REGALO DE CUMPLEAÑOS
CAP.10.- TAL PARA CUAL
 

Fresa esta muy afectada por el relato de Yver, nunca pensó que había  sufrido tanto.  Hubiera preferido no oir aquello.

Yver permanece medio tumbado en la cama, junto a ella. Mientras le contaba todo, no ha querido mirarla, le resulta humillante. Ha sido bastante duro recordar otra vez.


Siente como una mano de Fresa acaricia su cara y se vuelve a mirarla, no esta muy seguro de cómo responderle después de lo que ocurrió la última vez. La chica lo mira muy seria, tiene los ojos húmedos, probablemente ha llorado.

Esta vez es Yver quien se deja llevar, Fresa empieza a desabrocharle la camisa tímidamente. Después se acerca a él y le besa en el pecho, sobre una de las finas cicatrices que le dejó su aventura con Belladona, una risita. Perfecto, ahora no duele, despacio sigue besándole, depositando sus labios con ternura sobre la piel del chico y  poco a poco va descendiendo hasta llegar al abdomen. Yver suspira con placer y se estira un poco. Gime excitado cuando Fresa abre el cierre de su pantalón. 

La chica se tumba en la cama junto a él, sin interrumpir lo que esta haciendo, mientras Yver se da la vuelta para situarse con cuidado encima de ella y  la besa con dulzura, Fresa arquea la espalda rozándolo con su cuerpo suavemente. No ha perdido su toque. 
 

Ahora es tan libre como ella,  ya no necesita contener por mas tiempo su deseo, sin dejar de besarla  la ayuda a desnudarse.  Por suerte no lleva encima casi nada y él parece tener bastante práctica en deshacerse de la ropa interior ajena, espera que eso no la moleste. Para nada, Fresa enlaza las piernas firmemente por detrás suyo atrayéndolo hacia ella, sus besos son mas intensos, Yver hunde la cara en su cuerpo y le devuelve las caricias. Después con los dedos empieza a explorar la cálida piel de su princesa, la oye respirar cada vez más rápidamente. Sus miradas se cruzan y la chica sonríe. Adelante. 

Esta vez todo va bien, se han compenetrado perfectamente alcanzando el cielo los dos a la vez. Cuando acaban Yver se deja caer relajado sobre Fresa, descansando en su pecho. Ella cierra los ojos y le rasca la cabeza con mimo, no puede explicar como se siente. El amor lo ha hecho todo mucho más maravilloso,  mil veces mas intenso y auténtico que en cualquier otra ocasión anterior. 

Enseguida se quedan dormidos, abrazados sobre la pequeña cama del cuartucho. 

Ya ha amanecido cuando la chica se despierta, a su lado Yver sigue durmiendo tan plácidamente como un niño.  Fresa se levanta con cuidado de no despertarle y se asoma a la ventana. Su vida ha cambiado drásticamente en los últimos meses  y el es el causante.

Suspira con alegría. 

Abajo, la calle es oscura y sucia, no se ven aeromóviles, es curioso pero casi todo el mundo va andando, piensa Fresa extrañada.  Hasta que se ha visto entre ellos, no había caído en la cuenta de que hay  personas que no pueden llevar el nivel de vida de la zona alta, muchas personas. 

Bueno, no piensa dejar que nada la desmoralice. Aquel sitio esta sucio como una pocilga, asi que Fresa, haciendo gala de una  faceta desconocida de su personalidad (ama de casa), intenta poner un poco de orden en el cuartucho, pero esto no es lo suyo. Por suerte Yver duerme como un tronco, no lo despertaría ni una explosión atómica.

El trabajo da hambre. La chica no ha tomado nada, exceptuando el caldo, desde el día anterior y el estómago le hace unos ruidos muy poco elegantes. Necesitaba adelgazar un poco pero es mal momento para ponerse a dieta. Se alegra cuando descubre que hay un pequeño congelador en el cuarto,  ...que  decepción, esta vacío, desgraciadamente su amorcito es tan descuidado como ella para estas cosas. 

Hace un poco de frío y cuando se escapó se puso lo primero que encontró, una camiseta de tirantas  y unos pantaloncitos, así que coge una especie de gabardina de Yver que encuentra colgada de un gancho y se la prueba. Fresa se mira a un espejo polvoriento que hay sobre el lavabo,  esta horrorosa. La prenda le llega hasta los pies, tiene el rostro amoratado, los ojos hundidos tras un cerco oscuro y el labio inferior hinchado, vaya facha. Aunque, al menos así no la reconocerán,  con la cara que tiene, sería difícil.

Sale a la calle, temiendo encontrarse al vigilante del edificio, pero parece que no hay. Es raro, eso no esta permitido. No sabe muy bien donde encontrar  un sitio para poder comprar algo de comida y su tripa ruge. Vagabundeando por las cercanías de su nuevo "hogar", un par de callejones más arriba, encuentra una expendedora de alimento transgénico. Que asco. Debe hacer siglos que no lo reponen, pero es muy barato y no hay otra cosa mejor. Con la nariz arrugada la chica saca algunos créditos del bolsillo para introducirlos en la máquina, tener que aguantar todo esto... 

De improviso alguien la agarra por un brazo. Fresa, sorprendida, lo aparta de un tirón.  No los ha visto venir, una mujer gruesa y un hombre enclenque de aspecto enfermizo,  sucios y desagradables. La gorda sonríe dejándole ver una dentadura verdosa y le pregunta si necesita ayuda.  La chica niega con la cabeza.

Él se acerca más, mirándola con demasiado interés, después alarga una mano y le toca la cara, Fresa da un paso atrás y el tipo sonríe con cara de hiena, pobrecita alguien le ha pegado. La mujer le corta el paso, si la señorita se ha perdido la pueden ayudar a cambio de algunos créditos, los dos miran con avaricia el dinero que aun tiene en la mano.

Fresa los aparta, no quiere nada. Prueba a tirarse un farol, si no la dejan en paz  llamara a un vigilante, la pareja se calla perpleja y de repente empiezan a reírse a carcajadas. Un vigilante en aquel sitio, la señorita es muy optimista.

Con una fuerza desmesurada la mujer la agarra por un brazo y le dice a su acompañante que la registre a ver que lleva encima, tiene un cuchillo en la otra mano. Fresa se siente impotente, no se atreve a moverse, aquella energúmena puede matarla, no parece que tenga muchos escrúpulos. 

Se le ocurre una idea, cuando el hombre va a hacer lo que le han ordenado, ella arroja los créditos que tiene en la mano lo más lejos posible. La mujer refunfuña irritada y  ordena a su ayudante que vaya a recogerlos. Enseguida acerca el cuchillo al cuello de Fresa,  si vuelve a intentar algo, la matara. Su colega tendrá que tirarse a un cadáver. 

Habla en serio, la chica empieza a sentir ganas de ir al baño (y no precisamente para bañarse).

Se oye un golpe seco en el otro extremo del callejón, esta demasiado oscuro y la gorda estira el cuello para ver que pasa, Fresa también lo estira para evitar que la pinche con el cuchillo.
 

Surgiendo de las sombras, el hombre vuela un trecho hasta caer inconsciente a los pies de las dos mujeres, alguien lo ha golpeado. Yver aparece  detrás, se esta guardando los créditos en un bolsillo a la vez que apunta a la gorda con la pistola de fusión. 

Lárgate.

La mujer  suelta a Fresa y empieza a alejarse lentamente. El chico la llama, se le olvida algo, la calle ya esta bastante  sucia.  Sigue apuntándola, sin molestarse en mirar a Fresa.

Intentando parecer pacífica, con una falsa sonrisa, la asaltante recoge a su cómplice y desaparece corriendo entre los callejones a toda velocidad. Es bastante ágil a pesar de su volumen. 

Yver se queda mirando a su princesa algo enfadado, es muy cansado hacer de héroe, le pregunta con sarcasmo si va a tener que rescatarla todos los días.


Fresa se sienta junto a la maquina de  comida, las piernas no la sostienen.   Vaya racha, y este gracioso vacilándole, que risa jaja.

Se encoge de hombros y contesta a Yver maliciosamente. Todos no, solo los días que quiera "compañía",  el peligro de muerte la pone a cien. Listillo...

Él enfunda la pistola y estudia pensativo a Fresa  haciéndose el duro, intenta no sonreír . Luego se dirige hacia la chica y la ayuda a levantarse. De momento, él se encargará de las compras ¿de acuerdo?. 

Cuando Fresa se pone de pie, la coge por la cintura. Achuchón y después un mordisquito en la oreja.

Pardilla...

De vuelta en la habitación, tras conseguir la comida,  Fresa devora el desayuno sin perder la elegancia (mas o menos), mientras Yver la observa fijamente. 

Lo tiene claro. El chico se contesta a su propia pregunta. Va a tener que  rescatarla  todos los dias. 

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