Cada nave espacial tiene un sistema de soporte de vida que permite a los ocupantes de la nave sobrevivir las severas condiciones del espacio con relativa comodidad. El tipo de ambiente que crea el sistema depende del tipo de ocupante que deba acomodar. Todos los sistemas de soporte de vida deben proporcionar una atmósfera respirable y la mayoría deben proporcionar unas condiciones gravitacionales confortables.

Los sistemas de soporte de vida generadores de atmósfera más comunes se construyen alrededor de conversores químicos. Unos conversores biológicos o sintéticos recogen los elementos de desecho del piloto y los pasajeros (como el dióxido de carbono) y los devuelven a su forma utilizable. En los cazas espaciales, los conversores son sencillamente plantas de reciclaje en miniatura; pero en las grandes naves, los conversores pueden ser sistemas gigantescos, capaces de mantener muchos organismos vivos distintos.

Algunos cazas espaciales, sobre todo la serie TIE imperial, no tienen conversores atmosféricos internos; en vez de ellos, cada traje de piloto tiene un conversor.

Muchas naves espaciales están equipadas con conversores que se pueden adaptar para proporcionar un ambiente cómodo para muchas especies diferentes. Claro está que esta capacidad viene limitada por las características físicas del interior de la nave: el diseño de los sistemas de soporte de vida debe tener en cuenta sus probables ocupantes.

Aparte de proporcionar atmósfera, los sistemas de soporte de vida también deben aportar un ambiente gravitacional para los pilotos y los pasajeros. En la mayoría de cazas espaciales, se utiliza tecnología de repulsión modificada para crear dentro de la carlinga un campo de antigravedad que niega todos los efectos de fuerza "G" resultantes de las maniobras de la nave. El efecto global sobre el piloto es un ambiente constante de cero-g, independientemente de la aceleración, desaceleración, giro y otras maniobras.

En las naves más grandes la situación es muy diferente. Inmensos generadores de gravedad, alimentados por los motores principales de la nave o por células de energía auxiliares, crean campos de gravedad constantes que se pueden hacer a medida y ajustar para que encajen con los ocupantes de la nave. En las naves de pasajeros de lujo, por ejemplo, determinadas áreas de la nave mantienen campos más ligeros que otras, para los pasajeros más ancianos con dificultades para moverse: otras áreas mantienen campos de cero-g para competiciones deportivas: otras áreas, como los compartimentos de cargas, mantienen campos fuertes para asegurar la estabilidad. Evidentemente, una nave de lujo también está compartimentada para las diversas especies que viajan a bordo, y el campo gravitacional de cada compartimento debe ser ajustado a los pasajeros que contiene. Otras naves de tamaño medio y grande, como los cargueros ligeros, también tienen generadores de gravedad, pero no suelen ser tan flexibles.

Probablemente, los sistemas de soporte de vida más impresionantes se encuentran a bordo de las naves ithorianas. Éstas se diseñan específicamente para las "manadas" en las que viven los ithorianos en la superficie de su planeta. Estas naves mantienen una atmósfera y un campo de gravedad tan parecidos a los del propio planeta que los ithorianos se han llevado consigo un trozo de su planeta natal a las estrellas. Junglas en miniatura, con toda la vegetación y la pequeña fauna en hábitats naturales, florecen a bordo de esas naves.