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Si lo piensa un poco a Fresa no le ha resultado difícil habituarse a tener un sirviente. Pese a su rechazo inicial, a medida que pasan los días, la comodidad de no tener que ocuparse de las tareas domésticas (cosa que aborrece) y el hecho de que el chico no requiere ningún tipo de consideración o cuidados, hace su vida muy agradable y fácil. Además, para nada se mete en su vida, ...claro que sin poder decir una palabra, es natural. La voz de la conciencia se desvanece frente a tantas ventajas. La vida es así de fácil. Por primera vez decide "sacar de paseo" a Yver, la verdad es que Fresa ha procurado que su sirviente pase lo más desapercibido posible a sus conocidos. En el fondo sigue avergonzándose de ser parte interesada en un negocio tan indigno. Pero tiene que hacer unas compras de material para sus esculturas y los empleados del almacén siempre le mandan algo distinto de lo que realmente desea. Si quiere las cosas a su gusto debe tomarse la molestia de ir ella misma y supervisar la calidad del pedido. Un trabajo "agotador". Hasta ahora era un fastidio, por el tema del transporte, y le resultaba mas práctico que se lo mandasen a casa. Pero con su nuevo ayudante, la cosa cambia. El puede cargar con todas las rocas de luz. Y de paso, con alguna otra cosilla que quiere comprar. Yver se alegra de moverse un poco. Desde que esta al servicio de Fresa no ha salido ni una sola vez. La chica puede llevarse semanas sin salir de casa completamente a gusto, pero el necesita un poco de aire fresco. Apenas se acuerda de esa parte de Ciudad Industria, donde tan bien vivía, hasta que se le acabó la suerte. La zona alta es magnífica, alegre y saludable. Amplias avenidas con edificios y mansiones lujosas rodeadas de jardines perfectamente cuidados. Dotada de las mas avanzadas medidas de protección, con inmejorables pistas de aeromóviles, ...todo es poco para la élite. El centro comercial no desmerece al resto. Hay todo tipo de tiendas donde por un buen precio se puede comprar cualquier cosa, o servicio. Normalmente los privilegiados no se desplazan en persona a realizar sus compras, suelen mandar a sus sirvientes. Pero así todo las altas señoras lo frecuentan, por el simple placer de ver y dejarse ver, no hay mejor sitio para pasar las mañanas. Siempre que se este levantado, claro. |
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Yver hace de chofer en el aeromóvil, es un piloto excelente, aunque su dueña no piensa reconocerlo. Mientras conduce la mira de reojo, no puede evitarlo, aunque se arriesgue a otra bronca. Se esta poniendo un poco nervioso con lo que ve, Fresa esta mas guapa y sexy que nunca (cualquier cosa mejora el saco que lleva en casa). Mientras la chica, se retoca el maquillaje usando un espejito, Yver se seca el sudor. No cree que nadie vaya a fijarse en su cara con lo que lleva puesto. Por lo visto es un vestido carísimo, un diseño exclusivo. A él desde luego le gusta. Son dos piezas. La de arriba es un top negro muy escotado (muy mucho) con las mangas acabadas en unos largos guantes, que deja los hombros y una buena parte de lo que esta más abajo a la vista. La otra parte es la mejor, una especie de faldita, también negra, con dos cinturones, parecidos a pulseras metalicas, cruzados sobre las caderas. Bueno en realidad no tiene caderas, la falda solo son dos cuadros de tela sujetos por unas argollas plateadas. Uno delante, y el otro, mas pequeño y rectangular detrás, tapando lo justo para que Fresa se pueda sentar sin notar frío. Menos mal que, a pesar de no ser demasiado delgada, no tiene celulítis. |
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Yver puede jurarlo. Con toda la tela que lleva encima, exceptuando los guantes, no se puede hacer ni una servilleta. La chica le ordena que pare cuando ve el almacén de sus proveedores. De un salto se baja del coche y la faldita revolotea. Maravilloso, Yver la ve alejarse hacia el interior dando zancadas. Es curioso, que Fresa lleve las gruesas botas deportivas que usa normalmente, el conjunto resulta un poco raro. Como pija no acaba de convencerle. En la puerta se vuelve hacia él. Apuntándole con el dedo de dar ordenes le dice que no olvide nada. En una hora lo espera allí, debe darse prisa. ¿A qué espera?. El chico pone cara de despiste y no mueve un músculo, no sabe de que le habla, la verdad es que no la ha escuchado, solo miraba. Fresa se exaspera y hace un gesto impaciente. Le chilla que tiene la lista en el bolsillo del asiento, resopla y se pierde de vista protestando. Parece que el collar, además de impedirle hablar, también le ha vuelto sordo. Hay que repetírselo todo mil veces, parece tonto. Que simpática. Yver rebusca en el bolsillo y encuentra una lista interminable de cosas, que se supone debe comprar. Nada de lo que hay escrito puede hacerle falta realmente. Se encoge de hombros, no es su dinero, allá ella. Primero en la tienda de cosméticos, doscientos potingues de nombre impronunciable. Se alegra por primera vez de no poder hablar. Afortunadamente, las dependientas le facilitan la tarea. Encanto natural y las chicas de la tienda se lo comen con la vista. No esta tan mal ir de compras. Segundo, ropa interior, camisetas, calcetines y ...¿braguitas?, a granel. Yver se pone rojo. ¿Para qué las querrá, si casi nunca las usa?. Esta seguro de que Fresa lo hace pasar por esto adrede, porque sabe que es inofensivo. Debe parecerle muy gracioso ponerlo a cien cada vez que se aburre. Se toca el collar de represión, lástima, sigue allí. Le resulta violento, pero que remedio, se acerca a la dependienta una señora bastante mayor, con una capa maciza de maquillaje y le tiende la lista señalando lo que busca. La mujer se ríe y lo mira con picardía, Yver mantiene el gesto todo lo indiferente que puede. Odia ir de compras. Tercero, esto es mejor, música de todo tipo, debe de ser todo lo que ha salido al mercado en los últimos seis meses. O Fresa tiene unos gustos muy variados o no tiene ni idea de lo que quiere. Algunas de las grabaciones que aparecen en la lista son vomitivas. Si hace esto por tener un detalle con él, podría haberle consultado antes. Inmediatamente, Yver sacude la cabeza y se ríe de si mismo, a veces se olvida de que no es "nadie", ¿cómo iba a hacerlo por él?. Cargado de paquetes entra en el local donde se encuentra el mejor surtido musical de todo Domo, puede pasar horas aqui. Esta vez no necesita ayuda, él mismo buscará lo que desea, exactamente eso. Si se confunde un par de veces Fresa lo comprenderá, ...como es tonto. Cuando esta junto a una de las estanterías, la persona que se encuentra al otro lado saca una de las cajas, y sus miradas se cruzan. Al chico se le eriza el pelo de la nuca. Por la cara que pone el otro también lo ha reconocido. Bozz y sus amiguitos, con lo grande que es el mundo. Conocio a Bozz cuando empezó su primer año de estudios, era el típico matón cobarde, que se dedica a pisotear a los que son mas débiles. Yver no estaba dentro de ese grupo, así que en principio no tuvo problemas con él. Lo malo es que el capullo estaba acostumbrado a ser el guaperas de turno y que a las chicas se les cayese la baba con él. Sin competencia. En ese aspecto si chocaron, porque Yver también estaba acostumbrado a lo mismo, con la diferencia de que físicamente le sacaba ventaja. Dos gallos en el gallinero. Una noche que el chico había coincidido en la cúpula con Bozz y su séquito, tres descerebrados que le acompañaban a todas partes, el tipo se puso más chulo de la cuenta y tuvieron una "pequeña discusión ". En primer lugar, Yver se deshizo, sin problemas, de los tres matones que lo escoltaban. Ser el menor de un montón de hermanos mayores, fuertes y expertos en dar capones, le había proporcionado un buen entrenamiento en lucha marrullera. A Bozz lo dejó para el final, prefería humillarlo en público y que su "popularidad" se fuera a la mierda. El tipejo no era más fuerte, ni más ágil que él. De hecho, Yver sospechaba que Bozz había estado evitando un enfrentamiento directo, a pesar de las ganas que le tenía, y solo el colocón que llevaba esa noche lo hizo atreverse. Peor para él. En un momento, lo puso en su sitio en plena pista principal. Espectáculo gratuito. Gritos y aplausos para Yver, abucheo y cachondeo general para su contrincante. Al día siguiente, Bozz abandonó la escuela y volvió a casita con mamá. Eso fue todo, desde ese día dejo de saber de él. Hasta este preciso momento, que casualidad. Mejor desaparecer, el chico vuela hacia la puerta de la tienda. Las cosas están un poco cambiadas y su "compañero de estudios" no debe tener ganas de darle un abrazo y recordar viejos tiempos. Mal hecho, al doblar la esquina del pasillo se encuentra de cara con Bozz. El otro se queda alucinado, el collar, la ropa. Es evidente que Yver es un siervo. Dando gritos llama a sus seguidores, ha perdido carisma, ahora solo son dos. El chico retrocede un paso, las bolsas con las compras para Fresa lo estorban un poco. Enseguida se ve rodeado por tres gilipollas privilegiados, que se burlan de él. Bozz esta encantado, el niñato sabelotodo que le dejo en ridículo, ahora es un sirviente. Carne fresca para cenar. Para empezar, lo dejan caer al suelo de un empujón, cosa que uno de los pelotas aprovecha para dar una patada a una de las bolsas. Lo que faltaba, la ropa interior sale despedida y cae revoloteando por encima de ellos. Mas risas y mas recochineo, Yver intenta incorporarse, pero lo vuelven a tirar de una patada en el trasero. No puede enfrentarse a ellos, es solo un sirviente. Cuando uno de los chicos le da otra patada en el mismo sitio y le dice que si las braguitas se las pone para trabajar, decide que no aguanta más. Agarra la pierna del que acaba de golpearlo y de un tirón lo hace caer al suelo de espaldas, a la vez que la gira hacia detrás con un movimiento preciso. Suena un chasquido y el tipo da un berrido. Yver sonríe, ¿la ha roto?... como lo siente. Durante los dieciocho meses que ha estado en la Institución ha aprendido algunos trucos nuevos y ahora va a hacer una exhibición. Aprovechando el impulso que cogió al tirar su primer adversario, le da una patada en el estomago al otro capullo, un tipo delgaducho con pinta de macarra. Cae al suelo rodando, y de casualidad su cráneo besa la estantería cercana. Suena a hueco. Dos fuera de combate. El pasillo se ha ido llenando, poco a poco con los clientes de la tienda, atraídos por el estruendo. Bozz, temblando, busca algo en su chaqueta, probablemente se acuerda de la última vez que estuvo en una situación parecida. Yver da un vistazo alrededor y piensa con pena que en esta ocasión no habrá aplausos. No importa, se ha ido acercando a su ex-compañero lentamente, mientras el otro sigue rebuscando frenético. Tiene ganas de atizarle. Por fin Bozz levanta la cabeza, esta sudando como una bestia y sigue tan cobarde como siempre. Ha sacado un pequeño disrruptor neuronal del bolsillo. El matón levanta el brazo amenazando, perfecto, Yver tiene el terreno libre. Sin lucirse demasiado, le da un codazo contundente. Acierta de lleno en la nuez del niñato, que cae al suelo agarrándose el cuello con las manos. Tarda un segundo en pasar del azul al morado. El espectáculo ya ha durado bastante. Un par de vigilantes inmovilizan al chico en un momento, no opone resistencia. Ya ha resuelto sus problemas, hasta cierto punto. Fresa oye por los altavoces la identificación de su sirviente. Frunce los labios, lo sabía, más complicaciones. Corre hacia el centro de control de la zona comercial, donde retienen al peligro público. Yver ha incumplido todas las normas habidas y por haber, incluso agresión a ciudadanos privilegiados. Tendrá problemas. |
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Esta furiosa, el chico la ha metido en un buen lío, le va a
costar una fortuna arreglar aquello. Por suerte algunos testigos han declarado,
que el sirviente fue provocado y tuvo que defender las posesiones
de su ama. Fresa da la vuelta a la tortilla, puede ser que los delincuentes
sean los otros. Querían robar esta claro, al final las braguitas
salvan la tarde. Gracias a la fama de Fresa y a que la familia
de Bozz no es tan rica como la suya, salen del apuro sin
demasiadas complicaciones.
Si no hubiera sido por ella, habría sido ejecutado. De camino al coche Yver lleva lo que queda de las compras. Las prendas supervivientes, en un estado lamentable. Cuando pasan cerca de un contenedor para desperdicios Fresa le arrebata al chico la bolsa que las contiene y furiosa las arroja dentro, que asco. |
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Se lamenta sin parar, reprochándole lo que ha sucedido,
...es una vergüenza, nunca se había visto en una situación
así. Intentando ponerlo en su lugar, le recuerda que es solo un
siervo. ¡Podría haber muerto!. ¿ACASO NO LE IMPORTA?.
Yver
se
da cuenta de que hay algo más que enfado en el tono de su voz y
se conmueve, porque sospecha que la señorita princesa está
sufriendo por la seguridad de su sirviente. ¿Podría ser verdad?.
Tras escribir una respuesta, que Fresa no esperaba, le entrega el cuaderno
electrónico.
Fresa pregunta, sorprendida, que clase de contestación es esa. El chico se encoge de hombros, no puede defenderse. Pero la tarde ha valido la pena. Ha liberado adrenalina con Bozz, y ha hecho un curioso descubrimiento sobre la actitud de Fresa con respecto a él. Además, ahora esta tan cansado que su minivestido no le causa los mismos estragos. En cuanto llega al ático se da una ducha. Con agua helada.
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