(Madrid, 1954)
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"Los pechos de la, mujer son frutas jugosas que apetece chuparlas, succionarlas, morderlas y apretar, cerrar los dientes sobre ellos hasta desgarrarlos y arrancarlos, y una vez lamida la sangre manada por efecto del mordisco, bañar las manos en ella y agarrarlos, romperlos y fagocitarlos, lentamente, para hacerlos uno con nosotros mismos, o como en el cuadro de Duchamps,separarlos de un tajo certero del cuerpo de la mujer que amamos para llevárnoslo y colocarlos en el rellano alar de la alacena de nuesta alcoba, frente a la cama, y masturbarnos con su presencia una y otra vez hasta morir agotados en una agonía dulcísima de semen y sangre." |
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