Educación:

Obedecer, creer, aceptar

"La educación hace que el hombre viva libremente la propia falta de libertad" Marcuse

EDUCAR MENOS. EDUCAR TODOS Marcello Bernardi

Por educación se entiende generalmente el complejo de operaciones necesarias a proveer una persona, normalmente el niño, de todas las informaciones y normas necesarias que lo vuelvan adapto a vivir según los sugerencias y las exigencias de la sociedad a la cual la persona pertenece.

El propósito de la educación entonces no sería el de hacer evolver un individuo hacia la propia realización y de consecuencia hacerlo feliz, sino hacer que el individuo se adapte a la cantidad de infelicidad impuestale por un sistema dado y considerado inmutable. Resulta así que el ciudadano bien educado no es aquel que trata de hacer feliz su vida y la de los otros y que lucha por este fin aun contra la situación existente, sino aquel que se ha adaptado bien al sistema dominante, que lo acepta y que, por voluntad propia, participa en él, evitando los conflictos con el ambiente en que vive y los problemas conectados a muestras de desacuerdo.

Sorprende el hecho que todo esto venga considerado lógico y natural por la mayor parte de las personas, y que nadie se de cuenta del profundo e incurable contrasto existente entre una tal mentalidad y lo que la palabra educación realmente significa. Si quisiéramos dar a las palabras su verdadero significado, tendríamos que entender por educación aquel conjunto de acciones, actitudes y comportamientos que ayudan a la persona a ser sí misma, a realizar plenamente su propia personalidad, a progresar según sus propias lineas de evolución. Se trata entonces de una operación fundada básicamente sobre las relaciones interpersonales, delicada y difícil, que no es posible encajar en un esquema de prescripciones y reglamentos.

Los binarios en los cuales se mueve este discutible proceso "educativo" son fundamentalmente dos: suministrar informaciones seleccionadas según un preciso criterio de funcionalidad al sistema, con la obligación de aprenderlas, y la imposición de normas que garanticen el adecuado uso de esas informaciones. Y visto que estas dos operaciones son realizadas mediante el uso de dispositivos automáticos de persuación de tipo chantajista, podemos decir que equivalen a un verdadero condicionamiento moral, ideológico y cultural.

Quien no absorbe las nociones predeterminadas y predispuestas para él es una persona inútil, pero quien no respeta los reglamentos es una persona peligrosa. Y la regla principal es la adptación a las costumbres vigentes.

LA ACEPTACIÓN INCONDICIONAL DEL PRESENTE, EL ADAPTARSE AL SISTEMA DOMINANTE Y A SUS EXIGENCIAS, EXCLUYE LA HIPÓTESIS DE UN FUTURO DIFERENTE.

La resignación del ciudadano es la plataforma sobre la cual sobrevive la conservación del poder y de las costumbres impuestas por el poder.

Nadie que yo sepa, hecha excepción de los locos y maníacos, desea el triunfo permanente de la guerra, de la injusticia social, del hambre, del dolor, del miedo y de la desespereción. Y estos son los frutos inevitables, pasados, presentes y futuros de nuestra organización social. Un mejoramiento, es decir un cambio, de la condición humana, no puede partir de la consolidación de la realidad institucional de hoy. Debe fundarse en el hombre del mañana, en aquel que, esperemos, logrará realizar una relación educativa y autoeducativa verdadera. Debe fundarse en un hombre evolucionado y razonable, y sobre todo, LIBRE.

Todo depende de como se afronta el empeño educativo: se puede tratar de dar a la persona los medios para desarrollarse: la oportunidad de hacer experiencias, el amor, el ejemplo, y sobre todo, la libertad. En este caso se trabaja para realizar un hombre que sea verdaderamente sí mismo, completamente, y por eso, original, independiente, autónomo, 'nuevo', capaz de hacer lo que no ha sido tentado hasta ahora. Para poder escoger esta opción, hay que tener la esperanza de que la condición humana pueda cambiar. Aún más, hay que tener fé en el mejoramiento de nuestro destino y en la posibilidad de lograrlo. O sino, se puede tratar de hacer la persona lo más parecida a un modelo existente, usando cualquier medio. En este caso se trabaja para producir seres siervos, resignados, dependientes siempre del poder, repetitivos, sin creatividad ní capacidad de invención, obedientes y pasivos. Escoger esta opción significa tener miedo que la condición humana pueda cambiar, porque cada cambio sería una puerta abierta a lo peor. Yo creo que lo peor lo hemos alcanzado ya desde hace mucho tiempo, y que, sin el coraje de la rebelión y de la renovación, continuaremos a consumarnos en el infierno que hemos creado. Creo que sin el coraje sea imposible vivir como hombres. Creo que el miedo sea la peor condena del hombre, y que sea inmoral verter nuestros terrores sobre las espaldas de nuestros niños, aunque si presentada como educación.

 

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