanecer. Caradhok se dirige al altar. Elige un casco con plumas de altamistán, una máscara de oro está ahora sobre su rostro. Finalmente, vestido de guerra con su escudo y su espada, sólo, lentamente, Caradhok camina hacia el campo de batalla.

Al otro lado, Silures observa a Caradhok indeciso, pero reverentemente. Resignado, él también se prepara para el combate. Usando solamente a sus propios hombres, Silures ordena la formación del triángulo, que consiste un escudos fuertemente unidos delante de los hombres mostrando un triángulo de escudos y lanzas marchando adelante al son del tambor. En el aire resuenan [...] himnos de batalla.
A estas horas, los pájaros callan y un gran silencio inunda el valle.
[...]En las vísperas de un heroico combate, yo, Hamurabi, canto:
#
Caminando despacio, tranquilo, en paz con la naturaleza,
Caradhok marcha.
Señor de todo y en contra de todos
marcha hacia su muerte.
Solemne, imbuido, y silencioso va.
Receptivo y pasivo va.
Una tímida banda ensaya sonidos de guerra [...]
Un rayo de luz atraviesa las nubes.
Brilla.
Radiante, bendito de sol, brilla.
[...]
Silures [...] su destino es vencer.
Vencer sin honor. Los traidores lo acompañan.
El sol vierte su luz,
Pero sólo el que es bravo la refleja.
Para que los traidores se arrepientan.
Dyro, mago y traidor, llora.
Los demás traidores lloran.
Levantando las manos, derramando lágrimas.
Dyro llora, llora, llora. Dyro llora.
Con su mano izquierda Dyro toca a Silures.
Silures cae. Como un cuerpo muerto cae, Silures cae.
Enfrentando a las tormentas, al hambre, y al látigo, Caradhok marcha.
Señor de todos, pero súbdito del sol,
Caradhok marcha.
Los traidores corren hacia él.
Con sus manos en alto, los traidores lloran.
Los gritos y lamentos llaman: ¡Caradhok! ¡Caradhok!
Caradhok marcha.
En procesión triunfal, Caradhok marcha.
Los soldados de Silures huyen.
Sale el sol.
[...]

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