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Yver hunde la cabeza entre las manos, pedazo de gilipollas, lo ha fastidiado. Después de todo para ella un sirviente no significa más que para cualquier otro privilegiado, sonríe con amargura, la maravillosa princesa de alta familia y su amante, el rey del silencio. Salta de la cama y sale del cuarto sin vestirse, tiene que arreglarlo o esta acabado. Fresa oye como el chico llama con insistencia a la puerta del taller, puede ver su silueta a través del cristal tallado. Pasa de él. Todo se esta descontrolando. Se repite que no ha pasado nada, solo ha disfrutado un poco de su sirviente, como hacen los otros amos. Nada de nada. No contesta. Yver sigue esperando en la puerta, hasta que comprende que es inútil. Tarda un buen rato en marcharse. A Fresa le da miedo pensar en lo que pasa entre los dos, se esta engañando a si misma, es imposible que sean felices. Hay que parar esto. Se queda muchas horas trabajando incansable en sus esculturas, ya esta oscureciendo cuando sale. Hay una bandeja con comida sobre la mesa y junto a ella el pequeño cuaderno electrónico. T E Q U I E R O Lo desconecta. No es tonto y miente, para protegerse, seguro. Hay que empezar a normalizar las cosas, un sirviente no tiene nada que decir. Esta noche hay una fiesta en casa de uno de sus clientes y decide ir , le conviene distraerse un poco. Se puede saber cuando empieza una fiesta de privilegiados de Domo, pero no cuando va a terminar . Un par de días después la chica vuelve a su ático, a media tarde. Ha estado con un tipo que ha conocido entre los invitados. Un deportista triunfador, cachas, apasionado ...y por lo que ha podido sufrir, egocéntrico y mortalmente aburrido. Todo para tratar de convencerse de que sus problemas han surgido porque llevaba un largo período de clausura y con una aventurilla vería las cosas de otra forma. Sin embargo se siente vacía y estúpida, no ha dejado de pensar en Yver ni un momento. Fresa arruga la nariz cuando llega a su hogar. La casa tiene un desagradable olor a rancio y su cuarto huele peor. El chico ha estado acostado desde que se marchó. No se ha cambiado los vendajes desde que ella lo hizo y probablemente tampoco se ha lavado. Eso si, ha vaciado todas las botellas de licor que había en la casa y se ha tomado casi todo un frasco de píldoras de Karma, que Belladona, tan generosa como siempre, le había regalado hace tiempo. Nunca las ha probado, son alucinógenos, y ella no necesita sustancias para soñar, pero Yver si las necesitaba, así se ha evadido de si mismo durante el mayor tiempo posible. Esta despierto (más o menos), ha abierto los ojos y la mira con tristeza. ¿Por qué tiene que mirarla de esa forma?. Ella no es la culpable de que sea un sirviente, él sabrá como ha llegado a esa situación. Todo este asunto le produce unos remordimientos tan absurdos ...lo va a solucionar ahora mismo. Por fin Fresa toma una resolución, esta furiosa consigo misma, no quiere admitir lo que pasa. Sufre por verlo en ese estado, le gustaría abrazarlo, besarlo y dejarse llevar por este extraño que ha invadido su cómoda vida. Se siente muy mal y la culpa tiene que ser de él. Tratando de parecer impersonal, explica al muchacho que lo va a mandar a casa de las tías. Ellas necesitan más a un sirviente y a él le vendrá bien que alguien lo cuide, hasta que este repuesto. Ella no tiene tiempo, ni ganas. Sin mirarle a los ojos le devuelve el cuaderno electrónico, nuevamente conectado, se lo puede quedar y la ropa que le ha comprado también. Al día siguiente Yver se marcha. Privima viene a recogerlo, sabe que algo no va bien, pero es mejor que su sobrina se lo cuente cuando lo crea oportuno. Se acabó, Fresa se esconde en su estudio, ni se ha despedido. No quería ver como se marchaba. Intenta concentrarse en su nueva escultura pero cuando acaba el resultado es desastroso, como su ánimo. Se le cae la casa encima. Fuera, sobre la mesa del salón esta el cuaderno. T E Q U I E R O No se lo ha llevado. En casa de las tías de Fresa, Yver se repone pronto. De nuevo ocupa la habitación de invitados y no hace falta que trabaje demasiado, incluso aprende algo de cocina gracias a Flera. Es asombroso como mejora el estado de sus heridas, Fauva le asegura que apenas le quedarán cicatrices. A él le da igual. Aprovechando sus conocimientos tecnológicos, las señoras le piden trate de arreglar los viejos androides que tienen pequeñas averías. No es muy difícil y además le gusta este tipo de trabajo, Fauva le trae una caja de herramientas que perteneció a su difunto marido, también hacia esculturas de luz, como Fresita. Yver suspira, la hecha de menos. Pone manos a la obra. Tarda algunos días, pero cuando están reparados, los androides quedan como nuevos, o casi. Al terminar, coge un cortador de precisión y un par de pequeñas herramientas, guardándoselos en un bolsillo. Le vendrán bien si tiene que hacer algún que otro "reajuste". Hace un par de meses que la joven artista esta teniendo una mala racha, curiosamente desde que su sirviente no está allí. Las esculturas de luz no son tan buenas como antes, de hecho la calidad ha bajado muchísimo y también las ventas. Además, últimamente tiene un carácter insoportable (se irrita por cualquier tontería), sale de casa menos que nunca y siempre esta de mal humor. Estos cambios son achacados, según sus tías, a la soledad. Yver también esta muy raro, parece que no acaba de recuperarse, Fauva y Flera opinan que debe volver al ático, seguro que eso lo arregla todo, será muy beneficioso para los dos ( risitas). Privima no contesta , no esta tan segura como sus hermanas, pero tampoco quiere meterse donde no le llaman, ...algunas veces. Fresa esta cenando cuando llaman a la puerta. Al abrir se queda helada, las tías Flera y Fauva entran sin ser invitadas, parloteando y regañándole por lo mal que come. Vienen a darle una sorpresita, ¡ya tiene a su sirviente repuesto!, a ver si le dura. Tienen mucha prisa, antes de que la chica pueda protestar se despiden de su sobrina, besuqueandola como si fuera una niña de cuatro años. Muy graciosas. Yver y su dueña se quedan cara a cara. El chico, de pie junto a la puerta, parece tan incómodo como ella misma. Fingiendo naturalidad, como si no hubiera pasado nada, Fresale dice que ya sabe lo que tiene que hacer. La casa esta un poco descuidada, puede empezar por donde quiera. Duda un poco, pero le entrega el cuaderno electrónico, con la condición de que solo lo use si es ESTRICTAMENTE NECESARIO. No quiere comentarios personales. ¿ Se ha explicado con claridad?. Yver la mira con dureza y desconecta la maquinita que arroja sobre la mesa . Después se marcha a la cocina. Hace que Fresa se sonroje. |
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Tras un par de días, la situación sigue igual, no hay comunicación salvo para dar y recibir ordenes. Fresa esta un poco arrepentida de lo que ha hecho, pero quiere convencerse de que las cosas están mejor así. Otra escapadita. La chica decide hacer un poco de vida social para distraerse y sale por la noche a una reunión en casa de Urraco, tan insoportable como siempre. Festeja el ascenso de su hermano, un vigilante que ha pasado a jefe de patrulla. Ciskos, es igual de pelmazo, cosa de familia. Completamente borracho, la distingue con su charla, presumiendo de sus cacerías de traidores y rebeldes al gobierno. Incluso le enseña diminutas imágenes virtuales de sus presas mas señaladas. Fresa casi se atraganta cuando ve a Yver en una de ellas.
Es un poco más joven y esta muy atractivo con el cabello largo,
por debajo de las caderas. Viste una lujosa casaca, adornada con magnificas
joyas. El vigilante ascendido presume de su captura, es miembro de una
poderosa familia en uno de los planetas menores. El sujeto trabajaba para
el consejo clandestino, valiéndose de la educación, que a
los de su rango los evols conceden generosamente. Un traidor desagradecido.
Pero le dieron una buena lección, murió al ser capturado.
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Por mucho que se esfuerza, la chica no consigue sacarle
mas información. No entiende porque ese imbécil piensa que
Yver
esta muerto.
Cuando vuelve esta amaneciendo. Los pies la están matando y se ha pasado un poco con la bebida. Al entrar en casa no enciende la luz. Se ha quitado el vestido y los zapatos. En ropa interior, se dirige al dormitorio sin hacer ruido. Tomara un par de analgésicos y como nueva. ... ¿Te duele la cabeza princesa? Una voz ronca, casi inaudible. Asustada, Fresa rapidamente enciende la luz de su cuarto. Yver esta frente a ella, en el otro extremo del dormitorio, recostado en un sillón y con los pies cruzados sobre la cama. Ahora si parece un privilegiado. Nunca le ha visto con esa ropa, es cara, probablemente la trajo de casa de las tías. Lleva una camisa ancha, sin abrochar, por fuera de un pantalón de color oscuro, y el pelo mojado, peinado hacia atrás.Distraídamente, hace girar el collar de represión sobre uno de sus dedos, ya no lo tiene puesto. ¿Como es posible?. La observa con una expresión poco tranquilizadora, como mira el gato al ratón. |
Fresa, muy asustada, sale corriendo, pero Yver,
salta con agilidad sobre la cama y la atrapa antes de que pueda llegar
a la puerta o gritar pidiendo ayuda.
La chica tiene menos fuerza que un insecto, él solo necesita un brazo para sujertarla con firmeza mientras con la mano libre le tapa la boca con una tira adhesiva, de las que usaba para sujetar sus vendajes. Le susurra al oído que se calle, no le va a pasar nada. No lo cree. La chica forcejea intentando soltarse, sin poder impedir que le amarre otra tira alrededor de las muñecas, los nervios hacen que se ponga a llorar. Yver la deja caer sobre el sofá, Fresa lo mira furiosa. Tiene miedo de verdad. El chico pensaba que sería divertido cambiar los papeles, pero se siente incómodo y avergonzado. Le desagrada enormemente verla así. Suavemente acaricia su mejilla, rozándola con los dedos. La chica cierra los ojos y vuelve la cara, más lagrimas . Intenta tranquilizarla pero no lo consigue. Le asquea la situación, sabe como se siente por propia experiencia. |
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Tiene que hacer un gran esfuerzo para poder hablar, después de tres años con el maldito collar, su garganta ha perdido la costumbre de emitir otra cosa que no fueran gritos o gruñidos. No reconoce su propia voz. Fresa sigue luchando para soltarse, Yver apenas puede hacerse oír. Le promete dejarla en paz si lo escucha un momento, es sincero. Ella se calla y lo mira desconfiada, tiene los ojos enrojecidos. Parece otro, Fresa reconoce que realmente nunca había pensado en él como en un igual. El chico le explica que gracias a sus conocimientos y sobre todo a las herramientas que amablemente le facilitaron sus tías ( Fresa suspira, ¡que locas!), ha desactivado el collar. La ropa la compró con algunos créditos que les cogió prestados, ( ¡y tontas!) gracias de nuevo. La mirada de Yver se dulcifica. No sabría explicárselo, pero la quiere de verdad. No por mejorar su situación, ni por simple deseo... , Fresa escucha atentamente, ...incluso podría haber escapado antes, porque usando las herramientas de su estudio también hubiese desactivado el collar. Se ha equivocado pensando que ella también sentía algo por él y aunque le hace mucho daño, no le extraña su actitud de desprecio. Ahora ya es tarde para cambiar las cosas. Tiene miedo de que lo vuelva a entregar al Centro de Reubicación . Yver tuerce el gesto con amargura, no puede imaginar lo que ha tenido que aguantar. No esta dispuesto volver allí, es su oportunidad de huir y va a aprovecharla. El ex-sirviente se lleva su mejor bolsa de viaje y usa el terminal de crédito de la chica para dejar su cuenta a cero, ...un préstamo preciosa. A cambio le deja el collar y el mando, "de recuerdo". Antes de irse la besa por encima de la cinta que tapa su boca, Fresa no se resiste (¡por favor que no se vaya!). Confundiendo lo que ve en los ojos castaños con el miedo, Yver le explica que ha dejado un aviso programado en el contestador de las tías. Mañana vendrán a soltarla. Después le ata los tobillos y se disculpa otra vez, antes de decir adiós Fresa no lo puede ver pero encima de la mesa esta el cuaderno. T E Q U I E R O Un último mensaje de su sirviente.
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